Lo intentendible
El deseo no está hecho
para ser entendido.
Debería ser elíptico en el verbo
y frágil en el semillero.
Quizás sea “intuitiva”
la franja semántica que busco,
puesto que el deseo no se toca
(mas se acaricia)
ni se huele
(mas se aspira).
Por eso no puedo explicarte nada;
ya vivo en un universo
que nada tiene que ver contigo
pero te cruzas
como la Luna con la Tierra
inalcanzable, lejana,
pero visible.
Y entonces me acuerdo de cómo
sin tener que ver conmigo
te marcaste iracunda
en mis radiografías.
Entonces,
el palacio de inquietudes que es mi bosque
vuelve a ser la casa en ruinas
donde el deseo habita.
Y quiero hacer contigo
libros encuadernados de ti,
llenos de borrones hechos de tu savia
y tachones de tus pintalabios
para que alguien,
dentro de mucho,
lo intente entender.
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