El Planeta
A la luna le pío,
la del alto cielo.
Cómo le pío, le pío,
que me saque a mi pare
de donde está metío.
No sabemos quien fue el primer flamenco, seguramente fuera mujer, pero lo que sí conocemos es la historia de El Planeta, el primer cantaor flamenco del que se tiene constancia escrita.
El escritor malagueño Serafín Estébanez Calderón, aka El Solitario, costumbrista y romántico nos habla de El Planeta en dos de los episodios de Esencias Andaluzas (Madrid, 1846); Un baile de Triana (pág 203) y, más detallado, en Asamblea General (pág. 258), relatando en la primera parte una fiesta en la calle Castilla en 1838. El Planeta es uno de los pocos cantaores incluidos en la lista que Juanelo proporcionó a Demófilo, padre de los hermanos Machado.
El Planeta se llamaba Antonio Monge Rivero y nació en Cádiz el 8 de abril de 1790, un gaditano que se hizo cantaor durante la Guerra de la Independencia, por entonces estaba en la fragua, después se casó con la hija de un carnicero y acabó llevando el negocio en la Calle San Juan, ya en Málaga, donde murió el día 30 de septiembre de 1856.
El Solitario lo describe como un patriarca con ricas vestimentas y delicados adornos, un gitano bien parecido y de imponente presencia escénica. Siempre que lo nombra lo hace con enorme respeto; Señor Planeta o Conde y Príncipe de la Cofradía.
«Entramos a punto en que El Planeta, veterano cantador, y de gran estilo, según los inteligentes, principiaba un romance o corrida después de un preludio de la vihuela y dos bandolines, que formaban lo principal de la orquesta, y comenzó aquellos trinos penetrantes de la prima, sostenidos con aquellos dejos melancólicos del bordón, compaseado todo por una manera grave y solemne, y de vez en cuando, como para llevar mejor la medida, dando el inteligente tocador unos blandos golpes en el traste del instrumento, particularidad que aumenta la atención tristísima del auditorio. Comenzó el cantador por un prolongado suspiro, y después de una brevísima pausa, dijo el siguiente lindísimo romance, del conde del Sol, que por su sencillez y sabor a lo antiguo, bien demuestra el tiempo a que debe el ser»

El Planeta (guitarra en mano), con El Fillo en la famosa fiesta de Triana. Lameyer
Los únicos documentos gráficos que existen sobre El Planeta son las ilustraciones dibujadas para Esencias Andaluzas por el portuense Francisco Lameyer y Berenguer en 1846, cuando contaba 21 años, una década antes de morir el cantaor. Seguramente le llegará a ver algunos años antes, cuando estaba en su mejor época.
En 2011 Manuel Bohórquez dejó la crítica flamenca por un tiempo y tuvo a bien publicar una detallada investigación genealógica sobre el origen de este cantaor partiendo del testimonio del mismo Manolo Caracol, que siempre aseguró ser tataranieto de El Planeta. Pocos le creían. Escarbando, Bohórquez descubrió no solo esto sino también que Rafael Ortega, Carlota Ortega y Enrique el Almendro eran a su vez biznietos del gaditano.
Amigo y maestro de El Fillo, hay quien cree que algunos de los cantes que han perdurado a través de éste, son en realidad de El Planeta. Serafín Estébanez lo califica como «rey de los dos polos» y algo parecido pensaba Manolo Caracol de su tatarabuelo afirmando en 1968 que El Planeta había sacado el polo, que se cantaba sin acompañamiento musical, y entre los cantes de su repertorio podíamos encontrar la caña, la serrana y la siguiriya.
Su siguiriya, con la que abrimos el texto, es la más antigua que conocemos y más que carcelaria es una copla fúnebre que Mairena conoció gracias a Pepe Torres, hermano de Manuel, el primero que la grabó junto al toque de Melchor de Marchena en Antología del Cante Flamenco (Columbia). El padre de ambos, Juan Soto Montero se la llegó a escuchar al mismo Planeta

Ilustración de Juanjo Sáez
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