Tarik y La Fábrica de Colores “Sequentialee” (MUSHROOM PILLOW, 2005)
Que Álvaro Muñoz siga siendo unos de los secretos mejor guardados del pop español dice mucho de la patología instigadora de la música de este país. La del cordobés ha sido una trayectoria guadianesca como ninguna otra. Apenas cinco discos en treinta años. Talento prematuro como guitarrista en Yacentes, a mediados de los ochenta puso en marcha el rótulo de Tarik y La Fábrica de Colores, donde asimiló antes que nadie el rock avanzado británico. Tras una larga estancia en Inglaterra en los noventa (trabajó en el prestigioso sello Acid Jazz, con Eddie Piller) y cercano ya a los cuarenta, Álvaro Tarik regresó como sacado de Carnaby Street en el 65 y con una espléndida colección de canciones.
Un álbum de cromos repleto de pasajes gloriosos. Pop refinado de tamiz sixtie. Letras impecables que sonrojaban al patio indie. Y la proverbial ayuda del batería de sus amigos Los Planetas, Eric Jiménez, fundamental en la pegada del álbum. Melancolía de tarde de lluvia, amor perdido, símiles futbolísticos y el arcoíris por las experiencias que vendrán. Hay composiciones mayúsculas (‘A balón parado’, ‘Porque es domingo’, ‘Vengan los amantes’, ‘Velvet Suicide’), un adorable ramalazo bowieano y hasta instrumental a lo Burt Bacharach.
Aviso: quedan pocos ejemplares en circulación y no tiene precio.
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