Rafael Guillén: «La poesía del siglo XXI no debe dar la espalda ni a la ciencia ni a la técnica»
Rafael Guillén (Granada, 1933) está considerado como uno de los miembros destacados de la Generación del 50. Tras la aparición de sus Obras Completas, en dos volúmenes de poesía y uno de narrativa y prosas varias (Edit. Almed 2010) sólo ha publicado Balada en tres tiempos para saxofón y frases coloquiales (Visor, 2014) y Últimos poemas. Lo que nunca sabré decirte (Fundación José Manuel Lara, 2019). Ha viajado por todo el mundo y sus poemas y artículos han sido traducidos a numerosos idiomas.
Ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura (1994) por Los estados transparentes, el Premio de la Crítica de Andalucía (2003) por Las edades del frío, el Premio de las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija (2011) de la Asociación Colegial de Escritores de España por toda su obra literaria y el Premio Internacional Federico García Lorca (2014).
Sábado. 10 de la mañana. Tal y como hemos acordado días antes, Rafael Guillén nos está esperando en su estudio. Nina, su encantadora esposa, nos conduce hasta su estudio donde, frente al ordenador, nos espera. Nos invita a sentarnos y comienza un momento mágico, que durará casi dos horas en el que conversamos sobre la entrevista, pero también de poesía y sobre viajes. Nos cuenta anécdotas. Reímos (mucho). Nos recita El centro de lo oscuro, de su último libro. Después intercambiamos libros. Nos dedica alguno más que traíamos preparado. Nos vamos con la promesa de volver -lo haremos muy pronto-, con la sensación de haber disfrutado de la oportunidad de conocer a una fuerza viva de la poesía. Un genio. Y agradecimiento, un profundo agradecimiento por su generosidad y su amabilidad.
Fernando Jaén: Es difícil preguntarle a un referente de la poesía de nuestro tiempo, elogiado y estudiado en múltiples trabajos y referencias. Considerado poeta de la generación del 50, a menudo su obra parece inclasificable en ninguna corriente. Es usted una voz que ha sido guía para muchos.
Rafael Guillén: Gracias por destacar el buen concepto que, según su opinión, se tiene de mí. Considerado, en efecto, integrante de la generación del 50, y dentro de las varias tendencias que la crítica atribuye a sus componentes, generalmente se me ha asimilado a la llamada “del conocimiento” frente a la “del coloquialismo”. De todos modos, coincido con usted y prefiero lo de “inclasificable”. Ya dije en una ocasión que no quisiera ser “piano de una sola tecla”. Puede haberlos grandiosos en su uso del monocordio; pero yo amo la polifonía. Una sola alma expresada en múltiples sonidos simultáneos.
Javier Gilabert: Afirmó en una ocasión que “en la métrica se esconde muy mala poesía”. Pero también dijo que “una vez has dominado el lenguaje, sueltas el verso”. Por lo tanto, ¿qué recomienda a los que empiezan a escribir poesía en este sentido? ¿El ritmo y la musicalidad se tienen o se aprenden?
Rafael Guillén: Hay quien cree que rimar corazón con melón o España con castaña es poesía. Baste oír las letras de algunas canciones o las de muchos de los llamados raperos. Pero, cuidado, también utiliza la rima y el ritmo Quevedo cuando escribe un soneto. Yo recomiendo a quien empieza a escribir que domine la palabra. Y si se trata de poesía, una buena fórmula es ejercitarse con rima y ritmo. Para interpretar a Bach hay que ejercitarse con el piano. Después, puedes soltarte, o no. También hay muy buena la música de jazz. La musicalidad se tiene; la métrica se aprende.
“Recomiendo a quien empieza a escribir que domine la palabra”
J.G.: Antonio Carvajal, hace unas semanas, realizaba un elogio del esfuerzo -que trasladaba al oficio del poeta- en una charla que impartió en la Biblioteca de Andalucía. También usted, en una entrevista anterior, hacía referencia a ese “trabajo de pico y pala” al hablar de su relación con la poesía durante todos estos años. ¿Cree que la inmediatez de esta sociedad en la que vivimos, sumada a la de las redes sociales e internet, está influyendo en que los nuevos poetas se olviden de algo tan importante? ¿Se puede escribir un buen poema “de una sentada”, sin trabajo?
Rafael Guillén: Llevaba mucha razón Antonio. La poesía, que parte de una intuición, requiere un gran esfuerzo para expresarse. Lo digo por experiencia: podéis observar mis originales en internet. Es indudable que cuando una sociedad encuentra, no ya una facilidad, sino una instantaneidad para la comunicación y el contacto, tiende a relajarse. Es la ley del mínimo esfuerzo. Y claro que está influyendo. “De una sentada” se puede tomar nota de una idea o de una imagen para un posible poema.
