Begoña Gutiérrez es la primera cara de Podemos en Sevilla para estas autonómicas. Todo empezó con una pregunta de El Mundo: “Dígame por último si es verdad eso de que si Podemos gobierna prohibirá la Semana Santa.” A lo que responde: “En Podemos todo lo decidimos los ciudadanos y los ciudadanas. Si se llegara a plantear esa cuestión, serían ellos quienes lo decidirían.” Va en condicional: “si se llegara a plantear”, no es ni siquiera algo que se diga cercano.
Sin embargo, como no podía ser de otra manera, ha causado una gran conmoción. La Secretaria General del PSOE de Sevilla, Verónica Pérez, ya ha contestado en twitter tomando la frase como mejor le convenía: “Cuestionar la Semana Santa es no entender Sevilla”, decía. Se agradece la sinceridad de Gutiérrez, pero desde el punto de vista politológico, creo que no ha podido ser más ingenua: Podría haber salido por quinientas calles distintas, y, sin embargo, coge la que menos le conviene. La Cadena Ser, según salía esta declaración, decía que entre todas las hermandades de Sevilla tienen trescientas mil personas, casi la mitad de la población, si esto es verdad, no hay que ser ningún erudito para darse cuenta de que raro será que los ciudadanos no quieran que el Domingo de Ramos (¡Qué digo Domingo de Ramos! ¡El Viernes de Dolores como mucho!) los pasos estén en la calle.
Quitemos los argumentos teológicos de en medio, pues no nos incumben a los laicos: La Semana Santa no es sólo catolicismo. Constituye un espectáculo de una grandeza inmensa.
Efectivamente, los pasos representan la pasión de Cristo, pero también lo hacen la gran parte de las obras del Renacimiento y no creo que nadie ponga en duda su valía. Reivindicar la Semana Santa de Sevilla es reivindicar estatuas de madera policromada de una calidad envidiable y en gran parte, made in Andalusia. ¡Y si sólo fuera eso! Las composiciones que tocan las bandas también tienen esa calidad y no tienen por qué estar en un segundo plano. Todo junto es un deleite: la belleza de San Gonzalo en el punte de Triana, la pureza de Santa Genoveva pasando por la Plaza de España, la grave solemnidad del imponentísimo Gran Poder en su plaza. No, esto no es un comentario capillita, ni sevillanismo del que no puede dejar de mirarse el ombligo, son los renglones de alguien que ama el arte en cualquiera de sus formas. Recuerdo perfectamente cuando pude ver “El Éxtasis de Santa Teresa”, me impresionó la placidez angelical del rostro que tan delicadamente talló Bernini. Y también recuerdo la primera vez que vi El Museo, me embobó el terror que me transmitió el pathos en forma de escorzo de ese crucificado doliente.
Es un defecto del sevillano rancio el reducir la cultura a la Semana Santa y la Feria y olvidarse de los Cernuda, Bécquer, Velázquez, etc, etc, pero, los que vivimos otra Sevilla, quizás debamos disfrutar del arte que existe en esas esculturas de madera policromada que bailan marchas de cornetas y tambores y olvidarnos, aunque sea por una semana, de criticar el ombliguismo de nuestra ciudad. ¡Si hasta el gran Silvio versionó “Stand by me” para decir entre un solo de guitarra “¡A esta es!”
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