Reacciones sobre Charlie Hebdo: sobre la libertad de expresión y otras reflexiones
I
Varios días han pasado desde la brutalidad del atentado a Charlie Hebdo. Ya podemos ver reacciones. David Brooks denunciaba que él no es Charlie en el New York Times con un trasfondo del todo razonable: La hipocresía; aquí en España ABC el día diez de enero llevaba en portada “Francia venga a sus muertos”. Cada uno se va colocando en su sitio: Por un lado, las continuas contradicciones de Estados Unidos, donde la solidaridad contra el fanatismo islámico convive con un sistema donde el comunismo es perseguido y el fanatismo cristiano que lleva a algunas escuelas el creacionismo (sólo a unas pocas escuelas, gracias a la providencia) está perfectamente permitido. Por el otro, aquellos que se ríen del conservadurismo en general y el liberalismo en particular, pero no permiten risa sobre ellos mismos.
Por lo que a España se refiere, ahí vamos. El americanismo está llegando a nuestro país y no precisamente en una lucha sagrada por la libertad en ninguno de los sentidos sino en su facción más cutre: El pensamiento único que se prodiga donde todo lo que se salga de la línea es motivo de insulto y malvado. La libertad se entiende sólo en el pasillo que nos imponen.
Examinemos, nuestra trayectoria de los últimos años; al que leen hace chistes practicamente de forma continua sobre la Iglesia Católica, eso está incluso socialmente bien visto; pero no se me podría ocurrir hacer un chiste sobre gente pobre. ¡Mucho cuidado! Un chiste sobre el catolicismo (por ejemplo, la muerte de Jesús) puede ser tremendamente ofensivo pues estás riéndote de la creencia más profunda de alguien que es libre de adorar al dios que quiera. En cambio, la risa sobre los pobres es tan condenable como las declaraciones de Willy Toledo cada vez que expresa libremente su pensar. Algo está fallando. La Libertad de Expresión en mayúsculas no puede tener muros por un lado y pasarelas por el otro. Tenemos que aprender a reírnos de los chistes sobre uno mismo y a debatir las ideas con el respeto (y en muchos casos la admiración) que se merecen.
Cada día tengo más ganas de que exista una revista satírica católica, de derechas y políticamente incorrecta para que se normalice el hecho de que haya gente que piense de una forma distinta a las revistas satíricas de izquierdas con las que tanto me suelo reír. Alguien que diga:
“Dime cosas que lleven a la hoguera
directamente, dime atrocidades
que cuestionen verdades absolutas
como: “No creo en la igualdad”.”
Como lo dijo en su momento Luis Alberto de Cuenca (“Political incorrectness”), y cuando eso pase, ojalá los que no pensamos así tengamos el suficiente sentido del humor como para reírnos; raciocinio para entenderlo, analizarlo y discernirlo; e inteligencia para saber contestar de una forma que fomente la risa y el debate sano, y no el odio.
II
(con la ayuda reflexiva de Patricia Charneco.)
La corrección política se está aplicando a todo. A absolutamente todo. Hay música que escuchar, libros que leer, cuadros que admirar y poesía que disfrutar. “Una persona a la que no le guste demasiado la música no puede decir que, cuando llega a casa hasta las narices del trabajo, se pone un disco de Romeo Santos porque no le apetece pensar, pero sí bailar bachata simplona y hacer el tonto un rato” -me dice Patricia. Si lo dice, será automáticamente tratada de tontorrona o ignorante.
Tampoco se puede decir “no tengo intención de leerme el Ulyses de Joyce”. Ni desconocer la obra del último grupo indie, ni decir que lo último que se está haciendo en el arte pictórico no te llega. Hay incluso quién opina que leer Harry Potter es de mal lector sin comprender que es un libro hecho para adolescentes.
Llámese incorreción política o postureo, está haciendo un daño terrible.
III
Ayer la policía francesa mató a los tres terroristas que, desgraciadamente, han cometido los crímenes de los que ya todos sabemos.
Se le pone a uno la carne de gallina con las ideas terroristas. Es propio del malo de una película de fantasía. La terrible meta de Voldemort en Harry Potter es la limpieza de sangre en el mundo mágico en el que vive el joven británico, la imposición de su forma de ver las cosas al resto del mundo sin preguntar más allá de las armas. Como estos terroristas. Como en el fantástico mundo de Harry Potter, donde las maldiciones caen sobre los magos, el sector más mortalmente perjudicado por los malos son los propios musulmanes, como el Policía al que remataban con esa repugnante sangre fría, tirado ya en el suelo. Como ETA cuando aterrorizó a los propios vascos.
El Policía al que rematan, sin mirarle siquiera, con esa repugnante frialdad, se llamaba Ahmed.
IV
Hoy ABC titulaba “Francia se venga”. Qué terrible desacierto. Estoy seguro de que la muerte de los terroristas fue la última opción. En un Estado de Derecho no cabe de ninguna forma la venganza. La dama de la justicia es ciega precisamente por eso. Si la venganza fuera la raíz de la justicia no valdría de nada la ley, pues no tendría sentido emplearla, la única ley sería el odio.
Ni siquiera en el caso de que la pena de muerte existiera en Francia hubiera podido caber la venganza. Cuando se ejecuta una pena de muerte en un país donde existe el Estado de Derecho, ha habido antes un juicio y se ejecuta al reo de una forma aséptica, no de la forma fortuita en la que han muerto estos tres terroristas.
No, venganza no, la venganza implica resignación al odio. Un Estado, un país unido, tiene que ser fuerte, tan fuerte como para clamar justicia, con su nombre propio y sus propias herramientas, por encima del dolor que todos hemos sentido. La justicia ideal está por encima del dolor, piensa por encima de los sentimientos.
No, venganza no, pero incitación al odio, exaltación de la violencia y populismo por parte de ABC, puede.
V
Qué pena que los hayan matado, ahora son mártires, ejemplo para otros infelices. Habrán muerto satisfechos en su ignorancia de Allah. Islam es la palabra árabe para decir “paz”, paz que no conocieron nunca.
VI
Veo comparaciones con la matanza de Noruega. Esa atrocidad también fue en el nombre de un dios cuyo mandamiento principal es el amor. Tampoco tiene sentido. Sin embargo, ese atentado no fue terrorismo, no había una organización detrás. En este caso sí. La gran diferencia es que en Noruega solamente había una persona que no supo interpretar lo que un libro quería decir.
VII
Pienso en el policía al que matan en el suelo.
Sangre fría. Las serpientes tienen sangre fría. Pero recuerdo un documental en el que un aventurero intenta hacerle una foto a una cobra real. La cobra real es de lo más peligroso que existe en el mundo animal, mortalmente venenosa, rápida, concisa en su mordisco. El aventurero se propone el reto de tocarle la cabeza mientras la serpiente está erguida, en guardia, con las dos espadas que tiene como colmillos prestas a que hagan su trabajo. El aventurero consigue su propósito, narcísticamente sorprendido por su capacidad, se aleja. Los comentarios en youtube versan sobre la valentía del ser humano y la maldad de la serpiente, su pérfida sonrisa. Un chico piensa fuera de la caja y dice: “El hombre está molestando a la serpiente. Es la serpiente quién, a pesar de esta molestia, noblemente, mas sin raciocinio, le perdona la vida.” Y creo que tiene razón.
Majestuosa y poderosísima naturaleza, que pudiendo usar sus colmillos, deja que el ser humano le cuente un chiste tan ofensivo como de baja calidad.
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