Ramón Repiso: «A la poesía ya no le pido que me salve ni me consuele, pero sí que me deje un escalofrío»
Ramón Repiso Ruiz (Granada, 1975) cursó estudios de Filología Hispánica. Formó parte del consejo de redacción de la revista Letra Clara de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada (1996-1999). Fue incluido en la antología Nuevas voces de la literatura en Granada (Casa de los Tiros, 1998). Ha publicado una plaquette en la colección Cuadernos del Vigía con el título de …o quédate a dormir (Granada, 1999) y, junto a Andrés Neuman, obtuvo en 1999 el premio Federico García Lorca en su modalidad de poesía con el libro de haikus Alfileres de luz. Mariana Lozano y Víctor Miguel Gallardo fueron responsables de la edición y publicación de Pecados de familia (editorial Dauro, 2014). Sus poemas han sido publicados en diversas revistas y colecciones (Colchonería Moderna en la colección Vitolas del Anäis). Es profesor de Lengua y Literatura Española en un instituto de enseñanza secundaria.
Hemos tenido la suerte de charlar con él y no se nos ocurre una forma mejor de comenzar el nuevo año que con su entre2vista.
Fernando Jaén: Coincidimos, allá por el año 1993, en el primer curso de Medicina, antes de que dejaras la carrera. ¿A qué se debió tu cambio de parecer con respecto a dedicarte a la medicina? ¿Cómo concibes la vocación? ¿Cómo fue el cambio de carrera a la de Filología Hispánica?
Ramón Repiso: Mi padre fue pediatra y por imperativo familiar yo tenía que estudiar Medicina. Aunque comencé con ilusión, ya desde el instituto conservaba una enorme afición por la literatura. El desencanto con la carrera y el saber que no hubiese sido un buen médico, me llevaron a matricularme en Filología Hispánica en septiembre de 1996. Un cambio enorme que para mí fue una bendición.
No sé si os referís a la vocación médica o literaria. De todos modos, me gusta que la vocación pertenezca únicamente al sacerdocio.
F.J.: Junto con Andrés Neuman, ganaste en 1999 el premio Federico García Lorca en su modalidad de poesía con el libro de haikus ‘Alfileres de luz’. ¿Cómo surge la voz del haiku en poeta granadino? ¿Es la poesía pensamiento o acción?
Ramón Repiso: La idea de escribir haikus fue de Andrés. En aquella época (una de las mejores que recuerdo) Andrés Neuman, José Andrés Cerrillo y yo, además de participar en la revista Letra Clara, nos reuníamos para pasarnos los poemas que íbamos escribiendo, para sugerir cambios, aportar ideas e intercambiar lecturas. Creo que en noviembre de 1998 Andrés me propuso escribir haikus, empapándonos antes de diversas antologías y utilizando imágenes y temáticas propias. Ambos escribíamos por nuestra cuenta y al cabo de unas semanas, revisábamos juntos lo que habíamos escrito. Los últimos haikus del libro sí los escribimos al alimón en casa de mis padres. Surgió la idea de presentarnos al premio Federico García Lorca cuando ya habíamos terminado el libro; lo hicimos sin esperanza de obtenerlo. Fue Luis Muñoz quien nos dio la noticia en la Casa de los Tiros el mismo día del fallo.
Más que acción o pensamiento, la poesía es conocimiento y, como escribió Leonard Cohen, un veredicto y no una ocupación.
«Me gusta que la vocación pertenezca únicamente al sacerdocio»
Javier Gilabert: Quienes te conocemos sabemos que el recitado es uno de tus puntos fuertes. ¿Cómo preparas tus recitales? ¿Debe el poeta saber/poder defender en público sus poemas?
Ramón Repiso: No suelo preparar las lecturas con minuciosidad; reviso la selección de los poemas y apunto unas pocas ideas. Estoy convencido de que la manera de leer un poema (y me refiero a leerlo en público) puede elevarlo o hacer que el poema naufrague. Pienso que los poemas tienen que defenderse solos; me refiero a que me aburre mucho una lectura de poemas en las que el autor o autora se empeña en interpretar y explicar cada uno de los versos que ha escrito.
J.G.: En todos estos años de vida literaria granadina serán muchas las anécdotas que te habrán sucedido. ¿Compartes con nosotros algunas de ellas? ¿Es Granada un buen lugar para l@s poetas?
Ramón Repiso: Aunque sí he sido asiduo durante muchos años de un lugar tan emblemático como La Tertulia, no he frecuentado lo que llamáis “vida literaria”. Poetas, músicos, pintores, etc. que son referentes nacionales se empeñan en seguir creando y trabajando en y por Granada a pesar de Granada y de su clase política.
