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Pablo Barragán, talento en blanco y verde

Pablo Barragán, talento en blanco y verde

Pablo Barragán tiene un instinto musical que triunfa fuera de nuestras fronteras. Es reconocible cuando hace magia con su clarinete, pero también cuando explica el motivo BACH* mientras camina por el centro de Berlín. Allí reside tras haber pasado siete años en Basilea (Suiza), país en el que recaló al haber sido becado por la fundación Caja Madrid, en 2009.

¿Qué lugar ocupa la cultura en la sociedad española? ¿Es respetada?

Pablo Barragán: La cultura es una estructura social. En el caso de España, habría que posicionar la cultura para que la gente la necesitara. ¿Por qué necesitamos un teléfono de última generación? Porque si no lo tienes, te sientes desconectado de los demás. Eso genera un negocio, una cadena. El posicionamiento de la cultura ahora mismo es muy malo. No sé si hay una reflexión sobre nuestras generaciones más jóvenes, adultas o ancianas para hoy, mañana o dentro de 50 años.

¿Contribuyes a crear esa necesidad cultural que mencionabas antes en la base social?

Tú puedes generar esa motivación, esas ganas de descubrir, en tu público… cuando tienes un concierto. Pero no puedes hacerlo a nivel estructural. Podría hacerlo como profesor, en un pequeño entorno generar una especie de onda que puede influenciar a un grupo más o menos grande. Yo hablo de motivar a 50 millones de personas, a un país como España. ¿Qué posicionamiento tiene la televisión? Es acojonantemente bueno.

¿Crees que la cultura es elitista?

Yo no sólo he actuado para la Philharmonie de París…

En España, el IVA para los espectáculos en vivo es del 10%. ¿No crees que eso influye? Como esa medida para conciertos, teatro o toros, por el momento, es una medida inamovible adoptada en el Consejo de Ministros… ¿Sería posible ir creando amantes de la cultura a través de intervenciones solidarias de los propios artistas?

Me faltarían dedos de las manos para contar ocasiones en las que haya realizado conciertos o actividades pedagógicas en las que no había interés económico. Por ejemplo, la fundación Barenboim-Said tiene un programa para hacer conciertos en colegios de Sevilla… yo me los recorrí todos. Pero eso es algo que sucede en un momento del día; luego esos chavales vuelven a su realidad y la cultura no forma parte de sus prioridades. Forma parte de su realidad lo material y la cultura requiere cierto esfuerzo.

¿Ocurre lo mismo en Alemania?

Aquí hay más personas que van a conciertos de música en directo que a ver partidos de fútbol. Lo han posicionado en la estructura de grupo como algo importante, como algo al alcance de la gente, como parte de la realidad. A mí lo que se monta con el fútbol en España me parece ridículo, una señal de que algo se está haciendo muy, muy, muy mal. Y a mí me encanta el fútbol, pero lo que se genera alrededor no tiene nada que ver con el deporte.

Actualmente, ¿debe el músico convertirse en producto, ser fruto del marketing, para triunfar?

En la Universidad tuvimos varias charlas sobre eso y decían: “Tú eres tu propio producto, tú te vendes a ti mismo”. Y no, yo no me quiero vender a mí mismo… yo quiero ser muy bueno en lo que hago. Hay una parte de nuestra profesión que tiene que ver con nuestra personalidad: la gente no va a pagar una entrada sólo porque quiere escuchar sólo un concierto de Mozart o, en mi caso, de clarinete. Mucha gente va a querer escuchar a tal intérprete, tal director, tal orquesta. ¿Acabas siendo un producto? Sí. Es una línea que uno tiene que decidir en cierto momento cuánto la quiere cruzar y cuánto no. El concepto en sí me parece casi inevitable.

Tienes perfiles en varias redes sociales, ¿qué aportan a tu trabajo?

Me parecen una herramienta fantástica para poder conectar a la gente, mostrar cada uno su trabajo, para inspirarse y poner ideas en común. La esencia es poder compartir con gente a la que le guste lo que yo hago.

¿Qué es lo que más te ha podido sorprender en el intercambio con el público?

Una señora, por ejemplo, me escribe un email diciéndome que ha escuchado una entrevista mía en RNE y que le había conmovido. Y piensas que no hace falta ser un estudioso de la materia para escuchar una sonata de Poulenc y saber que es bonita. Pero para eso hace falta atención y ahora mismo hay tantos estímulos que sentarte a leer un libro es un lujo.

A lo largo de tu carrera, ¿cuál es el mayor obstáculo al que te has enfrentado?

Me siento con la fuerza de poder decir que todas las frustraciones que he encontrado a lo largo de mi recorrido las he ido superando a base de trabajo, de darle vueltas al ‘coco’, de intentar aprender de los demás. Cuando llegué a Basilea me vi tan por debajo del nivel de los demás… pensé que qué había hecho. Había dejado la plaza de profe de la escuela de música de Marchena, de clarinete; la escuela está a 700 metros de la casa de mis padres. Todo eso lo he superado a base de trabajo, trabajo, trabajo. De ser autocrítico y querer más.

¿Alguna vez has interpretado un concierto para tus padres?

Alguna vez tenía que preparar algo y les he dicho “papá, mamá, voy a tocar esta obra”. Pero si no, no… Cuando voy a casa me gusta estar con ellos. La profesión, la música, está ahí pero no es el centro, para nada.

Pablo Barragán Pablo Barragán Pablo Barragán 

* En el norte de Europa y en países anglosajones se mantiene un sistema musical heredado de los antiguos griegos que utiliza como notas las letras del abecedario. Muchos compositores han homenajeado al genio alemán incluyendo su apellido en sus obras [Bach equivaldría en nuestro sistema a la suma de si bemol, la, do, si natural]

Mercedes Domenech
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