Prensado en frío

José Miguel Gómez Acosta: «La arquitectura y la poesía se encuentran donde el espacio y el tiempo se solapan»

Portada de 'La luz es una región fronteriza' de José Miguel Gómez Acosta
Portada de 'La luz es una región fronteriza' de José Miguel Gómez Acosta

José Miguel Gómez Acosta: «La arquitectura y la poesía se encuentran donde el espacio y el tiempo se solapan»

José Miguel Gómez Acosta (Almería, 1975) es poeta, arquitecto y director de la revista ‘Márgenes Arquitectura’ y de Márgenes Editores. Pertenece al grupo de investigación de la Universidad de Granada HUM_813. Ha publicado numerosos textos sobre arquitectura y cultura contemporánea y sobre temas nórdicos. Su actividad se desarrolla entre Granada, Cabo de Gata y Norte de Europa, especialmente Islandia.

Ha realizado diversas ilustraciones y exposiciones de dibujo como parte del Grupo de Aulago. Publica su obra poética en Abada Editores. Colabora habitualmente en prensa y otros medios escritos, así como en la radio (RNE). Entre sus obras más destacadas figuran El gran norte (Ed. Point de Lunnettes, 2015), Viaje  a lugares inaccesibles (Abada Editores, 2019) y La luz es una región fronteriza (Abada Editores, 2023), el poemario que hoy pasamos por nuestra Prensa.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

José Miguel Gómez Acosta: Porque es lo último que había concluido. Y siempre me detengo con especial detalle en lo último. Y porque a mi editor, Fernando Guerrero, de ABADA Editores, alguien fantástico, le pareció buena idea este aquí y este ahora para el libro. 

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Como introducción a la obra utilizamos este texto: «Un archivo almacén sin estructura ni articulación predefinida. Los poemas recopilados aquí bajo el título general de La luz es una región fronteriza se muestran en orden cronológico, tal como fueron escritos durante la pandemia, entre 2020 y 2021». 

Me gusta mucho la idea de Italo Calvino de guardar lo que escribes en carpetas diferentes según la naturaleza de los textos. Y que dichas carpetas vayan llenándose poco a poco, tomando cuerpo hasta convertirse en algo cercano a un libro. Muchas veces he escrito de este modo, compilando cosas distintas en lugares distintos. En el caso de La luz es una región fronteriza la escritura fue diferente. Digamos que todo lo escrito fue acabando en la misma carpeta hasta que de forma natural algo se completó. Hubo mucho material que se cayó por el camino, pero el que se mantuvo fue marcando una senda definida donde diversas señales aparecen y desaparecen hilvanando un largo paseo. 

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

12 paseos, 12 amigos, 9 sueños, 5 calles, las ciudades de Granada y Almería, el pueblo de Cabo de Gata. Grullas, tigres, vencejos, lechuzas, mirlos, medusas, crisálidas, galápagos y caballos prehistóricos. Paul Klee, Patti Smith, Peter Matthassien, Fernando Pessoa. Un tríptico. Una estación meteorológica. Una letanía. Un escritorio del tren. El estudio de un pintor. Una casa de luz tenue.  

¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?

El libro está construido a través de unos paseos que se describen casi narrativamente. Junto a ellos, otra serie de descripciones: la de los sueños que, más o menos en el mismo tiempo, acompañaban a los paseos. Cuando se describe una vivencia o un paseo en el poema, siempre hay un momento en el que la realidad se quiebra. En el que se da un paso hacia otro ámbito desconocido o inesperado, superpuesto, a veces invisible pero igualmente cierto. Me gustaría que el libro pudiera ser de alguna forma una llave para descubrir imágenes, para integrar en lo ordinario lo absolutamente extraordinario que ocurre al mismo tiempo.  

¿En qué medida veremos en él —o no— al José Miguel Gómez Acosta de tus anteriores obras?

Hay temas recurrentes de mis libros anteriores que de nuevo están presentes: el frío, la arquitectura, mi madre, los trenes, los sueños, mi casa o los lugares que frecuento, el amor… Hay imágenes que aparecen o reaparecen como nuevos eslabones de una misma cadena. Hay un paso más en la prosa poética y también elementos plásticos que acompañan levemente la palabra. Hay también un ritmo más pausado, quizá menos inaccesible que en otros viajes. Tengo la sensación de que siempre se escribe un mismo libro, como una misma vida que avanza, se detiene, da rodeos, se ramifica.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘La luz es una región fronteriza’, ¿cuáles serían?

Creo que me quedaría hoy con el corazón del libro. Una parte autónoma y distinta que se titula Tríptico de Patti Smith y que, en esas tres partes a las que alude el título, describe un sueño en el que la poeta y cantante estadounidense está muy presente. La coincidencia entre el lenguaje poético y el lenguaje de los sueños es algo que me interesa mucho explorar porque en ellos se puede tratar de abolir el tiempo, el transcurrir lineal, el discurso. En lo onírico se puede establer otro tipo de reglas, paisajes o experiencias. Es un lugar muy inestable, fronterizo. Como dice la propia Patti Smith, «el problema de soñar es que al final nos despertamos». 

¿Supone este poemario un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?

Cada cosa que se publica, que se lee y se recita, que se enseña al mundo, acaba siendo siempre un punto de inflexión. Es siempre un escalón que se sube o un escenario nuevo en el que se vive durante un tiempo. Aunque, de alguna forma, no existe una discontinuidad real para mí. El trabajo de escribir continúa constante cada día, y cada día igualmente se transforma. Preparo un nuevo libro junto a dos voces más, otra poeta y una fotógrafa. Preparo también un ensayo y, especialmente, trabajo en el siguiente libro de poemas. 

