Opinión y Pensamiento

Sobre la izquierda andaluza tras el 20D

foto de Landahlauts

Sobre la izquierda andaluza tras el 20D

Las elecciones del pasado 20 de diciembre marcaron un punto de inflexión entre dos tiempos políticos claramente diferenciados. El primero, que dio inicio aproximadamente en la primavera de 2014, ha girado alrededor de cuatro convocatorias electorales, motivando en Andalucía -como en el resto del Estado- una rearticulación a contrarreloj de la izquierda en clave institucionalista: discusión de programas, elaboración de listas, diseño de campañas, recuento de votos. El segundo tiempo comienza ahora y ofrece un panorama inquietante, con un vacío electoral en el horizonte y unas perspectivas poco halagüeñas tanto en el terreno institucional –victoria menor del bipartidismo, pero victoria- como en el económico –persistencia de la crisis, prolongación del sufrimiento entre las clases populares-. La singularidad del momento nos exige a los andaluces de conciencia un ejercicio pausado y valiente de análisis y reflexión. Sobre todo por cuanto se precipita un proceso constituyente que, por el momento, nos coge con el pie cambiado y representa un peligro evidente para nuestros derechos como pueblo.

Desde una perspectiva andaluza y de izquierdas, cualquier propuesta de intervención que pretendamos hacer en este nuevo período exige analizar el resultado de la estrategia que hemos desarrollado en la etapa anterior. En este sentido, es importante afrontar sin complejos una serie de evidencias. En primer lugar, Andalucía sale debilitada en el nuevo contexto, con un papel secundario en el debate político frente a países como Catalunya, Euskal Herria o Galicia, e incluso en riesgo de volver a ser usada como ariete del españolismo por los partidos mayoritarios. En segundo lugar, la izquierda nacionalista andaluza sale especialmente afectada, con una ausencia total de fuerzas nacionalistas en las instituciones estatales y autonómicas, una fragmentación evidente de la militancia y, lo que es peor, una carencia de discurso capaz de conectar con la mayoría social. Esa carencia se refleja en la debilidad manifiesta de los principales partidos políticos nacionalistas, que han optado por la incomparecencia total, en el caso del PA, o por la disolución mal disimulada en proyectos estatales, caso de la CUT-BAI. Como daños colaterales encontramos un SAT en horas bajas, donde la implicación de sus dirigentes en estrategias partidistas se ha traducido de manera evidente en una rebaja de las movilizaciones; y una serie de iniciativas menos consolidadas que, en la medida en que han renunciado a priorizar la batalla electoral, han quedado en un segundo plano durante todo este primer período, como por ejemplo Asamblea de Andalucía.

Los momentos iniciales de la nueva etapa política que se abre no ofrecen las mejores perspectivas. Sin embargo, la situación de Andalucía y de los andaluces hace que el momento actual sea especialmente propicio para que el sueño de una Andalucía libre conecte con la problemática que todos los días afecta a nuestros vecinos. Es más, la gravedad de esa problemática hace que la ausencia de un proyecto nacionalista sea casi una rareza. Todo parece indicar que estamos ante un período especialmente adecuado para la puesta en marcha de un proyecto andaluz, de izquierdas y con la importancia suficiente como para transformar de manera significativa el escenario político andaluz y del conjunto del Estado.

En este momento hay que saber combinar tres ejes de necesidad: la necesidad de que Andalucía asuma un papel protagonista en el debate constitucional que se avecina; la necesidad de miles de andaluces por superar graves carencias relacionadas con el acceso a recursos básicos –vivienda, empleo, etc.-; y la necesidad de volver a la calle tras la finalización del ciclo electoral. La izquierda andaluza tiene que asumir esa triple necesidad. Y no parece existir más que una forma razonable de hacerlo: aparcar la lógica electoral para priorizar una estrategia abierta, sin exclusiones, que priorice la intervención directa y sistemática sobre los problemas de la mayoría social y que apueste sin complejos por la construcción de una herramienta política nacionalista y de izquierdas.

