Yung Beef: trae tú la droga, que yo traigo la pena
A sabiendas de que el carácter es el futuro y con tanto talento como carisma (combinación letal y embriagadora a partes iguales), ese granadino con rostro de moneda antigua que responde al nombre de Fernando, Fernandito Kitkat, Riviera Manny, El Seco, o –sobre todo- Yung Beef, llevaba tanto tiempo preparándose para ser él mismo que ya no sabe escribir ni frasear sin decir la verdad, aunque esa misma verdad se encuentre muchas veces en la ficción.
Fernando Gálvez Gómez (1990), conocido también como parte del combo trapero PXXR GVNG, sabe también que no hay que confiar en quien se lleva la mano al corazón cuando asegura algo. Él se limita a deslizarla hacia su entrepierna para soltar versos como estos: “En el infierno con mi clica, mucha penica, pena / Pasa el demonio y se santifica, pena / No nos han dao ni una mijitica, na’ / Por eso cuando tiro, tu masticas / Por eso cuando tiro, tú te picas / Y no llegas a entender lo que significa (…) / Me tiran ruina’ y ni la esquivo / Pienso la mejor rima y después la olvido / Shorty trae la droga, yo traigo la pena / Los ojos ya no brillan, puta, brillan las papelas”.

Yung Beef
Desde Granada (donde fue parte del colectivo Kefta Boyz) hasta Barcelona pasando por Londres y Marsella y algunas escalas intermedias ha ido cimentando un lenguaje propio dentro de un mundo en el que desear no significa, de inmediato, ser deseado, el duende se tiene pero no se compra y los haters se multiplican a cada paso (también los fans acérrimos: gente como Jota de Los Planetas, Manu Ferrón, Tote King o Luis Rodríguez de León Benavente), aunque la singladura incluya colecciones de la talla de “Free Molly”, las dos partes de “A.D.R.O.M.I.C.F.M.S” o el reciente “Perreo de la Muerte”.
Con una ciclópea ética de trabajo (Yung Beef es un yonki del estudio de grabación, y él mismo ha confesado “He creao una escena / porque no tenía pa’ cena” ) y una lucidez lírica y musical desbordante, maneja a su antojo estilos que van desde el Trap al reggaetón erótico-festivo, pasando por la salsa canalla, el funk, la rumba-pop o el hip hop más clásico, todo trufado con constantes referencias religiosas, poesía de lo cotidiano y un atrevido léxico que hierve con neologismos, introspección y drama.
Entre el pletórico y profuso Prince de los 80 y los bohemios de Jerez (el Torta es una de sus influencias más reconocidas), entre Young Thug y Camarón, Fernando – summa cum laude en la universidad de la vida- tiene eso que de antiguo se llamaba entendimiento y aquí llamaremos clarividencia. Y cuando nos suelta con quebranto y chulería “Me puso las tijeras en el cuello / Loco, no llevo ni tres eurillos / Tú te coges un Chester / Dios me está mirando como si tengo la peste / Hermano, eso último estaba to malo / Ahora qué hacemos, ¿nos matamos? / Me cago en mis muertos / Cada una que me habéis hecho me acuerdo / Y me quema por dentro (…) / Me dicen ‘para ser una rata tienes buen vocabulario’ / Pregúntale a quien quieras, que venimos de cero”, logra que sus contemporáneos (en esta, aquella o cualquiera de sus modas o escuelas) parezcan, en comparación, una minúscula entre paréntesis, una nota fútil a pie de página.
También te puede interesar...
- El Puente de Vallecas - julio, 2017
- La Sala Moby Dick - julio, 2017
- El tren de Madrid a Linares-Baeza - julio, 2017
