Opinión y Pensamiento

¿Es posible otro capitalismo?

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foto de www.worth1000.com

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Me reconozco capitalista por reflejo de mi propia realidad. Voy a bares, compro, vendo… Una buena amiga, por ejemplo, hace trueques, yo no tengo tanta fuerza de voluntad. En cualquier caso, mi capitalismo o mi creencia en el libre mercado se basa en que no creo que hiciera daño a nadie en el caso de que quisiera montar un bar; servir cerveza, poner tapas, y hacer que la gente esté a gusto, un ejemplo similar escribe Wolf en «introducción a la filosofía política».

Esto no quita que el capitalismo que tenemos no necesite una reforma. Se tacha a todo aquel que no es capitalista de utópico, pero, en realidad, también es utópico que la persona que más lo merezca sea, con este sistema, la que más tenga. Los hechos son esclarecedores: Hay gente sin oportunidad de esforzarse, hay otra gente que no tiene por qué esforzarse y otros tantos que tienen capacidades distintas a las que el mercado puede querer comprar, y, no obstante, son talentosos y trabajadores. Claro que soy utópico, de hecho, creo que en la utopía como la única forma razonable de cambiar el mundo.

Otra razón es que el mercado es global y el dinero que hay en el mundo es el que hay, punto, si se crea más, hay inflación y el dinero pierde su valor. Eso nos tiene que llevar a pensar en por qué muchas tierras ricas en materia no son ricas monetariamente. ¿Quién se lleva los diamantes de África? ¿Cómo es que habiendo tanta riqueza, también hay tantísima gente pobre? Y otra gran cuestión: Debido a este mercado mundial buscamos la competitividad, que es aquello que lleva a que el salario en Malasia sea más que salario una irrisoria compensación por la esclavitud. Competición por competición al final acabaremos pagando por trabajar.

El gran problema, como dijo Walzer, es que este capitalismo descontextualiza a las personas, las ve como seres individuales cuando, en realidad, forman parte de una sociedad, con sus seres y sus quehaceres que vienen y van, cada cual en sus propias y, más que probablemente, únicas e intransferibles circunstancias. Por ello es insuficiente la relación entre la oferta del mercado con la suma de talento y esfuerzo del individuo. El arte es un gran ejemplo: Estudie veinte años violín, sea el mejor de su generación y verá cómo, por tocar el violín y no haber estudiado ADE, tendrá que vérselas en globo para llegar a fin de mes. ¡Mejor aún! Estudie 20 años de violín, sea el mejor de su generación y verá cómo Paquirrín vive de la música y usted tendrá que vérselas en globo para llegar a fin de mes.

Se habla, además, del pensamiento único que propicia el sistema socialista -y es cierto que lo hace-, no obstante, esta supuesta libertad económica censura económicamente, lo cual, en una sociedad de mercado, pesa casi tanto como la censura política y eso causa un pensamiento único tan malo o peor, pues se piensa el pez capitán de la pecera que es libre en un mar un poco pequeño. Hay tres grandes periódicos en España: ABC, El Mundo y El País, a ninguno de ellos se les pasará jamás por la cabeza decir algo bueno de cualquier cosa que vaya en contra del sistema. Cualquiera que se salga por cualquiera de los dos lados del carril será tachado de socialista radical por un lado o de malvado liberal por el otro, se le aplicará la censura de no ser publicado o la de ser vapuleado en una red social, se harán chistes ridiculizándolos y se le pondrá de loco (en el mal sentido de la palabra). El pensamiento único existe también en este sistema, pues cualquier opinión en su contra sólo existirá en pequeños círculos y, me gusta repetirlo: Esto sucede a ambos lados del carril.

He aquí la gran diferencia entre a los que no nos gusta el sistema y los que son anti capitalistas. No me gusta este sistema, lo considero deshumanizado y más propio de una fábrica de individuos que de una sociedad, creo que tenemos que cambiarlo, pero no destruirlo y cambiarlo por otro que canjee un poder económico absolutista por un poder político despótico -o si quieren, al revés-. Creo que el mejor ejemplo está en decir que no me gustaría pasar de la censura económica de los medios a la censura política del Gobierno.

¿Otro capitalismo es posible? No lo sé, francamente. Desconozco el futuro y la futurología a la que juegan los prestigiosos analistas me parece insidiosa. En relación a esa insidia, recuerdo a un argentino que decía: «-¿Que cómo hicieron el corralito? Dijeron que habría una crisis. Lo dijeron más alto y luego un poco más alto y luego lo gritaron con pánico. La gente acongojada sacó su dinero y, efectivamente, corralito.»

Este artículo de opinión tiene una página y algo, pero hay mucho más sobre lo que debatir. No sé si esto se puede cambiar, ni siquiera sé si el propio sistema se dejaría engañar -pues mucho me temo que tendría que cambiarse por engaño, desgraciadamente- creo que en la ética está la clave, pero ética también tiene cada uno la suya. En cualquier caso, espero haberles lanzado una pregunta cuya respuesta busquen, ¿Es posible otro capitalismo  y, por lo tanto, otro mundo?

Fernan Camacho
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