091: “Queríamos hacer un gran disco y creemos que lo hemos logrado”
091 se forma en Granada en 1982. Tacho González a la batería, José Antonio García cantando, Antonio Arias al bajo y José Ignacio Lapido a la guitarra deciden unir fuerzas para dar rienda suelta a sus querencias por los sonidos sesenteros, punk-rock y new wave. Tras grabar varias maquetas que suenan asiduamente en Radio 3, tocan en el mítico Rock-Ola madrileño y fichan por el entonces emergente sello DRO, con el que graban su primer single, ‘Fuego en mi oficina’. A ese disco le sucedió otro sencillo que contenía la canción ‘Lágrimas en el Paraíso’. En el año 84 se presentan al concurso de Rock de Jerez y lo ganan. El premio sería grabar su primer LP, ‘Cementerio de Automóviles’, editado también por DRO.
En el año 85 deciden desligarse de DRO y fichan por Zafiro. La grabación de su segundo LP vendrá marcada por la producción del líder de The Clash, Joe Strummer, al que la banda había conocido en Granada un año antes. Con ‘Más de 100 lobos’, editado en 1986, el grupo comienza a ser conocido a nivel nacional y las actuaciones se suceden. Ese mismo año, Antonio Arias abandona la banda y es sustituido por Ángel Doblas. En 1987 giran por Francia y preparan las canciones de su tercer álbum, ‘Debajo de las piedras’, que finalmente se publica en 1988. Una de los temas incluidos en ese disco, ‘La Torre de la Vela’, suena con asiduidad en las emisoras comerciales, lo que da pie al grupo a extender el radio de acción de sus conciertos.
En 1989 graban, con la producción de Andreas Pritzwitz, su cuarto álbum, ‘Doce canciones sin piedad’, que se convirtió inmediatamente en uno de los discos de referencia de la banda con canciones tan significativas como ‘Qué fue del siglo XX’, y que fue elegido por varias publicaciones como el mejor de aquel año. Vuelven a girar por Francia y actúan en la televisión de Venezuela.
En 1991, descontentos con el trato recibido por Zafiro, editan el último disco para ese sello, ‘El baile de la desesperación’, en el que cuentan con la colaboración de Chris Wilson, cantante y guitarrista de la legendaria banda americana Flammin’ Groovies. El disco, que pretende reflejar el sonido guitarrero de sus directos, contenía una canción que estaba llamada a convertirse en uno de los clásicos de la banda, ‘La vida qué mala es’.
Tras desligarse de Zafiro, 091 se convierten en quinteto al entrar en el grupo Víctor Lapido a la guitarra y Jacinto Ríos al bajo. Fichan por la multinacional Polygram y editan en 1993 ‘Tormentas Imaginarias’, que siguiendo la norma de sus antecesores recibe elogiosas críticas pero que no llega a tener el éxito comercial que se le augura. Este álbum es considerado por muchos de sus seguidores como el más completo de la banda. Fue elegido por la revista Rolling Stone entre los mejores de toda la historia del rock español.
En 1995, rota la relación contractual con Polygram, se autoproducen su siguiente disco, ‘Todo lo que vendrá después’. Ese mismo año deciden separarse y hacer una gira de despedida que les lleva a tocar a más de veinte ciudades españolas. El último de esos conciertos se grabó y se editó en 1996 con el título ‘Último concierto’. En 2016, veinte años después, vuelven a los escenarios con una gira de conciertos bajo el nombre de ‘Maniobra de Resurrección’ que les lleva a recorrer las principales ciudades y festivales de España y que dejó como testimonio un disco y un DVD. Ahora, 25 años después de su último disco de estudio han vuelto a la vida con ‘La otra vida’.
Javier Gilabert: Alguno de vosotros, sin señalar (risas), pisasteis tablas por primera vez a principios de los 80. Casi cuatro décadas de oficio, bien juntos, bien por separado, os contemplan. Empecemos esta entre2vista con una facilita… ¿Qué es lo mejor y lo peor de vuestra larga trayectoria?
Tacho: Mi mejor recuerdo es el día que sacamos el primer single de ‘Fuego en mi oficina’. Yo estaba con 40 de fiebre en la cama y me lo trajeron. Lo estuve mirando durante horas. Lo peor, las muertes de Javier Lapido y Fonfi Conejo. Eran parte del grupo.
