Prensado en frío

Adrian Viéitez: «Si el lenguaje se fosiliza, es siempre susceptible de ser capitalizado»

Portada de 'Alta escuela musical' de Adrián Viéitez
Portada de 'Alta escuela musical' de Adrián Viéitez

Adrian Viéitez: «Si el lenguaje se fosiliza, es siempre susceptible de ser capitalizado»

Adrián Viéitez (Vigo, 1994) es periodista cultural y estudiante de filosofía. En el año 2020, organizó en la plataforma Medium la antología Árboles frutales, publicada en formato libro por Editorial Dieciséis. Es autor de los poemarios tratado sobre tu nombre (Ediciones en el Mar, 2021) y Alta Escuela Musical (Editorial Dieciséis, 2022). Aprovechando que ahora reside en Granada, hoy pasa por nuestra Prensa para hablar, entre otras muchas cosas, de su más recientemente publicado libro.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Adrián Viéitez: Técnicamente, el ahora es bastante relativo cuando hablamos de la publicación de un libro, que siempre es en cierto modo un proceso en diferido. Yo escribí Alta Escuela Musical durante las primeras semanas de septiembre del año 2021, así que entre su primera escritura y su publicación se dio un lapso de más de un año. Respecto a los porqués, supongo que solo puedo responder haciéndome cargo de mi biografía política e intelectual: escribí el libro en medio de un proceso fuerte de transición, poco después de abandonar Madrid y regresar a casa de mis padres, casi una década después de haberme ido a la universidad por primera vez.

Diría que hay un elemento reactivo fuerte en sus páginas, en particular frente a ciertos modos de producción —ya no solo material, sino también relacional— que había advertido a lo largo de los años anteriores en el seno de ciertos círculos literarios. Estaba inmerso en un cuestionamiento de las potencias políticas de la literatura; al menos, de la literatura tal y como la pensamos en los marcos de una industria literaria y unas instituciones dadas. No quería, sin embargo, resultar pesimista al respecto: en mi formación filosófica son fundamentales autores como Walter Benjamin o Ernst Bloch, que enhebran con mucho vigor la teoría crítica heredera del marxismo con una suerte de esperanza que se puede leer desde el mesianismo, pero también desde lo revolucionario —si es que no son lo mismo o no parten del mismo lugar—. No quería escribir un libro desesperanzado ante las violencias sistémicas, porque yo mantengo siempre firme la esperanza.

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Para mí el juego nunca es la premisa de lo literario, pero sí que creo que el azar es un elemento fundamental para entender su puesta en práctica. Mi idea de partida fue bastante sencilla: quería escribir un libro de superficie pop y provocar una colisión violenta entre esa cáscara y una intelectualidad versátil. Me interesa mucho pensar en las posibilidades de ruptura que se producen en el interior de un sistema estructuralmente clausurado, al menos en apariencia. Así que coloqué primero las vigas: pensé en un libro armado como un álbum musical de tres caras, con una breve introducción y ocho canciones en cada una. Y tampoco me interesaba ser sutil al respecto: el título es una traducción literal del inglés High School Musical, lo cual genera una expectativa partida.

Por una parte, quería fijar un referente que hiciese comprensible la superficie del libro, y también ser respetuoso con él: no me interesa elevarme sobre ninguna forma de cultura, si acaso atentar contra la verticalidad. Por otra, volvemos a la colisión de la que hablaba. Al integrar a Kierkegaard como personaje en el primer poema ya se dispersan los referentes, pero una vez más no me interesaba establecer una idea jerárquica: de ahí el vaivén, la alternancia —y la dialéctica horizontal, me gusta pensar— entre figuras de la cultura de masas y la alta cultura. Creo que mis referentes son muy híbridos en este sentido, así que en este punto entró en juego el azar: colocadas las vigas que estructuran el poemario, comencé a imaginar sobre los poemas. Y creo que en ellos hay algo mucho más intuitivo, menos teorizable, pero esa situación solo la hace posible la demarcación previa de las condiciones políticas de mi escritura. 

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Me cuesta mucho imponer claves hermenéuticas. De hecho, algo que me ha gustado de la recepción de Alta Escuela Musical es que he advertido aproximaciones muy distintas a lo que propongo. Diría que las ideas-eje, las que vehiculan el libro, son las que he anunciado en las respuestas previas: una discusión al respecto del paradigma de la cultura popular, un cuestionamiento de los modelos de producción literarios y un acercamiento abierto a la experiencia amorosa —que, para mí, es un enclave relacional radicalmente político: pocas veces nos anunciamos en el mundo y con los otros con la misma vehemencia que nos posee cuando andamos amando; pocas veces es preciso hacerse más responsable de la propia presencia, del impacto de nuestra acción. 

Más allá de esas líneas, prefiero pensar que cada lectora posible impondrá sus moldes. Sé que un libro no es exactamente un mecanismo conversacional y apenas tiene el potencial de llegar a serlo —en la medida que el diálogo se da siempre en diferido, o acaso con uno mismo—, pero también me gusta la idea de que mis palabras puedan transformarse en otras al entrar en contacto con diferentes personas. La conversación, diría, viene antes y después de la escritura y la lectura, aunque no estoy seguro de que ello les reste necesariamente importancia. Tenemos a nuestro alcance muchas herramientas para intentar que el contacto con el otro sea más y más eficaz —aunque sepamos que no podemos mirar desde él, ni ser él—, y la literatura puede, por qué no, ser una de ellas.

¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?

¡No tengo ni idea! No sé, en realidad, si los libros tienen efecto alguno sobre nosotros. A mí me interesa la idea de la literatura como parte de un acervo cultural e identitario, como una suerte de cadena fabulatoria de transmisión. También, claro, como un proceso vivo de decantación del pensamiento. Me gustaría que Alta Escuela Musical no se leyese como un artefacto clausurado, que tiene que decir algo y simplemente lo dice. El libro, como dispositivo material, tiene unas limitaciones que yo no le impongo en un sentido ontológico: creo que la escritura, y más la poética, no termina nunca de decirse o cerrarse, y que los intentos por llevar a cabo esa clausura —bien desde el discurso, bien desde la forma— son de naturaleza siempre reaccionaria. Yo quiero que el libro se lea hacia adelante, que se expanda sobre otras superficies; otros libros, otras películas, otras personas, otros espacios. Diría que aspira a afirmarse en ese tránsito, a no fijarse en ningún modelo de discurso o conjunto proposicional. Por lo demás, espero que lo disfruten. ¡No soportaría que alguien me leyese a disgusto!

¿En qué medida veremos en él —o no— al Adrián Viéitez de tratado sobre tu nombre?

Creo que las convicciones políticas y el pensamiento sobre lo sentimental son bastante similares, puentes comunicantes claros entre ambos libros. En tratado sobre tu nombre quizá el ejercicio lingüístico era más radical, más propiamente pop. Aquel libro estaba articulado como una serie de variaciones sobre el mismo poema, sobre la idea de que un mismo espacio es distinto cada vez que regresamos a él. Diría que mi acercamiento a lo irónico es bastante cauto, porque me tomo muy en serio mi herencia sentimental, pero en tratado sobre tu nombre una de las cosas que más me obsesionaban era poner en cuestión ese relato tan estadounidense —y también tan católico, supongo— del único amor. Me interesaba restituir la autonomía de cada posible, reivindicar la posibilidad de sostener, a lo largo de una misma biografía, diferentes amores igualmente dignos entre sí.

En última instancia, lo que acababa variando era el yo: me gusta creernos seres flexibles, capaces de ajustarnos a las condiciones que nos propone cada persona que nos cruzamos sin renunciar a las nuestras. Y algo parecido pasa en el hueco entre tratado sobre tu nombre y Alta Escuela Musical. Como decía antes, las convicciones de fondo se mantienen, pero con el paso del tiempo aprendemos formas nuevas de relacionarnos con el mundo, lo problematizamos para reencontrarnos con él en espacios más saludables… El diálogo entre los dos libros es evidente, en cualquier caso.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de Alta Escuela Musical, ¿cuáles serían?

Por cuestiones de estructura, diría que es difícil descomponer el libro, pero también pienso que los poemas funcionan en una dimensión totalmente diferente cuando se los aísla de su contexto, y eso no deja de interesarme. Me quedaría, a bote pronto, con estos: track 01: Kierkegaard pasea, track 01: hyperpop y track 02: los circuitos de la lluvia, por elegir alguno de cada una de las tres partes o actos del libro.

Afirma Rosa Berbel en la contraportada: «Estos poemas confirman una voz llamada a redefinir lo sentimental en nuestro tiempo». ¿Por qué, a tu entender, se hace necesaria esa redefinición?

Se me hace difícil hablar —ya no solo sobre mí, sino en general— en unos términos tan contundentes, aunque agradecí mucho a Rosa la generosidad con la que leyó mi libro y la brillantez de su aproximación, un ejemplo claro de esa claridad hermenéutica a la que aludía antes. Contar con una interpretación como la suya es siempre algo que enriquece la conversación sobre cualquier texto. Lo mismo diría de Juan Gallego Benot y Víctor Soho, que fueron quienes me presentaron en Madrid y Vigo, respectivamente. 

En cualquier caso, imagino que los tiros de Rosa no andan lejos de algo que, a mí, ciertamente, me preocupa al respecto de ciertas derivas de la poesía —especialmente, la poesía amorosa— contemporánea, que no es sino la enésima transformación de una idea estética de lo lírico, impuesta desde la misma concepción occidental de la poesía en tanto género literario. Dentro de ese marco, la sensación es que el queda relegado a una forma objetivada, que el discurso es unidireccional y el poeta se eleva en el decir tanto que resulta imposible concebir una respuesta. Soy una persona aterrorizada por el solipsismo que traen consigo las formas de capitalización e instrumentalización del otro, tan tristemente habituales en la historia de la literatura, que todavía se abren hueco, y todavía con una fuerza inaudita, en el pensamiento lírico de escritores ciertamente jóvenes. Como me resulta muy complicado escindir los marcos ético-políticos de lo literario y lo no-literario —es decir, de nuestras relaciones con los demás en el mundo—, también me parece difícil no leer, en estos acercamientos tan vagos y tradicionalistas al fenómeno poético, un enorme desinterés por cualquier idea de futuro, de aprendizaje o de apertura.

