Entrevistas

Manu Ferrón: «De hacer canciones, lo que más me divierte y me llena es escribir letras»

Manu Ferrón: «De hacer canciones, lo que más me divierte y me llena es escribir letras»

Aunque no hubiera publicado un single a su nombre ni fuese uno de los compositores de Grupo de Expertos Solynieve, Manu Ferrón sería uno de los músicos que pasarían a la historia del rock español solo por haber sido coautor de dos canciones de la importancia de La playa y Corrientes circulares en el tiempo, de Los Planetas. Pero, por suerte, acabó venciendo esa timidez, o exceso de precaución, que le impedía dar a conocer las canciones que iba escribiendo a lo largo de los años. Ahora, recoge elogios merecidos como miembro del supergrupo granadino, donde firma canciones tan tremendas como Merienda de negro, Pequeños, Perros muertos o La nueva reconquista de Graná (esta, a medias con Jota) y, en un paso más de esta carrera sin prisa ni pausa, se lanza en solitario con Unanimiedad (Acuarela), pequeña (en tamaño) muestra de gran (en calidad) rockdel de toda la vida”.

Foto de Silvia Rollán

A lo largo de más de tres cuartos de hora al teléfono, Ferrón se revela como un artista con las ideas claras (a pesar de las dudas, aunque suene paradójico) y de una sinceridad abrumadora, con una cierta dosis de alergia al elogio, tan alejado del estereotipo de la estrella de rock o del egocentrismo que, en teoría, sobrevuela el pensamiento de quienes se dedican a cualquier tipo de manifestación cultural. Da la importancia medida a las cosas, sin pose ni afección, pero al opinar sobre asuntos de interés general, como cuando hablamos de educación (no todo va a ser música), sí se muestra más contundente. Y es que, antes que nada, las personas somos eso, personas, por mucho que algunos nos intenten convertir en engranajes de un sistema organizado para evitar el exceso de reflexión. Por eso, escuchar a gente como Manu Ferrón, con apertura de miras y de gran curiosidad intelectual, siempre suma. 

—Tras escribir canciones para otros grupos y formar parte de Grupo de Expertos Solynieve, ahora te lanzas a la carrera en solitario. ¿Tenías mucho material que no encajaba de otra forma o son otros los motivos?

—Es más bien por una necesidad que tiene mucho que ver con que Grupo de Expertos Solynieve no tiene una actividad continuada al uso, siempre andamos buscando huecos entre la agenda de los demás grupos que estaban antes, y que perduran. Eso deja muchos tiempos muertos. Una vez que adopté la dinámica de escribir canciones y mostrarlas, porque siempre había escrito pero no las había enseñado, hay ciertos temas e inquietudes que tienen cabida en el grupo y que me motivan e inspiran. El hecho de grabar un single y editarlo parte del interés, sobre todo, de Jesús Llorente de Acuarela, que siempre, al igual que otra gente, me había animado a hacer mis cosas por mi cuenta. Yo soy un poco reacio, porque soy un poco pudoroso, pero se comentó como una posibilidad, que yo veía un poco remota, pero con la insistencia de Jesús y algunos otros amigos cercanos al fin le di paso, con mucha modestia y en plan tranquilito. No soy muy prolífico, la verdad, soy escritor de arrebatos. Había algunas canciones y decidí optar por el single, que me parece un formato simbolista, algo pequeño, para un principio.

—Es verdad que Unanimiedad, un título que me encanta, por cierto, solo tiene dos temas. Tú acabas de definirte como pudoroso, aunque también se podría ver como que te lo tomas con calma, porque pasan 15 años al menos desde, por ejemplo, La playa… Imagino que habría algo antes, aparte de Solynieve, ¿no?

