Malditos

Niño de Elche, la voz de la conciencia

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Niño de Elche, la voz de la conciencia

Resulta que los afines llegan a uno sin tiempo y se transforman en una presencia infinita, constante, como un latido que sé me acompañará para siempre, así son, así ocurre con mis amigos, que lo han sido desde siempre, aunque hayamos esperado, como Francisco Contreras, a un día me pidió un texto sobre Miguel Hernández para un disco que estaba a punto de lanzar sobre el poeta oriolano.

Pero, ¿quién es Francisco Contreras, Niño de Elche? Paco viene del flamenco pero se sitúa conscientemente en frente del arquetipo y de los tópicos flamencos. Si los usa es para reventarlos. Como flamenco es antiflamenco. Nada de esencias, de orígenes oscuros y cuartos cerrados de cabales.

Descubro en Paco a un magnífico lector de poesía, de ensayo, de arte contemporáneo, degustador de estilos musicales que incluso van más allá de mis extremos musicales. Descubro a un cantaor que se cuida, que considera la tauromaquia una barbaridad, que se deja, en definitiva, acariciar por los vientos libertarios donde se cultiva la amistad, la generosidad, el apoyo mutuo.

Descubro a un igual que goza, como yo, de la buena mesa, de la mejor compañía, de la soledad de los libros. Descubro a un hermano menor al que me gustaría parecerme si tuviera veinte años menos, pero tal vez las cosas ocurren ahora precisamente por eso, porque soy yo quien tiene veinte años más.

Así también lo vio el artista Isaías Griñolo y así fue como decidimos montar un pequeño grupo de acción que llamamos LOS FLAMENCOS. Bajo este nombre fuimos a Edita, donde presentamos un montaje basado en un largo poema mío: Estaban tan hechos a perder, con montaje audiovisual de Isaías y la voz al cante de Paco, que dialogaba con el poema y las imágenes.

Gustó tanto como levantó ampollas en los de siempre, los que duermen temerosos en los umbrales del Poder. Estábamos pues en el buen camino, el camino de la colaboración generosa, la amistad y la disidencia que cada uno también ha cultivado por su lado.

Llevamos aquel espectáculo a Voces del Extremo, que era como jugar en casa, una noche de estrellas en el campo de Isla Canela, en la casa del poeta de las retamas, en el hogar luminoso de otro afín, Eladio Orta; y después continuamos con otro proyecto: LOS CANTES TÓXICOS DE NUESTRA TIERRA, recorrimos media España gracias a la energía transformadora de los rescoldos del 15M.

En Murcia vaciamos una plaza de flamencos que habían ido a escuchar flamenco y la llenamos de ciudadanos indignados, cabreados, jodidos, desengañados de la política, los políticos y el Poder que, de pronto, escuchaban en otras voces la voz íntima de su propio corazón.

En Toledo directamente nos cortaron la luz para que no continuáramos y la fiesta terminó en la calle, donde Niño de Elche cantó para un público enfervorecido y entusiasmado que, poco antes, se había negado a abandonar la sala a menos que nos dejaran terminar el espectáculo.

En el Teatro de la CNT de Logroño fuimos a tocar un día de lluvia tan tremenda que medio techo se hundió haciendo imposible la actuación, pero había tanta gente en la calle que decidimos actuar en medio de la sala, en el trozo que aún quedaba en pie, sin micrófonos y casi sin luz…

Tengo tantos recuerdos que me cuesta creer que Niño de Elche y yo nos hayamos conocido, como quien dice, anteayer; pero, ¿cuándo fue que vino Paco por primera vez a Voces del Extremo? No lo recuerdo, pero sí la profunda emoción de los presentes al escucharlo. Sí lo que Paco disfrutó y lo mucho que se llevó de allí, tanto que, en su generosidad sin fin, ha querido ahora devolvernos toda la magia que Moguer concentra durante los cuatro días de verano que dura el encuentro en este disco mágico, punzante y sin fin que estoy seguro viene también a marcar un hito del tamaño del que en su día levantó el ya mítico Veneno.

¿Su secreto? Haber sabido montar un disco que habla la lengua de la calle frente a la cháchara de los medios, que por encima del lenguaje políticamente correcto e ideológicamente condicionado muestra las grietas por donde se cuela lo que queda de pueblo, es decir, de inteligencia natural e instintiva en cada uno de nosotros, que siente por la piel ajada y machacada de los de abajo y no se amolda a los condicionantes y las cremas embellecedoras de este horror que llamamos cuerpo social, masa, país en vez de pus; un disco que revela la calle privatizada y arrojada a la especulación financiera, inmobiliaria y diseñadora, y la completa opacidad en la que todo esto ocurre, una opacidad hecha de cámaras de vigilancia, de policía de proximidad, de bandos municipales, de desconfianza y miedo entre los que tienen que cruzarse en ella; un disco que habla del desastre ecológico, de la desesperanza de poder vivir en un mundo en armonía con nuestros hermanos de pico y pelo, de las ilusiones frustradas por partidos que jamás se montaron para hacer la revolución sino para contenerla, de lo que el pensamiento de la calle calla por temor a las leyes, al Estado, a la ideología capitalista, al propio pensamiento autónomo, libre y liberado de los corsés de la tradición, de la costumbre, de las maneras del Poder .

Todo este run run está en este disco porque este es el run run con el que hemos construido durante dieciocho años (y los que sigan) estos encuentros, este festival, esta magia que un día llamamos Voces del Extremo porque éramos gente que vivía en la raíz, que pensaba por la raíz y que sigue intentando vivir sabiendo muy bien lo necesarias que son las raíces para que no te lleve el viento de la moda, de los modos, del Capital.

¿Pero qué era Voces del Extremo?, pues lo que sigue siendo, una hidra con mil cabezas de las que salen otras mil cabezas cada vez que una de ellas es cortada. Una cabeza que llamamos poesía de la conciencia y que pretendía recoger e impulsar una serie de discursos críticos que, de forma dispersa y a veces sin conocimiento entre sí, se estaban dando por todo el Estado desde finales de los años ochenta, para crear con esas y las que vendrían después, como esta voz de Niño de Elche, un frente de oposición beligerante a las iconografías y los discursos que ha legitimado el Capital, queriendo hacer frente a sus relatos excluyentes, a las imágenes y a los modelos que el capitalismo sanciona.

Un encuentro que es un verse, un reconocerse, un vivirse y un darse ánimos los unos a los otros, los vividores del extremo, de la conciencia, de los que quieren aún producir en abundancia un espacio anómalo en el que poder vivir y que poder reivindicar desde lo humano mejor que este sistema, esta forma de vivir aplasta cotidianamente.

Eso es Voces del Extremo, un vivero, un lugar donde hacer crecer la desobediencia y la lucha por quebrar la actual construcción de la realidad y sus relaciones de dominación; y en Voces del Extremo, Francisco Contreras, mi amigo, mi hermano Paco, Niño de Elche, tiene desde siempre su casa, con él, gracias a él, se podrán seguir llevando todo lo demás, pero no la canción, que en las manos de los poetas y la garganta de Paco seguirá siendo, como fue siempre, nuestra.

Antonio Orihuela
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