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Aurora Luque: «Mª Rosa de Gálvez nos da una lección de insumisión preciosa en nuestros días»

Aurora Luque: «Mª Rosa de Gálvez nos da una lección de insumisión preciosa en nuestros días»

La Fundación José Manuel Lara, dentro de la colección clásicos andaluces, en colaboración con el Instituto Municipal del Libro de Málaga ha publicado Holocaustos a Minerva sobre la figura y la obra de la escritora Mª Rosa de Gálvez. Una edición que ha preparado la poeta Aurora Luque con precisión y tempo para que la trayectoria literaria de Gálvez no sólo sea aprehendida con la mirada del siglo XXI sino que su huella sea recuperada con la dignidad y trascendencia que le fue negada en su tiempo.

¿Cómo ha sido el proceso de investigación y edición de Holocaustos a Minerva. Obras escogidas?

La investigación viene de lejos, de hace más de una década. Mi interés por María Rosa de Gálvez arranca, de un lado, de mi encuentro con su obra Safo. Estaba preparando una traducción de los poemas y testimonios de la poeta griega para la editorial Acantilado cuando, al seguir las huellas en la historia de la poesía sáfica, descubro que una autora malagueña del XVIII ya había recurrido a Safo en busca de autoridad y legitimación para su escritura. También fue muy estimulante la amistad con dos empedernidos galvecianos malagueños, el experto en heráldica y genealogía José Luis Cabrera y el escritor Alfredo Taján. Taján y Cabrera me contagiaron su entusiasmo por el personaje, por los insólitos avatares biográficos de la autora.

En 2005 el Instituto Municipal del libro publica una edición de Safo y El egoísta, edición que preparamos Cabrera y yo. Fue un primer paso. Después edité las Poesías de Gálvez (Puerta del mar, Málaga 2007) y Amnón, en edición facsímil y no venal destinada a la Feria del Libro de Málaga.

Esta edición de 2013 tiene como objetivo presentar una muestra amplia de la obra galveciana con un estudio que pretende poner al día el estado de la investigación sobre la autora. Gálvez sale de Málaga y busca lectores gracias al empeño de la Fundación José Manuel Lara de Sevilla, que mantiene en pie una loable y seria colección de autores clásicos andaluces dirigida por José Lara, catedrático literatura española de la Universidad de Málaga.

¿Y qué destacarías de este trabajo? ¿Qué te ha proporcionado o sumado?

Investigar es un placer. Tiras de un hilo y este hilo arrastra toda una red de descubrimientos y caminos inesperados. En el caso de Gálvez se tiene la sensación además de estar explorando un territorio virgen, ya que el interés serio por su obra no se retoma en tiempos actuales hasta el año 1986, es decir, 180 años después de su muerte. Tengo la sensación de que queda mucho por indagar y descubrir.

La obra de María Rosa de Gálvez ha tardado doscientos años en ser rescatada. ¿Cuáles son los principales motivos que han hecho que su legado caiga en el olvido durante tanto tiempo?

Son principalmente tres razones (o sinrazones) que se entrelazaron fatalmente: su condición de autora neoclásica ilustrada, su vinculación personal con Godoy y la corte de Carlos IV y su condición de mujer escritora en la España de finales del XVIII.

Además, el neoclasicismo se ha leído mal en este país, que tachó de afrancesado a todo autor que manejara ideas europeas y cosmopolitas.

Y como mujer se la despreció muy tempranamente: la misoginia del siglo siguiente es atroz. A Gálvez se la descalificó sin leerla porque vivió sola e independiente y triunfó en el teatro. No se le perdonó que Godoy la ayudara a publicar sus libros, cuando casi todos los escritores recibían cargos, auxilios y ayudas de la corte (Jovellanos, Moratín…).

La autora se rebeló contra los modelos patriarcales que imperaban en la cultura de finales de la Edad Moderna. Se rebela de manera muy inteligente: llevando a su cabal realización coherente los principios de igualdad y libertad que propugnó la Ilustración, el sapere aude, el uso de la razón con vistas a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Gálvez incluía a las mujeres, otros ilustrados no fueron tan consecuentes.

María Rosa de Gálvez holocaustos a minerva ¿Por qué fue una autora tan adelantada a su tiempo?

Quizá porque las circunstancias de su matrimonio (se separó de un marido calavera que acabó con sus bienes) y el ejemplo familiar (en su familia hubo ministros, abogados  y militares comprometidos con la causa ilustrada de Carlos III) la impulsaron a abrir los ojos y la mente, a llevar una vida no recluida, a leer, a desear conocer el mundo y a buscar la fama y el éxito a través de la escritura y el teatro.

¿Qué aspectos hicieron que su obra fuera distinta?

Aunque se ciñe en apariencia a los géneros neoclásicos canónicos, su perspectiva vital es originalísima. Conoció, gracias a sus familiares y a su relación personal con la corte madrileña, los conflictos del poder y su peso sobre las vidas de los no poderosos. Muchas veces escribe sobre heroínas en sentido negativo, como Florinda, una víctima de los excesos políticos del rey Rodrigo y de su padre el conde don Julián. Nadie había representado antes la caída de los godos desde el punto de vista de la mujer humillada y utilizada.

