De la dictadura a la decadencia
Con diez ladrones por banco
y políticos-rameras
este país da dentera
del uno al otro confín.
La Transición prometieron
después de cuarenta años
de dictadura-rebaño:
¿Transición, so parlanchín?
Los mismos camisas viejas,
ni la fachada lavada,
y de la misma camada
siguieron con el botín.
Había que entrar en Europa:
Si quieres dinero, OTAN
y no me llames carota…
que no soy un malandrín.
Después vino el pelotazo:
Que antes que repartir,
hay que llenar bien el cazo
del pudiente mandarín.
Luego, lo que se derrame
ya lo podrán relamer
los perros con gran placer:
la teoría Felipín.
Pelotazo y burbuja
vinieron, como hermanos
juntos juntos de las manos:
¡viva, viva el adoquín!
Los bancos quieren negocios,
de millones de millones:
que el oro arrastra amores
mucho más que un querubín.
En estos grandes negocios
a los bancos “patriotas”
les “tocó” la bancarrota:
Que lo diga el sanedrín
Y entonces se generó,
sin que nadie lo entendiera
una angustia traicionera…
como si fuera un orín.
Crisis, que dijeron unos
estafa, dijeron otros:
cabalgar sobre el potro
no es igual que ser serrín.
Los de a caballo han cargado
la crisis a todo quisque:
pa que unos pocos confisquen,
muchos quedan sin tilín.
Y este gobierno de inútiles,
hazmerreir de vergüenza,
recorta derechos múltiples:
la decadencia ruin.
¡Pero han llegao las mujeres
con la igualdad feminista:
¡trama de contrabandistas
ya veis venir vuestro fin!
Manuel Bordallo, escritor jubilado
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