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Juan Gallego Benot: «Al fin se ha acabado, en la poesía joven, la idea de genio, que era una forma machista y pervertida de leer y de escribir»

Juan Gallego Benot. Foto de Pablo Caldera
Juan Gallego Benot. Foto de Pablo Caldera

Juan Gallego Benot: «Al fin se ha acabado, en la poesía joven, la idea de genio, que era una forma machista y pervertida de leer y de escribir»

Juan Gallego Benot (Sevilla, 1997) es graduado en Literatura Inglesa y Relaciones Internacionales por la Universidad de Reading (Reino Unido). Durante sus estudios universitarios ha trabajado de camarero en el hipódromo de Ascot, en partidos de fútbol, de impresor y hasta de encargado de envíos de obras de arte subastadas. Actualmente vive en Madrid, donde investiga sobre Retórica y Literatura Comparada y estudia un máster de Literatura Hispánica en la Universidad Autónoma. Ha sido miembro de la compañía de teatro La Troupe durante varios años y ha trabajado como corrector y lector editorial en las editoriales Renacimiento, Almuzara y Plaza & Janés. Oración en el huerto es su primer libro de poemas. 

Javier Gilabert: En los últimos días no paran de aparecer en la red referencias, entrevistas y noticias relacionadas con el joven escritor sevillano Juan Gallego Benot. Su ópera prima, ‘Oración en el huerto’, editado por Hiperión, acaba de ser galardonado con el II Premio de Poesía Joven Tino Barriuso. Teníamos que hablar con él… y lo hemos hecho encantados.

J.G: Suena el teléfono. Al otro lado, Marisol Díaz, viuda del poeta burgalés Tino Barriuo, te comunica que acabas de ganar el premio que lleva su nombre. ¿Qué te viene a la cabeza en esos momentos? ¿Y ahora, que ha pasado un tiempo y ya has podido asimilarlo? ¿Por qué te decidiste por ese premio en concreto?

Juan Gallego Benot: Me embargó un enorme agradecimiento, incluso antes de sentir sorpresa, porque creo que no fui demasiado consciente de lo que me acababa de decir. La voz de Marisol es tan cariñosa que hace que, en dos palabras, te sientas cercano a ella. Pensé en lo bello que era que fuera la viuda de Tino la que me diese la noticia, en el cariño que había detrás del premio. Al fin y al cabo, es un premio que promueven sus amigos para honrarlo. Fue un orgullo haber ligado mi nombre al suyo. 

Había visto en la convocatoria en redes, me habían pasado las bases varios amigos que sabían que yo escribía y que no me había atrevido a mandar nunca nada a ningún lado, pero, sobre todo, lo que me puso los dientes largos fue leer Edad, el poemario de Rodrigo García Marina que había ganado el premio el año anterior. Cuando terminé el libro de Rodrigo, le vi el sentido a publicar. Alguien que yo conocía había escrito unos poemas espectaculares, así que de algún modo creí que era algo que podría llegar a suceder. Aunque yo no sería capaz de escribir algo así, sí que quería tener su mismo premio. Tal vez me convencí para enviar el libro por el afán de sentirme ligado a lo que él escribió, pero es que ¡es un libro tan bueno!

J.G.: Tus 23 años han dado para mucho. Te gradúas en Reading mientras realizas infinidad de trabajos de lo más variopinto. Has sido, por mencionar alguna de tus ocupaciones, actor de teatro, editor, corrector o lector en editoriales de renombre como Renacimiento o Plaza & Janés. Vives en Madrid y ya vas a por un Máster. ¿Cómo han influido estas experiencias en tu producción escrita? ¿Qué lugar te parece mejor para escribir, Sevilla, Madrid o Reading?

Juan Gallego Benot: Gran parte de esas ocupaciones (y sobre todo las menos reputadas, porque también he sido camarero, embalador e impresor) se deben a la presión precaria; aunque yo estudiara en el extranjero, lo hacía con una beca-préstamo que apenas me daba para nada, así que tenía que ganar todo el dinero posible para poder mantenerme. Esa presión precaria, sin embargo, también ha hecho que tenga mucha prisa por aprender el mayor número de cosas en el menor tiempo posible.

Mis primeras prácticas en Renacimiento fueron con 19 años, y yo creo que les hizo cierta gracia ver a un chico tan joven, que no tenía ni idea de nada, con tantísima pasión por el trabajo que hacían. Sigue siendo mi editorial de referencia, claro. Y más ahora, que están recuperando obras de mujeres tan impresionantes; los cuentos de Felicidad Blanc u Oculto sendero, de Fortún, son algunas de las lecturas que más me han marcado en los últimos años.

