Espacios naturales

El vínculo entre ecología, turismo y Guerra Civil

El vínculo entre ecología, turismo y Guerra Civil

El nombre de Luis Antonio Bolín puede pasar a la historia ligado a uno de los laboratorios de la Estación Biológica de Doñana y, por ello, como prohombre del ecologismo en Andalucía y en el Coto, donde una placa nos recuerda que estamos ante un patriota.

En cambio, pocos sabrán que él, junto a su hermano Enrique y su sobrino -también llamado Enrique- es uno de los verdaderos artífices de ese modelo de desarrollo urbanístico tan respetuoso con el hormigón como el que se desarrolló en la Costa del Sol a finales de los sesenta y setenta.

Don Luis no sólo atesora estos méritos conservacionistas, también se le puede considerar como uno de los principales impulsores del turismo patrio –director general de Turismo de facto entre 1938 y 1951-, fraguado en un proyecto diseñado parar explotar los “itinerarios del heroísmo español”.

La campaña se denominó genéricamente “Visitad las rutas de la guerra en España” y se planificó junto al cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer (ministro del Interior), desde la dirección del entonces recién creado Servicio Nacional de Franco.

La propaganda se difundió en Francia, Inglaterra, Bélgica, Holanda, Alemania, Italia y Suiza, y los primeros circuitos empezaron en julio de 1938 y se prolongaron hasta que el dictador cambió de aliados tras los resultados de la II Guerra Mundial.

Bolín fue el responsable de la llegada de la primera caravana de turistas extranjeros y nacionales a la Costa del Sol, a través de autobús por la “ruta de guerra del Sur”, por las ciudades de Algeciras, Sevilla, Córdoba, Ronda, Granada y Málaga, para disfrutar de los hechos de armas de nuestra contienda civil.

La vocación de touroperador de Don Luis -con esa mayúscula que en nuestro país honra a los caciques- nace dos semanas antes del golpe militar de Franco. El 6 de julio de 1936, el director del ABC, Juan Ignacio Luca de Tena, realiza una llamada telefónica desde Biarritz a Luis Bolín Bidwell, corresponsal de periódico en Londres:

«Necesito que contrates en Inglaterra un hidroavión capaz de volar directamente desde las Canarias a Marruecos, si es posible a Ceuta. Un español llamado Mayorga te facilitará el dinero preciso; trabaja en la City, en la banca Kleinwort. El aparato tiene que estar en Casablanca el sábado próximo, 11 de julio» (Revista Historia y Vida).

Bolín se cita con Juan de la Cierva, el inventor del autogiro, y Douglas Jerrold, miembro del grupo filonazi The Link y editor de la revista  English Review y se ponen manos a la obra. No alquilan un hidroavión, sino un Havilland DH-89A Dragon Rapide, un avión de siete plazas dela Olley Air Service que opera desde el aeropuerto de Croydon. La operación la financió el multimillonario Juan March.

Hay que modificar los planes y los tres conjurados se decantan por simular un viaje de placer a Tenerife de dos maduros ciudadanos británicos acompañados por dos jóvenes rubias. Estas actuarían como señuelo para que los aduaneros se fijen en ellas y no en el resto del pasaje.

Jerrold, Hugh Pollard (comandante retirado también simpatizante de Hitler) y Bolín junto a Diana -hija de Pollard- y Dorothy Watson, una amiga de Diana con llamativas costumbres, como guardar el tabaco y el encendedor en el elástico de sus bragas, serán los pasajeros del Dragon Rapide. La tripulación se completa con un capitán, Cecil W. H. Bebb; un mecánico, George Bryers; y un radiotelegrafista.

Tras un viaje lleno de contratiempos, aterrrizan el 17 de julio en Las Palmas, recogen a Francisco Franco y lo trasladan a Marruecos, donde se pondría al frente de las tropas rebeldes.

A partir de ese momento, el corresponsal se convierte en el jefe de prensa y propaganda de las fuerzas sublevadas y censor de las informaciones de los corresponsales de guerra de determinados frentes.

Desde su nuevo puesto, será el inductor de informaciones como que el bombardeo y destrucción de Gernika fue obra de los rojos y sus propios habitantes, según le atribuye R. Southworth Herbert en La destrucción de Guernica, en el que define a nuestro prohombre como “una fiera desenjaulada en busca de presa”. Un cargo que compagina con esa afición de promocionar el turismo de guerra. La pasión naturalista brilla por su ausencia.

Enrique Leite
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