Víctor Miguel Gallardo: «La poesía no puede ser impermeable a la realidad»
Víctor Miguel Gallardo Barragán (Granada, 1979) es escritor y editor. Licenciado en Historia por la Universidad de Granada y Master en Gestión Cultural por las universidades de Granada y Sevilla, ha cursado también estudios de Gestión de Empresas, Diseño Gráfico y Cinematografía. Ha sido editor de Atramentum (2002-2003), Parnaso (2003-2011) y Dauro (2011-2015). Actualmente codirige Esdrújula Ediciones junto a Mariana Lozano.
De 2006 a 2008 fue presidente de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, siendo organizador de las Convenciones Nacionales de Literatura Fantástica de Dos Hermanas (2006), Sevilla (2007), Almería (2008) y Granada (2015), así como del I Congreso Internacional de Editoriales Independientes (2015). Fue el impulsor de la Plataforma por la Movilidad de Granada (2014), de la que se convirtió en portavoz.
Ha ganado cuatro premios Ignotus (dos como autor, a Mejor Obra Poética, y dos como editor, uno a Mejor Revista y otro a Mejor Libro de Ensayo). Como autor ha publicado seis libros (cuatro de narrativa corta, un poemario y una guía fotográfica del barrio granadino del Realejo). A finales de 2019 se publicó su segundo poemario, Unir los fragmentos, editado por Sonámbulos Ediciones.
Javier Gilabert: Una tarde cualquiera. Me acerco a la oficina de Esdrújula a recoger unos ejemplares de ‘En los estantes’ para un par de actos que tengo este mes. He quedado con Víctor, mi editor, el cual me recibe, como siempre, entre un montón de papeles, libros recién salidos del horno, cajas y su inseparable ordenador. Bueno, y la lata de Pepsi. ¿Un cigarro —esta es otra mala costumbre que ambos compartimos-? Me cuenta que no está nervioso de cara a la presentación de su poemario; “Nervioso no —me confiesa—; algo más que eso (risas)”. Lo que él no sabe es que Fernando y yo hemos decidido, por fin, entre2vistarlo…
J.G.: Tu compañera Mariana Lozano y tú decidisteis hace ya un lustro dar un salto al vacío y pasasteis de editar para otros a crear vuestro propio sello. ¿Cuál es vuestro balance de esos cinco años? Si tuvieras que volver a tomar hoy una decisión similar, ¿harías lo mismo?
Víctor Miguel Gallardo: El balance es más que positivo. En un par de meses Esdrújula cumple un lustro, en el que hemos publicado casi 150 títulos, a los que hay que sumar los más de 40 de Dialéctica Ediciones, que es otro sello que tenemos para libros con distribución local o de temáticas que no tratamos en Esdrújula. Si hacemos el cálculo (yo no lo había hecho hasta ahora y creo que voy a tener que tomarme un Lexatín después de hacerlo) —risas— sale a un libro cada diez días durante estos cinco años. Es mucho trabajo pero es sumamente gratificante. ¿Volvería a hacer lo mismo? Por supuesto. Yo ya había tenido mi propia editorial (Parnaso) antes, que duró nueve años, así que sabía la diferencia entre poder ser tú el que decide la línea editorial o tener que trabajar en libros que alguien de más arriba ha decidido.
J.G.: Nos consta que, aunque cuidáis mucho vuestro catálogo en general, el de poesía es “la niña de tus ojos”. Desde esa atalaya de excepción que ocupas como editor, ¿crees que se escribe mucha y buena poesía hoy en día en Granada y en Andalucía, o más bien lo primero (risas)? ¿De qué manera influye tu labor como editor en tu producción?