¿Cómo son las mujeres que habitan por entre las páginas que conforman la obra galveciana?

Las hay de muchos tipos. En sus tragedias aparece la víctima de los excesos de poder de la sociedad patriarcal. Ante una autoridad masculina opresiva, la heroína elige el suicidio (Safo, Florinda, Blanca de Rossi) o el exilio (Thamar) antes que el sometimiento. Pero antes de morir exponen y denuncian la injusticia que sufren.

Hay personajes originalísimos, como la reina Zinda, basada en un personaje histórico, que lucha orgullosamente por la libertad de su pueblo con ideas ilustradas: una mujer, reina y negra, denuncia la esclavitud como producto del colonialismo mal entendido. Es pionera en tratar el  tema  del antiesclavismo  en España.

En las comedias, Gálvez dibuja también a mujeres poderosas, como la tía Guiomar de La familia a la moda, rica y llena de inteligente autoridad. O la inefable doña Evarista de Los figurones literarios, apasionada por la prensa extranjera y por los viajes. O las inteligentes jóvenes que con humor y razones desbaratan los proyectos de matrimonios interesados que las familias pretenden imponerles.

¿Influyó el género en su obra?

Sí, pero en un sentido muy diferente al esperado. No escribió una literatura femenina al uso de la época, centrada en la introspección, la intimidad y los sentimientos de la esfera privada. Se atrevió con los géneros literarios más públicos, la comedia y la tragedia, que exigían lidiar con compañías de actores, con mecenas y con el espectador y sus gustos. Pero en ese ámbito diseña personajes femeninos fuertes que cuestionan sutilmente el papel sin voz de las mujeres en la sociedad. Florinda dirá a las claras que su padre y el rey la han manipulado para conseguir sus objetivos. Ningún varón llegó tan lejos.

Ella cultivó poesía y teatro, ¿dónde se encontró más cómoda?

En el teatro, sin duda. Teatro, que por otra parte, está todo escrito en verso, a excepción de la comedia en prosa Un loco hace ciento. Ella misma reconoce que muchas de sus poesías son de circunstancias. Pero hay otro grupo de poemas más personales, aquellos en los que trata los temas de la amistad y de la soledad como ámbito propicio para la creación.

En su teatro volcó toda su ambición. Quiso renovar e innovar en el género de la tragedia; pensaba que los talentos hispánicos no se aplicaban a ella y que se sobrevaloraban las traducidas del francés. Quiso y supo consagrar holocaustos a Minerva.

Dentro de su obra, ¿qué comparten ambas disciplinas y en qué se diferencian?

El ideario ilustrado permea toda a obra galveciana: están presentes siempre la crítica a la superstición, la denuncia de los abusos de autoridad paterna o monárquica, la defensa del buen gobernante que busca la felicidad de su pueblo. La poesía toca temas específicos como el elogio de la investigación científica o el canto a la naturaleza (Viaje al Teide). El teatro presenta de manera más viva los conflictos entre las pasiones humanas: la pasión política versus la pasión amorosa; la razón de estado como fuerza que coacciona la libertad de los individuos.

Aurora Luque

Aurora Luque

¿Por qué ese interés por dramas que escenificaban conflictos en torno al poder?

María Rosa de Gálvez aprovechó literariamente la aguda intuición de que lo personal es político. Sabía que el destino individual está ligado a decisiones políticas que sobrepasan la voluntad de cada individuo. Pasó largos años en litigios para defender sus propiedades: conocía las leyes de los hombres. Conoció las entrañas del poder: su familia se entregó activamente a la vida política, sus tíos realizaban misiones militares, diplomáticas, reformistas; fundaban ciudades, firmaban tratados, se codeaban con reyes europeos, conquistaban territorios americanos. Era lógico hasta cierto punto  que la joven de la familia no se dedicara a la literatura mística o sentimental  o doméstica.

¿Qué puede aportar la obra de María Rosa de Gálvez al presente?

Es un rescate necesario. Recordemos que nuestras sociedades democráticas se fundan en principios heredados de la ilustración. Gálvez va mucho más lejos que otros dramaturgos al exigir coherencia en la aplicación de esa razón universal y rectora. Su vida de luchadora que no se resigna ante las circunstancias adversas es ejemplar: puso un gran brío en su empeño teatral, en su deseo de renovación y dignificación de la escena. Fue una mujer que no quiso callarse: nos da una lección de insumisión preciosa en nuestros días. Respondía en cartas a los periódicos insatisfecha ante las críticas que hacían a sus obras y protestaba cuando la censura eclesiástica condenaba alguno de sus dramas.

De entre toda su trayectoria, ¿qué obra destacarías?

Las más originales son sin duda Zinda por su condena de la esclavitud y su gallarda y razonable reina negra (la antítesis de la anodina reina María Luisa); y El egoísta, una comedia lacrimosa en la que lleva a escena sus cuitas como mujer maltratada; en ella incluso defiende la existencia del divorcio. ¿Se entiende por qué la sepultó la crítica decimonónica en el olvido?

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