F.J.: Antonio Buero Vallejo se refiere, en su ‘Obra Completa’, a uno de sus versos, “Todo lo bello es triste mientras exista el tiempo”, como uno de los más hondos de su poesía. La belleza es un tema complejo siempre de tratar, ¿cómo la valora usted a estas alturas? ¿Es la belleza una elección, una forma de entender el mundo? ¿Qué papel desempeña la subjetividad, la libertad, en la belleza?
Rafael Guillén: La belleza a la que me refiero no está en el objeto sino en los ojos que lo contemplan. Y puede estar en todas partes. Incluso en la fealdad. Una catástrofe puede ser grandiosa y, en ese sentido, hermosa. “¡Que hermosa catástrofe!”, exclama el protagonista de Zorba el griego cuando ve derrumbarse la obra cumbre de su vida. Y, en efecto, es una forma de entender el mundo, como usted dice.
J.G.: Menciona a Blas de Otero y a Gabriel Celaya como sus maestros. ¿Qué es lo más importante que aprendió de ellos? ¿Se siente usted maestro de poetas? ¿Qué queda en la poesía actual de ese trasfondo existencial, del sentimiento social?
Rafael Guillén: Lo que más aprendí de ellos es a ser honrado, como hombre y como poeta. Yo no me siento maestro, ni doy consejos, sino que contesto honradamente a lo que me preguntan. De aquella llamada “poesía social” queda la conciencia de que también mediante la poesía se puede contribuir a hacer un mundo mejor.
“Yo no me siento maestro, ni doy consejos”
F.J.: Su magnífico ‘Los estados transparentes’ (merecedor del Premio Nacional de Literatura 1994), parece ser el segundo libro de la trilogía compuesta por ‘Límites’ y continuada por ‘Las edades del frío’ (Manuel Rico, ‘Tiempo de Niebla’, El País 2003). Tiene una estructura lineal, centrando el tema de la obra en la existencia. Su primer poema, ‘Cobijo en la materia’, es la forma de introducirnos en la sólida verdad de la materia donde se descubren sus estados transparentes. ¿Existe dualidad en la materia? ¿Hay un alma que la habita o no hay ni rastro de dios en ella?
Rafael Guillén: La trilogía que usted menciona ha sido organizada posteriormente. Se trata de un reflejo poético de la ecuación de la relatividad de Einstein: Límites, donde predomina el tema del tiempo, Los estados transparentes, dedicado a la materia y Los dominios del cóndor, que se refiere al espacio. Las edades del frío ha pasado a ser una coda que completa la ecuación con un capítulo dedicado al movimiento. Respecto a la dualidad en la materia, y no entrando en si hay o no alma en ella, arriesgado asunto (en algún sitio he dicho que “todo es Dios”), lo que pretendo en este libro es que la materia se exprese por sí misma, al margen en lo posible de connotaciones metafísicas.

F.J.: El desierto real y el interior, la actitud que debería tener un hombre en su vida, pasar por el mundo sin dejar apenas huella, viajar con los ojos del corazón, son reflexiones que habitan Los estados transparentes, libro extraordinario. En él leemos «No es pasajero el tiempo de la dicha/ porque para la dicha de un momento/ no existe el tiempo”. ¿Puede el tiempo ser la medida de la felicidad? ¿Es la poesía una forma de detener el tiempo, de atraparlo?
Rafael Guillén: El tiempo es un perchero del que, a pesar de que no existe, vamos colgando todo lo que nos acontece a lo largo de la vida. Ya lo he dicho otras veces: “El tiempo no existe. Lo que existe es la historia”. Y, como no existe, no hay forma de detenerlo ni de atraparlo. Hemos inventado una entelequia para entendernos y queremos entender la entelequia.
“El tiempo es un perchero del que vamos colgando lo que nos acontece”
J.G.: Nina, su esposa, y usted llevan más de seis décadas casados. Entre sus muchas obras, el amor es un tema recurrente y magníficamente tratado, si me permite la observación. De no ser por Nina, ¿su obra sería otra distinta? ¿Cómo definiría el amor a estas alturas de la vida?
Rafael Guillén: De no ser por Nina, mi obra tendría otros matices, supongo. Bien está como está, ¿para qué elucubrar? Si fuese posible, yo repetiría. ¿Que cómo yo definiría el amor? ¡Se han hecho tantas definiciones! Me gusta la de Aristóteles: “El amor está compuesto por un alma habitando dos cuerpos”.
F.J.: Con ’Las edades del frío’, se adentra en la poesía del siglo XXI, donde el hombre se desnuda ante la nueva ciencia y la tecnología. «Ya hemos llegado al futuro» que esperábamos. Sin embargo, el paso del tiempo sobre la materia aparece en este libro envuelto de un manto amoroso que parece protegernos del frío. ¿Tiene el amor cabida en la ciencia y la tecnología? ¿Entiende que la materia poética debe construirse según cada edad? ¿Se considera un poeta metafísico?
