Todas las noches que no escribo
Todas las noches que no escribo
nazco muerto al día siguiente.
No sé quién soy
si no escribo,
no siento a la luz apagarse
si lo hago.
No sé dormir,
y lo que es peor,
no sé soñar
si no escribo.
No me da miedo el fantasma
de la última sílaba aguda,
al final del verso
de la vida.
No necesito más espejo
que mis cuadernos:
La ropa, el pelo, la barba,
no me suponen más
que oro en polvo
tirado en un desierto.
Mis muñecas en el saco de un delirio,
mi amor arrestado por la bilis,
mi odio enflorecido,
nada soy si no escribo.
Un insecto que lame lo que el resto
deja de vida.
Nada soy si no escribo.
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