—Sí, siempre lo he hecho, ya hace mucho tiempo, a principio de los noventa, intenté hacer un grupo aquí en Granada, que dimos algunos conciertos, y siempre he tocado con amigos, pero quizás en esa época, que eres joven y con mogollón de ganas de hacer cosas, me surge la posibilidad de colaborar con otras personas, y a mí, que me gusta escribir sobre todo, me facilita escribir letras para canciones que yo creía que eran estupendas, y así empieza. Y luego nunca lo dejas de hacer. Otra cosa es mostrarlas a la gente y, en ese sentido, debo confesar que sí que lo soy, soy pudoroso, inseguro, le doy mil vueltas a las cosas, me enamoro y desenamoro de las letras y de las canciones con facilidad, por lo menos de las propias. Ahora probablemente tenga muchas más ideas claras y estoy en una posición en la que no tengo que dar explicaciones, sencillamente hacer lo que quiero hacer y si a alguien le gusta, estupendo, y si luego hay una conjunción como ahora, de intereses externos, de gente que le gusta lo que haces, pues es muy reconfortante. Y sobre todo, en un momento en que es difícil tener acceso a que tus canciones tengan público, decir que no también me parece una frivolidad, cuando hay tanta gente que mataría por dar a conocer sus canciones.

—Eso es cierto, has decidido sacar disco cuando se supone que la industria se muere…

—Llevo viéndola morirse tanto tiempo… Por un lado va la industria y por otro la creatividad, y yo creo en un renacimiento de la industria, o el nacimiento de una industria nueva. El hecho es que la forma de comunicación y transmisión de cultura, de conocimiento, de información ha cambiado, y está claro que ese cambio hay una oportunidad de hacer las cosas de una forma nueva. Yo quiero creer que la debacle, el hundimiento de una industria pesada tan horrible como era la discográfica de los últimos años, no tiene por qué afectar a la transmisión de las canciones, del folclore y de las cosas nuevas. Sencillamente tenemos que estar atentos, mantener lo bueno de lo que había antes e inventar lo que tengamos que inventar. Me apasiona estar viéndolo con la perspectiva con la que veo todas las cosas, poder tener un nuevo principio a estas alturas me parece estupendo. No quiero ser dramático, tengo confianza en la gente y en que vamos a hacer las cosas de una forma mejor.

—Entonces, tras sacar solo dos temas, además cortos, ¿hay idea de editar un disco entero?

—No me preocupa, no voy a plantearme el formato. Lo que sí es que, cuando tenga canciones que respondan a un momento y cuenten una serie de cosas que yo crea importantes, voy a intentar publicarlas. Ahora estoy haciendo más aunque probablemente no sean para un largo, sino para un diez pulgadas, en vinilo también. Pero no me planteo el formato. Si finalmente grabo cuatro canciones y solo me gustan dos, hago otro single. Creo que la gente, en este momento, solo consume canciones y disfruta más de ellas que de obras más largas y esto quizás sea también algo a considerar, de cara al funcionamiento de los artistas y las bandas: no ser esclavo de los periodos tan largos que suele conllevar un disco, de composición, de grabación, luego ensayos si vas a hacer directos, si lo haces con una compañía, las compañías tienen sus tiempos, y en esos tiempos tan largos muchas veces las canciones mueren, o dejas de creértelas, o pierden su interés. Creo que en la inmediatez, si es posible, hay un camino que tomar. No anclarse a los formatos. O inventar nuevos. No sé, parece que estamos hablando de algo grandísimo y es solo hacer una canción y enseñársela a alguien por el conducto que tengas. En cuanto a lo de que las canciones sean cortas, si dejan con ganas de más, es bueno.

—Mejor quedarse con hambre que hincharse…

—Sí, yo creo en eso de que muchos poquitos es mejor que un atracón. Si una idea es redonda en dos minutos, no tienes por qué estirarla para llegar a un estándar. Añadir cuatro estribillos para que la canción llegue a tres minutos me parece una bobada.

—La nota de prensa de Acuarela describe tu música como a caballo entre Destroyer y Vainica Doble, Big Star, Battiato y Kiko Veneno. ¿Reconoces estas referencias o hay otras?

—Eso son etiquetas que se ponen para orientar a la gente de cara a lo que va a escuchar. Lo único que puedo decir es que todos ellos me encantan, pero no soy consciente de si hay algo de ellos o no en lo que hago. Por ejemplo, si alguien dice que una letra mía se parece en algo a una de Vainica Doble, soy feliz automáticamente, aunque no haya una motivación en mí a la hora de hacerla. O si una canción recuerda a Big Star, me vuelvo loco, porque es uno de mis grupos favoritos. Aunque ya te digo, entiendo que es una orientación que puede servir, pero igual hay gente que escucha las canciones y dice “pero bueno, esto es una herejía, decir que este tío se parece a cualquier cosa que haya podido hacer Alex Chilton”.

