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Miguel Puga: «Las demás artes pretenden alcanzar lo que la magia consigue»

El ilusionista Miguel Puga, MagoMigue, en la presentación de su libro 'Malvadeces'

Miguel Puga: «Las demás artes pretenden alcanzar lo que la magia consigue»

Miguel Puga (Granada 1968), también conocido como “MagoMigue”, es uno de los más prolíficos y completos ilusionistas españoles. BiCampeón Mundial de Cartomagia, entre otras muchísimas distinciones, dedica la mayor parte de su tiempo a crear espectáculos de “Arte Dramágico”. 

Ha participado en programas de televisión (Antena 3, TVE, Tele 5, Canal Sur, etc) y radio (durante 5 años en “No es un día Cualquiera” en RNE, con Pepa Fernández). Actualmente comparte su conocimiento mágico en conferencias, cursos online y presenciales. Creador y director del festival internacional mágico de Granada Hocus Pocus (con más de 20 ediciones), además, es un tipo simpático.

(Continúa de la primera parte de la entrevista).

Javier Gilabert: Desde fuera, quizás pueda percibirse la magia como un pasatiempo, algo entretenido, pero apenas que uno reflexiona un poco, se da cuenta de que ha de haber mucho más detrás. ¿Está, en tu opinión, a la altura de otras artes como la literatura, pintura? ¿Cuál es su valor intelectual?

Miguel Puga: Te agradezco esta pregunta, porque me permite hablar de algo que defiendo: La magia no sólo es un arte, sino que, a mi entender, las demás artes pretenden alcanzar lo que la magia consigue: el impacto intelectual y emocional que un juego de magia bien hecho produce en quien lo observa. Y a veces me quejo también de que nuestro propio arte ha sido descuidado en demasiadas ocasiones. Muchos artistas se han conformado en ser meros “entretenedores”, sin intentar buscar la verdadera conexión de la que os hablaba antes.

Dicho todo esto, no debemos olvidar que aún le falta cierto reconocimiento por parte de lo público, de las instituciones, y quizá de los compañeros artistas. Después de tanto tiempo, yo sigo siendo considerado “el maguito”, y en mi faceta de director del Festival Internacional HocusPocus que creé, pongo por caso, no percibo la misma consideración que se tiene de mis colegas director@s de otros festivales de nuestra ciudad.

Por supuesto que la magia es una disciplina artística, que posee un lenguaje propio, que está aún organizándose y escribiéndose, y yo formo parte de ese centenar de personas que a nivel mundial estamos tratando de aportar nuestro granito de arena y de dar un corpus teórico (sin olvidar en ningún momento de dónde venimos, como el monumental trabajo realizado por Arturo de Ascanio, maestro de Juan Tamariz, por ejemplo), conceptualizar este lenguaje de manera que te permita hacer mejor magia, que pueda ayudarte a la hora de crear.

También en ese sentido cabe destacar las “Jornadas de Cartomagia del Escorial” que creara San Juan Tamariz en las que, una vez al año desde hace más de 50, nos reunimos 70 magos de todo el mundo, elegidos por Juan o por algunos de los que ya llevamos más de diez años asistiendo, como mínimo para reflexionar sobre la magia, sus trucos, su escenografía, su impacto emocional, etc.

J.G.: Hablando de eso, tengo un hijo al que le encanta la magia. ¿Cómo podría iniciarse en este mundo en Granada o en algún otro punto de Andalucía?

Miguel Puga: Tiene suerte porque, al menos comparado con mi generación, hoy es muy fácil. Evidentemente, por internet puedes encontrar muchas cosas, a pesar de que no es lo que más recomiendo; cualquier arte necesita de un maestro o, mejor aún, de maestros, personas físicas que te guíen y te apoyen, aunque luego te sirvas de textos o de vídeos para seguir creciendo. En Granada hay cursos de magia. Yo hago algunos online y presenciales, aunque en este momento no para niños. Hace 14 años creé la Escuela Andaluza de Artes Mágicas, estuvimos mucho tiempo en el Parque de las Ciencias impartiendo infinidad de talleres para todas las edades, pero con los últimos años, el proyecto se resintió y actualmente está parado. Tan sólo hago cursos para adultos y casi todo online. Si alguien está interesado que contacte conmigo a través de mi  Instagram @magomigue_ y hablamos.

