Enrique, el niño de Melchor
“Hay que aprender de los viejos, sino no se hace nada nuevo”
Enrique de Melchor
Conocedor –y defensor- de las raíces del flamenco, Enrique de Melchor (Marchena, Sevilla 1950) heredó de su padre, Melchor de Marchena, -y él a su vez de los suyos: el guitarrista «El Lico» y la cantaora «la Josefita»- la maestría para acompañar el cante. Su extrema sensibilidad le llevó a ser considerado uno de los mejores guitarristas flamencos junto a Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía, Paco Cepero, Tomatito o el recientemente desaparecido Moraíto Chico,… Era un enamorado del toque de Sabicas, Niño Ricardo,… Una enciclopedia del flamenco. Uno de los grandes.Comenzó su carrera profesional siendo adolescente, con dieciséis años, tres antes, su padre se mudó a Madrid para trabajar en “Los Canasteros”, el tablao de Manolo Caracol. Allí, Enrique, pudo descubrir los secretos de la guitarra -y del acompañamiento al cante- de la mano del guitarrista “Caracoles” y el mismo Caracol. Aunque de las dos personas que más aprendió, como él mismo reconoce, fueron su padre y Eugenio Jiménez ”El Nani”.
A lo largo de su carrera llegó a tocar con casi el 90% de los cantaores –algo de lo que se sentía especialmente orgulloso- entre los que destacan Fosforito, Camarón de la Isla, Enrique Morente,La Perla de Cádiz, Pansequito, José Mercé, José Menese, Luis de Córdoba o Antonio de Mairena… Aunque esto le supuso durante largo tiempo un encasillamiento como guitarrista acompañante dejó registradas como solista casi 100 composiciones propias.
En 1971 empezó a trabajar con Paco de Lucía -durante las primeras vueltas al mundo del maestro de Algeciras-, y gracias al padre de este –que se lo propuso a la Philips- y los temas y la experiencia que acumulo esos años, grabó su primer disco como solista -su primera grabación fue con Antonio de Mairena- en 1977: La guitarra flamenca de Enrique de Melchor.
Más tarde llegarían otros trabajos de éxito como Bajo la luna, La noche y el día, Cuchichi o el celebrado Arco de las rosas, 1999, que incluía el tema La danza de los gitanos con Amancio Prada y Paco Rabal. Como solista ha llenado escenarios en medio mundo, sea Madrid (Teatro Real), Londres (Queen Elizabeth Hall) o Nueva York (Carnegie Hall)
Se preocupó por conocer -y reconocer- las corrientes musicales que imperan en todo el mundo, llegando a asimilar lo que conectaba -de una manera u otra- con su propia concepción de lo que hoy debe ser la música flamenca, y todo sin perder de vista sus raíces.
Se fue en la etapa más productiva de su carrera como solista, sin hacer ruido, víctima de un cáncer.
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