Rafael Guillén: El frío (más bien escalofrío) al que me refiero es el del hombre que, ante los descubrimientos de la ciencia y los avances tecnológicos toma conciencia de su pequeñez, de su insignificancia, de su desamparo. El amor es su único salvavidas y para el amor no existe la edad. Y no me considero metafísico. Todo lo contrario: es fácil deducir de mis poemas que soy tremendamente materialista.
J.G.: No corren buenos tiempos para la cultura en general ni, por lo tanto, para la poesía. ¿Qué falla en esta sociedad en ese sentido? ¿Se podría hacer algo para revertir esta situación?
Rafael Guillén: En esta sociedad lo que falla, en gran parte (por fortuna, no en la totalidad), es la educación. Esta tendría que empezar en la familia. Y en el ejemplo. Una formación en derechos humanos inculcada desde la infancia: libertad, justicia, igualdad, verdad. Y, simultáneamente, amor a la lectura, a la naturaleza, a las artes. Nada de esto es incompatible con una vocación orientada a la técnica. Y usted me dirá: ¿y dónde está esa familia con voluntad y con capacidad para hacerlo? Y yo le diré: pues ese es el problema. Que hablamos de un problema generacional. Y puede ir a peor.
“En esta sociedad lo que falla, en gran parte, es la educación”
J.G.: Cuenta en su haber con premios tan prestigiosos como el Nacional de Literatura, el Federico García Lorca, el de la Crítica Andaluza, por no hablar de los galardones y medallas de todo tipo que ha recibido durante su vida. ¿Qué han significado para usted estos reconocimientos? De las alegrías que haya podido proporcionarle la poesía, ¿con cuál se quedaría?
Rafael Guillén: Cualquier reconocimiento halaga la vanidad connatural al ser humano, hasta que éste cae en la cuenta de lo poco que tal hecho significa dentro del sistema solar, por no ir más lejos. Por lo que se refiere a la alegría que el acontecimiento proporciona, está en proporción directa con la importancia del reconocimiento.
F.J.: Sobre su último libro, ‘Últimos poemas’, que suena a despedida, confiesa que está compuesto por poemas amorosos y que, formalmente, prescinde de estrofas y de rimas, aunque no de la medida y del ritmo, estando todos sus poemas cimentados en el aliento y en la musicalidad. En este sentido me recuerda a William Carlos Williams y su ‘Viaje al amor’, donde también adapta a su tiempo la poesía, reflejando a través de la observación de los cambios vitales de su momento la íntima materia de las cosas. ¿Por qué ha decidido darle esta estructura al libro? ¿Hablar de nuestro tiempo con referencias muy actuales es una forma de abrirle caminos a la poesía? ¿Qué le queda por decir a sus lectores, al mundo?
Rafael Guillén: Efectivamente, Últimos poemas, formalmente, está basado en la musicalidad y, sobre todo, en el aliento poético que, en este caso, es de amor. Respecto a las referencias actuales, supongo que usted se referirá al tema científico que subyace en algunos de ellos, siguiendo la estela de la Trilogía y coda a que antes me he referido y de la Balada en tres tiempos para saxofón y frases coloquiales. No pretendo abrir ningún camino a la poesía: ella no lo necesita; pero, como en tantas ocasiones he dicho, la poesía actual no debe dar la espalda a los descubrimientos de la ciencia y de la técnica, precisamente ahora, a la entrada de un nuevo milenio.
J.G.: A pesar de los cientos de entrevistas que le habrán realizado durante su carrera literaria, ¿qué es lo que nunca le preguntaron y le habría gustado contar? ¿A qué pregunta(s) no contestaría?
Rafael Guillén: Comprenderá usted que, por un lado, lo que nunca me preguntaron es prácticamente infinito y, por el otro, mi algo deteriorada memoria no alcanza a recordar si existe algo que me hubiese gustado contar. En cuanto a qué pregunta no contestaría sería a aquella cuya respuesta ignorase. Ignorancia que también puede ser infinita.
J.G.: Ha llegado el momento “Carta Blanca”. Nos gustaría que cerrara esta entrevista de la forma en que prefiera.
Rafael Guillén: Estoy ya cansado. Más vale dejarlo como está, no sea que una salida de tono, a lo que soy propenso, estropee al final tanta cordialidad y armonía.
Poemas de Rafael Guillén
Pronuncio amor
Vengo de no saber de dónde vengo
para decir amor, sencillamente.
Para pensar amor, sobre la frente
sostengo qué sé yo lo que sostengo.
Para no detener lo que detengo
siembro en surcos y versos mi simiente.
