Este ha sido un año muy importante en la vida de Juan Miguel del Castillo (Jerez, 1975). En el momento de la entrevista se encuentra en plena gira internacional de festivales, presentando la película con la que ha conseguido llevar los desahucios a los amantes del buen cine, Techo y Comida.
Juan Miguel del Castillo: «Aunque intenten vendernos que en el cine andaluz ha habido movimiento, la realidad es que se han hecho tres o cuatro películas estos años, que han tenido éxito y han sonado»
Hablaremos de sus orígenes y comienzos, del viaje creativo que ha tenido el proyecto desde la fase de escritura la de distribución, pasando por las experiencias de producción junto a Natalia de Molina y Jaime López, así como de la realidad social andaluza en general —y de la del audiovisual en particular—, desde un sentido pedagógico hasta lo referente al exiguo tejido industrial cultural, en lo que a imagen y sonido se refiere.
Gonzalo Grimaldi: Ya estarás cansado de escuchar enhorabuenas, pero lo que has hecho es muy difícil, teniendo además la repercusión que ha tenido. Quería darte la enhorabuena.
Juan Miguel del Castillo: De eso nunca se cansa uno, hombre, sobretodo la gente que te conoce, te dicen que les da cosa llamarte. Está bien, porque con todo el esfuerzo que ha costado hacer la peli, mientras sean buenas noticias, bueno es.
Vamos a empezar por el principio, tú naces en 1975, ¿en qué barrio creciste?
Crecí en el barrio de Las Viñas, por la zona de Las Delicias, en Jerez. Como La Viña en Cádiz pero con ‘s’, en plural. Es una zona tranquila y humilde, se puede parecer incluso a La Granja, donde está el instituto que tiene el FP de Imagen y Sonido donde entré a estudiar a los 13 años. Nosotros somos cuatro hermanos, yo hago el tercero.
Mi padre está ya jubilado, tuvo una vida trabajadora, fue agente comercial, representaciones, venta, eso fue la mayor parte de su vida, de más joven trabajó de otras tantísimas cosas, en aquellos años. Mi madre trabajó de joven también, pero luego al crecer la familia no le quedó otra que dedicarse al enorme trabajo de criarnos y llevar la casa. Mis hermanos tenían tebeos, pero no me llamaban la atención. Grababa pelis y series de la tele. Grababa también los programas de Garci por los análisis y sobretodo el programa Metrópolis, cuando dedicaban programas enteros a cortometrajes. Esto cuando empecé en esa escuela, el año 1988.
En realidad lo que más me influyó de pequeño fue tener una cámara en casa. Al principio una Super 8 con la que grabábamos los encuentros de la familia, que luego proyectábamos y era un poco como el gran acontecimiento, para ver [casi] nada, tres minutos, rollos de películas muy chicos. Vernos a nosotros mismos, nuestras imágenes, típicas imágenes familiares, cuando tenía unos 5 ó 6 años. Cuando entró la primera cámara de video en casa, que estaba a la vez empezando los estudios de Imagen y Sonido en el IES La Granja, pues ya empezaba a hacer grabaciones con mis hermanos, que si un informativo, que si ahora el anuncio de una película. Grabábamos imágenes en la calle anunciando la cartelera de los cines, como si fueran trailers. Eso fue las primeras cosas que hacía, junto a un hermano que es de mi edad, más o menos. Me hice a la cámara y me pasaba todo el día grabando.
Así que tu formación original es prácticamente experimental, trabajando con el material.
Claro, hasta que me fui a estudiar a Barcelona. Lo de La Granja fue recién salido de 8º de EGB. Ahí ya vas aprendiendo, haciendo las cosas un poquito mejor, haciendo algún corto. Te mandaban un trabajo y ya lo hacías un poco mejor con los colegas, me fue gustando. Ya te pones, haces otro, y otro, teniendo los materiales tanto en casa como en la escuela pues te da esta oportunidad y te lo vas tomando más en serio. Cuando acabé allí, quería seguir, y ya me fui a la escuela de cine en Barcelona.
¿Cómo lo encajaron tus padres?