Víctor Miguel Gallardo: En Granada se hace mucha poesía, muchísima, tanto buena como mala. A mí me produce mucho respeto toda, hasta la más tosca, porque creo que la lírica es un medio de expresión esencial para el ser humano y tiendo a ponerme en la piel de los autores. Así, llegan a mis manos continuamente poemarios que yo jamás publicaría, sí, pero nunca los desprecio. Aparte de ser importante para el que lo ha escrito, hasta el peor de los libros tiene público potencial. En Ediciones Parnaso, allá por 2004 o 2005, fuimos pioneros en promocionar la autoedición por medio de un sello que se llamaba Hipocampo y que nos dio muchas alegrías (tan pioneros que la que es hoy la mayor empresa de autoedición de España nos copió contenidos de la página web). Hay gente que escribe sin pretensión alguna de gloria, que lo único que quiere es que su familia y sus amigos puedan leer sus poemas o su novela. A esa gente, cuando tiene por fin el libro en sus manos, la estás haciendo feliz, lo he visto cien veces. ¿Quién puede censurarla? El problema surge de otro tipo de autores que pretenden ser superventas. ¿Quién carajo es superventas en este país? En Hipocampo había gente que venía con el dinero en la mano y nos decían de sacar 2.000 ejemplares. Una persona honesta no puede aceptar un trato así, hay que decirle al autor que baje sus pretensiones y que en vez de 2.000 saque 200. Y si se molesta, que se moleste. Pero las editoriales de autoedición son negocios más parecidos a una imprenta que a una editorial: si vas con la pasta por delante te van a publicar lo que sea, bueno, malo o regular, y si lo quieres en cantidades industriales, allá tú. Encima también te prometen el oro y el moro en cuanto a distribución. ¡Como si fuera fácil! Con respecto a la otra pregunta, la de que cómo influye mi labor como editor en mi producción… Bueno, pues influye en que paso más tiempo pensando en lo que escriben otros que en lo que podría escribir yo. Que no saco apenas tiempo, vaya.
«Paso más tiempo pensando en lo que escriben otros que en lo que podría escribir yo»
J.G.: ¿Cómo se explica que en tan sólo tres años de vida, al Premio Esdrújula de Poesía, que carece de dotación económica, se hayan presentado más de medio millar de manuscritos? ¿Hay realmente, por otra parte, tantos libros de calidad pendientes de ser publicados?
Víctor Miguel Gallardo: Nuestra idea, desde el principio, era que el prestigio del premio viniera por dos vías: por un lado, por la importancia de los miembros del jurado. Por otra, por la publicación en nuestra colección principal de poesía. Con el jurado hemos sido muy exquisitos siempre, lo sé. Empezamos con Ángeles Mora, Antonio Praena, Luis Melgarejo y Nieves Chillón. En la segunda edición repitieron Ángeles y Antonio e incorporamos a Raquel Lanseros y a Joaquín Pérez Azaustre, y en la última a Antonio, Raquel y Joaquín se ha unido Ana Rossetti. Cualquiera que lea las bases del premio y vea quién está detrás debería sentir interés. Luego está el tema de la publicación en la colección Diástole: si un poeta se da una vuelta por nuestro catálogo y ve allí los nombres de Ida Vitale o Javier Egea supongo que, aunque no nos conociera hasta ese momento, una idea aproximada de que vamos en serio sí que se hace. Pero tampoco me quiero engañar, hay una razón más para el éxito de las convocatorias, y es la facilidad para participar, vía e-mail. Sinceramente, eso de solicitar copias por escrito, a veces por quintuplicado, me parece del siglo pasado. Es un malgasto de tiempo, de esfuerzo y de dinero por parte del poeta, y por descontado de papel. Hay que ponerlo un poco más fácil, bastante burocracia hay ya en nuestro día a día como para que los que organizamos concursos literarios también pongamos complicaciones.
Fernando Jaén: En tu último libro, ‘Unir los fragmentos’, recoges 38 poemas escritos en los últimos años, repletos de tus obsesiones. ¿Cuáles de ellas nos muestras? ¿Se hacen más llevaderas al compartirlas con los lectores?
Víctor Miguel Gallardo: En dos de las partes del libro hay poemas de amor/desamor, siempre desde el punto de vista de la culpabilidad. ¿Por qué se termina una relación? ¿Es una culpa compartida por la pareja o, tal vez, hay que hacer examen de conciencia para identificar la responsabilidad propia, mucho más importante? Pero la principal obsesión que hay rondando todo el libro es otra, que subyace incluso en los poemas de temática amorosa, y no es otra que el olvido y la muerte. A lo mejor más el olvido que la muerte…
«El poemario sorprenderá a los que solo me conocen superficialmente y no me imaginan como un ser autodestructivo por naturaleza»
F.J.: Afirma Carlos Alcorta en su magnífica crítica al libro que «habrá que esperar al próximo libro de Gallardo Barragán para comprobar si el personaje poemático sigue instalado en la pesadumbre y en la autocompasión o, por el contrario, encuentra algún incentivo que le haga ver todo más claro para seguir viviendo, para seguir escribiendo».
Víctor Miguel Gallardo: Y creo que ha captado muy bien la esencia del libro. Todo aquí es desaliento y fatalismo, incluso en la felicidad. El libro es en parte una pose, el sujeto poético es una de mis mitades. La otra mitad es igual de fatalista pero se toma la vida con muchísimo humor, por lo que creo que el poemario sorprenderá a los que solo me conocen superficialmente y no me imaginan como un ser autodestructivo por naturaleza.