Para poder subir, contra corriente,
tengo sujeto aquí, no sé qué tengo.
Venir es un recuerdo, si se llega.
Pensar es una huida, si se toca.
Sembrar es una historia, si se siega.
Sólo acierta en amor quien se equivoca
y entrega mucho más de lo que entrega.
Después, toda esperanza será poca.
PRONUNCIO AMOR (1956 – 1957)
Poema para la voz de Marilyn Monroe
Tu voz.
Sólo tu tibia y sinuosa voz de leche.
Sólo un aliento gutural, silbante,
modulado entre carne, tiernamente
modulado entre almohadas
de incontenible pasmo, bordeando
las simas del gemido,
del estertor acaso.
Como un tacto de fina piel abierta.
Como un espeso y claro líquido absorbente
que envuelve tus adentros, que te sube
del sexo mismo hasta los labios,
que recorre tus dulces cavidades
antes de ser el soplo
caliente y sensorial que nos sumerge.
Tu masticada voz, que te desnuda
sutilmente, insidiosamente, como
si en derredor de tu cintura fuese
creando y disipando al mismo tiempo
mil velos transparentes de saliva.
Tu voz resuelta en quejas y mohines
que trasmina como un olor a cuerpo,
un tierno olor sedoso
que se propaga en ondas, que nos roza
tan delicadamente, que es posible
sentirlo por las manos y en las piernas.
Tu voz labial, visible,
como gustando el aire, como dando
forma a posibles moldes para besos.
Tu voz de oscura selva con riachuelos.
Clavado aquí, en mi hombría,
oigo tu voz, que late entre mis dientes,
y enmudezco la radio, y cierro el gesto.
Porque tú ya estás muerta;
porque hace largos meses que estás muerta
y aún es posible el grito enfebrecido.
Oigo tu voz carnal, y me pregunto
qué pasa aquí. Si acaso es esto un nuevo
pecado, o un castigo.
EL GESTO (1958 -1963)
[Alguna vez lo pienso]
ALGUNA vez lo pienso. ¿Cómo
ha de ser el amor cuando ya no tengamos
cuerpo? ¿O no sea el cuerpo este
que bregaba y sudaba y que subía
a la rama de un árbol para verte
desnuda en el remanso transparente
del río aquel de la niñez?
¿Cómo han de ser los árboles
cuando no sean árboles, ni áspera
su corteza y el río
discurra en un estado en el que el agua
no transmita en el chapuzón el breve
orgasmo diminuto
con que perdona profanar su transparencia?
¿Cómo podré abrazarte cuando ya no estés,
o estés, pero no pueda
apretar tu dureza, tan dulcísima,
contra la mía que se enerva, y ese rictus
de placer se disuelva en una niebla,
gloriosa, sí, pero intangible?
Amo tu cuerpo, las concavidades
de tus brazos y de tus piernas,
el sudor que trasmina la hondonada
de tu espalda, la crencha de tu pelo
que se me enreda en el deseo, el tenso
espasmo en el que te concentras
en ti misma y me olvidas, para luego
reconocerme y compensarme
con tus caricias. Y ese punto en ti
de agotamiento, rebosante de secretas
e inocentes perversidades.
¿Cómo será después, cuando no sea
así, cuando tengamos
que amarnos sin un cuerpo,
este cuerpo que nos oprime,
que nos limita, sí, que nos condena
a ser humanos?
BALADA EN TRES TIEMPOS. PARA SAXOFÓN Y FRASES COLOQUIALES (2014)
El centro de lo oscuro
Tú eres el centro de lo oscuro.
Te ocultas en la luz que se desprende
de cuanto gira en torno
de ti. Y, sin embargo,
en ti gravita la belleza toda
del universo. Giran
recordadas imágenes, sucesos
diarios, paraísos
soñados; giran
todas las cosas imposibles que, acatando
la gravedad más implacable,
buscan refugio en lo insondable,
lo duro de tu realidad.
Y mi amor, uno más entre miríadas
de cuerpos que se agolpan y que piden
su destrucción en ti, acelera
su incontenible rotación buscando
en el contacto, fulgurante éxtasis,
su desaparición.
Mi amor, espectro que condujo
mi trayectoria toda
hasta tu oscuridad.
Mi amor, causa y efecto del deslumbramiento.
Ha de llegar un día en el que las estrellas
pierdan su brillo en ti porque, absorbidas,
serás tú el núcleo de la luz,
oscurecida para aquellos ojos
que no te puedan o que no te sepan
ver. Porque en ti, definitivamente concentrado
se encontrará inasible, resumido
en materia, el sentido, la grandeza toda
de la creación.
ÚLTIMOS POEMAS (LO QUE NUNCA SABRÉ DECIRTE) (2019)
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