Fernando Jaén: Durante el periodo de disolución de los 091, cada uno de vosotros ha seguido caminos diferentes, relacionados con otros proyectos musicales. ¿De qué manera habéis mantenido el contacto durante esos años, musicalmente hablando? ¿Seguíais los proyectos de los otros?
Víctor: Yo formé parte de la banda de José Ignacio en su primer disco y, por razones obvias, he seguido su trayectoria. A José Antonio le he grabado alguna guitarra que otra y con Jacinto incluso hice un revival de nuestra primera banda, Los Ruidos.
Tacho: Todos teníamos curiosidad por ver qué hacían los otros. Yo he seguido especialmente a José Ignacio, al que tengo muy cerca (hemos trabajado juntos escribiendo guiones durante muchos años y está casado con mi hermana). Soy fan suyo y voy a verlo tocar siempre que puedo.
J.I. Lapido: Lo difícil hubiera sido no estar en contacto. Nos unen lazos familiares y de todo tipo. Por ejemplo, como ha dicho mi hermano, él toco en mi banda cuando empecé mi carrera en solitario. Años antes de la ‘Maniobra de Resurrección’, Jacinto dirigió un video mío y luego ha ocupado el puesto de bajista en mi banda. A José Antonio le compuse un tema para un disco suyo. Y de Tacho, qué hablar… Nos conocemos desde niños en los Salesianos y hemos seguido trabajando juntos toda la vida, en la música o escribiendo para televisión. Con esto quiero decir que nunca hemos dejado de vernos.
J.G.: Nuevas canciones después de 25 años. ¿Es la vuestra una resurrección en toda regla? Dicho de otro modo, ¿es este el primero de todo lo que vendrá después o ya habéis terminado lo que vinisteis a hacer?
Tacho: Pues no lo sabemos, después de decir que no volveríamos cientos de veces, lo mejor que hacemos es no hablar más y dejar que sea el tiempo el que decida.
J.I. Lapido: Disfrutemos de esta otra vida mientras dure. Lo que tenga que durar ya se verá.
“La gran batalla de este disco es luchar contra nuestro propio mito y no salir mal parados”
J.G.: Una para Lapido. ¿Cuándo escribiste los nuevos temas? ¿Fue a raíz de la ‘Maniobra de Resurrección’ o están todos recién salidos del horno? Cuando compones, ¿cómo separas unos temas de otros? Es decir, ¿tienes un “modo de componer para los Cero” y otro para tu faceta en solitario?
J.I. Lapido: Los temas de ‘La otra vida’ los escribí sabiendo que serían para 091. Pero no hago distingos al componer; me pongo a escribir y van saliendo a duras penas, ya sean para los Cero o para mí en solitario. Intento hacer las mejores canciones que puedo en el momento que me toca hacerlas. Supongo que el subconsciente actuará de alguna forma indefinida en esto y algo habrá influido el saber de antemano que iban a ser las primeras canciones nuevas de la banda en 25 años.
J.G.: “No sé si estamos preparados para todo lo que vendrá después”, afirmabais en una canción del último disco de estudio de vuestra vida anterior. ¿Estabais preparados para esto?
Tacho: Somos personas que tienen los pies en el suelo. Ha sido muy halagador el recibimiento de la gente después de tanto tiempo pero si solo hubieran ido los de siempre, creo que también lo habríamos disfrutado. Está en nuestro ADN, es la resiliencia del perdedor.
J.I. Lapido: Yo ya estoy preparado para todo. La Cuaresma pasada, antes de empezar a grabar, hice mis ejercicios espirituales.
F.J.: Volvéis cayendo de un paracaídas en la portada del disco, con algunos temas que hablan de batallas y de rebelión. ¿Qué batallas os quedan por librar?
Tacho: La gran batalla de este disco es luchar contra nuestro propio mito y no salir mal parados. Es una batalla a largo plazo porque las canciones de José Ignacio son de largo recorrido y no se verá hasta dentro de un tiempo la importancia de este disco en nuestra carrera. Yo creo con absoluto convencimiento que es el mejor de los Cero.
J.I. Lapido: Así es.
