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Nieves Chillón: «La mujer en la literatura y la poesía está en proceso de lucha»

Nieves Chillón
Nieves Chillón

Nieves Chillón: «La mujer en la literatura y la poesía está en proceso de lucha»

La escritora Nieves Chillón nació en Orce, Granada, en 1981, y se licenció en Filología Hispánica en la Universidad de Granada. Es profesora de Lengua y Literatura en Secundaria y Bachillerato.

En breve se editará en Pre-Textos Arborescente, con el que ha ganado el XXXVII Premio de Poesía Juan Gil-Albert Ciutat de València. Además de este, en 2017 vio la luz en la misma editorial El libro de Laura Laurel (XXXI Premio Unicaja de Poesía).

También he publicado El asa rota (XXX Premio de Poesía Villa de Peligros, Diputación de Granada, 2015), Rasguños (I Premio de Poesía Jorge Manrique y Vinos de Uclés, Ed. Vitruvio, 2013 ), La canción de Penélope (XIX Premio de Poesía Mujerarte, Ayuntamiento de Lucena, 2011, edición conjunta junto con el resto de ganadoras), Morning Blues (Ed. Cuadernos del Vigía, 2006) y La hora violeta (Colección Granada Literaria, 2004).

Javier Gilabert: En primer lugar quiero darte la enhorabuena por el Juan Gil-Albert, el último de la larga lista de premios que ha recibido tu obra. ¿Cuál es el secreto de tu éxito (risas)? ¿Son los premios la mejor opción que tiene un poemario para, en primer lugar, ser publicado y, en segundo, para que goce de cierta repercusión?

Nieves Chillón: Te agradezco la enhorabuena y también la oportunidad de participar en esta entrevista. Sobre el éxito del que hablas, y me sorprende la palabra, no soy una poeta de éxito.

De momento, estoy andando mi camino. No es poco éxito saber en todo momento dónde se está literariamente, y tener claro adónde se quiere ir. He aprendido con el tiempo (envejecer en esto de la poesía te enseña muchas cosas) que el mundillo literario tiene de literario un porcentaje pequeño, y mucho de extraliterario, contactos, amistades, lugares comunes (en el sentido más literal de la palabra) y que yo, que cada vez tengo menos de lo segundo (vivo un poco lejos, tengo niños pequeños), tengo claro que me apoyo en el trabajo y en la humildad.

Sobre los premios, para mí la idea de «premio literario» tiene algo que ver con la pobreza, con una especie de pobreza. Voy a poner la palabra entre comillas y a explicarme. Esta «pobreza» de quien escribe y pierde mucho tiempo leyendo convocatorias infinitas y mucho más tiempo esperando el fallo de tal o cual concurso, para mí contrasta con la «riqueza» de quien sin pasar por esa agonía publica su libro en una colección de prestigio de una editorial interesante.

De todas formas, muchos premios se editan y distribuyen bastante bien y en mi caso me han dado la oportunidad de estar.

La repercusión no está solo en el premio, sino en lo que el libro camina después. Reseñas, presentaciones (ideales si a ellas van otros poetas y no solo tu hermano, tu primo y tu amiga del alma), el boca a boca de las redes sociales ya de por sí saturadas… Publicar es muy interesante, pero después estar ahí, en esos espacios, es lo verdaderamente difícil.

«El mundillo literario tiene de literario un porcentaje pequeño, y mucho de extraliterario»

J.G.: Allá por el 2006 publicas ‘Morning blues’, una hermosa plaquette en la que la música y la tristeza conforman un pequeño cosmos salpicado de referencias musicales (destaco la cita de J. I. Lapido, por alusiones –risas-). ¿Qué carga de inspiración tiene la música en tu obra? ¿Sueles escuchar música cuando escribes?

Nieves Chillón: Esa plaquette conjugaba la música -el blues, la blue note de una escala que modula y configura su tono triste- con algunos personajes y escenas de la mitología clásica reescritos (Ícaro, que nunca murió sino que escapó, o Apolo perdiendo algún cabello dorado en el asiento del coche). Sin embargo, adolece de inmadurez en el enfoque. Todas hemos recorrido un camino hasta ser capaces de ser conscientes primero y después verbalizar la injusticia, la voz que la mujer nunca ha tenido en la literatura, donde tradicionalmente ha sido objeto y no sujeto del discurso. Por eso considero inmaduro a este librito, donde Penélope de nuevo reproduce el discurso asignado. Traté de remediarlo con La canción de Penélope (fue premio Mujerarte en 2011) donde ella adopta ya una voz propia, empoderada, en un conjunto de poemas que serían la continuación natural de Morning blues, y que se editó en un libro conjunto sin ninguna distribución (existe una versión ilustrada en la web Proyecto Genoma Poético).

