Alejandro-López Menacho Las 101 películas españolas para entender nuestro presente
Entrevistas

Alejandro López Menacho: «El cine español es objeto de bulos porque discute el poder establecido»

Alejandro López Menacho

Alejandro López Menacho: “El cine español es objeto de bulos porque discute el poder establecido”


Durante la última década, nuestro país ha vivido un proceso de transformación social evidente, con numerosos cambios políticos y económicos que afectan al día a día de su población. Se ha producido una aceleración de los tiempos, han surgido nuevas formas de explotación y se ha puesto sobre la mesa preocupaciones de primer orden: vivienda, precariedad, derechos humanos, migración, identidad… Pese a la mala prensa que algunos quieren imponerle, el cine español ha sido capaz de explicarnos esta poliédrica y compleja realidad. Ya lo era y probablemente lo será, el séptimo arte siempre fue reflejo de las cosas que vivimos.  

De este efecto espejo surge 101 películas españolas para entender el presente, un libro entre el ensayo y la guía cinéfila donde el periodista Alejandro López Menacho analiza ciento un películas que, desde principios de siglo XXI hasta la actualidad, nos resumen los principales retos que ha vivido y a los que se enfrenta nuestra sociedad.

Con una implícita carga crítica y un sinfín de curiosidades, el libro recoge análisis de 101 films de apenas mil palabras que van desde Los lunes al sol (el drama del desempleo de larga duración), hasta El Bola (el maltrato infantil), No habrá paz para los malvados (corrupción policial), La mano invisible (la precariedad laboral), Carmen y Lola (tolerancia y diversidad) o El Rey (el lastre de la monarquía borbónica)… y así hasta completar el número de portada.

Sirve también, este proyecto editado por la editorial andaluza Héroes de Papel, como una defensa de la creación artística contemporánea en el séptimo arte de nuestro país.

Charlamos con Alejandro López Menacho sobre cine andaluz, los títulos que más le han sorprendido últimamente y el estado actual de la cuestión cinéfila. Una charla para leer con palomitas.

Alejandro López Menacho

¿Por qué esforzarnos por entender este país y este presente a través del cine?

Alejandro López Menacho: ¿Y por qué no hacerlo? Es decir, hay muchas formas de intentar entender lo que está pasando en este país y porqué somos así; el cine es una de ellas. Pero es sólo una opción, la que yo he elegido, la que me apasiona y la que creo que puede gustar a mucha gente. Pero está la literatura, los medios de comunicación, la enseñanza… cada uno que elija su forma de comprender el mundo. Yo propongo hacerla a través del séptimo arte.

¿Qué películas te han sorprendido más de las que no habíais visto antes de escribir este libro?

Venga, me voy a mojar. Sicarivs, de Javier Muñoz, me parece espléndida. Habla de los bajos fondos y de la corrupción política; pero es ante todo un ejercicio de estilo. Cine noir milimétrico, bien hilado y con un guion sólido. Demuestra que el cine español puede asumir cualquier género. Voy a señalar también Tres Días Con La Familia, un retrato muy lúcido sobre la burguesía catalana a manos de Mar Coll, que rodó jovencísima. Hay algo en esa historia que me fascina, aunque no sé bien explicar el qué. Eso es lo fascinante. Mi favorita del libro es After, de Alberto Rodríguez, una película que fue un fracaso pero que si te araña el corazón te deja besando la lona: habla sobre la generación X en la época del ladrillazo.   

¿Qué has aprendido en la labor de documentación de estas 101 películas españolas para entender nuestro presente?

Lo difícil que es sacar una película adelante en España, sobre todo en materia de financiación. He aprendido también que el cine es un arte coral, en el que todo el equipo es importante y necesario, del primero al último currelante. Con cada película del libro he aprendido algo, por pequeño que fuese, sobre el tema social del que aborda. Creo en el valor pedagógico del cine. Una buena película que se nos quede en la retina nos puede enseñar mucho en apenas un par de horas. Tiene ese efecto sintético. Las personas cinéfilas acaban siendo personas muy cultas porque conocen otras realidades, otras formas de hablar, países, mundos y hasta universos, aunque sea sin moverse del sofá. El cine es el mejor refugio que conozco.

¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades del cine español?

El cine español es un gremio vocacional: hay mucha ilusión, talento y esperanza en la mayoría de sus profesionales. Te hablo desde el director, al reparto, desde el iluminador hasta el ayudante de producción. Todos y todas manifiestan un envidiable amor por el cine. El cine español te consigue películas muy meritorias a pesar de una de sus debilidades: la escasez de recursos. Rompiendo el mito creado por el imaginario de la derecha de este país, el cine español está poco subvencionado. El libro recoge películas que se han rodado con 60.000 euros de presupuesto. No se puede ir muy lejos con eso. Hay mucha precariedad en la industria. Tenemos que pagar más y mejor a sus profesionales; y no me refiero precisamente a los protagonistas de las películas. Hablo de los equipos. Las películas españolas compiten dignamente en el extranjero en relación a los recursos que maneja su industria.  

¿Qué directores o directoras te apetece más ver en el futuro?