Bien, como siempre había estado en eso, lo entendieron y bien. En Jerez, cuando ya tenía mis cámaras pues me llamaban para hacer un pequeño video, después hice las prácticas en Onda Jerez, haciendo gráficos también, me llamaron para una Semana Santa, iba combinando. Pero vamos, pequeñas chapucillas, un primo mío me comentaba que se iba a casar una amiga suya del trabajo, me invitaba a grabar a la boda, lo típico. Te hablo de que éramos muy jovencitos, éramos menores y te sacabas un dinero. Me dieron una vez 5.000 pelas… “¡Hostia! ¡Estamos grabando y nos pagan!” [risas]. Muy al principio. Esa era la forma de empezar, te divertías y al mismo tiempo te pagaban, flipábamos. También he trabajado en otras cosas, entre curso y curso en Barcelona, en hoteles de Andorra, de botones. Y cuando acabé ahí en 1995 he trabajado también de otras muchas cosas, son muchos años. El audiovisual tú ya sabes cómo es, además en Cádiz, en Jerez. Monté también una productora propia, compré material, he estado de alta mucho tiempo. He trabajado también en Sevilla, en muchas productoras, haciendo programas para la tele y combinándolo con mis cortos. Viniendo de aquí ya sabes cómo es, tienen que pasar muchos años hasta poder sacar una película.
Una vez entras en la escuela, te especializas en dirección, ¿qué te influenció más?
Una vez allí, más que las películas, que me gustaba ya mucho Alfred Hitchcock −aunque no tenga nada que ver con lo que hago−, me influenciaron los profesores. Luis [Aller], tú lo tienes que conocer también, los ejercicios que nos ponía en clase, Chaplin, Woody Allen, etc. Todo lo que nos explicaba en clase. A mí no me pasaba como a otra mucha gente que dice, flipo con tal o cual director o, me encanta este cine... Soy una mezcla muy grande de todo, hoy en día me gusta una gran cantidad de cine que allí no había visto. Los hermanos Bardem, Michael Haneke, toda esta gente los conocí después, en el CECC [Centre d’Estudis Cinematogràfics de Catalunya] no me hablaron de ellos. Allí se estudia más cine clásico, digamos, que te abre un poco la mente, y entonces tú ya vas descubriendo. Pero vamos, las cosas que él explicaba las veo también en este cine.
¿Y los referentes del cine social? El neorrealismo italiano, algo de la nouvelle-vague, el cine obrero inglés, ¿te llamaban la atención?
Recuerdo que me encantó El ladrón de bicicletas, aunque lo mismo te digo Amanecer de Murnau o las pelis buenas de Woody Allen o de Akira Kurosawa. Yo he hecho una peli de corte social, pero puedo hacer cualquier cosa, que no he estado nunca ni quiero estar encasillado. Aunque es de donde vengo, en mi última etapa de estudiante escribí el corto Rosario, me vine para Jerez y lo presenté a una productora, la de Jordi Domingo [Quimelca]. A él le gustó, ya lo conocía de la escuela de cine. Y al año me llamó y lo rodamos allí, tuvo muy buena acogida. Ganamos unos quince premios, funcionó muy bien y eso me abrió las puertas a un largo; Jordi Domingo me dijo que qué iba a hacer ahora y le dije que no sabía, que quizá otro corto y tal, pero funcionó tan bien que me dijo que tenía que hacer una peli ya. Le pregunté que cómo la iba a producir y me dijo que la escribiera y que ya veríamos. Él estaba contento con nosotros, un equipo de gente que es en la que he confiado desde siempre, y bueno, hicimos el guión.
Estuvimos un año y pico o así, lo aprobaron en la productora para rodar largometraje en 2008, teníamos 2,5 millones de euros de presupuesto, se iba a rodar en 35mm. Pero justo estábamos en la pre-producción y falleció él, Jordi [Domingo]. La tengo en el cajón, pero ya no me apetece contar esta historia, la escribí con veintitantos años, y claro, la intenté mover por otras productoras, pero él tenía una confianza especial en mí, desde la escuela de cine. A mí se me fue una oportunidad y también un amigo. Seguí en el trabajo pero faltaba él, que era mucho en aquel proyecto. Fue un accidente laboral en un rodaje, una carga que se le cayó encima. Un amigo que sabía que tenía un proyecto con él me llamó para contármelo. Sucedió y ese proyecto ya se aparcó y estuve unos años que nada en cuanto a cine. Eso fue un palo, todo listo para hacer y tardé en recuperarme. [Xavi Puebla, director de cine y profesor en el CECC realizó un documental de 53 minutos sobre su vida, Cap a Quimelca, 2009].
Y en tu experiencia como estudiante, me refiero más a lo que viviste de chaval que a cuando te fuiste especializando, ¿tú crees que se podría cambiar algo en primaria y secundaria para que los alumnos tuvieran algún tipo de formación básica en tratamiento de imagen para interpretar los medios de comunicación, utilizando estas herramientas pedagógicas? El audiovisual para entender la realidad, ya que la información de masas corre mucho por canales audiovisuales y de alguna forma es la realidad que se establece como oficial.
