Partidas las andanzas de las formas,
los bellos versos con rizos medidos
brotaron exhaustos de tus curvas:
Del canon de tu torso han bebido
jilgueros poetas: sin haber nacido
tu torso ni tu piel ya fuiste ideada
y la medida fue entonces tu ombligo.Muy a diferencia de tu pelo
que cae a tientas por tu rostro
que a líneas rectas se dibuja
y a líneas sinuosas hechiza.
Tu pelo cae libre y anárquico
por la medida perfecta de tus hombros
y se precipita por tu espalda
admitiendo que aunque está cerca
nadie es eterno.Tus piernas, no obstante,
en la mitad se quedan.
Ni miden, ni caen ni se abalanzan:
riman una con la otra
y de nada más necesitan.Y, claro,
como en el punto medio
está la virtud,
ni tú ni tu cuerpo
vais a ser menos.
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