El que nunca regresó
A mis amigos,
no sé decirlo de otra forma
Por los tejados de las casas
vuelan caballos de espuma
buscando un ramo de amigos,
amigos que serán dorados.
Nunca me iré de Torino.
Dejo las cuerdas de mi guitarra,
bolis, cuadernos gastados
canciones y un niño perdido
de veintidós años.
Nunca me iré de Torino.
Aunque no me vea nadie
paseando invisible por el Po
como van de vuelta los salmones
desembocaré en Sevilla.
Nunca me iré de Torino.
Cuando la luz pase los Alpes
mi habitación estará limpia
y habré perdido las llaves.
Nunca vuelve quién derrama meses de tinta.
Nunca me iré de Torino.
Los exiliados siempre serán exiliados,
primero de donde no están,
luego de donde estuvieron
y tan profundamente amaron.
Nunca me iré de Torino.
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