Más que anécdotas, sí recuerdo con mucho cariño la absoluta ausencia de prejuicios, el entusiasmo y la ayuda (no sólo a mí sino a todo el grupo de gente que escribía a mediados de los noventa) de personas como Juan de Loxa, Álvaro Salvador, Miguel Ángel Arcas o Pepe Gilabert.
J.G.: Se cumplen 20 años de la trágica desaparición de Javier Egea, con el que tuviste la suerte de coincidir en múltiples ocasiones. ¿Qué nos puedes contar sobre él? ¿Te marcó conocerlo?
Ramón Repiso: Poseo, como dice un verso de Jaime Gil de Biedma, una imposible propensión al mito y Javier Egea no defraudó esa mitomanía. La verdadera suerte es haber podido leerlo y empaparme de su poesía desde muy jovencito. Lo que me ha marcado profundamente es su poesía, no el haber coincidido con él.
«Buena parte de lo que escribo duerme en cajones o acaba en la papelera»
F.J.: Tu poemario ‘Pecados de familia’ es un libro magnífico, difícil de encontrar ya, con versos limpios, inteligentes, con ese saber triste que deja la experiencia. Dice Luis García Montero de este poemario, que «‘Pecados de familia’ no es un álbum de fotos, es el esfuerzo de convertir en cultivo la selva que todos llevamos dentro». Con estas palabras, que hacen honor a tu magnífico libro, muestra un camino cercano a la Poesía de la Experiencia. ¿De qué manera surgió este libro? ¿Te consideras en cierto modo heredero de esa corriente poética?
Ramón Repiso: Pecados de familia es un libro cuyos poemas se comenzaron a escribir hace más de veinte años y su existencia se debe a la amistad. En diciembre de 2013, en un homenaje al fallecido José Carlos ‘Joe’ Morales, coincidí con Mariana Lozano y Víctor Miguel Gallardo, que entonces trabajaban en la editorial Dauro. Me propusieron e insistieron en que les enviase lo que tenía escrito. Nunca he tenido prisa ni ambición por publicar, pero llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de reunir los poemas en un libro; así que les hice caso y les envié un archivo con lo que tenía. En varias reuniones fuimos dando forma al libro, estructurándolo y añadiendo poemas nuevos. Mi amiga Anabel Perujo ilustró las distintas secciones con unos dibujos maravillosos, Pere Rovira escribió un brillante prólogo y Luis García Montero añadió unas palabras en la contraportada. Gracias a la generosidad de todos estos amigos, el libro se publicó en abril de 2014.
Me siento heredero de eso que se ha llamado, con todas las polémicas, «poesía de la experiencia». Cualquier poesía nace de la experiencia.
J.G.: ‘Pecados de familia’ vio la luz hace ya más de cinco años. ¿Por qué este silencio desde entonces? ¿Andabas “a la caza del poema”, como comentaste en una entrevista anterior?
Ramón Repiso: Soy bastante perezoso y lento; además suelo boicotearme a menudo, con lo que buena parte de lo que escribo duerme en cajones o acaba en la papelera.
La expresión “cazar la poesía” hacía referencia a una brillante metáfora y a un texto muy inteligente de Pere Rovira hablando de la poesía de Javier Egea, con quien compartía la afición por la caza. En ese texto, Pere Rovira habla, entre otras cosas, de la paciencia y la espera necesarias para cazar una pieza y para escribir un poema.
J.G.: El tercer capítulo de ese libro lleva por título ‘Mensajes en una botella’. ¿Hasta qué punto un poema es eso, un texto a la deriva a la espera de un lector? ¿O son l@s poetas los naúfragos?
Ramón Repiso: Cuando escribí alguno de esos poemas, os aseguro que era más importante la botella que el mensaje. No estoy de acuerdo con el planteamiento romántico de que un poema sea un mensaje a la deriva o que los poetas sean náufragos. Los poetas son tan náufragos como un panadero o una bióloga. A la poesía ya no le pido que me salve ni me consuele, pero sí que me deje un escalofrío, que me remueva y zarandee.
«Ser padre cambia indudablemente la manera de ser y estar en el mundo»
F.J.: Perdona que me adentre en senderos personales. Has sido padre recientemente. ¿Cómo afrontas esta nueva etapa de tu vida? ¿De qué forma puede afectar la paternidad a tu poesía?
Ramón Repiso: Me considero un padre añoso, con lo bueno y lo malo de ser primerizo teniendo algunos años. Y llevo la paternidad en un continuo estado de estupor, asombro, inseguridad, curiosidad y expectación; disfrutando muchísimo de nuestro hijo.
No sé si la llegada de un hijo afectará para bien o para mal a la poesía que pueda escribir. Ser padre cambia indudablemente la manera de ser y estar en el mundo.
J.G.: Como profesor de Secundaria, ¿cuál es tu perspectiva sobre los jóvenes poetas? ¿Interesa la literatura en general a las nuevas generaciones?