Y es en este punto donde adquiere importancia la opción estratégica por el municipalismo. Con más de tres años de vacío electoral por delante, deben quedar en un segundo plano los pactos entre líderes y las coaliciones precarias de urgencia. Ahora nuestros pueblos y ciudades aparecen como un escenario privilegiado para el encuentro de la izquierda andaluza sin prisas, y para el avance en formas de convergencia real a medio y largo plazo. Es en nuestros pueblos, en nuestros barrios, donde podemos y debemos empezar a desarrollar espacios de encuentro, que partan de algunas premisas básicas:

1) Deben ser espacios abiertos. Frente a la lógica electoral, excluyente y competitiva, tenemos la posibilidad de avanzar en formas honestas y horizontales de cooperación.
2) Deben apostar claramente por la intervención municipalista. Porque es en el terreno de lo municipal donde podemos ganar fuerza, conectando el discurso de la izquierda y el soberanismo andaluz con los problemas cotidianos que enfrenta la población.
3) Deben basarse en formas organizativas horizontales, alejadas de cualquier forma de seguidismo a líderes de dentro o de fuera de Andalucía.
4) Deben tender de manera inequívoca a la afirmación de un espacio andaluz de decisión, fomentando la cooperación entre distintas asambleas locales y profundizando en el abordaje de la cuestión nacional y en su vinculación necesaria con la problemática socioeconómica de los andaluces.

Precisamente siguiendo esta lógica ha nacido en fechas recientes la Red Municipalista Andaluza. Los integrantes de esta red, surgida a raíz del Encuentro Municipalista Andaluz organizado por Asamblea de Andalucía el pasado 24 de octubre en Mollina, apostamos por ir estableciendo mecanismos concretos de cooperación activa entre asambleas locales que ejerzan un municipalismo transformador y comprometido con la liberación social y nacional de los andaluces. Por el momento, se está avanzando en la confección de los primeros encuentros-talleres, en los que las personas y colectivos interesados podrán profundizar en líneas específicas de intervención a nivel municipal y de manera coordinada. Un primer taller, en avanzado estado de preparación, será anunciado en breve y abordará la política sobre gestión del agua y gestión de residuos en los municipios andaluces. Este tipo de iniciativas pueden contribuir a mejorar nuestra capacidad para intervenir políticamente en nuestros pueblos y ciudades, pero también para crear espacios de encuentro que posibiliten avanzar de abajo arriba hacia formas más ambiciosas de confluencia.

Tanto esta Red Municipalista Andaluza como otras iniciativas que existen o que puedan ser creadas deben asumir el reto de construir desde ya un espacio político andaluz y de izquierdas, que dé respuestas a los vecinos en el terreno municipal y que conecte sus problemas con un proyecto serio de construcción nacional. Se trata de liberarnos de la presión electoralista para ganar en capacidad de incidencia, reforzar el tejido asociativo y abrir espacios de encuentro. El panorama, como se ha dicho, es propicio por cuanto hace del proyecto una necesidad. Los andaluces necesitamos herramientas para afrontar problemas tan graves como el paro, los desahucios, la pobreza, el agotamiento de nuestros recursos, el desmantelamiento de nuestro tejido económico, la exclusión social creciente. Los andaluces necesitamos igualmente superar la confrontación partidista para crear desde abajo formas cooperativas de intervención política. Y los andaluces necesitamos avanzar en formas de autorganización que permitan nuestra afirmación como pueblo y la reivindicación sin complejos de nuestros derechos individuales y colectivos. Ante un nuevo tiempo de respiro electoral, el escenario municipal nos ofrece la posibilidad de avanzar sin prisas en la configuración de un proyecto sólido. Hoy la izquierda andaluza tiene ante sí un horizonte ideal para la construcción abierta, horizontal e integradora de la herramienta política que necesitamos y que aún no tenemos.

Curro Cuberos Gallardo es de Alcalá de Guadaíra, antropólogo e investigador del CIES-IUL (Lisboa). Es miembro del SAT y forma parte de la coordinadora nacional de Asamblea de Andalucía. Igualmente forma parte de la coordinadora de la Red Municipalista Andaluza. A nivel municipal participa del proyecto Asamblea de Alcalá. Publicado originalmente en Diagonal

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