Opinión y Pensamiento

¿Puede existir España sin Andalucía?

¿Puede existir España sin Andalucía?

Cada vez que dicen: patria,
pienso en el pueblo y me pongo a temblar
en las miserias que vienen
y en los fantasmas de la soledad.

Carlos Cano

En una Mesa redonda sobre Nacionalismos y Medios de Comunicación, celebrada en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universitat Autónoma de Barcelona en vísperas de la Huelga general del 14 diciembre de 1988, Paco Casero puso sobre la mesa una pregunta que finalmente centro el debate del acto; ¿es posible España sin Andalucía?

La pregunta, lanzada por el activista andaluz en pleno debate-reflexión en el que participaron reconocidos activistas y comunicólogos del nacionalismo galego, vasco y catalán, sirvió para analizar el papel de nuestra tierra en la configuración de este proyecto histórico que culmina con la creación del  Estado español,  de esta plasmación histórica a la que llamamos España.

Para la mayor parte de los ponentes era posible una España sin Galiza, sin Euzkadi o sin Catalunya. Sin embargo, el debate rompía el consenso general cuando se planteaba la supervivencia del estado español con una hipotética situación en la que Andalucía ejerciera su legítimo derecho a la soberanía como pueblo.

La vampirización que España había ejercido y seguía ejerciendo sobre Andalucía, la asunción como “española” de un remedo de identidad andaluza, la plasmación de una cultura de Estado en una imagen prostituida de nuestra cultura, imposibilitaban la permanencia de una España sin Andalucía.

Parece muy lejano aquel diciembre de 1988 cuando los sindicatos echaron el primer pulso al hasta entonces intocable Felipe. La política comunicativa llevada a cabo por los distintos partidos nacionalistas en el poder a través de los respectivos medios públicos han sido un elemento vertebrador de conciencias nacionales. Sin embargo, durante estos casi 40 años de régimen socialista, los medios de comunicación andaluces han servido para profundizar en esa Andalucía como sostén de España y como elemento definitorio para contrarrestar las ansias de libertad de otros pueblos del Estado español.

En el ecosistema comunicativo andaluz la RTVA ha sido, sin duda, el principal instrumento del régimen, no solo como controlador de la información consumida por los andaluces, sino como elemento fundamental para contrarrestar el carácter reivindicativo y liberador de nuestra cultura.

En la actual situación política, con un PSOE en crisis, que se revela por fin como una de las dos patas del régimen español, y unos  nuevos partidos políticos españoles que reivindican el papel de neopatriotas con una nueva configuración del Estado por determinar, Andalucía vuelve a una nueva encrucijada histórica.

La cuestión que de nuevo se plantea es muy similar a aquella que nos hizo salir a la calle para reivindicarnos como pueblo un 4 de diciembre.

O Andalucía sigue permitiendo ser la reserva identitaria de la que se nutre el estado español para mantener un statu quo de no reconocimiento de sus derechos nacionales o apuesta decididamente por liderar otro concepto de estado en el que la soberanía andaluza sea el cimiento fundamental de nuestro desarrollo como pueblo.

La aparición de la nueva política lleva aparejada un nuevo concepto de patriotismo español. Así, hablan del patriotismo de la gente, del pueblo. Alejado del concepto militarista y clasista de lo que fue una de las señas del escaso discurso franquista, se habla de nuevo, sin embargo, de conceptos tan manidos como patria y honor.

Pero, ¿es posible un patriotismo español en el que Andalucía sea sujeto político?  ¿o como la que más? No es esa la apuesta que se perfila.

Mientras que otras nacionalidades tienen voces propias en el debate estatal que definen y proyectan sus intereses nacionales, Andalucía sigue siendo la innombrable salvo para que cualquiera -desde fuera- pueda nombrarla en cualquier debate demagógico donde seguimos apareciendo como los que vivimos de la sopa boba de la “solidaridad”.

Una imagen potenciada por instituciones andaluzas gobernadas por el PSOE como el esperpéntico referéndum convocado por el Ayuntamiento de Sevilla sobre la ampliación de los días de feria.

Concretando. En mi opinión, la estela patriótica española que se muestra en el discurso de los líderes de Podemos en nada ayudan a un reconocimiento de Andalucía como sujeto político soberano. Más bien, mucho me temo, que de nuevo se vuelva a utilizar Andalucía, su imagen deformada y perversa,  como argamasa y fijador de un Estado-Patria no solo artificial sino represor de las ansias de soberanía de otros pueblos .

De todas las maneras, Andalucía es una Nación. Es un pueblo que solo ha ejercido como tal cuando ha sido una Matria con unas valores radicalmente distintos al Estado-Patria del españolismo.

 

Antonio Sánchez Morillo
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