—Y además, esas referencias son muy distintas entre sí…

—Son muy grandes. Es como atribuirle demasiada importancia, aunque comprendo que es un mecanismo que se utiliza siempre en prensa y en promoción, la crítica musical siempre ha utilizado la comparación con otros artistas para orientar, y también para machacar o alabar las virtudes de alguien. Yo puedo decir que cuando leí la hoja de promo sonreía y decía “esto es una barbaridad”, pero por otra parte no puedes cuestionar la manera de intentar hacerte llegar al público. Si ellos en algún momento han pensado que es así, estoy muy orgulloso, pero tampoco voy a dedicar mucha energía a pensar en ello.

—En realidad te lo preguntaba porque sí detecto en estas canciones un punto de rock clásico, pero con esas letras sencillas en apariencia que pueden recordar a Vainica Doble o a Kiko Veneno, pero quería saber cuáles son las referencias que tú reconoces en tu música.

—Me acabas de dar dos piropazos, pero ya te digo, conscientemente no tenía la intención de hacer nada, lo único que sí me propuse fue hacer algo que sea verdad, que sea totalmente sincero. Y para mí lo honesto es hacer canciones que se puedan defender con una guitarra acústica, que es lo que toco, no digo lo que sé tocar, lo que toco, así que en ese sentido quería que fueran sencillas. Yo no sé tocar el piano, me encantan los sintetizadores y las programaciones pero no tengo conocimientos suficientes como para atreverme a hacer canciones de otra forma. Eso se soluciona con un productor y unos músicos que suplan las carencias, pero yo no quería empezar así, quería empezar de una manera muy sencilla y muy real. Las canciones están grabadas en casa, de forma muy rudimentaria, con la ayuda de Miguel Martín, que complementa un poco esa carencia mía de conocimientos, pero no hemos tenido grandes medios. Es una grabación normalita, con pocos cacharros, así que el resultado es clásico, claro, casi como si lo hubiéramos grabado en un cuatro pistas. Quería que fuera algo que yo pueda defender, de ahí el formato clásico de guitarra, bajo, batería, voces, algún teclado y poco más. ¿Que me gustaría hacer otras cosas? Probablemente, pero como te digo mi única premisa era hacer algo honesto, que si le gusta a alguien, guay y si no, qué le vamos a hacer. A mí me ha encantado hacerlo y ya está. En ese sentido, el disco no tiene un sonido espectacular, de gran producción, pero a mí me resulta agradable y con eso me conformo.

—Siguiendo un poco con este asunto, ¿me podrías decir dos canciones que para ti definan lo que es una canción rock o pop, una de fuera y, aunque sea como preguntarte por tu hijo favorito, una tuya?

—Te puedo decir dos, pero seguramente, cuando terminemos, tenga otras dos canciones favoritas. De fuera, te he dicho que me encanta Big Star, pues se me ocurre Thirteen, que es un clásico incuestionable, que desde que la descubrí lleva conmigo toda la vida, una canción pop sencilla, con una letra preciosa, con algo de intimidad y algo de rebeldía, me parece una delicia. Y española se me ocurre, que la he escuchado mucho estos días, Linda prima, de Solera, una canción que también me gusta mucho, que utiliza el lenguaje de una manera algo barroca pero con mucho ingenio, poco convencional para lo que se hacía entonces y lo que se hace ahora, una historia chico-chica pero con un final diferente. Aunque si ahora te digo otras dos podrían ser diferentes…

—Ya… En realidad, te preguntaba por una tuya…

—Ah, mía no sé… Ahora mismo… Es que está feo si te digo alguna de las dos del single, pero ahora mismo me hace mucha ilusión, me gusta A trabajar por la letra, la verdad. No entro en si es mejor o peor que otras, que me gustan por alguna razón, pero esa me gusta mucho.

Foto de Silvia Rollán

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—Precisamente te quería preguntar por las letras. Para según qué grupos, son tirando a secundarias, pero hay algunos, ahora se me ocurren, aparte de ti, Jota o Sr Chinarro, para los que entiendo que la letra es igual de principal que la música.

