Prensado en frío

Julen Carreño: «El poema es la hipótesis del método filosófico»

Portada de 'Don de mirada' de Julen Carreño
Portada de 'Don de mirada' de Julen Carreño

Julen Carreño: «El poema es la hipótesis del método filosófico»

Julen Carreño (Alicante, 1984) es licenciado en Derecho económico y en Humanidades, graduado en Educación Primaria, máster en Neuropsicología y doctor en Derecho; graduado en Filosofía y doctorando en Filosofía y cine. Creció en San Sebastián y ha vivido en Madrid, Pamplona y Tulsa, Oklahoma (EEUU). Actualmente reside en Sevilla, donde trabaja como profesor de Filosofía, Oratoria y Latín. 

Dejando a un lado su obra científica, que desarrolla en el ámbito del derecho y la filosofía, entre sus producciones literarias destacan los poemarios La inquietud de las estatuas (Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal, Hiperión, 2007), Los prohombres relativos (Premio Ángel Urrutia, Gobierno de Navarra, 2008), De luz y sombras (Premio Ciudad de Ceuta, Avant, 2019), Vigilias (Premio Marc Granell, Edicions96, 2020), Consagración del duelo (Siltolá, 2021), Cansancio de materia (Premio Internacional de Poesía León Felipe, Celya, 2022), y Don de mirada (Premio Internacional de Poesía Ciudad de Lepe, 2023). Ha obtenido, además, premios como el Margarita Perujo Nebro, el Hermanos Caba, el Zenda o el Premio Kasumi de Haiku, y ha participado en diferentes antologías y libros conmemorativos. Hoy viene a nuestra Prensa a charlar sobre Don de mirada.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Julen Carreño: Porque necesitaba cerrar un ciclo. Si De luz y sombras, Vigilias y Consagración del duelo significaron lo que he venido a llamar una “trilogía del duelo”, Don de mirada sigue a Cansancio de materia y clausura lo que constituye algo así como una antropología metafísica; una propuesta acerca del quién y del qué, como trato de explicar en el prólogo.

En cuanto a la razón por la que la obra sale a la luz ahora, trae causa del hecho de que, tras meses en barbecho, el pasado mes de diciembre de 2022 se alzó con el Premio Ciudad de Lepe – Santiago Aguaded Landero.

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

No hay tal idea. No en un sentido programático. El libro sencillamente fue recogiendo una batería de escritos que, por sí mismos, acabaron viéndose informados por un hilo conductor que puede resumirse en la siguiente premisa: aprendemos a amar siendo hijos, y aprehendemos el amor siendo padres. He ahí la idea trasversal que informa poemas en los que el trasunto bebe de lo ordinario y en los que he querido decantar una propuesta antropológica.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Honestamente, creo que la mejor pista es el título. No es consecuencia de citas o lecturas, sino que constituye una verdadera sinopsis. El mirar juega el doble papel de rasgo propio del rostro humano en cuanto a categoría antropológica, así como de actitud estética, en mi caso influida por la experiencia filosófico-fílmica. En cuanto al don, vuelve a admitir una lectura bipartita: es regalo, pero es también llamada y vocación. En definitiva, lo que el título advierte al lector es que afronta un periplo vital que ha de leerse en clave personalista. En este sentido, no hay en los versos del libro doblez ni artimaña literaria, sino la declaración sincera acerca de una concepción de la persona en desuso y que merece ser revindicada.  

¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?

No espero efecto alguno. El lector que accederá a mi obra es uno ducho en la materia a quien difícilmente sorprenderé desde lo estrictamente literario. Con todo, me haría feliz que mi libro llevara al lector a otros libros y que inspirara soliloquios senequianos. Lo que quiero decir es que, en gran medida, es un libro concebido para acompañar en la reformulación de grandes cuestiones a partir de la experiencia de lo ordinario, entendida casi en clave fenomenológica. 

¿En qué medida veremos en él —o no— al Julen Carreño de tus anteriores obras? ¿Es buen momento para hacer balance en lo poético?

De alguna manera he contestado ya a esta cuestión al contextualizar este poemario en el marco de mi obra. El lector encontrará en Don de mirada a un poeta similar al que leyera en Cansancio de materia

En cuanto al balance, voy a aprovechar la ocasión para hacer pública una humilde retirada. Cinco poemarios en cinco años, tras más de una década de silencio, no son pocos. Ahora el cajón está vacío –salvo por un librito de haikus que aún busca hogar– y la mente en otros lares. No tengo nada que decir y necesito echarme a un lado por un tiempo. Ese es mi balance.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Don de mirada’, ¿cuáles serían?

No es fácil, pues hay en el poemario varias micro secciones y poemas conectados entre sí, que pierden si no es desde una lectura global. Con todo, si tuviera que quedarme con uno, elegiría el que abre la sección “¿Filius… felix?”, que recoge la idea del amor a la que me he referido anteriormente.

Las letras envejecen 
–se arrugan, se transforman– 
como esa piel que son 
de nuestras voces, 
formando siempre en busca de pregunta. 
Unas frican, diptongan, palatizan 
y coagulan las cosas que nombramos 
al punto de nombrarlas; 
de otras queda la huella del grafema 
aspirado, que ya nadie pronuncia. 
Después de todo, ¿a quién puede importarle 
si en un tiempo remoto, entre los dientes, 
aún decimos feliz al decir hijo? 
También en el amar envejecemos

De nuevo, obra publicada, obra premiada. Esta vez, el Certamen Internacional de Poesía ‘Ciudad de Lepe’. Va siendo hora de conocer tu secreto… [risas]

Leer, rezar, leer, escribir, leer, rezar, reescribir, enviar… y rezar [risas]. No hay secreto. Hay trabajo y mucha suerte. Hace mucho tiempo que vengo diciéndolo: concurso para publicar; si Pre-Textos, Visor o Renacimiento me pidieran trabajos, dejaría de hacerlo [más risas], pero no es el caso. 

Compaginas tu intensísima labor docente y tu escritura con el estudio de la Filosofía. ¿Hace buenas migas con la poesía?

¿Migas? El poema es la hipótesis del método filosófico, la encarnación de las preguntas en las que nos jugamos la triple dimensión del sentido: percepción, destino y significado.  

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

Lo tengo clarísimo: a un tal Javier Gilabert. Nos debe una por su última obra, merecidamente premiada con el Blas de Otero [muchas risas].

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Javier Gilabert
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