Sobre Lapido, es un músico al que admiro en todos los sentidos, y voy a casi todos sus conciertos (o iba). Lo que más me gusta de él, además de sus letras, es su trabajo pulcro e incansable, en todos los momentos, haya más o menos fans, más o menos visibilidad…

Y escucho mucha música pero no cuando escribo.

Fernando Jaén: En tu poemario ‘El libro de Laura Laurel’ hablas «de una tierra seca y blanca que pisaron otras mujeres en otros tiempos», pero también tienes presente el mar y el recuerdo de tu hijo que crecía, al mismo tiempo que este libro, dentro de ti. ¿Es la poesía una forma de reconectarse con el mundo, con la vida, como si estuviéramos deseando encontrarnos con nuestros iguales en un mar de soledad? ¿Qué supusieron este libro y su premio para ti?

Nieves Chillón: La maternidad, parir, vivir en una tierra seca y pobre donde tantas otras mujeres vivieron, parieron y padecieron la invisibilidad cotidiana, mujeres que vieron y sintieron lo mismo que mis manos y mis ojos tocan o ven… Le di forma a esta idea a la misma vez que era consciente de que no somos superiores a las mujeres de antaño, a las mujeres rurales que no han dejado rastro, a quienes tantas veces se las trata con un discurso de superioridad. Soy su igual y trato de darles voz, desde la ficción o desde mi actualidad, a las que no la tuvieron.

Este premio supuso para mí constatar que hay sensibilidades hermanas, a veces entre los desconocidos miembros de un jurado, y que no estás sola.

F.J.: En tu libro ‘El asa rota’ dialogas con un dios que se te aparece de vez en cuando, y aunque lo imaginas masculino elucubras que si fuera mujer, no habría tantas atrocidades en el mundo. ¿Crees que el feminismo ha llegado en estos tiempos para equilibrar las fuerzas del mundo? ¿Podremos conseguir realmente una sociedad igualitaria?

Nieves Chillón: Yo a Dios me lo invento porque no creo en Él ni en Ella. Efectivamente creo más en el poder de la gente con formación, con cultura y voluntad constructiva. Ojalá el movimiento feminista arraigue en todos los lugares adonde no se le permite todavía ser, lo mismo que la cultura, la ciencia o la política que garantice una vida digna. Estoy convencida de que una política feminista es más social y más justa, también más ecologista (huyendo de las teorías esclavizantes que pretenden de nuevo atarnos a las madres a la naturaleza mediante esas crianzas con apego donde se desteta a los tres años o más). Sí, el feminismo tiene que ser el futuro.

«Una política feminista es más social y más justa, también más ecologista»

F.J.: En ‘El asa rota’ leo: «Escribo para traducir a un lenguaje común el mundo que ocurre de piel para adentro». Ciertamente, escribir es una forma de crear autorretrato fidedigno y exportable al resto del mundo. ¿Te asusta desvelar ese un conocimiento íntimo que otorga la poesía? ¿Tiene el lenguaje poético, tan íntimo a veces, el poder de crear una revolución social?

Nieves Chillón: Escribir siempre implica partir de la intimidad, inevitablemente, pero a la vez, esta se ficcionaliza y dosifica por lo que el resultado no va a ser un autorretrato fidedigno. La escritura es una corriente que  arrastra lo íntimo de cada experiencia personal e intelectual que a la vez es común, cultural, del propio paradigma de ideas compartido. La escritura nace íntima y se vuelve pública en tanto que existe un deseo consciente de mostrar la idea. Intimidad no es sinónimo de sinceridad sino de garantía de dominio de la idea, de un discurso auténticamente propio que se puede enmascarar, que puede mentir si quiere.

Mientras la poesía tenga un público lector minoritario, a priori no habría una gran revolución. Quizá podría cambiar la sensibilidad de otros autores/as que sí tienen un gran público -novelistas, músicos, cineastas- y así, de forma indirecta, provocar esa «revolución» o por lo menos, ese zarandeo estético. Como he dicho por aquí, un efecto dominó de poeta en poeta y de alcance impredecible.

