Iniciativas

Emoción a granel

Foto de Marianne Perdomo

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Control. Somos animales económicos que limitan con obsesión su exposición a la incertidumbre; consumidores cada vez menos sociales (excepto en las redes), que persiguen la satisfacción personal. Buscamos certezas. Nos refugiamos en la relación acción-resultado. Huimos del azar.

¿A qué lugar relegamos la emoción social? En Capitalismo, socialismo y democracia, Schumpeter defiende que toda acción humana está orientada a la maximización de algún tipo de interés personal, no al interés colectivo solidario. La politóloga Ellen M. Immergut subraya la responsabilidad de las instituciones políticas en este entramado, puesto que constriñen y corrompen la conducta humana, a la vez que proporcionan los medios de liberación del vínculo social. Todo queda en casa.

El poder político establece la pauta; apremia o penaliza los comportamientos ciudadanos. Incluso aquellos que persiguen una mejora en las condiciones vitales. Sus métodos para combatir aquellas actitudes que se alejan de las reglas y pautas marcadas pueden ser larvados (a través del lenguaje) o tremendamente crueles y explícitos (véanse las concertinas), pero siempre destilan una hiperbolizada autoridad.

La solidaridad y el altruismo son incompatibles con un orden extenso, defiende Hayek. Compartir con otros opiniones, dificultades, dolor… queda reducido pues a una posición minoritaria, incluso outsider. El vínculo horizontal entre personas que, en sociedad, resisten unidas frente a la adversidad de unas deficientes políticas públicas constituye per se un delito (léase anteproyecto de ley de Seguridad Ciudadana).

Sostiene Vallespín que la verdad no es opinable. Que nos deshumanizamos, no lo es. Cabe preguntarse qué sucederá con la emoción social, quién sabe si en el imaginario colectivo acabaremos ubicándola entre las materias que se transportan a granel o si la cuantificaremos con precisión para establecer su utilidad…

Basta.

Ha llegado el momento de adoptar un rol crítico en la organización de intereses: es evidente que toca luchar por una cultura política que incentive la producción masiva del sentimiento.

Mercedes Domenech
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