Mi vocación por la edición, que cada día aumenta más, ha sido sin duda apoyada por esa experiencia, por esa prisa por conocer lo más pronto posible lo que sucede a mi alrededor. No hay nada que me conecte más con el mundo editorial que esas prisas.

J.G.: En tu poesía reflejas una realidad cotidiana desde la perspectiva de un joven de tu generación. ¿Encuentras en ese sentido conexión con otrxs poetas coetáneos? ¿Qué autorxs actuales destacarías?

Juan Gallego Benot: Sí, claro. Creo que algo común en casi toda la poesía contemporánea es la conciencia plena de su pertenencia a un mundo. Al fin se ha acabado, en la poesía joven, la idea de genio, que era una forma machista y pervertida de leer y de escribir. Ahora, las vivencias personales son también parte de un mundo de representaciones que también conforman nuestra forma de vivir, que marcan en cierto sentido las reacciones a los amores y desamores. Sentirse original o desligado de ese mundo de imágenes y textos que conforman nuestra manera de responder ante él es peligrosísimo. Algo que veo en la poesía contemporánea más radical o innovadora, con Berta García Faet a la cabeza, pero también en la que tiene un corte estilístico más clásico, como la de Rosa Berbel, o incluso en la más accesible y popular, como la de Hollie Mcnish, es una conciencia clara de pertenencia a un mundo que estaba antes que nosotros, que nos hace ser lo que somos, y que debemos intentar impugnar. La conciencia política, creo yo, va por esos caminos.

Yo no me parezco, creo, a ninguna de estas poetas en asuntos expresivos más básicos, pero sí que creo compartir con ellas (y con la mayoría de autoras y autores de mi generación), esa conciencia política que es mucho más ambiciosa y etérea que la de los poetas sociales de los 50, porque también el mundo que impugnamos es, a veces y en nuestro caso privilegiado, más difuso en sus opresiones.

«Algo común en casi toda la poesía contemporánea es la conciencia plena de su pertenencia a un mundo»

Fernando Jaén: ‘Oración en el huerto’ toma elementos de la religiosidad popular y del romanticismo poético, adaptándose a nuestros tiempos. ¿Cómo surge esta idea de unir el amor terreno y el divino en un hermoso poemario tan actual? ¿Perseguías mostrar elementos de una poesía mística en él?

Juan Gallego Benot: Creo que el resultado se debe a una evolución natural desde un proceso de aprendizaje tal vez bastante particular ahora, aunque muy andaluz. Todo lo que aprendí en mi infancia: la religiosidad sevillana, el flamenco o las lecturas de Lorca (que no recuerdo si lo leía, o me lo leían, o si simplemente estaba por todas partes) adquirió una nueva dimensión al tener un sentido en la vida, un correlato físico. El amor homosexual que yo sentía exigía una expresión diferente (que no se correspondía con la expresión lorquiana tampoco), pero yo aprendí a sacarla de esa educación porque contenía las raíces que buscaba y porque no conocía otras. Todo esto se fue depurando con el tiempo y con una educación más organizada y académica, pero creo el origen podría estar ahí, con la mística colaborando para expresar lo que quería sin recurrir a una corporalidad hueca, que todo lo resolviese en un ensimismamiento.

F.J.: El poemario se compone de varias secciones; en la primera palpita un sentimiento homoerótico, la segunda nos adentra en la duda y la tercera nos presenta las cuestiones políticas de ese amor. ¿Por qué consideras esta última parte esencial en el poemario? ¿Qué cualidades políticas dirías que se va a encontrar el posible lector en él?

Juan Gallego Benot: Me di cuenta ordenando los poemas de que éstos orbitaban en torno al eje religioso-amoroso, aunque lo hacían de formas muy diferentes. Creo que la primera parte del poemario puede generar una impresión plácida, de feliz encuentro. A partir de la mitad (y sobre todo con las secciones de Dubitatio e Interludio), los elementos se hacen más complejos y problemáticos, situación que va in crecendo a lo largo del poemario. Hay poemas de temática más abierta, que incluyen otras cuestiones, aun sin alejarse totalmente de las propuestas indicadas claramente al principio. Lo político aflora porque, para mí, lo político supone asumir la complejidad de los asuntos, especialmente cuando en el poemario se manifiesta cómo el fragmento más pequeño de nuestra intimidad está atravesado por situaciones políticas que lo definen.