F.J.: Con ‘Arborescente’, tu magnífico último poemario —he tenido el placer de leerlo y degustarlo en primicia, gracias por hacérnoslo llegar—, indagas en el viaje como medio de conocimiento y en las raíces de la sangre como método de unión con lo esencial y la familia. El mar y la naturaleza forman un paisaje habitable a pesar de todo. ¿Es arborescente un árbol genealógico del amor y la palabra? ¿Es realmente el viaje una forma de conocimiento? ¿Es la naturaleza nuestra única casa?

Nieves Chillón: En Arborescente el viaje es exterior e interior, como he dicho arriba, traza el mapa lírico de nuestras rutas diarias y prosaicas, guiadas por los signos del capitalismo, y a la vez es una escritura ficticia y aséptico-crítica de las largas rutas migratorias tantas veces frustradas como la del niño que muere intentando cruzar los montes nevados. Simultáneamente, el camino interior y el de la poesía vienen a  identificarse con las anteriores porque no se satisfacen y terminan en la derrota y el olvido.

La arborescencia que tienen los caminos que se multiplican y que tiene también la sangre, la familia y la naturaleza es el leitmotiv del libro. Como también he dicho por aquí, en el momento en que soy consciente de mi ser-poeta-animal-madre me veo nítidamente en el punto exacto de ese árbol que es la genealogía o la literatura.

J.G.: ¿Qué va a encontrar quien se sumerja en las páginas de ‘Arborescente’? ¿Con qué te gustaría que se quedaran sus lectores?

Nieves Chillón: Arborescente traza un mapa lírico de las rutas cotidianas y de las largas rutas forzadas y frustradas como el camino de los migrantes. También de las interiores, personales, que nunca se satisfacen o de aquellas que se multiplican como los senderos arborescentes que dibujan la sangre y las genealogías.

En la parte primera, titulada ‘Ruta a través de las montañas’, se narra poéticamente la historia del niño refugiado que muere en mitad de la tormenta de nieve. Es la constatación, una vez que brilla el sol o llega la primavera, de que nadie lo ayudará ni recordará, como señala la cita del cómic ‘Saga’, «Nadie sabe que existes…» Se establece un diálogo entre la madre y el hijo, la madre y la poeta.

La parte segunda o ‘Ruta de la poeta-animal en el bosque de la sangre  y las genealogías’ es el corazón-víscera-motor del poemario y le da título. La sangre es arborescente y forma bosques, y a la vez nace, se muere o seca. Es una parte menos narrativa, más onírica, pero también arraigada en lo visceral. Es el árbol genealógico y sanguíneo de la poeta-animal que soy yo.

En la parte tercera y última, se traza la ruta marítima de la poeta-náufrago, que es a la vez migrante, voz llena de dudas y abocada al olvido, como la vida truncada de aquel niño, como la sangre que se derrama en la tierra.

El lector debe quedarse con aquello que, después de la lectura, le deje un regusto en el paladar, en la punta de la lengua, como una idea-copo que no se termina de deshacer.

«El activismo más difícil se hace en la casa, con el padre de tus hijos, con tu vecina, tus primas o tus amigos»

J.G.: En alguno de los estudios críticos a los que he tenido acceso a la hora de preparar tu entre2vista se asocia tu poesía al feminismo militante. ¿Estás de acuerdo con esa clasificación? ¿En qué momento está la figura de la mujer en la literatura y en la poesía? ¿Sigue habiendo un sesgo patriarcal predominante?

Nieves Chillón: Como dije antes, mi punto de partida es heredado y por lo tanto, asumo que mi primer discurso es patriarcal absolutamente. He tenido que recorrer un camino de aprendizaje. Lecturas, formación, asimilación y reinvención de mi escritura y en general de mí misma. Sé que, aunque de formas diferentes, les ha ocurrido a muchas.  Yo no me cuestionaba el enfoque, ese desequilibrio de fuerzas y voces en los textos, esa injusticia, hasta más o menos la época de las clases de doctorado.  A la misma vez, empecé a ser consciente de que mi escritura reproducía ese discurso.