—Hay cientos de grupos que he visto en mi vida que tocaban increíble, que lo valoro porque me considero un intérprete bastante mediocre, como guitarrista y como cantante, de hecho no me considero ni cantante. Pero se me queda vacío si no hay un discurso, que no puede ser solo sonoro. Creo que las canciones se hacen para contar algo, aunque sea la anécdota más estúpida. Te hablaba antes de Thirteen, que es una letra sobre algo pequeñito pero muy bien contado, y yo lo valoro. No quiero decir con esto que todo tenga que ser sesudo ni que tengas que hacer filosofía, pero me parece que, de la misma manera que aunque yo no me considere un guitarrista bueno intento hacerlo, dentro de mis posibilidades lo mejor posible, todo el mundo debería hacerlo utilizando el lenguaje, que es otro instrumento, y el pensamiento, que es otro más importante. Así que si son grupos que tocan muy bien pero no dicen nada, se me agotan muy rápido. Y de la misma manera, pecar de que la música sea solo una idea me parece muy grave. Es la conjunción de todo. Pero para mí, las letras son fundamentales. De hecho a mí, de hacer canciones, lo que más me divierte y lo que más me llena es escribir letras, igual que cuando escucho música es mucho más fácil que una canción me enganche por una frase que yo crea que es brillante que por algo que tenga que ver con la música.

—En todas partes ha salido El eje de la Tierra entre lo mejor del año pasado… ¿Qué tal va el proyecto Solynieve?

—Eso de los ránkings… no sé. En mi cabeza cambian continuamente, así que no creo que deban tomarse como una cosa rigurosa… Lo de Solynieve es un proyecto que va cuando va y no va cuando no va. Nosotros respondemos a espacios que se nos abren y si en esos espacios que se nos abren coincidimos las personas y tenemos algo que contar, hacemos algo, pero no nos podemos permitir hacer planes. De repente, como en este momento, me llama Jota un día por teléfono y me dice tío, tengo dos canciones, ¿por qué no las grabamos? Claro, venga, vamos a hacerlas, las sacamos y las grabamos. La coyuntura que nos lo ha permitido es que había un par de días en el estudio. Pero luego lo mismo cambian las cosas, no las retomamos y las canciones se quedan ahí unos años. Yo creo que la naturaleza del grupo es esa y el único sentido que tiene es respetar esa naturaleza, dejar que las cosas pasen. Hasta el momento, casi todo lo que nos ha pasado es bueno, la gente ha recibido el disco muy bien, un disco que hemos tocado poco, la verdad, pero la gente se ha acordado de él a pesar de que estaba publicado en enero.

—Otro proyecto en el que has trabajado hace poco es el de adaptar al español con Jota el último disco de Franco Battiato, Apriti Sesamo. ¿Qué tal fue?

—La verdad es que fue una pasada, una experiencia enriquecedora, inolvidable, que me ha abierto puntos de vista interesantes sobre la música y sobre otras cosas. La verdad es que son cosas que te llegan. Lo primero que hicimos fue una versión de Battiato que estaba en el primer EP que sacamos, antes de Alegato Meridional. Es un artista que a Jota y a mí, y al resto del grupo también, nos encanta, y de estas cosas que hemos insistido, insistido, insistido… Al principio no todo el mundo era tan afín a Battiato como ahora parece, que ha calado entre cierto tipo de público, que los grupos hacen versiones y lo reivindican. Yo estoy encantado. Nos llegó la posibilidad y tuvimos la suerte de hacer adaptaciones, en primer lugar, y luego de estar en las grabaciones, en el momento en que Battiato estuvo grabando las voces en español. Estar al lado de, para mí, la figura europea más importante, comparable, aunque no sé si es necesario compararlo, a un Bob Dylan o algo así, a gente que representa mucho, un intelectual completo, no solamente un músico, y una persona encantadora… Y luego el disco que ha hecho, que de sus cuatro o cinco últimos me parece el más brillante, en un momento de lucidez tremenda y musicalmente chulísimo, de manera que estoy flipado. Y lo de estar con Jota, haciendo un trabajo diferente a lo que hemos hecho otras veces, con un artista que los dos respetamos tantísimo y que es una influencia tan grande para los dos, ha sido estupendo, la verdad. Casi que te diría que es de las mejores cosas que me han pasado por hacer música y canciones.

—Menos mal que te animaste al final, ¿no?