Juan Miguel del Castillo: Creo que sí, también he sido formador. He dado algunos talleres en horarios extra-escolares por las tardes. Creo que se hace muy puntualmente. Se debería integrar en la formación reglada, en horas lectivas, no como algo extra-escolar. O el cine, el audiovisual y las nuevas tecnologías, que además eso es algo que le gusta mucho a los chavales. Claro que se podría hacer, lo que haría falta es que tuvieran intención, voluntad política. La verdad es que sí, que aunque intenten vendernos que en el cine andaluz ha habido movimiento, la realidad es que se han hecho tres o cuatro películas estos años, que han tenido éxito y han sonado. Eso debería ser lo normal, no debería ser extraordinario.
El año pasado fue La isla mínima, este año Techo y comida, el anterior El mundo es nuestro, te hablo de lo que ha sonado. Es una pena, eso no es nada, debería estar multiplicado por diez o por veinte para que se pudiera hablar de una industria y poderse decir “qué buen cine se hace en Andalucía, qué de gente currando”.
He estado hace poco en los premios Asecam, había doce largometrajes y la mitad eran documentales. Lo que quiero decir con esto es que no existe un tejido industrial en la práctica. Y es que casi no lo hay tampoco al hablar de España. Nos queda mucho camino, muchas ayudas y mucho recorrido, y no sólo en Andalucía, también en el resto del estado. Nos queda mucho que aprender por ejemplo de Francia, donde la gente tiene más oportunidades. Yo soy muy tozudo, me gusta mucho esto y he estado luchando muchos años. Pero si todo el mundo tiene que conseguirlo así, si no tienen camino, es normal que desistan. Aquí es un esfuerzo muy grande. También hay que vivir y no se puede estar sólo volcado en eso, lo he hecho por lo que te he comentado. No creo que esa sea la manera correcta de llegarlo a conseguir, de dedicarse al cine o a hacer una película.
¿Y en general, más allá del cine y el audiovisual?
En general muy mal, a nivel de trabajo y en particular la provincia de Cádiz, también Jerez, estamos a la cabeza en desempleo. La gente no tiene oportunidades, no hay trabajo, mucha gente pasándolo mal. La gente más joven está partiendo de una realidad muy hundida. Eso es lo que me motivó a hacer esta película. Es que aquí no es que esté todo mal ahora, es que ha estado mal siempre.
¿Cuándo empezaste a escribir Techo y Comida?
Pues en el año 2012. El año que más desahucios hubo, fue brutal, a finales de ese año. Llevaba tiempo dándole vueltas, había hecho muchos cortos. Quería escribir el guión de otro largo, que el primero no pudo ser por lo que te comenté antes. Yo estaba buscando historias que me inspiraran y con la que estaba cayendo eso es lo que me inspiró. Como me tiraba la historia pues me tiré un año escribiendo y cuando lo acabé pues lo presenté a otra productora de Barcelona, Diversa Films, gente que ya conocía, compañeros de la escuela.
¿Cómo fue la investigación al respecto en cuanto a lanzamientos hipotecarios?
Todo lo que sale es real, está investigado al 100%. Todos los procesos jurídicos, el abogado, las ayudas de los servicios sociales. Fui muy meticuloso porque te pueden tachar de falta de rigurosidad, de que aquello no es así, y al tocar un tema tan delicado estás en el punto de mira. ¡Una película de los desahucios! He tenido que leer mucho, ver documentales, hablar con abogados, con gente del juzgado, los secretarios judiciales, los que tienen que ir a las casas a hacer los lanzamientos. Vamos, con todos. Todo súper documentado. Y las ayudas de los servicios sociales, por ejemplo, son tal y como sale en la película. Y todo esto en Andalucía, que es distinto en cada comunidad. Hay que hacerlo con este rigor porque la gente, el espectador, desconoce cómo es. Y es una responsabilidad dar los datos reales.
Cuando tienes la película escrita, ¿cómo lo llevas adelante hasta llegar a la pre-producción y el casting?