J.G.: ¿Qué te lleva a implementar el lenguaje bíblico en tu poesía, presente incluso en varias citas del libro? ¿Cómo surge la idea de conectar ese mundo bíblico con el amor entre dos hombres?

Juan Gallego Benot: Lo hacen los poetas clásicos que más me gustan, aunque quería librarlo de exotismo, actualizándolo. Que el lenguaje bíblico es necesariamente homoerótico no es ninguna novedad; lo que yo quería aportar era un acercamiento de esas imágenes a una relación en la que no mediara la objetualización del otro para mi propio placer, que es el gran estigma de la poesía homosexual.

«Que el lenguaje bíblico es necesariamente homoerótico no es ninguna novedad»

F.J.: La doxología es una forma de alabanza a Dios, siendo la doxología mayor un himno que enaltece la trinidad. ¿Cómo se atreve un joven sevillano, con la tradición religiosa que caracteriza esa ciudad, a modernizar ese lenguaje religioso con elementos tan contemporáneos (risas)?

Juan Gallego Benot: ¡Pues creo que precisamente por esa sevillanía! En Sevilla no hay distancia con la religión, porque las hermandades han sido el espacio de encuentro y expresión de las comunidades vecinales. En una hermandad, como reflejo completo de la comunidad de un barrio, cabe todo, porque todos los miembros del barrio se integran en ella. De hecho, las identidades más subversivas y periféricas han encontrado su modo de pertenecer a las comunidades desde dentro de las hermandades, en espacios que se les ha reservado a ellas —en muchísimas ocasiones a costa de limitar sus acciones y su expresión de la identidad al espacio que en tu comunidad hay dispuesto para ti. El discurso religioso que yo utilizo viene de esa religiosidad, por tanto, está impregnado de la heterogeneidad de las comunidades religiosas sureñas, aunque siempre desde el punto de vista crítico y desde la libertad que me han ofrecido la contemporaneidad, los recursos económicos y la formación académica.

F.J.: En tu libro aparecen citas de la Biblia y fragmentos de poemas de García Baena, Whitman, Ángelo Néstore, Pessoa, Lamarque de Novoa… ¿En qué medida te han influido estas lecturas y autores en la configuración de este libro?

Juan Gallego Benot: Es un intento de hacer algo honesto, de poner el poema a dialogar con otros autores que yo he estado leyendo y que significan algo para el libro, aunque no todos me han influido de forma directa: las huellas de García Baena y Néstore son identificables en varios poemas, Lamarque de Novoa aparece por las coplas a la Soledad, que introducen otro poema, Whitman y la Biblia sirven de contrapunto… No hay una sola dirección para leer el poemario y con las citas, pero creo que contribuyen a relacionarlo con otras tradiciones, mostrando que hay muchos sitios de los que partir y a los que llegar

F.J.: Hablando de Néstore, él también tiene una intensa relación con el teatro. Formaste parte de la compañía La Troupe. ¿Hasta qué punto tu experiencia teatral ha influido en tu manera de escribir poesía? ¿Qué vínculos encuentras entre poesía y teatro?

Juan Gallego Benot: Empecé a escribir más en serio cuando comencé a hacer teatro, porque fue cuando entendí que la Literatura cobraba un sentido real, que tiene que ver con los cuerpos, con cómo se presentan y con cómo se simulan. Gané confianza para entender mi funcionamiento y, sobre todo, los lugares de donde se podían extraer expresiones, ideas y movimientos. Además, los directores del grupo, Eva y Tomás, nos enseñaron a tener una responsabilidad con lo que hacíamos. Trabajábamos en algo y queríamos que saliera bien, sobre todo porque buscábamos que los que hacían teatro con nosotros estuvieran satisfechos y que los espectadores disfrutaran. Si hay algo así como una ética poética, estoy seguro de que la aprendí allí.

J.G.: Escribir un libro tan personal y que lo lean tus amigos dista mucho de verlo impreso y exponerte a un público más amplio. ¿Qué tal llevas esta circunstancia? ¿De qué manera te gustaría que recibiera el poemario un hipotético lector?

Juan Gallego Benot: Intento no pensarlo mucho, porque no me hace demasiada ilusión tanta exposición. Intento repetir —y repetirme— que no es tan personal, que no tiene tanto que ver conmigo, pero a veces siento que es un truco retórico. Hablo de mi amor, y mi amor aparece, con todas sus cosas, algunas más victorianas, pero otras menos pudorosas, en muchos de los poemas. 