—Sí, menos mal. La verdad es que el pudor, esta cosa de ocultarte, lo único que hace es quitarte oportunidades. Pero bueno, son pequeñas condenitas que tenemos las personas para algunas cosas. También se vencen, afortunadamente. Al final siempre te llegan las cosas buenas, y si además es algo que te gusta tanto como a mí, las palabras, escribir, las letras, los poemas, no dedicarte a eso es ridículo.

—Además de hacer música, también escribes sobre ella, ¿no? ¿Qué te parece esa labor que Zappa definió como “bailar arquitectura”?

—A mí, la crítica musical me parece algo fundamental. La mayoría de lo que sé de música lo he aprendido de mis amigos, en primer lugar, y de la crítica musical, en segundo lugar. Creo que es necesaria una crítica especializada, así que yo, desde que soy crío, he estado escribiendo más o menos afortunadamente en fanzines, en revistas de todo tipo, en periódicos… Creo que, en el compromiso con la música, si tienes algo que compartir, es estupendo que lo hagas. Luego, los formatos también responden a la coyuntura. Yo ahora mismo no me siento muy capaz, por ejemplo, de hacer crítica estrictamente, porque es tal la necesidad que tiene la gente de cosas nuevas y la voracidad con que se consume también toda la información que ciertas publicaciones no me parece que cumplan una función demasiado positiva o conveniente, que de verdad sirva para algo, pero otras muchas sí, y otros formatos, como los libros sobre músicos. Es un campo apasionante, porque la música y las palabras están relacionadas, son dos campos indisolubles, que van juntos en cualquier formato, una canción en un libro, una crónica de un concierto, lo que sea.

—Hablando de libros sobre músicos, lo que últimamente parece que hay muchos es libros de músicos, novelas o diarios.

—Sí, es que de repente un músico hace una novela que es un éxito, o es buenísima, y entonces las editoriales intentan repetir la jugada. No todo lo que se publica es bueno, pero está claro que hay gente que tiene talento para contar historias, que se maneja bien con las palabras y que es capaz de hacerlo en muchos géneros. Ya, dependiendo del interés que te suscite cada uno, es cosa de cada lector. Creo que es normal y muy razonable que gente que cuenta historias lo haga de diferentes maneras si puede. Si a consecuencia de eso se acaba convirtiendo en escritor, en un literato, pues fenomenal, piensa mucho más y sigue aportando cosas a la humanidad. Pero hay que discernir mucho lo que es literatura de lo que es aprovechar una coyuntura, el éxito de una persona, para exprimir con el disco, el libro, el vídeo, la película…

—Lo curioso es que esta especie de moda se está dando sobre todo con músicos de la escena alternativa y en editoriales independientes, que no tiene la pinta de que vayan a acabar siendo best-sellers. Como un caso extremo del fenómeno coleccionista…

—Hombre, best-sellers no. Ocurre como con los discos, que de los buenos vende uno de cada dos millones, pero en cualquier caso que la gente se exprese y otros tengan acceso a esas manifestaciones a mí me parece, de primeras, bien. Luego la capacidad de seleccionar de cada uno es la que tiene que mandar. Lo que sí estoy es en contra de la sobrepublicación, de que se gasten la pasta en lo que menos valor tiene, en los libros que son puro adoctrinamiento, o los libros que están firmados por una persona y escritos por otra para aprovechar la fama… todo eso me parece basura. Pero que alguien tenga algo que contar y lo cuente y tú tengas acceso a ello y luego puedas valorar si te gusta o no es positivo. Que la gente intente expresarse de todas las formas posibles.

—Siendo a la vez músico y crítico, ¿qué se te pasa por la cabeza al ver que eres coautor de una de las canciones más alabadas del rock indie del país, tanto por público como por crítica, como es La playa?

—Me flipa. Siempre estaré agradecido a Jota por acordarse de mí en aquel momento. Pero yo lo veo lo que fue: sencillamente ayudé a Jota a hacer una canción buenísima que había hecho con su grupo. Y luego he tenido el gustazo de estar entre el público en conciertos de Los Planetas y escuchar cómo la gente la cantaba, la coreaba y la vivía intensamente, y me hace mucha gracia, la verdad. Yo me atribuyo poco mérito ahí, es una canción que ya andaba antes de que yo participara en ella y yo encantado de hacerlo, pero ya está. Es un temazo de Los Planetas en el que he tenido la suerte de colaborar y ya está. Y luego como he dicho, ver a gente entregadísima cantando una letra, mirando extasiados al grupo mientras la tocan, y tú estás ahí y dices ah, pues mira, yo tengo una partecilla de esto también, es reconfortante también, pero más allá de eso… Una satisfacción y un lujo, pero ya está.

