Sergio Mayor: «Hay poca gente que lee, y la gente que lee lo hace muy deprisa»
Que Sergio Mayor publique nuevo libro es, sin duda, una gratísima noticia para quienes han disfrutado ya de ‘Ciudad Mori’ o le siguen en las redes sociales y disfrutan de su prosa única. Hoy nos cuenta en la prensa, al hilo del lanzamiento de ‘Una casa en Salinetas’ (Karima Editora, 2022), su nuevo trabajo, por ejemplo que ha tenido más visiones en los bares que en el Paseo de los Tristes o en los museos, que en realidad no tiene nuevo libro, sino casi tres, o que le apasiona la psicogeografía. Creo que lo mejor será que os lo cuente él…
Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Sergio Mayor: ¿Por qué? No sabría decir. Por juego. ¿Por qué el Ser y no la Nada?, pregunta Leibnitz. ¿Por qué Sigerio de Brabante y los trescientos mil fracasos de la Biblioteca Brautigan? Por nada. Por lo mismo que la rosa, sin un por qué. Por el trabajo y la insistencia de una gran editora. En fin, no parece un libro razonable.
¿Cómo y cuando surge la idea del libro?
Me interesa la psicogeografía, el trabajo de Yi Fu Tuan o Ian Sinclair, la importancia de los lugares en la constitución espiritual y la decadencia de los hombres. Hay lugares sagrados, lugares malditos y ciudades “no-where”. Escribo mucho sobre Granada y Salinetas. Dice Wallace Stevens: “I am what surrounds me”
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?
Kane, el personaje de Orson Welles, pronuncia al morir una palabra: Rosebud. Nadie entiende qué quiere decir. Kane quiere decir Salinetas. Una infancia mitologizada. La historia de un hombre en un lugar que ya no existe.
¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?
Javier, hay poca gente que lee, y la gente que lee lo hace muy deprisa. Muy pocos leerán este libro. Y ese será el efecto: ninguno. Por lo demás, me extraña el concepto. No existe, creo, el efecto Baudelaire, o el efecto Heráclito. El deseo de Kafka, el hacha y el hielo, no tiene sentido. No busco un efecto. Nunca pienso en los lectores. Si pensara en los lectores, escribiría otra cosa.
¿En qué medida veremos en él —o no— al Sergio Mayor de tus anteriores textos?
Ya quisiera desprenderme de ese tipo, que es un pesado, un solemne, un tipo que parece que escribe continuamente el Libro del Génesis. Le haría falta un estilo nuevo. Un estilo impersonal. Shakespeare escribe trescientas obras y jamás cuenta las impresiones personales de Shakespeare. Pero uno escribe como es, y reaparece en lo que escribe, y cada cosa que escribe lleva su marca de agua. ¿Sabes? Me interesa la pintura de Rothko. Grandes extensiones de colores y silencio. En ninguna parte aparece Rothko. No hay un quién, sólo un qué, y ni siquiera un qué. Hay una falta de sustancia.
Nos gustaría saber más sobre tu proceso creativo…
No existe un proceso como tal, una disciplina, un horario, un sistema. Escribo con desidia, sin prisas, cuando me viene en gana, como un haragán, un aficionado: un párrafo puede llevar dos semanas, y al cabo, sale un párrafo desordenado. No puedo evitarlo. Asocio ideas muy dispares y la gente pierde el hilo, quizás porque no hay hilo, quizás porque abro el grifo de las palabras y mezclo los tiempos, los planos, los adjetivos de los grafitis y los adjetivos de los sonetos… No parece un proceso creativo. Parece un proceso de voladura.
Diferencias y similitudes entre ‘Ciudad mori’ y ‘Una casa en Salinetas’.
‘Ciudad Mori’ es un libro sobre Granada, una “ciudad irreal”. ‘Salinetas’ es un libro sobre un lugar que ya no existe. Son, pues, libros nostálgicos y antimodernistas. Me han llamado reaccionario, y lo entiendo: la memoria es reaccionaria, el pasado es reaccionario, los libros futuristas son distópicos.
¿Y ahora qué? ¿Cuáles son tus proyectos literarios?
En breve, después de ‘Salinetas’, aparece un libro de poemas: ‘La Mujer de la calle Tablas’. Yo no soy poeta, así que pido disculpas a los poetas, si quedan poetas. Es un libro sobre Granada. Debo a esta ciudad, desde que vine, desde el año que me internaron en el colegio Ave María, en la Cuesta del Chapiz, un misterio, el misterio de la suprema belleza. Lo digo así de ampuloso, como corresponde al lugar: la suprema belleza.
Habrá un cuarto libro, el año que viene. Se llamará ‘El bar de Servando’. La psicogeografía, de nuevo. He sido muy feliz en Granada, en Salinetas, en los bares. Es justo que escribiera sobre los bares. He tenido más visiones en los bares que en el Paseo de los Tristes y los museos.
Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?
Un poeta enorme: José Miguel Gómez Acosta, autor del ‘Gran Norte’, una maravilla, y ‘Viajes a lugares inaccesibles’, una maravilla, editado por Albada, nada menos. Ya quisiera uno escribir como Gómez Acosta.
Fragmentos de ‘Una casa en Salinetas’ de Sergio Mayor
“Debe haber en cada lengua una palabra que signifique Salinetas. Significa un esplendor de la infancia, un grado de ser, un estado de la conciencia, un tratado de belleza, un pasado, una pérdida, un exilio, una decadencia, la primera grieta del seísmo que derrumba la catedral de Lisboa…”.
“Si cabe una relación entre el mar y la dipsomanía, un pasadizo entre las algas y el vicio, entonces el niño que entra en el mar es el hombre que entra en los bares para levantar las actas de los riscos y la luz que se hunde por la Charca es la luz que se hunde por el whisky”.
También te puede interesar...
- Gudrun Palomino: «La vida está cargada de duelos y de distanciamientos propios» - septiembre, 2023
- José Pastor González: «La España vacía no está vacía» - septiembre, 2023
- Fernando Jaén: «La enfermedad es a veces lo que mejor define a una persona» - septiembre, 2023