«Soy un buscador de ilusiones»

Fernando Jaén: Has publicado este año tu libro ‘Malvadeces’ (Sonámbulos, 2022), con bastante éxito, la verdad, en el que explicas juegos de magia sencillos, apuestas imposibles y juegos de ingenio para toda la familia. ¿Qué te mueve a publicar este libro? 

Miguel Puga: ¡Ya va por la segunda edición! Estoy muy agradecido de la acogida, Pues mira, en primer lugar, el aburrimiento —risas—, porque está escrito durante el confinamiento. Este es mi tercer libro de divulgación, aunque tengo otros dirigidos al ámbito más profesional; el primero fue ‘Historia de las historias de la magia’ (Comares, 2005) y luego colaboré con Andrés Newman en ‘Cuentos de Magia’ (Páginas de Espuma, 2007).

El primer texto de magia que cae en mis manos, allá por 1977, lo comento en el prólogo, fue ‘El manual de Patomas’, un alter ego del Pato Donald. Se trata de un libro que en cierta medida tiene el espíritu de lo que yo he hecho con ‘Malvadeces’. Incluía trucos de física recreativa, algunos juegos de cartas sencillos pero maravillosos, hablaba un poco sobre numerología, de las “mancias”… Pero a mí me hizo disfrutar mucho en aquellos años y un poco en homenaje a ese libro quise escribir algo similar. De otro lado, me puse a buscar y no encontré mucho en ese sentido. No hay mucho material en castellano. Así pues, en este momento, con los años y con el conocimiento que tengo en diferentes ámbitos de la profesión, he hecho una recopilación que creo que —las críticas que estoy recibiendo, incluso por parte de los profesionales, así me lo indican— está gustando. En ‘Malvadeces’ el lector encontrará los juegos clásicos de siempre, pero también hay un material que no es tan fácil de encontrar, que yo que soy un “buscador de ilusiones” he ido aprendiendo de boca en boca en convenciones de magia y lugares así. Además, se trata de un libro digital, puesto que incorpora códigos QR que te permiten visualizar unos vídeos en los que descubro algún detallito de determinados juegos que son complicados de describir en unas pocas palabras, y también hay otra sección que se ocupa de descubrir personas muy famosas que la gente desconoce que son o eran magos: Michael Jackson, Cary Grant, Fernando “Magic” Alonso… Por otro lado, Sonámbulos ha elaborado una edición preciosa, cuidada, hecha con amor a las pequeñas cosas.

En definitiva, es un libro que me habría encantado que me regalasen, un libro para jugar en familia, sin otra pretensión que estimular el imaginario de aquellos que deseen acercarse al mundo de la magia; cada texto lleva a otro y si se sabe ahondar lo suficiente te puede llegar a mostrar todo un camino apasionante que recorrer.

J.G.: ¿Y el título?

Miguel Puga: ‘Malvadeces’ es un homenaje a mi maestro Juan Tamariz; se trata de una expresión que utiliza cuando aprendemos magia con él y nos enseña un gesto que va a potenciar una ilusión. Suele decirnos: “Aquí voy a hacer una malvadez”. Y el subtítulo, “El arte de volver a hacer diabluras”, hace referencia a un texto de magia de 1733, titulado “Engaños a ojos vistas o arte de hacer diabluras”.

J.G.: Cambiemos de tercio. ¿Es la habilidad condición sine qua non para ser un buen mago?

Miguel Puga: No, pero ayuda —risas—. De hecho, “prestidigitador” (dedos hábiles) es un término que acuñó Jules de Rovère en Francia en el siglo XIX, pero que creo que está injustamente aplicado al ilusionismo.

