La persecución del andalucismo durante la Dictadura de Primo de Rivera
En septiembre de 1923 tiene lugar el golpe de estado por el general jerezano Miguel Primo de Rivera, dando paso a una época de centralismo político administrativo, partido único, militarización y control socio-político.
Con la Dictadura no sólo se da fin a una primera época fecunda del andalucismo. Sin embargo, con el cierre de las publicaciones, la clausura de los Centros Andaluces, y el destierro y persecución de muchos de sus miembros, el movimiento se paraliza. Mientras tanto, Blas Infante cambia su notaria en Cantillana por Isla Cristina (Huelva).
Es un tiempo impuesto de silencio e inactividad pública que Infante dedica a viajar por el Algarve portugués, Galicia (tomando contacto con nacionalistas gallegos), y Agmat en Marruecos (1924): en peregrinación a la tumba del último rey de Sevilla Al Mutamid. Son años de “exilio interior” dedicados al estudio de la cultura y la historia de Andalucía y a elaborar su teoría sobre los orígenes socio políticos del cante flamenco, ámbito sobre el que defiende que esta singular expresión tan nuestra responde al lamento histórico de un campesino desposeído de la tierra. Une así expresión popular, historia y presente.
En Isla toma contactos con los pescadores, en buena medida, verdaderos jornaleros del mar. Son años también de intensa vida familiar: allí nacen tres de sus cuatro hijos. En paralelo, y ante la censura imperante, resulta un tiempo de reflexión y estudio permanente, dedicado a mantener vivos los contactos anteriores. No obstante, las nuevas experiencias políticas existentes en sus viajes, se traducen en una actualización de su ideología y en una revisión estratégica de los métodos que habrían de utilizarse en el movimiento ya iniciado en pro de Andalucía.
Con los Centros Andaluces clausurados la actividad interna y pública de sus miembros se hace difícil y clandestina. Es el momento donde se redactan las “Cartas Andalucistas sobre los Fundamentos de Andalucía”, donde se reflexiona sobre los procedimientos utilizados hasta entonces por los Centros Andaluces. Se adopta un compromiso político más contundente, y el empeño de “liberar al pueblo andaluz” cobrará un sentido más pragmático, participando así del debate político antes que otras formaciones utilicen los símbolos y el sentir andaluz para rentabilizar anhelos de esperanza y libertad secuestrados durante siglos.
Proyectos que, llegado el momento de la recuperación de las libertades con la instauración de la República y la huída del Rey, adquirirán un nuevo sentido con la creación de la Junta Liberalista y la decidida actuación de sus miembros en favor del Estatuto de Autonomía.
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