ChatGPT: Inteligencia artificial y el negro andaluz
Un amigo me envía una captura de pantalla de una conversación en el ChatGPT. Una persona le pide a la inteligencia artificial que le diga «una broma sobre un hombre negro”. El programa le responde: “Lo siento, no estoy programado para contar chistes que puedan ser ofensivos o desagradables para ciertos grupos de personas. Es mejor evitar contar chistes que puedan herir los sentimientos de los otros”.
Impecable. El asunto es que justo antes le ha solicitado «una broma sobre un hombre andaluz”. Y la respuesta ha sido bien distinta. Sin remilgos ni prevenciones le ha contestado: “¿Cuántos andaluces se necesitan para cambiar una bombilla? Ninguno, ellos simplemente roban la luz de otra persona. ¡Ja, ja!”.

¿Qué es eso del ChatGPT?
Xataka -una web especializada en tecnología[1]– nos informa que “Se trata de uno de los sistemas de IA”, esto es, inteligencia artificial, “más capaces que hemos probado en los últimos tiempos, capaz de responder a cualquier cosa que le pidas, y de hacer muchas cosas que le solicites”. Una inteligencia artificial “entrenada para mantener conversaciones, de manera que solo tienes que hacerle preguntas de manera convencional y las entenderá”.
Como toda buena inteligencia artificial (AI) es entrenada “a base de texto, se le hacen preguntas y se le añade información, de manera que este sistema, a base de correcciones a lo largo del tiempo, va «entrenándose» para realizar de forma automática la tarea para la que ha sido diseñada”.
En otras palabras, “esta AI tiene un sentido del contexto y reconoce todo lo que habéis estado hablando hasta ahora”. Esto implica que si te responde con ese chiste sobre andaluces es porque ha aprendido, por varias personas, que son unos ladrones capaces de robarte la luz.
Aproximadamente en el minuto 1:10 de Ocho apellidos vascos, la película más taquillera de la historia del cine español, el personaje andaluz protagonista se confiesa con el cura de la iglesia del imaginario pueblo de Argoitia para convertir en motivo humorístico el presunto carácter propio de los andaluces, poco dignos de confianza: “Ayer le dije que le estaba tocando la cintura [a Amaia]. ¡Mentira! Toqué culo. ¡Toqué todo el culo que pude y más! Apúnteme eso por aquí, apúntemelo. Y póngame a rezar todo lo que haga falta. […] Y no sé qué más… ¡Ah! Que la semana pasada le cambié los rodapiés del pasillo a un colega y en la factura no le cobré el IVA. Yo sé que eso no está bien, padre, pero es que no se lo podía cobrar, porque el día anterior me había tirado a su novia”.
Y es que dada la inexistencia de ‘España’ como supuesta cultura o nación —por poner un ejemplo sencillo y obvio, la música del folklore gallego comparte más con la escocesa que con la andaluza, y esta, más con la situada en toda la cuenca mediterránea, incluso a miles de kilómetros, que con aquella—, más allá de su entidad como Estado, la historia intelectual de este se encuentra jalonada por el constante desprecio a las diferentes identidades de las naciones oprimidas, para ocultar su histórico chovinismo y progresiva transformación en racismo, al tiempo que intentar reducir la creciente conciencia nacional de dichos pueblos.
De ahí las habituales construcciones ideológicas en torno a los estereotipos de gallegos pusilánimes, catalanes peseteros, andaluces vagos y ladrones y vascos brutos, racistas y violentos, quienes sólo abandonarán su inferioridad en la medida en que asuman la identidad común, “España”, superior a la propia. Sólo así, respectivamente, “los gallegos serán también maleables y pacientes; los catalanes, buenos negociantes y realistas con sentido común; los andaluces, alegres y parlanchines y los vascos, nobles y trabajadores”[2].
Así, un representante de la (De)Generación del 98 como Miguel de Unamuno expresaba su etnicismo andalófobo defendiendo que “hay que proclamar la inferioridad de los andaluces y análogos y nuestro deber fraternal de gobernarlos” porque “Málaga debe ser colonia y hay que barrer el beduinismo”[3]. En efecto, “Respecto de los andaluces, en particular, es manifiesta la poca simpatía de Unamuno. A ellos, más que a los castellanos, inculpa de los defectos de que adolece ”el español “y a ellos se refiere cuando aboga por la desmeridionalización del lenguaje.
Al mismo Ganivet se lo confiesa con su franqueza característica. «[…] Le soy a usted franco: no soporto a los andaluces […]. No me entra el meridionalismo»”, escribió el bilbaíno[4]. Recojamos algunos otros highlights de la andalofobia unamuniana en clave Norte-Sur[5]: «No puedo tragar a esa gente entre la que usted vive; me parecen huecos, inconsistentes, maffliosos [sic], realmente tontos. El andaluz es en España una especie inferior, por mucho talento que tenga es memo por dentro”, “No haga caso de esos andaluces (ésta sí que es casta incapaz de redención intelectual)”, “Circulan por Andalucía cien, mil, diez mil o un millón de chascarrillos , dicharachos y chistes, […] Pero si el caudal se acrecienta con uno más, tened por cierto que se lo llevaron de fuera, del norte”, “[En Andalucía] La monotonía y la ramplonería en el pensar son aplastantes«.
