Paco de Lucía: especial entre especiales
Cuando un 21 de diciembre Paco llegó al mundo, Algeciras todavía no sabía que ese niño que asomaba iba a cambiar la historia del flamenco. Por eso, en esta ciudad de paso situada al sur de Europa, nadie se alarmó en demasía.
Alrededor de una década más tarde y residiendo aun en la ciudad que los vio nacer, “Los chiquitos de Algeciras” registran sus primeros trabajos discográficos. Paco cuenta con 12 años y solo los vecinos de la Bajadilla, entre corros, alertan de que “el niño de la Lucía, el Paco, toca hasta mejor que el Ramón y pinta para figura”. Solo sus paisanos más aficionados le hacen caso.
Llegan los 70 y Paco se sitúa en la cumbre flamenca. Se asienta en el trono revolucionario con Camarón de la mano formando la pareja más importante del pasado reciente del flamenco. Nunca podremos agradecerle lo que han hecho por nosotros.
Primero incomprendidos, después alabados; como les sucede a todos los que van por delante.
Se siente entonces preparado para devolverle a la ciudad que lo vio nacer parte de lo que le debe. Para ellos se organiza un concierto en la plaza de toros con él como artista principal. Algeciras se encuentra centrada en otras cosas y solo unas 500 personas aproximadamente van al concierto.
Desilusión, desolación, fracaso. Estocada de muerte para un genio.
A pesar del desencuentro, Paco de Lucía sigue siempre fiel a sí mismo y a su teoría del 10% de inspiración y 90% de espiración, que tan buenos resultados le ha dado.
Llegan los años 80 y Paco ya es dueño y señor del toque flamenco tanto para acompañar como para concierto. Maestro de las futuras generaciones y piedra angular del movimiento cultural, empieza a recibir reconocimientos de su ciudad natal, que pone en el barrio del Saladillo una calle a su nombre.
Por fin llegan los 90 y España, rendida a sus pies, se le queda chica. Comienza la conquista del mundo donde sí hay amor a primera vista. Al Di Meola, John McLaughlin o Keith Richards quedan prendados de sus encantos. Algeciras le nombra hijo predilecto y recibe la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
A partir de los 2000 todos son lirios y rosas. Recibe la Distinción Honorífica de los Premios de la Música, el Premio Príncipe de Asturias y es nombrado Honoris Causa por el Berklee College of Music de Boston y la Universidad de Cádiz. También recibe el Premio Grammy Latino por Cositas buenas.
En el año 6 de esa década, da su último concierto en Algeciras, recibiendo el reconocimiento de sus paisanos, y aunque no fue un baño de masas, lo trataron como merecía la ocasión, sirviendo la cita para saldar la vieja cuenta pendiente.
Ha sido hace unos días, y en su entierro, cuando por fin su ciudad natal se ha volcado con él. Una ciudad entregada su genio. Gritándole, amándole; echándole de menos.
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