De todas maneras, las personas que me están leyendo reaccionan al libro con naturalidad (tampoco soy sórdido ni nada por el estilo), y les interesa mucho más la cuestión poética que lo que haya o no detrás. Eso me alegra muchísimo. 

Mi mejor lectora es mi abuela, que es una persona sensibilísima y que ha leído los versos como ha querido y con muchísimo cariño. Los lectores que más se acerquen a su lectura serán los mejores lectores para mí.

«Los dueños de las grandes empresas sí que se han enriquecido durante el confinamiento» 

J.G.: Como a tantxs otrxs, la publicación de tu libro te ha sorprendido en plena cuarentena. ¿Os habéis planteado algún tipo de promoción diferente a los canales habituales —pienso por ejemplo en las presentaciones online—? ¿Cómo crees que afectará esta “nueva realidad” a tu libro? ¿Y al mundo de la cultura en general?

Juan Gallego Benot: Sé de muchos que las están haciendo. Instagram está lleno de directos, algunos interesantísimos, sobre libros nuevos, charlas sobre temas concretos… También aparecen stories de muchas personas leyendo poemas, y ahora, con la desescalada, se están organizando firmas de libros con mascarilla y distancia de seguridad. Habrá que ir cogiendo el ritmo, aunque yo espero que esto sea pasajero y que pronto puedan hacerse presentaciones en librerías y, sobre todo, que pueda uno tomarse una cervecita con la gente tras las firmas. 

Yo no he hecho nada aún por ese deseo —que es más que una esperanza— de que esto pase. Si Oración en el huerto se presenta en otoño, pues en otoño estará bien. Tampoco necesita el libro de mucha actualidad, creo yo, aunque sí que es bastante primaveral. Además, he estado muy agobiado con asuntos mundanísimos, como las solicitudes de becas de doctorado y el Trabajo de Fin de Máster, y apenas he tenido tiempo para nada. 

La nueva normalidad se traducirá, como ya podido escuchar en distintos medios, en mayor precariedad para los obreros de la cultura, que por algo es la última prioridad de cualquier gobierno. Los que ganaban poco, ahora ganarán menos o nada. Ya hemos visto, en cualquier caso, cómo los dueños de las grandes empresas sí que se han enriquecido durante el confinamiento.

J.G.: Háblanos de tu gusto por las antologías. ¿Qué te aportan? ¿En cuál —tanto si ya existe como si está por publicarse— te gustaría que aparecieran tus poemas?

Juan Gallego Benot: Me gusta muchísimo ver la diferencia que suele haber entre el libro de un poeta y los poemas que escribe, o los inéditos que escoge para una antología. Hay veces en las que se nota un afán de destacarse: hay poetas que mandan poemas rebuscados, difíciles, para provocar atención o para medirse con otros. Esos suelen ser los peores. Hay otros que intentan ser coherentes, hacer que los poemas funcionen como carta de presentación de sus libros, futuros o ya escritos. También hay otros que mandan poemas que saben que son únicos, porque no «pegan» con lo otro que escriben, o porque tienen un tema muy concreto. La revista Estación poesía, por ejemplo, destaca por este último tipo de poemas.

Casi nadie había leído nada de lo que había escrito hasta hace dos meses, así que no he participado en ninguna antología. Nacer en otro tiempo, editada por Renacimiento, me parece muy interesante porque es irregular y poco homogénea. Me habría sentido cómodo allí, pero yo era muy joven y escribía a escondidas cuando salió.

J.G.: Sé que tenías un blog (no te preocupes, no lo he recuperado de la “internet profunda” –risas-) y que en él realizabas tus primeros pinitos en la escritura (curioso, a mi compañero Fernando Jaén le sucedió algo similar). ¿Cómo ha sido la transición de lo digital al papel? ¿Lo retomarás ahora que, de algún modo, comienzas a ser más conocido?

Juan Gallego Benot: El blog me sirvió muchísimo, porque me exigió cierta continuidad y conciencia de exposición. Sólo lo leían mis amigas de clase y mis tías, que han sido y son mi gran apoyo para todo. Creo que no saben cuánto me inspiran. Me sirvió para crear un espectador directo, para entender la poesía desde la comunicación con ellas, para hacer algo que en cierto sentido hablara con ellas intergeneracionalmente. 

La transición ha sido fortuita, claro, porque ha sucedido a través de un premio. Ahora, mis lectores directos son sólo dos (Sergio Fernández y Pablo Caldera), lo que me permite concentrar sus críticas y trabajar sobre el poema de una forma más artesana, menos sentimental una vez que ya está escrito. No creo que vuelva con el blog; precisamente por esa exposición tengo menos confianza para enseñar lo que sea sin haberlo corregido varias veces.