“La gente debería volver a ir a las salas por el mero placer de descubrir grupos nuevos”
J.G.: Una diferencia, quizá, con el tipo de concierto de vuestra “vida anterior” con los de la actual es que proliferan los festivales en los que un montón de grupos tienen que defender sus canciones ante un público de lo más variopinto en poco menos de una hora. Habéis conseguido ajustar vuestro show también a este tipo de conciertos. ¿Qué tiene de bueno y de malo este formato? ¿En este momento, preferís tocar en una sala enorme y petada como el Palacio de Deportes o la Plaza de Toros, o en un espacio más reducido y cercano?
Tacho: Yo prefiero sin duda los conciertos en salas pequeñas donde la inmediatez entre música y público es mayor. Odio las aglomeraciones, nunca me verás en una Feria de Sevilla o en unos Carnavales de Cádiz. Solo una vez fui a un concierto multitudinario, fue en el 82 para ver a los Rolling en el Calderón. Un concierto mítico.
J.I. Lapido: Qué duda cabe que la experiencia de un concierto de tu artista favorito es infinitamente mejor en una sala que en un estadio o en la mega-explanada del parking del pueblo. La gente debería volver a ir a las salas por el mero placer de descubrir grupos nuevos. Sería muy bueno para la escena y daría pie a que se consolidaran carreras artísticas que muchas veces se frustran por la imposibilidad de profesionalizarse.
Víctor: Yo me siento cómodo en los dos espacios, tocando en salas y en festivales. Durante años he estado girando con otras bandas y he tocado en casi todos los festivales de España. Un festival te da la oportunidad de compartir escenario con grandes grupos como Midlake, Jack White o The Who con los que compartimos cartel los 091 en el Azkena y en el Mad Cool durante la gira de Resurrección y siempre hay algún despistado que te puede conocer por casualidad.
“Un viejo con una guitarra eléctrica es algo que llama la atención a los niños más inquietos”
F.J.: ¿Soléis interactuar con vuestros seguidores?
Tacho: No. No creo que sea sano para nosotros interactuar con la gente que nos sigue en las redes. Ten en cuenta que en este grupo hay cinco opiniones diferentes, nadie de nosotros tiene el monopolio de la representación de los demás. De vez en cuando lanzamos algún anuncio pero suelen tener un tono casi institucional, algo que los cinco podemos compartir. Lo mejor que hacemos es hablar con nuestras canciones y nuestros directos.
J.G.: ¿Qué sensación os produce tocar al mismo tiempo para los fans de siempre y para sus hijos?
Víctor: A nosotros también nos siguen nuestros hijos (risas).
Tacho: La sensación de que te has hecho mayor sin darte cuenta. También tiene un punto entrañable.
J.I. Lapido: Yo sí me he dado cuenta de que me hacía viejo, algo que seguro que tiene su punto aunque aún no se lo he encontrado. Por lo demás, bien… Un viejo con una guitarra eléctrica es algo que llama la atención a los niños más inquietos.
“Hemos hecho lo más sencillo: ser nosotros mismos”
F.J.: Vuestra música tiene un sello propio. Las guitarras de los Lapido, José Ignacio y Víctor, acompañan y conducen cada tema hasta el final, Tacho marca el paso, Jacinto pone el ritmo, José Antonio canta con esa voz inconfundible unas letras que tienen su propio código, su propia cosmogonía, su universo concreto. No es fácil mantenerse fiel a una forma de hacer música, pero lo vosotros lo conseguís. Este disco suena a los Cero, aunque veinte años mejor. ¿Cómo habéis conseguido mantener esta línea todo este tiempo? ¿Cómo se ve esa evolución desde vuestra perspectiva?
Tacho: En realidad no tiene ningún mérito, hemos hecho lo más sencillo: ser nosotros mismos. Podíamos haber impostado ser otros por miedo al fracaso por miedo a parecer obsoletos pero la fórmula es simple, intentamos darle a cada canción lo que creemos que le hace mejor canción.
J.I. Lapido: No dimos grandes bandazos estilísticos en la época en la que estuvimos en activo y no íbamos a hacerlo ahora, pero tampoco podíamos quedarnos anclados en el 95. Desde el 82 hemos visto pasar infinidad de modas, como el que ve pasar una caravana en el desierto. Al día siguiente casi nadie se acuerda de qué caravana pasó ayer.