Foto de Silvia Rollán

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—Antes hablábamos de referencias musicales, pero, fuera de la música, ¿qué otras disciplinas artísticas te inspiran a la hora de componer?

—Todo lo que me estimula, la literatura, el cómic, el cine, todo. Ahora leo muchas más novelas gráficas que novelas en sentido estricto. Hay un montón de guionistas y dibujantes de cómic que me interesan mogollón. Aunque lo último que he leído de él no me ha parecido gran cosa, Seth me parece alucinante. O Etienne Davodeau, que aborda temas familiares, un tío delicado que cuenta historias muy sencillas. Jason también, el noruego. Yo no soportaba esto de que un perro fuera detective o que un gato fuera un ladrón y de repente este tío dibuja animales con forma humana, y fui entrando en el rollo y me ha abierto un campo grande también al que era reacio por cabezón. Es gente que cuenta historias muy diferentes, unas más interesantes y otras menos, pero me estimulan mogollón. Y te he dicho estos pero, como con las canciones, luego lo veo y pienso que he dicho los que menos me gustan. En cine no te voy a decir un director o una película, pero es fundamental también. Y la literatura, igual. De jovencito leía mucha novela negra, luego me interesé por otros temas y leía más ensayos, luego volví a la poesía. Todas las artes, sobre todo las que tengan que ver con la palabra, para mí son referentes claros. Y por encima de cualquiera, la gente, claro.

—La gente…

Estar sentado en un autobús y escuchar a la gente hablar es lo más estimulante del mundo. O estar en un bar y ver cómo se comporta el de al lado, y qué cosas dice y cómo las dice. Con el habla y las expresiones de las personas soy muy curioso, me interesan mucho.

—Es muy de escritor esto.

— A mí me gusta mucho, por ejemplo, lo de las realizaciones diferentes del habla, cómo utilizando el mismo lenguaje, el habla particular de cada uno le viene de su familia o de su grupo social, cómo cambia la forma de contar. Eso me flipa, pero bueno… me imagino que a todo el mundo, ¿no?

—A algunos más que a otros.

—A los críos les hace gracia cuando alguien dice algo que ellos piensan que está mal, se sorprenden. Quiero decir que todo el mundo encuentra estímulos en las palabras, no hay que darse mucha importancia tampoco.

—Si no me equivoco, también te dedicas a la educación.

—Sí, ahora con menos vigor, pero durante mucho tiempo he estado dando clases de todo tipo. Nunca he formado parte de ningún cuerpo de maestros ni de profesores, pero siempre he estado vinculado de alguna manera. He dado clases de todo, de español para extranjeros, y últimamente daba español para niños pequeños extranjeros. Durante cuatro años, ha sido muy reconfortante, un trabajo alucinante, que ves que tiene una utilidad, que es necesario, que ayuda a la integración, que la mirada te la amplía muchísimo. Que sean niños pequeños, lo primero, y que sean de orígenes muy diferentes es una experiencia cojonuda. Pero este año ya no lo estoy haciendo.

—¿Y, con esa experiencia, qué opinas de los recientes cambios en el sistema educativo?

—Que es una vuelta a 1978, con suerte. Me parece una atrocidad, una salvajada, una involución en beneficio de unos cuantos interesados, muy pocos. Me parece un despropósito. Pero en general todas las reformas educativas que se han hecho en este país me parecen lo mismo. No entiendo hacia dónde va un país que tiene una ley educativa diferente por cada Gobierno. Las continuas reformas no te conducen a ninguna parte, solo a la confusión. Es como en todo, quítate tú para ponerme yo, en todos los sentidos, aunque yo no vaya a hacer nada. En el disco de Expertos hay una canción, Perros muertos, que tira de lo del perro del hortelano, y creo que los políticos, en este sentido, ni comen ni dejan comer, no hacen nada pero no dejan que los demás hagan nada, y un país, una sociedad organizada, debería tener una dirección al menos en la que caminara. Pero es imposible si cuando una ley comienza a caminar se interrumpe, se le ponen obstáculos grandísimos, se pone otra que empieza desde cero, y así casi cada cuatro u ocho años.

