Enlorquecidos

Belleza susceptible de asesinato

Belleza susceptible de asesinato

Belleza susceptible de asesinato

Por Cristina Fallarás

Llevo tiempo preguntándome por qué el régimen que les costó la vida a Machado, Lorca y Hernández fue el mismo gobierno que nos los impuso en programas escolares como ejemplo de excelencia literaria”.

Corría el año 1976 y en los colegios españoles, en “texto aprobado por el Ministerio Educación y Ciencia en O. M. de 16 de julio de 1975”, los maestros de Literatura se basaban en el Libro de Consulta de Santillana llamado Senda, Literatura II, EGB Segunda Etapa (Ed. Santillana, 1974). En aquel manual, se aleccionaba a los alumnos adolescentes sobre las bondades de Antonio Machado (pag. 402), Federico García Lorca (pag. 411), Miguel Hernández (pag. 418) o Pablo Neruda (pag. 407).

Me baso en dicho volumen para escribir lo que sigue. Y lo que sigue es el pasmo. Años después, el pasmo.

Vamos con el relato antes de entrar en harinas (el relato es grano sin muela): 

Todo régimen elige sus “relatores”, es decir, aquellos que narran lo que es relevante. 

Todo régimen elige lo que es relevante y a la vez oculta la razón de su relevancia.

Solo teniendo en cuenta lo (muy resumidamente resumido) anterior es posible comprender por qué la dictadura franquista incluyó en sus planes de estudio a Antonio Machado, Federico García Lorca o Miguel Hernández, por poner los ejemplos más palmarios.

O sea: los tres mayores referentes de la literatura española dictatorial –y la literatura es relato de lo vivo– fueron tres hombres víctimas de dicha dictadura.

Podríamos adoptar la idea de que la dictadura franquista era sencillamente un andamio de idiotas sobre idiotas, y entonces ser nosotras, nosotros, idiotas también. O podríamos, como yo prefiero, aceptar que todo aquello cuya duración supera la muerte de su constructor merece cautela.

Llevo tiempo preguntándome por qué el régimen que les costó la vida a Machado, Lorca y Hernández fue el mismo gobierno que nos los impuso en programas escolares como ejemplo de excelencia literaria, es decir, como hombres cuyo relato merecía ser tenido en cuenta hasta el punto de marcar la educación de los que seríamos. Y llegada a este punto me cabe poca duda. Si un régimen dictatorial, inculto y asesino te señala como referencia al mismo grupo humano que ha eliminado solo puede significar una cosa, cuyo mensaje es el siguiente:

Que sepas que, si aspiras a la belleza, la excelencia y el pensamiento, eres susceptible de acabar muerta, muerto.

ANTONIO MACHADO

Belleza susceptible de asesinato

Aprendíamos los poemas de Antonio Machado como las palabras de uno de los mayores autores españoles de todos los tiempos. Formaba parte del programa escolar (antes descrito) herramienta del régimen franquista.

Esto leíamos: “En el año 1927 fue elegido miembro de la Academia de la Lengua. Poco antes de finalizar la Guerra Civil española pasa a Francia y muere allí, en el pequeño pueblecito de Colliure, a los pocos días de llegar”.

El 22 de enero de 1939, Machado salió de Barcelona con su familia junto a cientos de miles de españoles. La ciudad estaba a punto de caer en manos de los golpistas de Franco. Hicieron noche junto a la frontera con Francia, al abrigo de un vagón en vía muerta, frío como son los primeros de año, y pasaron la frontera. Anidaron en Colliure (Francia), donde Machado murió la tarde del 22 de febrero del 39. El 5 de mayo de 1941, Machado fue expulsado post mórtem del cuerpo de catedráticos de Instituto Cervantes de Madrid.

FEDERICO GARCÍA LORCA

Belleza susceptible de asesinato

Aprendíamos los poemas de Federico García Lorca como las palabras de uno de los mayores autores españoles de todos los tiempos. Formaba parte del programa escolar (antes descrito) herramienta del régimen franquista.

Esto leíamos: “Federico García Lorca es el poeta español del siglo XX más conocido dentro y fuera de España” (…) “Canta el dolor de los seres que viven una existencia oscura bajo esa impresión de poder y riqueza”.

Fusilaron a García Lorca en la madrugada del 18 al 19 de agosto de 1936, recién arrancada la guerra fruto del golpe de Estado de Franco. Se dice que su cuerpo fue a parar a una fosa en el camino que va de Víznar a Alfacar (Granada). Junto a su actividad artística y política, siempre se añade su condición de homosexual para explicar su asesinato. A fecha de hoy, este día de principios de marzo de 2018, sea allí o en cualquier otro sitio, sus huesos siguen sin exhumar.

