Imprescindibles

Manuel Torre y Antonio Chacón: Cantaores de leyenda

Manuel Torre y Antonio Chacón: Cantaores de leyenda

Una de las características diferenciales del mundillo flamenco es la necesidad de posicionarse, no queda otra. El Fillo o Franconetti, Niño Ricardo o Sabicas, Farruquito o Israel Galván… Siempre hay que elegir; aunque te gusten los dos o no te guste ninguno, aunque se cierre tanto el círculo que acabes posicionándote entre dos hermanos como Manuel o Juan Moneo (en paz descanses maestro) o se agrande tanto que acabes comparando un cantaor con un percusionista.

Claro que para posicionarte es necesario mostrar argumentos, más o menos razonables, que defiendan tu postura y es precisamente en el campo del arte, donde lo objetivo y lo subjetivo van tan de la mano,  que  a veces es más eficaz valerse de anécdotas y exageraciones para ensalzar a uno de los motivos de disputa y desprestigiar al otro que andar con la rigurosa verdad.

Si encima, el motivo de disputa es el trono de rey del cante jerezano entre finales del siglo XIX y principios del XX, la única manera de discutir es a base de anécdotas y exageraciones con Antonio Chacón y Manuel Torre como protagonistas.

Al primero, Don Antonio Chacón (Jerez 1869-1929), lo llamaban el Papa del cante, por su dominio, conocimiento y cualidades. El segundo, Don Manuel Torre (Jerez 1878-1933), era llamado Rey del cante gitano y según cuentan cuando el duende lo invadía era inigualable.

Anécdotas de ambos hay a millares, tanto positivas como negativas, y cada cual de ellas resulta más exagerada.

Si el primero ganaba 20 pesetas por actuación cuando los demás ganaban 10, al segundo la centuria romana del paso de la Macarena le tocó la Marcha Real al finalizar una saeta. Si el primero cantaba siempre genial pero no partía el alma, el segundo casi nunca cantaba pero cuando cantaba bien había que romperse la camisa. Si al uno le daba por las capas y el sombrero, al otro le daba por los galgos y los relojes. Si para García Lorca, Manuel Torre era el hombre con más cultura en la sangre que había conocido; para Chocolate, Chacón era el único digno de proclamarse cantaor ya que los demás eran borrachos a su lado.

Anécdotas y más anécdotas, la mayoría modificadas por el paso del tiempo, por el boca a boca y por la imposibilidad de los aficionados actuales de disfrutarlos en persona.

De lo que no hay duda es de que nadie exagera cuando afirma que fueron dos gigantes del momento, dos genios, dos elegidos, dos tocados por la varita mágica que fueron capaces de modificar el cante con su personalidad. No obstante, gracias a ellos hubo una evolución notoria e imprescindible tanto en el fondo como en la forma del arte flamenco.

Tampoco hay duda de que solo levantan pasiones los más grandes y por lo tanto, ni aunque uno fuera tan alto ni el otro fuera tan calvo, los dos son cantaores de leyenda.

Miguel Ángel Alonso
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