Paco Toronjo: la regla, la excepción y la verdad
La sombra del maestro Antonio Mairena era alargada y su legado era seguido a pie juntillas: Diego del Gastor, La Fernanda y la Bernarda, Perrate, la Piriñaca, Manuel Morao,… El flamenco era gitano y el fandanguillo cante chico. Sí o sí. No cabía otra manera.
Y entonces llegó Paco Toronjo y le dio a todo la vuelta. Francisco Gómez Arreciado nació en Alosno y dejó de cuidar piaras de cerdos para convertirse en el mayor exponente del cante de Huelva.
Su verdad cantaora, sus continuos arrebatos de genio de pueblo y su grandeza le convirtieron en la excepción a la regla. Su voz rota y su transmisión llevaron al fandango onubense a todos los rincones del alma.
Desde su llegada, HUELVA y CANTE GRANDE se escriben con mayúsculas, con esperanza, con convencimiento.
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