J.G.: La pregunta es necesaria: Teniendo una editorial propia, ¿qué te lleva a publicar ‘Unir los fragmentos ‘con la competencia (risas)? ¿Te ha resultado fácil pasar de ser editor a ser editado?
Víctor Miguel Gallardo: Ya publiqué un libro de relatos en Esdrújula porque, en fin, la narrativa corta en nuestro país tiene muy difícil encontrar acomodo. Llevo desde casi la adolescencia publicando relatos de forma continuada, pero eran siempre de temática fantástica y era relativamente fácil colocarlos en revistas y antologías especializadas, pero Lo que significa tu nombre no es un libro de ciencia ficción, aunque algunos cuentos sí que lo son. O lo publicaba yo o nadie, y estaba bastante orgulloso del conjunto. Un poemario es otra cosa: hay cientos de editoriales que publican poesía. Y, como autor, necesitaba un editor que me ayudara a sobrellevar el peso que supone sacar un libro tan emocional como Unir los fragmentos, a ser posible alguien en quien confiara. Aunque había otra editorial interesada, no dudé en que era Sonámbulos donde quería estar. Me parece que tienen un muy buen proyecto editorial. Llevan todavía poco tiempo pero ya están marcando las líneas maestras de lo que quieren llegar a conseguir. Con respecto a la otra pregunta, la verdad es que llevo publicando y editando desde que era un chavea. Eran tiempos de fanzines que hacíamos entre amigos y pasábamos de mano en mano. Luego empecé a publicar en revistas, y casi a la vez me lancé a crear una (la revista ‘Parnaso’, germen de lo que sería luego la editorial homónima). Y, más tarde, los libros. El primero como autor lo publicó el Ayuntamiento de Málaga en 2003, y el primero como editor vino justo un año después. Se podría decir que mis dos caras, la de autor y la de editor, han llevado un ritmo parecido, aunque en la actualidad pesa muchísimo más la segunda que la primera.
«La poesía, más que esperanza, me da consuelo»
F.J.: Tu poesía parece interrogarnos desde el principio, con un estilo sencillo y directo que nos adentra en la incertidumbre de la vida, y nos ofreces en ocasiones una mirada sombría y falta de esperanza. ¿Debe la poesía ofrecernos un lugar para la esperanza, o ser sincera y fiel a los sentimientos que abordan al poeta, por dramáticos que éstos sean? ¿Hay un final trágico escondido en tu obra?
Víctor Miguel Gallardo: No está nada escondido (risas), incluso en la belleza de un bebé recién nacido se esconde una tragedia futura. Para mí la poesía, más que esperanza, me da consuelo. Y creo que soy sincero en todas y cada una de las letras que junto. Me temo que eso no me convertirá en el más popular del patio, nunca lo fui, pero he de ser fiel, como vosotros decís, a lo que siento. Y lo que siento es eso, ni más ni menos.
F.J.: Siempre has cuidado el lenguaje en tu obra, tanto en tu producción en prosa como en la poética. ¿Es el lenguaje un instrumento para interrogarnos sobre el papel que jugamos en esta vida o un mero testigo de la misma?
Víctor Miguel Gallardo: El lenguaje es ante todo testigo, tened en cuenta mi formación como historiador, pero individualmente también es instrumento, pues nos capacita para plantearnos nuestro lugar en la secuencia de acontecimientos de la que formamos parte, que no es sino la evolución de nuestra especie. Si algo nos hace únicos como especie es el lenguaje.
«Si algo nos hace únicos como especie es el lenguaje»
J.G.: Desde muy jovencito has formado parte de movimientos políticos y vecinales. ¿Qué queda de ese joven activista? ¿Se hace más necesario hoy que los jóvenes pasen a la acción? ¿En qué medida la poesía puede formar parte de ese activismo, desempeñar un papel relevante en los cambios sociales?
