Antonio Luis Ginés: «Lo emocional es ese eje que vertebra un vuelo particular»
Antonio Luis Ginés Iznájar (Córdoba) es escritor y cuenta con siete libros de poesía publicados hasta la fecha, entre los que destacan: ‘Rutas exteriores’ (IX Premio Nacional de Poesía Mariano Roldán, 1998); ‘Animales perdidos’, (2005),‘Picados suaves sobre el agua’, (2009), ‘Aprendiz’, (2013) y ‘Antonov’ (Bartleby, 2020). Además tiene dos libros de relatos publicados: ‘El fantástico hombre bala’, (2010), y ‘Teoría de lo imperfecto’, (2015) y el libro de ensayo literario ‘Seres de un día‘, (2018). Ha sido antologado en ‘Edad presente. Poesía cordobesa del siglo XXI’ (Fundación J. M. Lara, 2004) y en ‘Terreno fértil. Un ámbito poético. Córdoba, 1994-2009. (El Cangrejo Pistolero, 2010).
Ejerce la crítica literaria en Cuadernos del sur (Diario Córdoba) desde hace ya más de veinte años y sigue impartiendo talleres de creación literaria. Hoy le hemos invitado a pasar por nuestra Prensa para hablar de su último trabajo, ‘Antonov’.
Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Antonio Luis Ginés: El cuándo no lo he elegido yo. Es algo que no siempre puedes controlar y ha coincidido con una serie de avatares inusuales (el COVID 19) que, a pesar de todo, no han sido un obstáculo insalvable para llegar a los posibles lectores. El cómo sí, necesitaba dar un cierto giro a mi escritura, adentrarme más en otras propuestas e ideas, sin abandonar mi línea estética y ética, claro.
¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?
A raíz de la escritura de un poema, el que da título al libro. Ahí hubo una mirada hacia atrás y hacia el presente, y los elementos se pudieron encajar en torno a ese sonido de fondo de un avión que cruzaba todas las noches el cielo de Córdoba, y que se convirtió en la banda sonora de todos esos versos que fueron surgiendo.
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?
Siempre digo lo mismo. Dejarse llevar, arrastrar por el lenguaje y por los sentidos. Muchas veces estamos muy pendientes del ‘sentido’ literal de las palabras o expresiones, y hay que mantenerse también receptivo a lo sensorial y lo emocional como parte de esa propuesta. Estar permeable en todo momento, porque lo emocional es ese eje que vertebra un vuelo particular, un itinerario distinto.
¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?
Eso es lo bueno, que ya lo he notado, sentido. Ellos me han hecho llegar sus sensaciones, impresiones, y sinceramente, resultan todo un estímulo para continuar. Lo de la repercusión en prensa está bien, tiene su papel, pero eso no permanece. El calor de l@s lector@s, sí. Eso es lo que permanece, lo que te acaba estimulando para seguir. Y los efectos son varios, pero me doy por satisfecho si emociono, sacudo, provoco algún tipo de descarga o reflexión.
¿En qué medida vemos en él —o no— al Antonio Luis Ginés de tus anteriores obras?
Algo se trasluce, claro, pero sigo avanzando, no me detengo. No quiero aburrirme ni pretendo aburrir a nadie. Esta apuesta va con otra mirada, quizás con un punto de maduración distinto, y tal vez eso ha posibilitado que cuaje en los-as lectores-as. Mirar hacia atrás para traer al presente algunas situaciones, detalles, motivos que ayuden a proyectarse hacia el futuro, y que pongan en diálogo el pasado con el presente.
Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Antonov’, ¿cuáles serían?
Esta es la pregunta trampa. Lo lógico es que dijese que es imposible, que me quedo con todos porque todos son mis hijos, y en realidad es así, pero solo tres, ahora mismo, – no sé mañana- escogería los siguientes: Bosques de Polonia, Antonov y Cielo único.
¿Supone este poemario un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?
No lo sé. Los de fuera dicen que sí, que es cierto, que se produce ese punto de inflexión. Estoy dentro de mi trayectoria y la verdad, no me he detenido a analizar cada paso que doy, y cómo afecta al conjunto. Voy poco a poco, más pendiente de la escritura en sí y de lo que me exige en cada momento. Pero no puedo olvidar que para llegar a este punto tracé un recorrido; seis libros de poemas, y algo habrán tenido que ver para llegar hasta aquí.
A partir de ahora seguir escribiendo, indagando, disfrutando con la escritura. Y en el momento que no haya algo de placer, de entusiasmo, plantearme hacer otras cosas, aunque no sé si podría sustituir la poesía por nada. Es algo muy adictivo.
Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?
Cómo lector me gustaría que pudierais invitar a Roberto Loya.
Poemas de ‘Antonov’ de Antonio Luis Ginés
ANTONOV
Todas las noches a las doce
el viejo Antonov cruza el cielo hacia la costa.
Es el primer día de frío.
Casi todo lo que me pasó hoy
pareció intrascendente.
El ruido del motor se pierde
de forma gradual, hacia el sur.
Es un sonido bronco, profundo, áspero,
venido de tierras eslavas.
Los pilotos, allá arriba, en la cabina,
estarán ateridos mientras abajo ven
las luces dispersas salpicando la tierra.
Cada noche, a la misma hora,
el Antonov cruza el frío cielo oscuro
mientras tratamos de conciliar el sueño.
Pienso entonces en todos los años
que puedo salvar de la quema.
Y este frío, por fin, pegado a la piel,
evaporando todo el calor
que aún nos queda dentro.
Poco importa que no logre imaginar
más allá de este presente, lo venidero;
lo único que esta noche nos une
es ese sonido bronco
que cae del cielo sin alas,
aterrizando sobre el mar de noche
mientras pongo mis labios a salvo en los tuyos.
CIELO ÚNICO
No será este otro poema, ni siquiera
girará en torno a ti o a mí, ni hablará
de lo posible que crece al final
de los últimos árboles.
Miramos hacia arriba y toda la extensión
celeste parece una, pero engaña.
Sabemos que hay un cielo
para cada sonrisa que escapa de un sueño,
y tú y yo somos dos búhos
extraviados en plena mañana,
que de pronto hallan cobijo y calor
para la siguiente noche. No será este
un poema de pérdidas, ni tampoco
la pérdida dentro de un poema.
Hay que ir más allá, dejar que el río
ejerza su arrastre corriente abajo
hasta que la primera cascada
nos detenga. El reflejo en esas aguas
de cielos partidos por nubes,
eso sí será único.
BOSQUES DE POLONIA
Escribo sobre papel nacido en los bosques de Polonia.
Árboles del norte que vieron la guerra, el odio, el amor.
Toco esas hojas, acaricio la piel muerta,
los anillos silenciosos, la celulosa.
Quiero escribir sobre ellos,
sobre las cosas que te dejan y solo son cosas,
sobre los seres que no están y cuyas sombras nos persiguen,
sobre este hueco en el pecho latente desde el primer llanto,
de cómo nadie sacia lo que no tiene fondo.
Escribo
sobre los bosques de Polonia que nunca visitaré.
Sobre el dolor flotando en sus nidos, sobre el deseo
de una huida imposible. Sin escalas, avanzando
como un vagón sin máquina
por los últimos bosques de Polonia.
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