Km. 4 Carretera de Carmona desde Sevilla. El notario Blas Infante es fusilado la madrugada del 11 de agosto de 1936. Es uno más de los miles que caían en ese lamentable mes en toda Andalucía y en casi toda España. Como uno más fue Federico García Lorca en Granada. Como cayeron el alcalde y todos los concejales de izquierda en Granada, como cayó el rector de la Universidad y muchos profesores ya por el único delito de serlo…
A Blas Infante lo acusan de haber fundado un partido separatista andaluz y haberse presentado a elecciones con él. Lo que es rotundamente falso, pero es lo de menos. Se trataba de lo que se trataba: descabezar y machacar el movimiento regionalista andaluz, el movimiento liberalista, todo lo que se movía en torno a estas figuras respetables que trataban de mejorar la situación de los ciudadanos andaluces de una determinada manera.
Y fue cortada de raíz.
Hoy, tras más de treinta años de democracia en España, los partidos en el poder han suprimido el acto protocolario en el Parlamento Andaluz.
Es jodido viajar desde la playa a Sevilla para echar un rato en recuerdo y conmemoración de un personaje que, a fin de cuentas, como otro en el Templo, cogería el cinturón para echar a los mercaderes. Se comprende.
El Parlamento de Andalucía aprobó de forma unánime en 1980 que en el Preámbulo del Estatuto de Autonomía para Andalucía, se reconociera a Blas Infante como «Padre de la Patria Andaluza». Reconocimiento que se revalida en la reforma del Estatuto de Autonomía, sometida a Referéndum popular el 18 de febrero de 2007.
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