Por otra parte, continuamos con nuestra pequeña labor editorial. MÁRGENES Editores nos hace muy felices a mi compañero Daniel López y a mí. Así como contar con voces como la de Sergio Mayor, Paula Puigmartí o Luis García Montero. Y las que aún están por venir. 

Decía Paula Bozalongo no hace mucho en una entrevista que tanto la poesía como la arquitectura son formas de mirar. ¿Cómo influye, en tu caso, una disciplina en la otra?

He escrito mucho sobre el tema, sobre los vasos comunicantes y las superposiciones entre ambas disciplinas. Dos maestros para mí en ambos mundos son Joan Margarit (poeta arquitecto) y Antonio Jiménez Torrecillas (arquitecto poeta). De ellos aprendemos que la forma de mirar marca la poética en todos sus aspectos. Me refiero a esa poesía que está no sólo en el arte, sino en todas partes, y que se descubre constantemente si uno está suficientemente atento como para atraparla. Ambas, poesía y arquitectura, manejan lenguajes y maneras de hacer muy diferentes y sin embargo análogos en un sentido. Por ejemplo, me interesa mucho cuando un espacio se convierte en registro del tiempo, de las experiencias del tipo que sean. Vivencias o sueños. La arquitectura y la poesía se encuentran donde el espacio y el tiempo se solapan. 

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’? 

Carmelo Sánchez Muros. Su elegancia personal es aún superada por la de su voz poética. 

Poemas de ‘La luz es una región fronteriza’, de José Miguel Gómez Acosta

Paseo nº2

Paseando por el antiguo barrio donde creció mi madre
constato que apenas queda algo de esos días
Las casas de una sola planta han sido tapiadas
y las que aún se tienen en pie 
han sufrido cambios que las hacen remotas

Todo tiene un olor a polvo depositado
como el recuerdo de un anciano que en breve estallará
como estallará el sol del sistema solar
convirtiendo su entorno en algo diferente
cuya desolación nos es desconocida 
tanto como si hablásemos de Dios
de la luz o la nada

Los cables en la calle 
cuelgan como las venas secadas al sol 
de un organismo que ya no funcionara
Hay un patio encalado. Apenas otra cosa se conserva
La casa de mis abuelos ha desaparecido
Con ella su penumbra y su patio trasero
Sus vasijas los vasos
Y su polvo que entonces aún estaba flotando

La luz hoy se atempera en la calle delgada 
por un piso brutal construido hace unos años
que devora los cielos en su escala de muro o transatlántico
Deambulo entre su sombra sorprendido en la calma 
del barrio de mi madre
Sin un juicio certero que hacer sobre la pérdida
Amando esta bendita senectud 

Como un arquero antiguo que lanzase sus flechas sin deseo
solo por el placer de que su tiro sea perfecto

_________________________________________________________________

Medusas

Hay medusas
Es una afirmación del desencanto
No se podrá nadar esta mañana
El cielo está cubierto de polvo irrespirable
Te despiertas oculta en nuestra casa

¿Podría yo respirar o caminar por ti?
No recibo respuesta: hay medusas eléctricas 
afiladas azules metálicas bulbosas 
luminosas recónditas como esquirlas de mar

Qué hacer cuando la ira se apodera de mí irrespirable
incapaz de aceptar que haya medusas
y pretendes de golpe despedirte en silencio del verano:
No se puede nadar

Cómo no respirar o caminar por ti 
Abastecer de agua el aire desolado que soportas
La casa de verano repleta de medusas,
dices mientras respiro quemaduras  
Mudar la piel quemada este verano

Me abrazo de rodillas a tus piernas nudosas 
que lavo y masajeo y respiro y camino 
tal como las medusas se enredan en los pies de los que nadan

Coge mi mano, digo, hay medusas pero no pasa nada
Te sientas en la orilla con olas dibujadas llegando a tus tobillos
En la imagen se borran los contornos 
y no existe otra cosa que ese mar

Nosotros dos

Ni siquiera medusas

_________________________________________

Una orden: acabar la creación del mundo
Un deseo: deambular por las playas donde nos conocimos
Una herida: las alas que robaste y que luego rehiciste en la madera
Un placer: reclutar tu cuerpo. Apretarlo en la fuerza de mi ira
(mi cansancio mi ruina mi amor mi desmemoria)
Un poema: claridad de los montes amaneciendo el frío
O la muerte del héroe en los arroyos
O el poeta extenuado tras caminar sin sol durante doce años
Un camino: proteger la visión de una luz que no vele la mirada
Una flor: el cactus que se enraíza en la pupila
Un animal: la carcajada de mi madre corriendo por la casa
Un azar: el fuego de la noche que quema las llaves de las ruinas
Un decreto: almorzar en el jardín del patio trasero 
dejando que los gatos nos guíen entre el naranjo y el limón 
Un precipicio: la maquinaria inerte del reloj
Un aroma: la voz de los países que quedaron en sombra tras la puesta de sol
Un vino: que tus brazos tengan raíces de rosal en vez de huesos
Un dolor: una cama de nieve bajo las agujas de pinos invernales
Un fin: la construcción de un pájaro pieza a pieza

Javier Gilabert
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