Jihan: Duende y Moernura
La voz de Jihan sabe a té verde con yerbabuena, a mahallo poké, a pimienta… Es una artistaza donde las haya. Impetuosa, su retórica al galope nos acompaña por el paseo de los tristes. En las orejas le cuelgan las ruedas de los carros. Sus manos juegan con las avispas, marcando compás las uñas navajeras. Una cabeza de gallo asoma desde su corazón onírico y por la espalda le cae un laberinto de rizos negros.
Con ella, respiramos el perfume de las cuevas y la inspiración de su arranque telúrico. Ahí le canta al fuego, cayéndole lágrimas negras, por los tangos del Almendro. Jihan cuando está, está, y cuando no, mejor llámala al móvil que lo que son los mensajes, puede responder el año que viene. Sincera en su espontaneidad, te la puedes encontrar volá por cualquier cerro. A veces, parece que se la lleva una intuición maestra, que los genios que concentra en su garganta se le escapan por una boca grande como un buzón y llena de mensajes.

Cuando canta, te da un calorcico en los tímpanos que pa qué. Es caramelo, fuego y azúcar. Escucharla es una sensación de placer sónico como pocas. Unas cuerdas huidizas te aprietan el alma y te dejan como si te hubieran llenado a reventar con una manguera de Arte.
Vestido flamenco, zapatillas Nike. Ella hace cruces entre lo moerno, lo antiguo, la copla, el flamenco, la moda… La cantante lleva el vestuario a otro nivel, con un gusto preciso. Porta el neón, los caracoles y otros signos del flamenco y lo contemporáneo para atravesar los tiempos y los estilos. Su instagram es algo digno de ver, una experiencia nada banal.
Hay mucha habladuría acerca de que las cosas se quedan en la estética, en vez de disfrutar y aportar con el comentario. Hay ojos críticos que lo que están, es amargaos. Jihan te (de)muestra que el flamenco urbano puede hablar más que de marcas y placeres, como también te lo dice Dellafuente, que la copla puede desempolvarse y volverse de una actualidad terrible, como hacía Carlos Cano. La moda, más que en lo decorativo, es una posición que te demuestra que para reivindicar no hay que ser dejao.
La cultura se enriquece con el mestizaje
Jihan es la muestra viva de que lo puro es mestizo. De Rumanía le sale su carme de loba, sus hoyuelos de bosque, su carácter agreste. Ya la he visto poniendo firme a más de uno. De Siria, su lengua de desierto y las flores, las flores que cuentan que había en Damasco antes de la guerra, también la estrella que no se sabe de dónde la ha tocado. A Graná, donde vive ahora, le atrae su íntimo canal con el duende, el encaje con la triple culturalidad y el callejerismo clásico de la impronta granadina, del cual nació aquel trap y los romances de Lorca. La artista es otro ingrediente más a ese gran puchero que es el Flamenco y nuestro arte.
La pureza es algo más sentimental que técnico, hay que partir de ella para crear lo distinto e involucrarse en lo propio y lo histórico. Si las artes sirven para algo, es para dialogar, para conversar a gusto. En ese caldo de la necesidad se aposentó el flamenco entre sus raíces diversas.
Ella canta el Djelem, Djelem de una forma muy particular, muy simbólica. Lo canta a capella y te pone el vello de punta. En su cuerpo aparece el martirio que sentimos como seres humanos, también la misma alegría y el compartir emocional de lo negativo que se con-siente y digiere entre sabor y dolor como el chile picante, para volverlo jaleo, contento y memoria perenne.
En su llanto transparente está el quejío árabe de Ziryab. Nos hace falta mucho pensar lo que son las experiencias del prejuicio, de la guerra, las coincidencias de la marginalidad, la discriminación, del haber sido un recipiente de odio o quien lo escupe. Vivir las fatigas y los problemas a nivel social te impulsa a conectarte. Quien no pasó fatigas, puede utilizar las creaciones de la necesidad como un fetiche, como el típico que se pone trenzas africanas. La cultura se enriquece por el mestizaje, una lengua que se vuelve bífida y que empieza a incluir y mezclar palabras y sentires.
Así nació el flamenco, de la olla compartida entre gente que no tenía traductores, sino una manera de comunicarse a partir de lo jondo de la garganta y lo que pudiera echar a la fuente del alimento.
De una mezcla de música y vídeo, Jihan tuvo la idea e hizo el ‘Todos somos gitanos‘, en el que aparecen el Curro Albayzín, que le besen las manos mil veces, o Esperanza Fernández, entre otros y otras.
Mucho más deberíamos hacer la gente de Graná, que tuvieron que venir de Barcelona para hacer un documental de la Alhambra y Jihan, ya granadina, a hacer que los flamencos colaboren en una misma cosa por una causa. En este vídeo se toma constructivamente a lo gitano y al flamenco como lo más inclusivo que hay.
No puede ser de otra manera, siendo un arte que se hace de fiesta y en el que se pone en círculo. El Flamenco tiene mucho que enseñarnos. Desde su particular guasa, el salero para afrontar las desgracias de la vida, al trato con la ocurrencia, la rapidez mental y la agilidad lingüística. En Andalucía debería estar ya como asignatura en los colegios.
La bulería bromea con los errores, los banaliza, es humor y amable vacile. Nos hace despetrificar al cerebro, quitarnos las vergüenzas y socializar. Que haya tanta discriminación, que se siga potenciando lo negativo sobre una gente que entiende el arte así es para llevarse las manos a la cabeza, se debe haber venío de un pasado muy frío, de una cultura muy bruta.
Entre lo social y lo sentimental, el arte es un cauce. Pero para hacer estas cosas, hay que ponerse. Así, Jihan es adrenalina, un paseo en montaña rusa sin que nâ te agarre. Casi puedes ver el enjambre de mariposas violetas que le salen de la boca. Invocaora de duendes. Tiene algo de cósmica, de astrológica, de raro de luna y clavel. Madonna del cante. Tercera Greca. Con ella nos quedamos con lo bonito, con el arte joven, con el gemido secreto de la rumba marciana. Por eso, se le dan tan bien la improvisación y el ingenio, se suelta y deviene gracia y letra ante el público. No se la pierdan, porque alguien así no aparece todos los días. En el futuro va a dar mucho que hablar.
El misterio excede a quien lo deja caer. Ahora que vuelve el directo, ni se te ocurra perdértela. Tras una pantalla es todo muy bonito… pero como la presencia, nada.
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