—Cada uno tira de su interés con la excusa de estar buscando el interés del niño.

—Es que las mayoría de las veces, temas necesarios, como las políticas de bilingüismo, se hacen para colgarse la medalla, pero no he visto nunca un auténtico desarrollo. Se quedan en colgarse la medallita, en la tendencia, en lo que consideran que está bien o consideran que va a generar atención o votos. Y creo que eso en democracia es nefasto. Esta reforma, en todo caso, me parece la peor, la más terrible, y como siga adelante vamos hacia el abismo más hondo. Es terrible. A lo que tengo yo acceso, que no es poco porque estoy rodeado de gente que trabaja en educación y como estoy interesado me he informado todo lo que he podido, me parece algo terrorífico y, sobre todo, interesado y mentira. Nos conduce a una sociedad de ignorantes, pero no por su voluntad, ignorantes por la voluntad de otros para someterlos y tiranizarlos, en el fondo. Hazlos ignorantes y serán más dóciles. Me da mucho miedo porque debería ser la mayor conquista social y veo cómo se arruina, y de la mano de la Sanidad, de la Justicia…

—Sí, es que no es solo la Educación…

—Si es que una persona con una formación, con una educación, es buena en todos los niveles y una que no la tiene es un incapaz, un inútil funcional, que no sirve para nada. Es la persona que, no sé, escupe en la calle, que te grita… Lo que no nos gusta de las personas es consecuencia de una mala educación. Y si las políticas educativas son nefastas, tendremos una población nefasta. Da mucha pena.

—Sí, lamentable… En fin, quería terminar con un par de preguntas un poco abstractas, a lo Quintero…

—No jodas… A ver si te contesto yo a lo Silvio y no nos enteramos ninguno…

—La primera es esta: ¿qué es Andalucía? Y la otra, ¿existe el rock andaluz?

—…Voy a empezar por la segunda… El rock andaluz existe, pero no lo veo de forma unívoca, porque haya una serie de características que se repitan. El rock no es una música de origen andaluz, aunque sí hay una manera de interpretarlo por los grupos andaluces. Antes me hablabas de Veneno, de Chinarro, y yo te digo: ¿esa gente escribe igual que los demás, cantan igual que los demás, sus canciones son iguales que las de los demás, son iguales que las de Franz Ferdinand? No. Pues ya está, eso a mí me indica que hay una manera de hacerlo. No sé si estará determinado por ser de Andalucía o no, pero sí que hay lugares comunes. Además, a mí me encantan. Hay un matiz de diferencia que les aporta algo, los buenos grupos de rock andaluces tienen siempre algo que a mí me interesa mucho, no quiero decir que sea mejor ni peor que un grupo catalán o uno de Múnich, pero sí hay algo ahí. En ese sentido, sí creo que se puede hablar de rock andaluz.

—Entonces, ¿ese matiz estaría en las letras o en la música?

—En todo. Es una forma de hacer las cosas diferente, que viene marcada por una serie de características que te envuelven y que determinan el resultado final de tu obra. De eso estoy seguro. También creo que existe una narrativa andaluza y una poesía andaluza, pero no excluyente, no me gustan nada el tipo de cosas nacionalistas excluyentes. Son matices diferenciales, en ese sentido respondo que sí. No quiero decir que sea mejor o peor, que sea cerrado, que no sea permeable. Pero sí creo que existe, y se cuela en todas las partes, en cada ingrediente de una canción, letra, música, melodía, armonía, hay algo que sale que tiene un matiz determinante. Aunque no por ser andaluz tienes que tenerlo.

—Mira a Kiko Veneno, además, que en realidad es catalán, aunque lleve tanto tiempo aquí.

—Claro, es que es algo permeable, que está en la manera de expresarse y de conducirse por la vida que me imagino que tiene unos rasgos diferenciales, y en estos rasgos diferenciales participa el rock. Y sobre lo de qué es Andalucía… la verdad es que esto sí que es demasiado abstracto. Te remito a la letra de Kiko Veneno: “Andalucía, la ropa tendida”… Y de ahí p’alante, lo que quieras. Yo qué sé. Te remito a la letra, y eso me vale de respuesta hoy.

Miguel Blanco
Manu Ferrón: «De hacer canciones, lo que más me divierte y me llena es escribir letras»
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