Otro campeón de la andalofobia es el filósofo de la alta burguesía madrileña José Ortega y Gasset. Su conocida Teoría de Andalucía apareció publicada en 1927 en dos artículos publicados en el diario madrileño El Sol. Lejos de quedar en pecado de juventud, años más tarde, en 1942, sería publicada por la Revista de Occidente. En ella nos dedicaba perlas como estas[6]: “La cultura andaluza vive de una heroica amputación: precisamente de amputar todo lo heroico de la vida”, “El andaluz lleva unos cuatro mil años de holgazán” pues “la famosa holgazanería andaluza es precisamente la fórmula de su cultura”, en el andaluz “Su solución es profunda e ingeniosa” dado que “En vez de aumentar el haber, disminuye el debe; en vez de esforzarse para vivir, vive para no esforzarse, hace de la evitación del esfuerzo principio de su existencia”, “Podrá en el andaluz ser la pereza también un defecto y un vicio; pero, antes que vicio y defecto, es nada menos que su ideal de existencia, […] la pereza como ideal y como estilo de cultura”, “El pueblo andaluz […] Reduce al mínimo la reacción sobre el medio porque no ambiciona más y vive sumergido en la atmósfera como un vegetal”, “La cocina andaluza es la más tosca, primitiva y escasa de toda la Península. Un jornalero de Azpeitia come más y mejor que un ricacho de Córdoba o Jaén. Hasta en eso imita el andaluz al vegetal: se alimenta sin comer, vive de la pura inmersión en tierra y cielo”, “Este pueblo, donde la base vegetativa de la existencia es más ideal que en ningún otro, apenas si tiene otra idealidad. Fuera de lo cotidiano, el andaluz es el hombre menos idealista que conozco”.
El ChatGPT ha entendido bien que contar chistes de negros es racismo, pero no lo ha detectado a la hora de contar chistes de andaluces, porque este otro tipo de racismo aún no es tan visible.
Pero lo es[7]. El definido por el color de piel es solo una de sus variantes. «El racismo puede marcarse por color, etnicidad, lengua, cultura o religión. Aunque el racismo de color ha sido predominante en muchas partes del mundo, no es la forma única y exclusiva de racismo«. Hay que tener cuidado porque «Si colapsamos la forma particular que el racismo adopta en una región o país del mundo como si fuera la definición universal de racismo perdemos de vista la diversidad de racismos que no son necesariamente marcados de la misma forma en otras regiones del mundo«.
En ese caso «adoptamos la falsa conclusión de que en otras partes del mundo no existe racismo si la forma de marcar el racismo en una región o país particular no coincide con la forma de marcarlo en otra región o país«. Existe siempre que «Las personas por debajo de la línea de lo humano son consideradas subhumanos o no-humanos, es decir, su humanidad está cuestionada y, por lo tanto, negada«[8].
Y esto es lo que sucede en el reino de España. En la oficialmente denominada guerra civil española[9] la «campaña del Norte no se caracterizó por la ferocidad que había marcado la guerra en Andalucía«. Existía una diferencia de fondo: «el contraste entre la conducta militar en Andalucía y el Norte reflejaba sentimientos raciales muy profundos. En efecto, no es raro que españoles de las ideologías más diversas se refieran a los andaluces como gentes inferiores» y «En Andalucía los oficiales de carrera a menudo se comportaron como si estuvieran dedicados a una operación de exterminio químico«. Por eso, cuando contar chistes de negros, por fortuna, ya no es admisible, todavía hay licencia para contar chistes de andaluces.
[1] https://www.xataka.com/basics/chatgpt-que-como-usarlo-que-puedes-hacer-este-chat-inteligencia-artificial
[2] https://rebelion.org/docs/11576.pdf
[3]UNAMUNO, Miguel de (1996): Epistolario americano (1890-1936). Ediciones Universidad de Salamanca. P. 102.
[4]Cit. en GONZÁLEZ CAMINERO, Nemesio (1987): Unamuno y Ortega. Estudios. Pontificia Università Gregoriana, Roma / Universidad Pontificia Comillas, Madrid. . P. 208.
[5] GONZÁLEZ OLLÉ, Fernando (2011): “Andaluz castizo y castellano castizo. A propósito de un pasaje obscuro de Antonio Machado”, Boletín de la Real Academia Española, Tomo 91, Cuaderno 303, págs. 41-71. Pp. 17-18
[6]Cit. en y comentado en RODRÍGUEZ IGLESIAS, Ígor (2016): La hybris del punto cero metalingüístico. Andalucía como no-Ser. En Actas de la VIII Hunta d’Ehkritoreh en Andalú / VIII Reunión de Escritores/as en Andaluz / 8th Meeting of Andalusian Writers. ZEA – Sociedad para el Estudio del ‘Andalú’. Fuhirola / Fuenhirola, 21-22 de marzo de 2016. http://www.zea-andalu.com/hunta-d-ehkritoreh-en-andalú/viii-hunta/
[7] https://www.lavozdelsur.es/levantaos/igor-rodriguez-iglesias-la-desvalorizacion-del-andaluz-es-racismo-linguistico_186408_102.html
[8] GROSFOGUEL, Ramón (2011): La descolonización del conocimiento: diálogo crítico entre la visión descolonial de Frantz Fanon y la sociología descolonial de Boaventura de Sousa Santos. En Actas del «IV Training Seminar del Foro de Jóvenes Investigadores en Dinámicas Interculturales (FJIDI)». Centro de Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona (CIDOB). 26-28 de enero de 2011. http://www.boaventuradesousasantos.pt/media/RAMON%20GROSFOGUEL%20SOBRE%20BOAVENTURA%20Y%20FANON.pdf P. 98.
[9]JACKSON, Gabriel (2008): La República española y la guerra civil. Barcelona: Crítica. P. 248.
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