J.G.: Precisamente sobre eso quería preguntarte: magia, ilusionismo, prestidigitación, ¿es todo lo mismo o hay diferencias?

Miguel Puga: Es lo mismo pero prestidigitación es un término más amplio. Un pianista es un prestidigitador, por ejemplo. Sin ir más lejos, uno de los espectáculos a los que le tengo más cariño lo titulé “Concierto para baraja y piano”, (2005)  en el que yo me presento como ilusionista y a mi pianista, Paz Sabater, que es quien mueve los dedos rápido, como prestidigitadora. De hecho, si a mí no me ves moverme, mejor —muchas risas—. Esta es una de las frustraciones de los ilusionistas: que hay que aprender la técnica que oculte la técnica. Pero sí, los términos son homónimos. Yo creé un cuarto concepto que es con el que me defino: yo soy un “Maravillador”, alguien que quiere generar la maravilla y lo que eso conlleva, el rescate del asombro pueril.

F.J.: Y el mentalismo, entonces, ¿dónde queda?

Miguel Puga: El mentalista es un mago por definición. Todo el ilusionismo es mentalismo, porque el mejor juego de magia siempre ocurre en el cerebro del que mira. La magia es un 10% técnica y un 90% de psicología. Por eso hay que conocer en profundidad la percepción y todas sus teorías, cómo funciona la memoria. La magia moderna persigue provocar una vivencia, “instalar” una pieza de magia en el público que trabaje para el recuerdo, de manera que posteriormente, cuando cuentes el número que has visto, lo vas a hacer de forma exagerada, no como realmente ha sucedido, sino como a mí me interesa. Es lo que llamamos “el efecto cometa”.

«El mejor modo de guardar un secreto es publicarlo blanco sobre negro»

J.G.: Los magos cuando mueren… ¿Se llevan todos sus secretos a la tumba? ¿Por qué no podéis contarlos?

Miguel Puga: Nooo, qué va. Eso es una leyenda, un tópico, como cuando me presento a alguien diciéndole que soy mago y suelta aquello de “¡Cuidado con mi cartera!”. ¡Que soy mago, no político! —muchas risas—. Durante mucho tiempo, hasta bien entrado el s. XIX apenas existía literatura de ilusionismo como arte. Hoy en día hay muchísima bibliografía al respecto. Y los ilusionistas y magas nos reunimos en congresos y certámenes para estudiar y seguir avanzando juntos. Aunque quizás, ahora que lo pienso, el mejor modo de guardar un secreto es publicarlo blanco sobre negro… Porque ya casi nadie lee-

F. J.: Eres el creador del festival de magia HocusPocus, que siempre atrae a Granada lo mejor de la magia actual. ¿Cómo surge un festival así? 

Miguel Puga: El próximo noviembre el festival cumplirá 21 años (es el segundo más longevo tras el que se celebra en Vitoria, que lleva ya 31), aunque este último comenzó de una manera muy endogámica, como unas jornadas exclusivamente para profesionales. HocusPocus apreció y creó una forma de entender nuestro arte que, a día de hoy, replican (y mejoran afortunadamente) otros proyectos similares del país. HocusPocus Festival ha ido evolucionando hasta lo que hoy es, una oportunidad para el público de Granada de ver a los mejores magos y magas del mundo actuales.

En el año 2000, en el mejor momento de mi carrera, decido cambiar Madrid por Granada. Me encanta Madrid, pero no quería envejecer allí. Ese cambio de ciudad tiene implicaciones también a nivel laboral: las oportunidades de actuar distan mucho de las que se pueden presentar en la capital de España. Por otra parte, yo necesito disfrutar de esa magia de la que estaba acostumbrado a ver. Así nace nuestro proyecto, aunque la idea llevaba tiempo rondándome la cabeza.

Y no fue una tarea fácil. Durante casi cinco años la respuesta de las instituciones fue negativa, hasta que un día me dijeron: “Vamos a hacerlo”. Al primero asistieron mis maestros y amigos, Miguel Aparicio, Juan Tamariz y René Lavand, los más grandes. Y, bueno, no lo haríamos tan mal cuando aquí seguimos más de veinte años después, y con la ilusión casi intacta.

