Entrevistas

Mª Ángeles López de Celis: «La defensa de la igualdad de género real es un discurso especulativo»

Mª Ángeles López de Celis: «La defensa de la igualdad de género real es un discurso especulativo»

Mª Ángeles López de Celis acaba de publicar, de la mano de Espasa, su segundo artefacto narrativo, La Diputada, un título con el que su autora busca situar el foco de atención en la desigualdad de género, al tiempo que tiende una mano al ejercicio de la política, honesto y con sentir público. Una novela que ofrece todo un análisis de la sociedad española contemporánea, con sus luces y sombras.

‘La Diputada’ es una novela de reivindicación de género, fuera y dentro del escenario político. ¿Qué esperas despertar en el lector? ¿Qué te gustaría sumar con esta propuesta narrativa?

Mi objetivo es llamar la atención sobre la problemática de la mujer en el siglo XXI. Precisamente, cuando las desigualdades y las injusticias no son tan sangrantes como en los momentos álgidos de la historia, parece que los problemas se invisibilizan, ocultos además por otros más acuciantes como la corrupción política, el paro o la crisis económica que sigue llevándose por delante mucho de lo conseguido en décadas. Sinceramente, creo que  alguien tiene que poner de nuevo sobre la mesa todas estas circunstancias para que no se olviden. Aún queda camino por recorrer en la conquista de la igualdad y la conciliación reales y, desde luego, el objetivo prioritario es sumar para que la violencia de género sea por fin desterrada de nuestra sociedad como el último reducto de machismo y discriminación.

Analizas la sociedad española contemporánea y para ello te sirves de variables como la incorporación de la mujer profesional a la política, la conciliación, la corrupción, la estructura de poder patriarcal… Estos elementos de la poética de tu novela aparecen perfectamente medidos en el argumento de la misma dando vigor narrativo al mismo. ¿Cómo se calibran para no dirigir la mirada del lector?

Soy una mujer de mi tiempo, comprometida con la sociedad que le ha tocado vivir, con sus luces y sus sombras. Es fácil colocarse en el papel del resto de los ciudadanos, porque yo también lo soy y cuando escribo siempre pongo el foco en los problemas que me preocupan. Pienso que si me inquietan a mí, a la mayoría de los españoles también. Por lo tanto, es fácil calibrar los tiempos y las intensidades en esta novela, cuyo argumento corría en paralelo con la más fiel actualidad mientras la iba escribiendo, a la vez que reúne todos esos ingredientes que hoy presiden nuestra vida como miembros de la sociedad española y ciudadanos de Europa y del mundo.

¿Qué crees que está aportando el relevo generacional de los nuevos partidos a la política española?

El relevo generacional siempre es bueno. Y los partidos tradicionales han dado muestras de agotamiento de ideas y proyectos para abordar las nuevas problemáticas pero, por encima de todo, han decepcionado a un electorado que ha visto en el bipartidismo el germen de muchos de los vicios en los que ha caído la clase política, dando como resultado la actual desafección de la ciudadanía hacia sus representantes. Los españoles de hoy nos sentimos traicionados y maltratados por quienes deberían haber velado por nuestros intereses, en especial, por mejorar la vida de los menos favorecidos. Esa desconfianza y ese escepticismo tardarán tiempo en desaparecer, sin olvidar que la escalada de corrupción en la que nos vemos envueltos en nada favorece el de por sí enrarecido clima social. En cualquier caso, son necesarias nuevas formaciones y rostros inéditos para que el electorado encuentre vías alternativas al recelo y la desesperanza.

Tu protagonista, Macarena Barrios, representa la lucha por la igualdad de género en nuestro país; para su construcción te basaste, como ya has comentado en alguna ocasión, en Begoña Villacís. ¿Por qué ella?

Bueno, igual que los lectores nos imaginamos a los protagonistas de las historias que leemos, también los autores necesitamos referencias para apoyar gráficamente a nuestros personajes. Begoña no es diputada, como todo el mundo sabe, sino concejal del Ayuntamiento de Madrid y portavoz del grupo municipal Ciudadanos. Pero, como Macarena, es una mujer en la cuarentena, miembro de un partido emergente moderado, con una formación de élite y un bagaje profesional en el sector privado anterior a su incursión en el servicio público. Con un marido abogado, madre de familia y muy atractiva, su sonrisa fresca y su actitud positiva me cautivaron desde el principio. Vi en ella a mi aguerrida protagonista. Cuando después nos conocimos, pude comprobar que no me había equivocado.

La mujer que se mete en política, en la actualidad, ¿tiene las mismas oportunidades que el hombre?

En principio, deberíamos afirmarlo rotundamente, aunque un análisis exhaustivo posterior de las circunstancias, nos dejará algunas dudas. Por ejemplo, a día de hoy, el Congreso de los Diputados cuenta con 139 mujeres, de un total de 350 escaños. El 39’04% para ser exactos. Como guinda, podemos añadir que el Grupo Parlamentario de Ciudadanos está formado por 40 diputados, de los cuales solo 8 son mujeres. Si seguimos ahondando un poco más en esta línea de análisis, concluiremos, examinadas las candidaturas de los principales partidos concurrentes a las últimas elecciones generales, que en la mayoría de los casos, la primera mujer aparece hacia el cuarto puesto de las listas; los tres primeros suelen ser candidatos masculinos. El avance ha sido espectacular en las últimas décadas, pero aún queda camino por recorrer.