También simultáneamente viví alguna que otra situación ¿literaria o extraliteraria? (para algunos no hay una línea) como, recuerdo varias, alguna bastante seria, pero cito esta pequeña anécdota, el recibir disculpas por no contar conmigo en no sé qué aniversario de un bar cultural porque a él acudía mi expareja (los dos escribíamos poca cosa) y no era caso de incomodarlo… Preferiría que me hubieran dicho que mis poemas no merecían estar ahí, pero fue por mi condición de «pareja de» (sí, podría haber sido un hombre y haberle ocurrido lo mismo). La cuestión es que finalmente solo ellos «representaron» (ahora me río) a mi generación poética (perdona que me ría más). Ellos asistieron, no nosotras (ninguna). Para que veamos cómo ellos son los que durante tanto tiempo han decidido los programas y todo lo que tendría visibilidad en la literatura. Son detalles que, sumados, te relegan. En su día me abrió los ojos y me impulsó a seguir escribiendo y luchando.

Sobre si soy una feminista militante, intento serlo. Lo más complicado no está en la propia escritura, en tu club de lectura, ni siquiera en el aula. El activismo más difícil se hace en la casa, con el padre de tus hijos, con tu vecina, tus primas o tus amigos.

Sobre tu otra pregunta, la mujer en la literatura y la poesía está en proceso de lucha. Que Cristina Morales con su ‘Lectura fácil’ gane el Nacional, que Anne Carson sea Premio Princesa de Asturias, son victorias. Que ellas sean tan visibles como ellos en los programas oficiales de las ferias del libro, de las agendas culturales públicas, parece una victoria, pero en las librerías, en la bolsa de la compra y en las bibliotecas de las casas los nombres de las autoras ya no están.

Sobre si sigue habiendo un sesgo patriarcal, pienso que mientras circulen obras y discursos patriarcales, mientras los productores de esos discursos además sigan manejando los hilos de la literatura -líneas editoriales, jurados de premios importantes (o humildes), revistas, textos académicos- en mayoría frente a una minoría de voces críticas, y en tanto que, por el poco número de horas y la ínfima disposición y poca preparación del alumnado, no podamos los y las docentes enseñar desde temprano a entender las intenciones de un texto, a enseñar que todos están ideologizados y marcados por la desigualdad, habrá un sesgo patriarcal no solo existente, sino dominante.

J.G.: La tuya es, claramente, una obra comprometida. ¿Es necesario lanzar un mensaje crítico desde la poesía? ¿En qué medida puede ésta cambiar algo, especialmente en unos tiempos tan oscuros como los que nos ha tocado vivir recientemente?

Nieves Chillón: Hay pocos lectores de poesía, y los pocos que hay, son en su mayoría otros poetas. Creo en el poder de transformación que tiene la escritura, aunque sea a mínima escala, aunque parezca que solo se haya movido una hoja, aunque solo le hayas producido un latido distinto a ese otro y único poeta que te lee.

Cuando escribí Rasguños (2013) y El asa rota (2015) había en mí una necesidad de dar forma a la violencia sobre las cosas pequeñas. Muchos poemas de estos dos libros son «objetuales» (cuánto me ha enseñado la lectura de María Ángeles Pérez López) y emiten un sufrimiento, reflejan un dolor, que a veces es suyo propio, de las cosas. Después de leer a Ana Rosetti, Érika Martínez, Chantal Maillard y a Anne Sexton, empecé a dar forma a Arborescente desde una perspectiva lírica pero también de denuncia, impulsada por el sufrimiento insoportable que me producían las imágenes de los niños migrantes y concretamente la noticia del niño que murió atravesando las montañas en medio de la tormenta de nieve. Fue una época en la que mi reciente maternidad me abrió los poros.

Retomando tu pregunta, creo que es posible mover desde la propia escritura la consciencia de otros, puesto que yo he sido zarandeada de esta misma forma, y que surja un pequeño y mágico efecto dominó crítico.

«Creo en el poder de transformación que tiene la escritura, aunque sea a mínima escala»

J.G.: Como profesora de Lengua y Literatura, ¿qué opinas del papel que ambas disciplinas tienen en el currículo actual? ¿Y en qué medida puede eso influir en el tipo de personas que salen de nuestros colegios e institutos?

Nieves Chillón: Una niña o un niño que lean y que además tengan la oportunidad de saber de literatura, conocer diferentes enfoques, técnicas para aprender a descifrar el contenido literal y el ideológico, los motivos literarios, será una persona con más capacidad de decisión y menos manipulable. La formación de un niño o niña debe ser integral: científica, histórica, técnica, literaria… pero la lengua y la literatura son la llave primera. Si reduces las horas y la importancia de la materia, reduces las posibilidades para todo lo demás.