Una de las grandes satisfacciones que me ha dado el HocusPocus es que ha generado “cantera”, una generación de jóvenes magos y magas que ronda la veintena y que ha crecido profesionalmente al amparo del festival. Y también el hecho de que se haya convertido en una cita obligada y querida en la agenda cultural de la ciudad. Es, por último, mi manera de dar las gracias a la vida por haberme permitido el privilegio de vivir de lo que me gusta y de devolver a la magia las oportunidades que me ha brindado.

F.J.: ¿Es Granada una ciudad mágica?

Miguel Puga: Claro que sí. Es una ciudad que lleva aparejado indefectiblemente el adjetivo “mágico”, a pesar de que constantemente intenten quitárselo. Sigue siendo un lugar especial, y os lo dice alguien que ha vivido en varias ciudades del planeta y que ha elegido vivir aquí. A pesar de que aún sigue siendo una gran desconocida, en ella encontramos una innegable potencia intelectual y cultural en todos los ámbitos. Igual ocurre en lo que a la magia se refiere. Ojalá nunca pierda la “H” muda: GranHada. ¡Si lo lleva hasta en el nombre! —risas—.

J.G.: El caso de nuestra paisana Inés La Maga es minoritario. ¿Por qué apenas hay magas? 

Miguel Puga: Pues por la misma razón que esto sucede en otros ámbitos de la vida, por la relación de poder históricamente dominante de los hombres respecto a las mujeres. Afortunadamente estamos cambiando a un mundo más femenino y yo lo celebro. Hay, no obstante, muchas magas estupendas, y cada vez más, aunque todavía son más los hombres que se dedican a esto. Mi querida y admirada amiga Inés es un buen ejemplo a seguir. Gracias a ella muchas chicas se están atreviendo a lanzarse a esta bendita profesión. 

«Afortunadamente estamos cambiando a un mundo más femenino»

J.G.: En muchos aspectos, la magia se parece a la poesía. Supongo que también ocurrirá esto en lo que a la relación entre poetas o entre magos se establece, pero, ¿Es realmente así? ¿Los magos os relacionáis entre vosotros? ¿Tenéis contactos? ¿Hay muchos magos en Granada? 

Miguel Puga: Sí, sí. Hay una hermandad bastante buena entre nosotros, hacemos revistas, trabajamos en foros, congresos… Hay muy buen rollo. Granada es cantera de magos, sin duda, como se constata cada jueves en las reuniones de Círculo Mágico Granadino, por cierto, uno de los más antiguos de España.

F.J.: ¿Puede un mago, a día de hoy, vivir de la magia?

Miguel Puga: ¡Pregunta trampa! —risas—. Se puede vivir de la magia, pero han de conculcarse una serie de factores: la pasión, el amor, el trabajo, la dedicación, el talento, la curiosidad, la insistencia… Y un poco de suerte, de la buena, claro. Dedicarse a cualquier actividad artística profesionalmente va a condicionar toda tu existencia. Es una elección muy personal. No hay un patrón a seguir. Pero si volviese a nacer, lo volvería a intentar. 

JG.: Y si Miguel Puga no fuera mago, sería…

Miguel Puga: Maestro, probablemente. Tan es así que yo estudié Magisterio, aunque nunca he ejercido. Si no, quizá actor; me habría encantado ser un buen intérprete. 

J.G.: Pues ya sólo nos queda el truco final, el tradicional ‘Momento Carta Blanca’ de nuestra sección. Te toca cerrarla a ti.

Miguel Puga: Pues mira, voy a hacer un homenaje a mi maestro, el renombrado Juan Tamariz que me enseñó sus cinco palabras preferidas y que hice mías: Magia, amor, humor, paz y libertad. Y el resto… Es la nada. Gracias, Juan y gracias a vosotros por la entrevista.

Javier Gilabert / Fernando Jaén
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