FELIPE GONZALEZ, EL OLIGARCA QUE VINO DEL MARXISMO
Por Sebastián Moreno
Dicen los que saben, que el ex presidente socialista Felipe González podía haber sido ser elegido secretario general PSOE, en lugar de Pedro Sánchez—que lo idolatra– para tratar de arropar moralmente al fracasado Alfredo Pérez Rubalcaba, y, de paso, calmar a las diversas facciones del partido, decaídas y revueltas, después de la debacle electoral provocada por Podemos. Efectivamente, Felipe González habría podido influir sobre su camarada derrotado, ambos fueron compinches en el Gobierno que propició el saqueo de España, la corrupción generalizada, el terrorismo de Estado, una crisis económica brutal que les llevó a otra catástrofe electoral: fueron derrotados por un político sin carisma, con bigotito fascista, de origen falangista, al que el genial Francisco Umbral calificaba, con sarcasmo, como el “comunista de la derecha” porque hacía menos política económica liberal que Felipe González.
A estas alturas, si Aznar era el “comunista de la derecha”, Felipe bien podría ostentar el título adverso, el de “capitalista de la izquierda”. Pero la realidad se ajusta más a apelativos elementales: capitalista, ricachón, etc., que es el estatus social de aquel lejano hijo del cabrero cántabro, que se casó con la hija de un coronel de Franco. Su trayectoria social y política poco o nada tiene que ver con el marxismo, el socialismo, la igualdad social y excusas parecidas que sustentan los orígenes de los partidos de izquierda. Además, hace más de 30 años que el PSOE abandonó el término marxista de la definición del partido, por iniciativa de González, en el 28 congreso, en 1979. Y no lo tuvo fácil, hasta tuvo que presentar su dimisión. Enfrente tenía pesos pesados como Enrique Tierno Galván, Pablo Castellano, Francisco Bustelo, Fernando Morán Luis Gómez Llorente, entre otros, que no querían la derechización del partido.

Sebastián Moreno con Felipe González
Casualmente, fui yo, cuando Felipe me doraba la píldora el que tuvo la primicia de este cambio trascendental en los principios ideológicos del PSOE, un año antes, en la primavera de 1978, por boca del propio Felipe González. Sí, así fue. El líder socialista pronunció una conferencia en Barcelona, por la noche, donde dejó caer su proyecto, que causó conmoción. Por la mañana, me recibió —entonces en el diario La Voz de Albacete- en exclusiva, y charlamos ampliamente sobre esa cuestión, ahí están las hemerotecas. Incluso se fotografió en plan zalamero conmigo -foto adjunta- mostrándome un pequeño cuadro con la ficha policial de Pablo Iglesias, el fundador, no el que les ha metido el miedo en el cuerpo. Para acuñar su proyecto me decía: “… Se pretende limitar la proyección sociopolítica de los socialistas con la expresión «marxismo». Creo que Carlos Marx no se llamaría marxista en 1978, aunque seguiría siendo Carlos Marx, es decir, un hombre que pretendía analizar con un método objetivo y lo más científico posible la sociedad de su tiempo, para superar las contradicciones de clase y conseguir el objetivo utópico de una sociedad igualitaria, que supiera respetar las diferencias entre los individuos sin que ello comportara discriminación por privilegio. En definitiva, rechazaría todo planteamiento dogmático, en el que han caído muchos de los que se reclaman marxistas y despreciaría el concepto del marxismo que trata de acuñar la burguesía. Hay que ser socialista antes que marxista”. Más claro, agua.
Con el paso del tiempo, ya no se sabe lo que es el PSOE, si un partido marxista lith, socialdemócrata-liberal… Felipe González sí se sabe lo que representa: ha pasado de «socialista» a capitalista, lo cual no es ningún delito, pero evidencia ridículas contradicciones cuando se desgañita en los mítines en plan vejete que se las sabe todas ante el peligro que representan la derecha y el capital, siendo, como es, un oligarca internacional.
Felipe González está vinculado como amigo y negociante a Carlos Slim, magnate mexicano, propietario de Teléfonos de México (Telmex), entre otros negocios, el hombre más rico del mundo, cuya fortuna asciende a cerca de 100.000 millones de dólares, casi el doble que la que se atribuye a Bill Gates, fundador de Microsoft. Como asesor de Carlos Slim, cobraba 43.800 euros al mes, intermediando en negocios europeos y marroquíes. También actúa a la inversa con el Grupo Prisa con contactos políticos y financieros en América Latina. Todas estas actividades las realiza a través de la consultora IALCON, en la que participan sus tres hijos, Pablo, David y María. Otro de los grandes amigos de Felipe González es el magnate venezolano Gustavo Cisneros: mejor no recordar cómo se quedó con el regalo de Galerías Preciados, tras el asalto socialista a Rumasa.
Este setentón recibía del Estado por su condición de ex presidente: unos 80.000 euros anuales. Tiene otros muchos ingresos: dicen que cada conferencia que imparte en el extranjero se embolsa no menos de 50.000 euros. También como consejero de Gas Natural Fenosa – resultado de la empresa pública Enagás que él privatizó–percibe un mínimo de 126.500 euros brutos anuales. Tiene varios libros publicados, el último -«En busca de respuestas»- un fiasco editorial histórico por el que Planeta le pagó más de 100.000 euros. Diseña joyas para la alta sociedad, que se venden entre 5.000 y 10.000 euros. Y entre sus propiedades, cuenta con una vivienda valorada en 473.652 euros en Castellar de la Frontera, otra en Cádiz con un valor de 244.500 euros, y la finca Los Palomino, que comparte con sus hermanos, de más de 48.000 euros. Otra propiedad destacada, de ricachón caprichoso, es una magnifica mansión en primera línea de playa, en Tánger, valorada en 2,5 millones de euros; se nota que se lleva bien con su amigo Mohamed VI, oscuro negociante.
A estas alturas, es verdad que Marx no se llamaría marxista, pero Felipe González tampoco, socialista.
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