“Llegados a un punto de madurez artística, cada uno tiene su propio estilo”
J.G.: Tras una primera escucha del disco -enhorabuena, me ha parecido realmente bueno- veo que queda mucho del poso de los Cero “anteriores”, sobre todo en lo que a imaginería, riffs y melodías se refiere, pero también puedo apreciar en él un aire distinto, “post resurrección”. ¿Qué nuevas influencias, tanto a nivel literario como musical tiene este trabajo?
Víctor Lapido: Ninguno de nosotros ha sido ajeno al nacimiento de las nuevas bandas durante estos años; yo personalmente he seguido muy de cerca la actualidad musical nacional e internacional. Creo que llegados a un punto de madurez artística, cada uno tiene su propio estilo y utiliza sus propios recursos aunque sin cerrar los oídos a lo que está pasando.
J.I. Lapido: No sabría decirte… Como es normal, todos hemos seguido escuchando música y leyendo durante estos 25 años. El que no hayamos seguido como banda no quiere decir que nos hayamos ido al desierto del Gobi a vivir. Tenemos un punto de anacoretas; ten en cuenta que estuvimos 14 años metidos en una cueva, pero no tanto como para estar aislados del mundo exterior. Yo creo que lo que nos alimenta musical y literariamente se tiene que notar a la fuerza en nuestro trabajo, pero más que nombres concretos pueden ser estilos, y lo más importante, creo que a estas alturas de curso tenemos una personalidad musical que es reconocible, y este disco es, por decirlo de alguna manera, una puesta al día de esa personalidad que se fue forjando a lo largo de los años.
F.J.: En vuestro último trabajo se incorpora al equipo el talentoso Raúl Bernal a los teclados. ¿Cómo ha sido trabajar con él? ¿Qué aporta al disco y a los directos?
J.I. Lapido: Llevo trabajando con Raúl casi quince años. Es un tipo con mucho talento. Cuando decidimos ponernos a trabajar en estas nuevas canciones, sugerí que sería bueno contar con él. Estaba seguro de que aportaría grandes cosas, como así ha sido. Desde el principio se involucró en la confección del disco, no sólo en su papel de pianista y organista sino sugiriendo ideas de concepto para las canciones.
Víctor: Raúl y yo ya habíamos tocado juntos en Grupo de Expertos Solynieve y nos conocemos desde que llegó a Granada para formar parte de la banda de mi hermano. Está claro que aporta calidad tanto al disco como a los directos.
“No somos millennials pero tampoco somos ajenos a lo que pasa en el mundo”
F.J.: En esta era digital y de redes sociales, la promoción y difusión en internet esencial para que un disco funcione bien. ¿Os habéis adaptado bien a este tipo de medios?
Tacho: La revolución digital nos ha llegado en un momento en que aún éramos relativamente jóvenes. Hacemos uso de todo tipo de aparatos, redes, plataformas…
Víctor: Joder, que no somos millennials pero tampoco somos ajenos a lo que pasa en el mundo (muchas risas).
F.J.: ¿Os han llegado ya algunas impresiones sobre ‘La otra vida’?
Víctor: Por supuesto, en persona y a través de las redes sociales por su inmediatez, aunque no interactuemos personalmente con el público, nos sirven para hacernos una idea de que piensan nuestros fans. La verdad es que la gran mayoría de las críticas han sido halagadoras pero también ha habido algún palo entre tanta zanahoria, sería inquietante gustarle a todo el mundo.
J.I. Lapido: El recibimiento que ha tenido hasta ahora es inmejorable. Hemos entrado en la lista de ventas oficial y las críticas de la prensa especializada han sido muy buenas. Pero quiero puntualizar que aunque no hubiese sido así, nosotros habríamos conseguido una cosa muy importante, que es estar satisfechos con nuestro trabajo artístico. Queríamos hacer un gran disco y creemos que lo hemos logrado. La repercusión no depende tanto de nosotros, y siempre se agradecen los halagos y las buenas palabras, y es mejor tener éxito que no tenerlo, pero para nosotros no un fin en sí mismo.
J.G.: Ha llegado el momento “Carta blanca”. Cerrad esta entre2vista cómo os apetezca.
J.I. Lapido: Vayan ustedes con Dios.
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