Prensado en frío

Diego Medina Poveda: «El componente rítmico y musical es necesario en la escritura poética»

Portada de 'Principios básicos de quiebra' de Diego Medina Poveda
Portada de 'Principios básicos de quiebra' de Diego Medina Poveda

Diego Medina Poveda: «El componente rítmico y musical es necesario en la escritura poética»

Diego Medina Poveda (Málaga, 1985) es doctor internacional en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Rennes 2 (Francia). Ha publicado los libros de poemas Urbana babel (2009, col. Monosabio), Las formas familiares (Premio MálagaCrea, 2010), He visto la vida más humana (Premio Cero de Poesía Joven, 2014), A pesar del frío (Premio Literario UNED «María Zambrano», 2016, ed. El toro celeste), Mar de Iroise (2017, col. Puerta del Mar), Todo cuanto es verdad (accésit premio Adonáis, 2019; XXVII Premio de la Crítica de Andalucía, ed. Rialp) y En vecindad, no en compañía (2022, ed. La isla de Siltolá). Con Principios básicos de quiebra (Renacimiento, 2023), el libro que lo trae hoy a nuestra Prensa, se hizo merecedor del XXVIII Certamen de Letras Hispánicas Rafael de Cózar.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Diego Medina Poveda: Principios básicos de quiebra continúa la senda de mis dos libros anteriores (Todo cuanto es verdad y En vecindad, no en compañía) donde, desde una óptica humanista, irónica y esteticista, se hacía una crítica de nuestra sociedad actual. En esta ocasión, el foco se pone en la mirada, en la posibilidad de recuperar el tiempo de la contemplación. El lugar elegido ha sido un museo imaginario, unas salas que el lector recorrerá a través de las páginas del libro.

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

El germen fue la lectura del número 258 de la revista malagueña Litoral titulado «Mvseum. La pintura escrita», ahí me inspiré para la estructura del libro, en forma de museo imaginario, y así me propuse escribir un poemario en el que poesía, pintura y escultura se entrelazaran. En Principios básicos de quiebra incido en la necesidad de encontrar un tiempo contemplativo, de poder salir del tiempo utilitario que todo lo inunda para hallar el placer de lo lúdico y la libertad de la quiebra.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Que recorran el libro como si se tratara de las galerías de un museo imaginario en el que entran una mañana y se van, con el último verso, al atardecer.

¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?

Ojalá encuentren la emoción en alguna sala del museo. El libro, en definitiva, es una llamada a esa capacidad del ser humano, tan necesaria siempre y tan perdida hoy en la pragmática de un tiempo basado en el rendimiento económico.

¿En qué medida veremos en él —o no— al Diego Medina Poveda de tus anteriores obras?

Creo que la respuesta la encontrará el lector en el libro, como te decía al principio, mi intención ha sido seguir por la senda de mis dos obras anteriores pero incidiendo esta vez en la importancia que tiene la mirada para encontrar la emoción. 

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Principios básicos de quiebra’, ¿cuáles serían?

‘Torso arcaico de Apolo en 2022’, ‘La pirámide’ y ‘Delectare’ pienso que son una muestra representativa. Este último tiene, además para mí, un componente sentimental importante, ya que las ruinas de Zalia, de las que se habla en el poema, son un escenario muy importante de mi infancia y han quedado unidas en mi recuerdo a mi padre; él escribió un libro de poesía titulado Rebote en Zalia cuando yo no tendría más de diez años que es, en cierta manera, un homenaje a aquel paraje misterioso.

Tras varios libros –y sus respectivos premios-, sigues utilizando el metro clásico en tu producción poética. ¿Sigue siendo un valor seguro?

Para mí el componente rítmico y musical es necesario en la escritura poética, si no lo hiciera me daría la sensación de hacer renglones cortados, más que versos. Yo no sé escribir de otra manera, en mi poesía uso un tipo de verso que, a mi forma de entenderlo, tiene que estar fundado en bases rítmicas (tradicionales, si quieres llamarlas así). 

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

Me gustaría que invitaseis a Juan Miguel González, gran poeta malagueño, también conocido por componer las letras de muchas de las canciones de Tabletom.

Tres poemas de Principios básicos de quiebra, de Diego Medina Poveda

TORSO ARCAICO DE APOLO EN EL 2022

Has de cambiar tu vida

Rainer María Rilke

Parado estás, humanamente solo,

frente a esta ruina que, no te confundas,
no ha sido obra única del tiempo. Mira
que no hay ya musgo verde, ni brotando
están los ciclos cálidos de vida.
Ha muerto hasta el espíritu en la siembra,
ni el fulgor de la historia, virtud áurea,
relumbra ya en los ojos actuales.
Porque ahora el torso de la estatua
se ha consumado en la lámpara estéril,
Apolo no devuelve su mirada.
¿Cómo podría un trozo de pedrusco
verte siquiera? Y ahí estás parado,
tan ciegamente. Hay que cambiar el mundo.

LA PIRÁMIDE

Llama: «La parte más sutil del fuego, que se eleva y levanta a lo alto en figura piramidal». 

Diccionario de Autoridades

Si alguien te dice alguna vez que fueron
lejanas y alienígenas las manos
que levantaron el Antiguo Egipto
y sus pirámides,
acuérdate de lo que un día hablamos
los dos en esta sala del museo
sin que avanzara el tiempo en nuestros ojos.

Recuerda aquella llama,
entre el día y la noche, en la penumbra, 
cómo alumbró la piedra 
—y no hubo sol aquella tarde—.
Recuérdanos hablando —padre e hija—,
porque la claridad
no vino ni del cielo
ni un dios extraterrestre
incendió las palabras.
Fuimos tú y yo 
herederos de un mundo milenario
construido en nuestro amor.
Recuérdalo por siempre,
y haz con tu memoria una pirámide
para que nadie nunca dude
de aquello que es capaz el ser humano.

DELECTARE

(Ruinas de Zalia, Málaga)

Este silencio humano no es humano,
alcanza aquí la enorme ciudadela,
la conquista del tiempo sin relojes.
A merced de la nada
ya nada espero,
no resuenan ni dioses ni estandartes
en este campo ingrávido que alumbra
como una herida y sangra
sin épicos dolores, con la sangre
calladamente hermosa.

Detrás de mí la vida entera,
colosal, transparente en la memoria.
Largometraje mudo de los días
que ahora vuelven
a cada bocanada de aire, a cada
retal de instante a urdirse
con el hilo invisible de la infancia.

Y qué belleza
debajo de mis pies en este suelo
pisoteado por los siglos.

Y qué parto feliz en la mirada,
qué desmesura inmensa de endorfinas 
como un canto librado en el placer 
                                              del intelecto.

No existe el miedo, ni falsas promesas
desgarran sus mentiras con el grito.
Qué digna es la existencia del que sabe
volverse piedra un rato
y contemplar las ruinas en silencio.

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Javier Gilabert
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