He tenido la suerte de encontrar la productora. Escribí el guión solo, y una vez que lo acabé, busqué productora y la encontré. Fue la primera, porque me conocían, también son compañeros del CECC, de esa época. Una quinta que tenemos ya entre cuarenta y cuarenta y cinco años. Esa gente han montado su productora y están allí instalados. Ellos estaban buscando cosas y les llamé, y al conocerte es un poco distinto, me pidieron que se lo enviara, que ya lo verían… hacía mucho tiempo que no hablaba con ellos y bueno, les encantó. Me dijeron que no sabían cómo pero que lo iban a producir. Ellos han buscado toda la pasta, hicieron una campaña de crowfunding que sacamos 30.000 euros, sólo un 10% y eso llevó a que productores asociados, a nivel empresarial con ayudas privadas poner el resto [unos 300.000, es un presupuesto muy bajo para la proyección que está teniendo la película]. El casting lo hice yo sólo a nivel personal, tenía las cosas muy claras. Buscaba a la gente que me gustaba y se lo decía a la productora. Ellos se encargaban de llegar a un acuerdo contractual.
¿No tuviste que hacer ningún casting?
Tuve la suerte que los que yo quería dijeron que sí, con algunas excepciones. Entre ellas el personaje de la vecina, que tiene un peso grande en la trama. Es un proceso largo.
En cuanto a Natalia supongo que lo tenías súper claro.
Sí, Natalia lo puso muy fácil desde el principio.
¿Cuál fue su trabajo referencia para escogerla en este papel?
Sólo Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba. No teníamos más material. Pero ella tenía el perfil que yo quería, era andaluza, podía hacer el acento de Jerez. Físicamente encajaba, transmitía la fragilidad que quería para el personaje pero a la vez mucha fuerza, y también lo buena actriz que es, estaba en un momento emergente, le dieron el Goya a actriz revelación una vez ya estaba escogida. Era una apuesta mía, entonces no era tan conocida.
Su carrera la ha apuntalado claramente.
Claro, ella está consagrada ahora. Tiene el Goya a actriz protagonista y todo el mundo la quiere. De hecho está superliá, tiene mucho trabajo.
¿Y Jaime para el personaje de Adrián?
Para Jaime sí hicimos un casting, el único que hicimos un casting, porque era un niño. Hicimos varias convocatorias en Jerez durante varios días y tal, se presentaron unos 150, y estuvimos descartando y descartando hasta que lo elegimos a él. Jaime sacó a Andrés desde el principio, se veía que tenía contenido y bueno, me sorprendió. Fue un momento genial. Después rodamos con él y ahí está, un actorazo. Es muy bueno.
¿Tú habías trabajado antes con chiquillos?
Sí, en otro corto. Pero tuvimos una experiencia que no fue muy buena. El niño a mitad del rodaje se quería ir para su casa llorando, se asustaba o estaba cansado. El niño se quiere ir y se tiene que ir, no es como un adulto. No puede entender lo que eso significa. En este caso no, Jaime no tenía fin, no se agotaba, siempre que se iba le daba pena irse. Volcao, el tío. La energía del chaval se ha notado mucho. Hizo el trabajo de recrear el papel muy bien.
¿Cómo te tomaste que os seleccionaran para el Festival de Málaga que de alguna manera es el que ha catapultado la película hacia otros festivales y premios.
Pues bien, para nosotros el objetivo era ir a Málaga, fíjate tú. Hacer la película y como éramos desconocidos, una película pequeña, de bajo presupuesto, nuestro objetivo era hacerla y que la seleccionaran en Málaga y que fuera un trampolín para darla a conocer. Ese era nuestro objetivo y así pasó.
Para nosotros fue una gran alegría. Tú haces una peli y te la pillan en sección oficial, pues entonces encantaos, pero es que fue ir allí y nada más proyectarse en el pase de prensa aquello fue… se montó un pitote, todo el mundo empezó a hablar genial de la película, nos trajimos tres premios y allí nos salió distribución.
En la fiesta final del festival vinieron dos enchaquetaos de A contracorriente, que uno ya la había visto y los dos habían oído maravillas de la película y que, si nosotros queríamos, ellos la distribuían y que teníamos que hablar. Intercambiaron tarjetas con los de la productora y como también son de Barcelona y tienen ya esa cultura, pues ya ellos llegaron a un acuerdo y nada, se estrenó en toda España.
¿Y a raíz del éxito de los Goya está viajando a otros festivales?
Sí, hemos estado en varios y ahora quedan muchos más. Hemos estado en Estonia, en Nantes (Francia), Pinamar (Argentina), Tetuán (Marruecos), y la semana que viene nos vamos a Sidney (Australia), luego iremos también al SFIFF de San Francisco (California) y tres o cuatro más que tienen que llegar. Ahora nos está moviendo otra distribuidora internacional, Latido Films, están asociados con A contracorriente.