Víctor Miguel Gallardo: La poesía no puede ser impermeable a la realidad. Me gusta que haya una generación de autores jóvenes que lo han comprendido y hacen poesía social, y muy buena además. Escribir acerca del amor y el desamor, de la angustia vital, de las flores y pajarillos del campo… OK, yo también lo hago. Pero la literatura también es un instrumento político. En mi poesía, al menos en la publicada hasta ahora, no se ve tanto, pero en mi narrativa sí. Hay temas que me preocupan mucho, como es el papel de la tecnología en nuestro día a día o, sobre todo, lo cíclico de la historia. Es absurdo pensar que no vamos a volver a vivir una guerra, que esta pax europea va a durar para siempre. Lo de mi activismo… me temo que ahora mismo es más testimonial que otra cosa. Tengo tres hijas pequeñas (dos de carne hueso y otra, intercalada en edad entre ellas, que es la editorial) y poquísimo tiempo para implicarme. Mi canto del cisne fue la Plataforma por la Movilidad. Aquello fue increíble, todas esas miles de personas apoyándonos y todos esos partidos y asociaciones, tanto de izquierdas como de derechas, remando en la misma dirección. No creo que se haya dado demasiado en nuestro país una confluencia en la que estaban presentes tanto Ciudadanos como la CGT, por poner dos ejemplos extremos.
J.G.: Llega, como siempre en nuestras entre2vistas, el momento «carta blanca». Te invitamos a cerrar ésta de la manera que te apetezca: poéticamente, desde la ciencia ficción o como gustes.
Víctor Miguel Gallardo: Pues voy a acabar con unos agradecimientos. Primero, a vosotros por la invitación para participar en vuestro espacio. Luego, a Juan Carlos Friebe por haber querido acompañarme en el camino (será él quien presente el libro en Granada). Y, por último, a los que han hecho posible que Unir los fragmentos, por fin, exista y respire, que no son otros que Mariana Lozano, Juan Domingo Aguilar, Javier Bozalongo, Jorge B. Ortiz y Marco Antonio Raya. Yo no sé qué habría sido de mí si Juan Domingo no me hubiera roto una docena de poemas en la cara al grito de «¡que no estás en Dragones y Mazmorras!».
Poemas de Víctor Miguel Gallardo
EL LENGUAJE DE SIGNOS
(De Unir los fragmentos)
Me envías señales de humo que no reconozco
inentendibles mirando en la dirección contraria
pulsante morse que no escucho
con los oídos abarrotados de vatios de sonido estéril
mensajes en el teléfono
que borro sin leer
señas con manos temblorosas
y yo con ojos cerrados
cartas de amor
en idiomas que no comprendo
misivas dentro de botellas
que naufragan lejos de mi playa.
Diálogos incomprensibles
que nos dirigen al absoluto fracaso.
(6017 NO LEÍDOS)
(De Unir los fragmentos)
Nuestro pasado juntos es el tatuaje,
querer volver a saber de ella es el veneno.
Un nuevo correo electrónico suyo
sería una fiesta en mi cabeza,
aunque fuera spam.
(alargue su pene)
(viaje con nosotros a Florencia)
Al menos su nombre estaría impreso en la pantalla
junto al mío.
Pero no. Ya son 6017 los mensajes no leídos.
Y ninguno es de ella.
EVIDENCIA
(De Unir los fragmentos)
Ni en mitad del oasis olvido el desierto
que es mi boca
sin tu boca.
EL HOMBRE MÁS FELIZ DE LA HABANA
(Inédito)
Conocí al hombre más feliz de La Habana
mientras me llevaba al Nacional en un Lada desvencijado.
Es mi primer día con este auto, me dijo,
es mi bautismo como taxista.
La ciudad envejecía mientras el sol se retiraba
y su sonrisa iluminaba la maltrecha calzada.
Tengo una amiga, me dijo, y ella un marido
que con dinero de California me ha regalado
este bólido soviético que ahora surca las calles
conmigo al volante, su feliz propietario.
Un coche aquí vale el salario de una vida entera
pero es un sumidero de divisas, el imán
que permitirá algún día a mis hijos salir de la isla.
Yo no sabía lo que era un Fiat Polski hasta que vi uno
aparcado delante de una tienda de Cohiba.
Alí, mi guía, lo señaló con desdén y dijo
yo no podré tener uno, y es el más barato del mercado.
Aquí un médico gana cuarenta pesos al mes,
casi el doble que un peón o un soldado.
Yo era trabajador social antes de ser guía,
pero ahora vuestras propinas me ayudan a olvidar
el muslo y contramuslo mensual que el gobierno me regala.
Pero ni así podré tener un Fiat Polski, ni teniendo diez vidas.
De todas formas, quién querría vivir diez veces esto.
De todas formas, yo no podré ser nunca
el hombre más feliz de La Habana.
INFLUENCER
(Inédito)
Polvo seré, mas polvo enamorado;
y poco más que polvo, que arena,
que una sencilla muesca en el timeline de tu vida.
No quisiera ser yo un recuerdo
que te ocupara más de un instante.
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