J.G.: ¿Les interesa a nuestrxs jóvenes la poesía y la literatura? ¿Qué opinas de la «poesía del follow», de las redes sociales, la que parece estar tan de moda ahora entre ese sector de la población?

Nieves Chillón: A un pequeño porcentaje sí que le interesa, lo veo en el aula. Me siento privilegiada cuando estoy con esos pocos/as ahora adolescentes que serán en el futuro escritores/as,  periodistas, o simplemente personas críticas que además leerán y escribirán maravillosamente en la parcela profesional que elijan.

El resto, la mayoría, son un reto hermoso. Generalmente les cuesta un mundo leerse un libro, leer algo, porque ya todo está resumido en internet o en el cuaderno de la compañera. Ofrecerles alternativas, pequeñas lecturas con grandísimo contenido, ir abriéndoles puertecitas… ese es el reto.

De todos ellos, son los primeros, los más lectores quizá, los que leen «poesía del follow», los segundos no leen poesía en absoluto. Recuerdo a una alumna brillante que estaba disfrutando con la lectura de Indomable, de @Srtabebi.  Yo puse el grito en el cielo pero enseguida me arrepentí. Asumo que pueden pasar por ahí para después buscar otras cosas.

F.J.: La Universidad de Granada ha sido cantera, fuente y remanso de poetas fantásticos de diversas generaciones. ¿Crees que influyó en tu obra tu paso por ella? ¿Recuerdas coincidir con algunos escritores/profesores que te marcaran de una forma más especial o crucial? ¿Qué recuerdas de aquella época, en lo que a actividad literaria se refiere (me viene a la cabeza la revista ‘Letra Clara’, por ejemplo)?

Nieves Chillón: Cuando yo era estudiante universitaria asistí a las clases de varios poetas. El ambiente de escritura era propicio, como señalas, y funcionaban varias revistas, había como hoy eventos literarios varias veces a la semana.

Coincidí con un grupo de compañeros y compañeras de facultad, entonces creo que ninguno habíamos publicado nada. Editamos varios números de una revista literaria de poco recorrido, nos autoeditábamos y nos autoprogramábamos para leer poemas. Un divertido espejismo todo aquello, la verdad es que fue una época ilusionante. Estos contactos fuera de las clases son los que más me marcaron.

Pervive de aquella época una amistad-admiración hacia poetas como Raúl Quinto, Juan Andrés García Román o Rubén Martín. Después muchos más, que no cito pero abrazo desde la distancia.

Me siento afortunada por haber tenido entonces la oportunidad de frecuentar espacios y conocer personas que después me han acompañado en las presentaciones de mis libros, por ejemplo, y a las que estaré siempre agradecida. Otras simplemente han estado ahí y ahora en los reencuentros esporádicos hacen que me sienta parte de algo, de un motivo común. Son ellas las que despiertan el recuerdo alegre de momentos compartidos en talleres literarios, en conciertos, en lecturas conjuntas, y en definitiva en las ciudades invisibles de la literatura que a veces solo son un poema donde nos sabemos y nos reconocemos.

J.G.: Afirmas en tu web que te encanta interactuar con artistas de otras disciplinas. ¿Con quién te gustaría colaborar en el futuro?

Nieves Chillón: Últimamente trabajo en un proyecto a mitad de camino entre la poesía y la prosa y ahora lo que hago es documentarme recurriendo a disciplinas menos artísticas como la historia.

No descarto colaboraciones futuras, siempre son un reto y son una experiencia impagable, tanto por el resultado como por el proceso donde tanto se aprende (recuerdo los óleos que pintó José Moreno a partir de algunos poemas míos en El color de las palabras, o el video mapping y las proyecciones musicadas del pianista y creador Dani Molina, o el vídeo con el arquitecto Javier Moreno del Ojo).

J.G.: Ha llegado el momento «carta blanca». Cierra esta entre2vista como te apetezca.