Ya un poco por acabar, ¿estás pensando o escribiendo para el futuro?
Juan Miguel del Castillo: Sí, tengo varios, lo que no sé cuál es el que voy a hacer. Cuando me decidí por Techo y Comida tenía varios, acabé con este pero podía haber sido otro. Siempre me pasa, tengo muchas ideas, proyectos que quieres hacer, y al final por lo que se encarte, escoges a uno antes que otro. Ahora mismo hay varias cosas, alguno lo tengo claro, pero lo quiero dejar para más adelante, para otra etapa. Son más complejos. Y otros que están más en cartera y ahí ando.
¿Son más accesibles de producir?
No es eso, yo también me tengo que decidir, tengo que estar mucho tiempo con un proyecto, es más una cosa mía personal que un factor externo. Yo muevo mi proyecto y las productoras, la gente, los que quieren ver mis cosas… yo elijo qué es lo que presento. Esa es mi batalla, ¿no? Es una cosa más mía que de fuera. Tengo sinopsis, tratamientos, ideas, cosas que incluso están en mi cabeza que aún no están escritas.
¿Y las temáticas?
Temática social hay, me tira, pero también hay otros temas. Hay algunas más vendibles, otras más personales, comedias, dramas. De todo un poco. En la línea de Techo y Comida también me apetecería seguir, vamos, de alguna manera asociadas a la realidad que vivimos.
¿Alguna anécdota que te apetezca contar del rodaje?
Hay muchas. Una que cuento a menudo es la de la escena en el supermercado, que es donde el personaje de Natalia siempre va a comprar y después hay una pelea. Lo hicimos un sábado por la tarde. Nos preguntaron si queríamos rodar con gente y eso es imposible. No sé cómo fue, que estábamos allí rodando y se coló un hombre, cogió su compra, se puso en la cola donde estaban todos los figurantes, y cuando llegó a la caja quería pagar [risas]. Creyendo que estaba abierto llevó su comida en la cesta y cuando fue a pagar comentaba “Claro, yo veía aquí algo raro, las cámaras, la gente, no veía a la cajera”. Iba a pagar, estuvo allí dos horas, decía “creía que la cola iba muy lenta, esto no avanza” [risas]. Le tuvimos decir que no le íbamos a poder cobrar, que iba a tener que dejar los artículos, que no éramos de allí, que aquello estaba cerrado. Fue curioso, el tío no se lo creía.
Quería preguntarte por una escena en particular, la del sueño. Cómo fue al concebirla y desarrollarla.
Había que representar sus miedos, que nunca salen reflejados más allá de pinceladas momentáneas durante la película. Pinceladas que puede coger el espectador o no. Planteamos hacer este sueño para mostrarlo un poco más claro. Tiene miedo al casero, tiene miedo a perder al niño y decidimos mezclar los dos miedos en una escena onírica. Quería hacer esto de una forma sutil, no quería hacerlo en una escena dramática. Mostrarlo sin palabras y dejarlo ahí. Ella está atrapada en su casa y no puede resolver lo que le asusta por mucho que intente involucrarse. Queríamos mostrarlo de esa forma. Nos costó mucho trabajo rodar aquella escena, a nivel técnico es compleja. Se lo curraron mucho la gente de arte y de fotografía y la verdad es que sí, que quedó guay.
Estupendo Juan Miguel, esperemos que también quede una buena entrevista con todo lo que hemos grabado. Te dejo en paz que llevarás hasta prisa.
Sí, me están esperando. Es fin de semana y estoy superliao, por eso te dije el sábado, imagínate entresemana. Estamos terminando el rodaje y el montaje de una serie en Sevilla. Ahí andamos liaos. Se va a llamar Brigada de fenómenos. Empieza en Canal Sur a finales de este mes. Comedia policiaca. Es trabajo, tú sabes. He trabajado mucho en edición y ahora es en lo que estoy.
Me gustó mucho la edición de Techo y Comida, pero me sorprendió aún más la de Rosario, que creo que es un formato más difícil de editar, el cortometraje. Creo que pillar el tempo es más difícil, al tener que contar todo lo que puedas en menos tiempo.
También lo monté yo aquel corto. Y sí que es distinto. Además fueron rodados de forma muy diferente.
Pues que vaya estupendo y que tengas mucha suerte. ¿Algo que quieras decir para despedirte?
Saludar a los lectores de secretOlivo, que vayan a ver mucho cine y sobretodo cine andaluz.
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