MIGUEL HERNÁNDEZ

Belleza susceptible de asesinato

Aprendíamos los poemas de Miguel Hernández como las palabras de uno de los mayores autores españoles de todos los tiempos. Formaba parte del programa escolar (antes descrito) herramienta del régimen franquista.

Esto leíamos: “Poeta arrebatado y pasional, que se expresa de acuerdo con la más pura métrica española, Miguel Hernández es autor de una producción literaria auténticamente personal y totalmente distinta a la de los demás poetas de la España contemporánea”. (…) “La corta e intensa vida de Miguel Hernández ha dejado en la literatura una voz potente, emocionada y viril, que en las estrofas más tradicionales supo expresar los sentimientos humanos de formas cálida y personal”.

Miguel Hernández murió en el reformatorio de Adultos de Alicante al alba del 28 de marzo de 1942, con 31 años. Allí fue trasladado tras haber cruzado la frontera de Portugal en abril de 1939, y haber sido entregado por la policía de Salazar, dictador fascista de Portugal, a la Guardia Civil. Se le había conmutado la pena de muerte por la de treinta años de cárcel. Cuentan que no pudieron cerrarle los ojos. En febrero de 2011, el Tribunal Supremo de España denegó la revisión de dicha condena al considerar que fue impuesta “por motivos ideológicos o políticos” y que quedaba anulada con la ley de Memoria Histórica aprobada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero.

ANTONIO MACHADO A GARCÍA LORCA:
El crimen fue en Granada: a Federico García Lorca

El crimen

Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.

Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.

Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
… Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

El poeta y la muerte

Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.

Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban…

Hoy como ayer, gitana, muerte mía
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»

3.

Se le vio caminar…
                      Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

VICENTE ALEIXANDRE A MIGUEL HERNÁNDEZ

“Sobre la piel del cielo, sobre sus precipicios,
se remontan los hombres…”

“…despedidme del sol y de los trigos…”

Miguel Hernández

Elegía en la muerte de Miguel Hernández

I

No lo sé. Fue sin música.
Tus grandes ojos azules
abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante,
cielo de losa oscura,
masa total que lenta desciende y te aboveda,
cuerpo tú solo, inmenso,
único hoy en la Tierra,
que contigo apretado por los soles escapa.

Tumba estelar que los espacios ruedas
con sólo él, con su cuerpo acabado.
Tierra caliente que con sus solos huesos
vuelas así, desdeñando a los hombres.

¡Huye! ¡Escapa! No hay nadie;
sólo hoy su inmensa pesantez de sentido,
Tierra, a tu giro por los astros amantes.

Solo esa Luna que en la noche aún insiste
contemplará la montaña de vida.

Loca, amorosa, en tu seno le llevas,
Tierra, oh Piedad, que sin mantos le ofreces.

Oh soledad de los cielos. Las luces
sólo su cuerpo funeral hoy alumbran.

II

No, ni una sola mirada de un hombre
ponga su vidrio sobre el mármol celeste.
No le toquéis. No podríais. El supo,
sólo él supo. Hombre tú, solo tú, padre todo
de dolor. Carne sólo para amor. Vida solo
por amor. Sí. Que los ríos
apresuren su curso: que el agua
se haga sangre: que la orilla
su verdor acumule: que el empuje
hacia el mar sea hacia ti, cuerpo augusto,
cuerpo noble de luz que te diste crujiendo
con amor, como tierra, como roca, cual grito
de fusión, como rayo repentino que a un pecho
total único del vivir acertase.

Nadie, nadie. Ni un hombre. Esas manos
apretaron día a día su garganta estelar. Sofocaron
ese caño de luz que a los hombres bañaba.

Esa gloria rompiente, generosa que un día
revelara a los hombres su destino; que habló
como flor, como mar, como pluma, cual astro.

Sí, esconded, esconded la cabeza. Ahora hundidla
entre tierra, una tumba para el negro pensamiento
cavaos,
y morded entre tierra las manos, las uñas, los dedos
con que todos ahogasteis su fragante vivir.

III

Nadie gemirá nunca bastante.
Tu hermoso corazón nacido para amar
murió, fue muerto, muerto, acabado, cruelmente acuchillado de odio.
¡Ah! ¿Quién dijo que el hombre ama?

¿Quién hizo esperar un día amor sobre la tierra?
¿Quién dijo que las almas esperan el amor y a su sombra florecen?
¿Que su melodioso canto existe para los oídos de los hombres?

Tierra ligera, ¡vuela!
Vuela tú sola y huye.
Huye así de los hombres, despeñados, perdidos,
ciegos restos del odio, catarata de cuerpos
crueles que tú, bella, desdeñando hoy arrojas.

Huye. hermosa, lograda,
por el celeste espacio con tu tesoro a solas.
Su pesantez, al seno de tu vivir sidéreo
da sentido, y sus bellos miembros lúcidos para siempre
inmortales sostienes para la luz sin hombres.

Original

secretOlivo
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