Por apetecer, elegiría una película de Enrique Urbizu o Alberto Rodríguez, pero mucho me temo que este año no van a estrenar nada. El sevillano además quiere rodar un film de ciencia ficción, cosa rara en España. Tengo muchas ganas de ver la nueva película de Juan Miguel Del Castillo, que adaptará libremente la novela La maniobra de la tortuga, pero está prevista para 2021. Este 2020 estrenan Icíar Bollaín, aunque después de Yuli tampoco espero mucho, David Trueba, que abordará el tema de la inmigración en Melilla, y Mikel Rueda, de cuya película he visto el trailer con Maribel Verdú y ella sola es una garantía de buen cine. 

¿Por qué crees que el cine español es objeto de tantos bulos y críticas de línea gruesa? ¿Está muy solo el cine español en la defensa de sus intereses?

Porque discute al poder establecido. Este choque sucede en la mayoría de países; el cine es una poderosa vía crítica y colisiona contra las élites. Plasmar la realidad cuando esta no es muy halagüeña tiene esos efectos. En España la industria se ha posicionado claramente en contra de la Guerra de Iraq, del lado del feminismo, contra los recortes sociales, contra los desahucios… todo eso no lo olvida la derecha, que hace mucho ruido para desprestigiar nuestra industria y repiten una y mil veces mantras falsos como que reciben muchas subvenciones (que se puede desmontar fácilmente analizando los datos) y que hacen muchas películas sobre la Guerra Civil, que tampoco son tantas a nivel estadístico. El cine español está un poco sólo porque los artistas son poco dados al corporativismo-sindicalismo. Pienso que deberían hacer piña, practicar un poco de pedagogía rebatiendo falsedades y ser taxativos contra la mentira. Yo voy a poner mi granito de arena en cada entrevista y debate en desmontar estas falacias.  

¿Qué destacarías del cine andaluz en los últimos 20 años?

Creo que hay un antes y un después en el cine andaluz con la irrupción de Alberto Rodríguez. El director sevillano demuestra que se puede rodar cine en Andalucía, con actores andaluces, con habla andaluza y con temas andaluces. La Isla Mínima, After, Siete Vírgenes o El Traje son ejemplos. Su cine rompe esa barrera de marginalidad y resistencia financiera, se sacude los complejos y demuestra su fortaleza. En el libro destaco Carlos contra el mundo, Polígono Sur, Atún y Chocolate, Ali, El Mundo Es Nuestro, Carmina y Revienta… creadores y talento hay de sobra. 

Imagina una película 100% andaluza, ¿Quién la dirige? ¿Quién actúa en ella? 

Pues mira, me gustaría ver más cine femenino. Hay poco en Andalucía y necesitamos esa mirada artística de las mujeres. Si fuera productor elegiría a Marta Díaz De Lope, que dirigió Mi Querida Cofradía siendo superjoven, le daría recursos, dinero y libertad creativa. José Manuel Poga y Natalia de Molina como pareja protagonista estarían muy bien. Pero insisto, lo más importante es la idea; el guion. Y luego todo el equipo. Una película es una como una sinfonía; todos tienes que estar afinados para que funcione. 

Alejandro López Menacho
Alejandro López Menacho

Si vamos de viaje de Almería a Huelva, cruzando toda Andalucía, ¿qué películas de este libro no puedo perderme?

Alejandro López Menacho: Hay varias películas ambientadas en Sevilla; El Traje, After, Polígono Sur y El Mundo Es Nuestro. Tenemos Techo y Comida en Jerez, Atún y Chocolate en Barbate, Cádiz. En Málaga Mi Querida Cofradía y Carlos Contra El Mundo, en Almería Poniente y parte de El Rayo. No están todas las provincias, pero sí ese aroma andaluz de cotidianeidad y de rebelarse ante las adversidades. Somos el sur del sur.  

¿Tiene algún deber el cine con la sociedad?

En el prólogo del libro escribo que dejar al espectador indiferente es una oportunidad perdida. Hacer cine es muy complicado y tal y como están las cosas toca mojarse. Yo entiendo que haya margen para productos insulsos y de puro entretenimiento, pero yo no podría hacer eso. El artista que admiro debe tener cierto compromiso social. Pero tampoco debe ser impostado. El único y verdadero deber del cine con el espectador es que pase un par de horas buenas en la butaca. Si después se puede aderezar la película con un mensaje emancipador, mejor. Pero tiene que nacer de motu proprio.  

Escribes en el prólogo del libro: “Cuando el cine hace sentir, cuando llega de verdad, es cine en estado puro.” ¿Qué es para ti cine «en estado puro»? 

El otro día, al salir del cine de ver la película Adú, vi a una familia de cuatro personas que habían ido a verla abrazarse. Ahí estaban esas cuatro personas con lágrimas en los ojos compartiendo un estado de ánimo. Eso es puro cine. Fue una estampa preciosa que pocas veces he visto. Pero también es puro cine que te duela el estómago de reírte con la intro de El Mundo Es Nuestro o quedarte fascinado con la fotografía sucia y realista de Los Lunes Al Sol. El cine tiene un poder evocador enorme. El gusanillo de sentarme en mi butaca, frente a la gran pantalla, sin mucha idea de lo que voy a ver es ilusionante. Un cosquilleo maravilloso.  

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