¿Y qué aporta la visión de la mujer política respecto del varón?

En el ámbito político, las competencias más valoradas por el electorado se refieren al liderazgo, el compromiso, la toma de decisiones, la capacidad de adaptación y empatía, la ética, la escucha, la confianza y la habilidad para adelantarse a los acontecimientos. Creo honradamente que las mujeres, por nuestra condición, tenemos especialmente desarrolladas estas capacidades y, además, somos maestras en la generación de emociones positivas, como el entusiasmo, la ilusión, la motivación y la esperanza, tan necesarios en los tiempos que vivimos de absoluta fractura entre los ciudadanos y sus representantes.

¿Cómo se logra que el feminismo cale en la sociedad contemporánea?

Así las cosas, el futuro de una estrategia feminista que trate de superar el lastre que sigue arrastrando la igualdad de género en el siglo XXI ha de pasar necesariamente por incidir machaconamente en la educación como herramienta básica para conseguir la equidad social. Y hablamos de una labor social que durará años. Pero insisto, solo la educación en igualdad desde la más tierna infancia proporcionará los resultados perseguidos. Y esa tarea nos incumbe a todos.

Desde que se iniciara la serie histórica de datos, en 2003, en nuestro país han sido asesinadas casi 890 mujeres a consecuencia de la violencia machista. ¿Por qué esta violencia no es considerada terrorismo?

Podríamos calificarlo perfectamente de terrorismo de género, porque de lo que hablamos es de un problema genético. Demostrado está que la violencia de género que ejerce un hombre sobre una mujer no está en relación directa con su nivel cultural ni económico, con un tipo de sociedad u otra; la incidencia es igualmente pavorosa en las sociedades desarrolladas y, ya no digamos, en las subdesarrolladas. 2004 y el gobierno Zapatero supusieron un punto de inflexión para el feminismo en España, siendo la cuestión de la igualdad  y de la lucha contra la violencia de género los pilares centrales de aquella legislatura. ¿Pero de qué nos sirve disponer de una de las leyes integrales de protección a las víctimas de violencia machista más progresista de Europa, si la realidad se empeña en removernos las entrañas cada vez que una mujer muere a manos de quien dice amarla o la amó algún día? Insisto, la realidad y la legalidad, como en tantas ocasiones, avanzan como las líneas paralelas, que nunca llegan a encontrarse.

 ¿Y cómo erradicarla?

Educación, educación y educación. Porque si las mujeres y los hombres lográsemos armonizar una estrategia compartida en la lucha por la erradicación de la violencia de género, el objetivo sería fácilmente conquistable. Pero qué ocurre. Que la defensa de la igualdad de género real es solo un discurso especulativo. Después, la práctica no se corresponde con la teoría.

Hablemos ahora de la responsabilidad de los medios de comunicación en la última década. ¿Qué papel han desempeñado en materia de corrupción política?

En mi opinión, los medios de comunicación tienen una enorme responsabilidad con respecto a la comunidad a la que sirven como vehículo de información entre políticos y ciudadanos. Pero, como todos sabemos o sospechamos, los medios están mercantilizados y sirven a los sectores e intereses que económicamente les sostienen. De este modo, el rigor y la veracidad pasan a un segundo nivel de prioridad y la información se vuelve sesgada. Indudablemente los medios de comunicación, en los últimos tiempos, se han convertido en elementos de denuncia fundamentales para destapar los casos de corrupción política, encargándose además del seguimiento de instrucciones y sentencias. Sin duda, una  gran labor de servicio público.

Mª Ángeles López de Celis

Mª Ángeles López de Celis

Además de los asuntos de género, con La Diputada intentas reivindicar la política honesta, de firme creencia en lo público… ¿volveremos a creer en la política?

Yo soy genéticamente optimista, aunque es difícil serlo en los tiempos que corren. Sinceramente, creo que hay una mayoría de políticos honestos, a los que cada día les mueve el servicio público como prioridad en su profesión. Pero estos pasan desapercibidos, porque no hacen ruido. En cualquier caso, creo que la clave no pasa por los individualismos, sino por el compromiso real y contrastado de las formaciones políticas para eliminar de sus filas a imputados e investigados y profundizar en la transparencia tanto en su funcionamiento interno como en sus relaciones con las instituciones. Aún no se ha dado ni un solo paso que no sea teórico en este sentido. Y haciendo autocrítica, los ciudadanos debemos ser implacables en la exigencia de estas premisas a los partidos políticos, bajo amenaza de retirada de la confianza electoral.

A modo de colofón, ¿cuándo veremos a una mujer presidenta del Gobierno?

¡Ya me gustaría tener la respuesta! En cualquier caso, es importante que las mujeres vayan escalando puestos en sus formaciones políticas nacionales y autonómicas, de forma que estén colocadas en las mejores posiciones para liderar sus partidos en futuras convocatorias electorales. Creo que España cuenta con mujeres extraordinarias, de probada eficiencia y enorme peso específico en política como para ocupar la cabeza del Ejecutivo tan bien o mejor que sus colegas masculinos. Me encantaría ver a una mujer entrando en el Palacio de la Moncloa antes de terminar mi vida laboral activa.

 

Cristina Consuegra
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