J.G.: Publicar con Hiperión un primer libro es como empezar a conducir con un Ferrari. ¿Qué supone para ti pasar a formar parte de la nómina de autorxs con la que ya compartes editorial? ¿Tienes ya algún nuevo proyecto en mente?

Juan Gallego Benot: La verdad es que es impresionante. Cuando tuve el ejemplar en mis manos lo miré con extrañeza, porque el proceso (aunque yo lo haya repetido varias veces para otros autores en las editoriales, aunque yo haya encolado ejemplares con mis propias manos en la imprenta) no deja de ser rarísimo, siendo Hiperión la editorial que es. Me siento joven, inexperto, algo así como el hermano pequeño de los otros autores. Los leo y los admiro, nada más. 

Sigo escribiendo, claro, pero el libro ha salido hace bien poco y yo soy lento para estos procesos. Me permito tardar aquí todo lo posible, es mi triunfo personal tras las jornadas laborales. Aquí no hay fecha de entrega ni nada por el estilo, así que si resulta que tengo cincuenta poemas y ninguno es bueno, pues no se publican y punto.

J.G.: Hemos llegado al momento ‘Carta blanca’. Finaliza esta entre2vista como te apetezca.

Juan Gallego Benot: Aprovecho para agradeceros el desinteresado trabajo que hacéis con secretOlivo y con la sección de Entre2vistas, por darnos la libertad y el espacio, así que no se puede pedir más. Algo más sería, como dice un tango de Rafael Moreno, ‘el de Jerez’, «pedirle sombra a la fuente / y agua al olivo«. 

Poemas de Juan Gallego Benot

Yo he podido recorrer
por ti todos los campos,
todas las amplias nubes fronterizas,
la mar hastiada de molicie,
el llano fierro inoportuno.
He cantado al blancor
y a la dulzura del mundo,
he dicho que podría
dar el alma por ti
y tantas cosas.
Hoy, que el sol
relumbra amenizando
el más terrible verano,
podrías ser cualquier otro:
mis cantos son tan generales…
Aún puedes ser
cualquier otro en otros ríos,
otros días intranquilos,
calurosos y tristes.

Del prólogo (‘Pluralidad del nombre’)

POEMA V

Eres un verdor tranquilo de una lluvia
anaranjada entre las nubes, que la calma,
eres como un pájaro —sombra desde el cielo—
tú siempre retornando amigo amor amigo mío
verdad tranquila entre mis ojos
recuerdo mío sueño de mí
ahora que por fin te reconfortan mis poemas
y mi voz se te hace dulce como un niño
ahora amor tú eres mi llanura eres una
risa en aquel bar lleno de flores
ahítas de verano
y eres mi calor profundo desde el cielo.
y me dices que se acerca presuroso,
ardiente si tú quieres y desnudo;
yo preparo una fogata por si ajena
la luna se destiñe de mirarnos
y necesitas una luz o una escalera.
Yo aquí estoy amor dormido
entre el resquicio de bondad que permanece
atado entre tu vientre y la vereda. 

De ‘Celebración’

POEMA XVII

Si pudiera darte un hijo
con tus ojos y mis manos
no sería más cercano en este sitio
que este joven rostro moreno
tan solo en un rubor aún desconocido.
Sus dedos no asirían la vida
con tanto amor como este ser
tan lleno de nosotros;
¿serán sus ojos caña verde o rama dorada?
¿Tendrá su frente el brillo del trigo?
¿Recibirá la herencia del carbón nocturno?
¿Podrá mi hijo alcanzar los árboles
con su brazo fuerte?
¿Sabrán sus manos a la luz santa del río,
hablará la lengua de los ardientes leones? 
Será su milagro un ruiseñor tranquilo,
su voz será la esperanza de la tierra.
Sabrá amar,
sabrá decir que es amado.

De ‘Tres poemas a nuestros hijos’

XXIX

A Serge

Estoy hablando contigo 
entre los árboles.
Tu voz es el recuerdo.
¿Sabré volver? La lluvia
que me descubres dice
mi nombre. Señalas
y nombras todas las cosas.
Sabré vivir mejor, con este cuerpo
nuevo que se me ha dado.
Conoceré de nuevo
(de nuevo me explicarás) 
los amplios misterios
y reirás conmigo:
pero ahora yo sólo conozco
el olor del viento en este bosque.

De ‘Doxología mayor’

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Javier Gilabert / Fernando Jaén
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