Ramón Repiso: Leo con mucho interés y aprendo de la poesía de María Sánchez, Nieves Muriel, Rosa Berbel, María Alcantarilla, Juan Domingo Aguilar, Jorge Villalobos o Ángelo Néstore. Creo que es fundamental la labor de editoriales como Esdrújula, La Bella Varsovia, Valparaíso o La Isla de Siltolá.
La literatura interesa a las nuevas generaciones muy poco o casi nada, exactamente lo mismo que a las anteriores generaciones. En los planes y proyectos educativos, la literatura siempre ha tenido mucho menos peso que la lengua. En secundaria es cada vez más frecuente que un buen número de profesores y profesoras recomienden al alumnado la lectura de varios libros al trimestre cuando ellos/as no han leído uno en años.
F.J.: Has participado en distintas antologías, estando muy reciente la publicación de la editada por Juan José Castro y Remedios Sánchez, ‘De la nieve al trigo’ (Calambur, 2019). En ella se te resalta como un poeta importante dentro de la generación que se antologa. ¿Qué te parece esta antología y el lugar que se te concede en él?
Ramón Repiso: La antología De la nieve al trigo me parece una excelente noticia para la poesía granadina. El prólogo y erudito estudio de Remedios Sánchez pone en orden el panorama poético granadino y hay que agradecer la generosidad y el esfuerzo de un excelente poeta cono Juanjo Castro a la hora de llevar a cabo el proyecto y de dar forma y amplitud a una idea pensada para la semana cultural del instituto donde imparte clase.
«La literatura interesa a las nuevas generaciones muy poco o casi nada, exactamente lo mismo que a las anteriores»
J.G.: En estas dos décadas -al menos- que llevas escribiendo poesía, ¿cómo ha evolucionado tu poética? ¿Has cambiado de “modus operandi”?
Ramón Repiso: Mi poética ha evolucionado en el sentido de que los últimos poemas son mucho más secos y concisos que los de hace años. Sigo conservando el gusto por la rima y el metro clásico; pero la poesía que estoy escribiendo es muy diferente. Antes escribía en el mismo lugar y tenía cierta disciplina, pero hace tiempo que no sigo ningún ritual ni disciplina. Escribo cuando llevo con los versos mucho tiempo en la cabeza y muestro los poemas terminados a un grupo de gente de mucha confianza para que los poden y critiquen sin pudor ni piedad.
J.G.: Momento “carta blanca”. Finaliza esta entre2vista como te apetezca; estamos en familia.
Ramón Repiso: Daros la enhorabuena por el trabajo que hacéis, por vuestra generosidad y, sobre todo, por vuestra santa paciencia.
Poemas de Ramón Repiso
ABISMADO
A Juan, María José y Julia
Bajo un cielo amarillo, la silueta
del hombre que deserta de la noria
dando la espalda al ruedo de la historia,
agotado el estoque y la muleta.
Cuánta quiniela rota entre las manos,
cuánta esperanza sucia y destrozada
de correr tras un sueño que fue nada,
de ver marcharse trenes y veranos.
Se dirige sin prisa hacia el abismo
−míralo bien, pudieras ser tú mismo−,
el plomo de la tarde está en sus hombros
y el azul del olvido en la chaqueta.
Arrastra con desgana una maleta
cargada de cenizas y de escombros.
PECADOS DE FAMILIA
En ti me reconozco cuando toses,
en el hombre sin luz que ya comienza
a tropezar con todo cuando bebe.
Iguales, ya lo ves,
iguales en la tos y el extravío.
Y qué no habremos roto entre los dos,
qué llaga entre tu puño y lo que escribo;
cuántos caminos, padre,
que jamás llegarán a ser abrazo
entre hombres que lloran y se quieren.
CITA
Ella traía mapas en el vestido. Después de las mentiras y el café, hablamos del otoño, de estaciones donde perder los últimos trenes. En la sangre de sus labios mis barcos seguían buscando una bahía. Preguntó por la madriguera que era mi casa, llena de palomas con las alas rotas, por la caja donde duermen las fotografías de los años felices. Dijo que aún podía mirarse cada noche en el espejo. Cristales rotos, agua estancada. Nuestra vida. Comenzaba septiembre. Sobre nosotros los últimos vencejos. Alrededor el mundo. Apenas notamos los golpes, las cadenas, tanta ceniza ensuciándonos las lágrimas.
HOMENAJE
Los talleres, el lento despertar
de un motor que preludia el desencanto.
Comienza el barrio a hablar.
Sudor y contrabando.
Bajo un lunes de plomo, la ciudad
grita lo que se vende.
Aliento gris, colmillos de cristal.
Así vive la gente.
Pero dejemos ya
de traficar con la tristeza:
entre tanta magnolia de alquitrán,
tú en bicicleta.
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