Nieves Chillón: En poesía, cumplir años se celebra escribiendo. Desde siempre me ha apetecido aprender cosas bastante diversas y he dedicado muchas horas de mi vida a la música, por ejemplo, y a otras aficiones que dejaban para la escritura un tiempo residual, ese momento fugaz en que algo brilla y te impulsa a escribirlo. (Como seguramente pudiste deducir en el partido Narradores vs Poetas, al fútbol no le he dedicado demasiada atención…)

Con los años he decidido, no como un sacrificio sino como una liberación, dedicarle esos pequeños momentos a lo otro y tratar de aglutinar en un montoncillo el poco tiempo que me dejan mis dos preciosos niños, para escribir. Suele ser por la mañana muy temprano, sobre las seis y hasta las ocho o las nueve, dependiendo de si es día laborable o no.  Es mi cuerpo ahora el que me impulsa, me exige escribir. Cuando no lo hago, yo misma me ahogo en una sed sin nombre.

La escritura en soledad, leyendo para sentirme arropada, me hace feliz y aquí podría repetir todos esos tópicos que en mi juventud decían otros sobre la necesidad acuciante de escribir y yo no comprendía del todo porque el cuerpo me pedía vivir, vivir, vivir.

Hoy necesito escribir y tener claro hacia dónde quiero ir, y qué es lo que no quiero. Como te decía antes, para mí este es el verdadero éxito. Y cuando tus poemas son leídos y ocurren cosas como esta entrevista, no puedo más que sentirme privilegiada y agradecida.

Poemas de Nieves Chillón

DÍA 1

La Dolorosa frente de marfil ambarino
que gotea melancolías y semanas santas
de palos ceras y tacones
la dolorosa patita de sangre
de pelo y hueso se eleva en el aire
debajo del pijama debajo del escombro
debajo de los túneles de las despensas imaginarias
de latas de conserva existe un punto
distancia entre el rumor de la noticia
y el infierno una forma de equilibrio
donde no huele a humo estoy muy lejos
todavía a kilómetros a años luz estoy
en realidad lejísimos como tumbada en la arena
de la playa inundada de luz sintiendo el frío
en la piel del mediodía atlántico que besa
con ruido las esquirlas de las conchas
laceraciones que espantan y atraen
a las gaviotas
hay un niño en la bola de cristal y nieva
se afanan los compases diminutos
en crear círculos sobre el campo
hasta que el ojo arde de blancura
nieva y el viento cambia de sitio el horizonte
las pisadas los árboles
los torna piedras los pies piedras
los dedos piedras ramas secas
ya montecillo de nieve.

DÍA 4 (CAÍDA EN LA NIEVE)

Ácimo
redondo pedazo de pan que cae al suelo
que baja como un globo hasta los charcos
condecorados la nube gira occipital al precipicio
da la vuelta completa hasta tapar la luna
las puntas de todas esas estrellas de hielo
se clavan en los poros las uñas comisuras
de los labios inoculan el veneno del frío
sin parapeto la nieve resulta al paladar
salobre.

DÍA ÚLTIMO

He llevado en mi vientre
un cascarón de sangre
también la loba lame a su cachorro
herido por el aire primero
paridas derramamos sangre y leche
amapolas y nieve que la nieve borra
un montículo blanco y otro chico
ya sale el sol sobre ellos.

DESPUÉS DEL DÍA ÚLTIMO, PRIMAVERA

Ya alumbra abril
con su cielo naranja
y sus cestas de pájaros hambrientos
observamos los ciclos de las hojas
su ritmo desigual
por eso quién recuerda
que un niño ha muerto en la nieve
sus pequeñas huellas ya no están
sus manos heladas ya no están
de su mirada huida de sus brazos
aferrados al frío
no queda rastro.

(TENGO EN MI MANO LA MANO DE MI MADRE)

Mi pelo se humedece mis pechos sangran
no es cáncer solo es un pájaro en el nido de mi axila
mis venas se agitan con el viento
no es cáncer es la sinfonía del musgo
enraizándose en mis pies de piedra
la sangre es arborescente y forma bosques de ramaje espeso
cuerpos color granada con los brazos en alto aguijonean el aire
con las últimas hebras capilaridades filamentos rojizos como el
azafrán
en cada nudo del árbol hay un yo multiplicándose
siento el frío de mi sangre a la intemperie
peces y raíces miran el filo de la hoja metálica
saben que un hijo y una madre son siempre el mismo árbol
pero un nervio puede cortarse por la coyuntura más blanda
con los dedos tan fácil que ya duele
la carne y las ramas pueden interrumpirse pero el cauce
es el cauce y se abre paso a voluntad
para fluir de nuevo
arborescente.

(Todos los poemas son de Arborescente, Pre-Textos, 2020)

Javier Gilabert / Fernando Jaén
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