Si el lenguaje se fosiliza, es siempre susceptible de ser capitalizado. Imagino que es en ese sentido que Rosa hace referencia a una redefinición de lo sentimental; como decía por ahí arriba, desde mi punto de vista nunca estamos tan políticamente implicados con los demás como cuando construimos nuestros relatos amorosos. Y está en nuestra mano dejar espacio al otro ahí, eludir toda forma de monólogo. 

Imagino que ya estarás inmerso en nuevos proyectos literarios…

Poco después de terminar Alta Escuela Musical escribí otro libro que, si todo marcha bien, se publicará a finales de este año de la mano de RIL. Llevo, eso sí, más de un año sin escribir poesía, pero tampoco es algo que me preocupe. Estoy haciendo cosas aquí y allí, acabando el Grado en Filosofía y maquinando posibilidades académicas y profesionales. Me gustaría no volver a escribir nada en español, eso sí. Si el futuro guarda proyectos literarios para mí, estarán escritos en gallego.

Tu labor como periodista cultural te permite tomarle el pulso a la poesía que se escribe en la actualidad. ¿Goza de buena salud?

Hace tres o cuatro años habría respondido a esta pregunta desde un lugar de optimismo muy poco responsable, lo cual no significa que ahora sea más pesimista en relación a este tema. Creo que se están escribiendo libros fascinantes, con un grado de compromiso con la realidad material y lingüística que atravesamos que me conmueve mucho. De los últimos años, por mencionar algunos poemarios escritos por personas jóvenes, destacaría propuestas como La primavera del saguaro, de Ruth Llana; Las cañadas oscuras, de Juan Gallego Benot; La civilización no era esto, de Aitana Monzón; Los reales sitios, de Juan de Salas; Babilonia, de Leonor Saro; o Los planetas fantasma, de Rosa Berbel.

Creo que hay muchas personas escribiendo y problematizando el ejercicio de la escritura, pensando de manera muy incisiva acerca de sus privilegios y sus precariedades e intentando estrechar sus relaciones con el mundo. Ahora bien: también pienso que el conservadurismo ocupa un gran espacio en el mercado editorial de la poesía española, también la joven, y que el entusiasmo acrítico al que yo mismo me habría adscrito hace unos años es poco más que una estrategia comercial.  

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

Sin pensarlo mucho, me gustaría mucho ver divagar a Javier Navarro-Soto Egea, que acaba de publicar su primer poemario, Hasta que nos duelan las costillas, con la editorial Cicely, un proyecto reciente que da continuidad a esta idea de modelo de negocio deslocalizado, colaborativo y horizontal —y que he tenido el gusto de reconocer en las editoriales que me han publicado a mí, Dieciséis y Ediciones en el Mar—. La voz de Javi guarda un entusiasmo de enorme valor; es increíblemente joven, así que también me interesa mucho saber hacia dónde se dirigirá su mirada con el paso de los próximos años.

Poemas de Adrián Viéitez

track 01: Kierkegaard pasea (ACTO I)

Kierkegaard pasea por los huecos medidos
de nuestra cama. midiendo los contornos
de nuestros cuerpos susurra: no es más
tolerable este mundo, no más agradable
este tránsito, por más que el amor haga su parte.
el trazo de aves propias de la noche pinta
las ventanas del cuarto que ocupamos, pequeño,
de lecho individual. entretejemos nuestros cuerpos
para dejar menos espacio a la duda. 

la penumbra está llena de vampiros. se reúnen
en fiestas de púrpura fantasía, se aman con lascivia
a la sombra del mundo, la ropa negra, los labios
de un rojo insoportable. Kierkegaard pasea por
los huecos medidos […]

todo tipo de criaturas pueblan este lado de la luna.
reptiles cubiertos de duras escamas se bañan en sangre,
el peso de la filosofía medieval sobre sus espaldas.
San Agustín se prepara para la luz, Kierkegaard pasea.
por las noches finjo ser vampiro, te imagino como un ángel
de piel tan clara, un ángel anclado al mundo: criaturas
de la noche, convocad por mí esta reunión.

***

track 01: hyperpop (ACTO II)

say your name so nervously now
kiss in the halfway, fade out 

CHARLIE XCX, Tears

en el centro de un pueblo pequeño descansa un original de Rothko.
sus habitantes compran el pan a media mañana, se lavan las manos
en la fuente de la plaza; se cobijan a la sombra en verano. Rothko
observa, gris y negro, la caída de la lluvia en otoño. muchas personas
se marchan a la ciudad entonces. las que se quedan en el pueblo
apenas salen de sus casas. el agua de la fuente se mezcla con el agua
derramada por el frío, a nadie parece importarle el desorden. Rothko
observa, azul y gris, la tristeza de la plaza vacía, la soledad de la piedra.
una noche, hacia el final del invierno, una pareja de ancianos toma asiento
y en silencio, durante horas, la comunión se esparce. él piensa, despacio:
nos hemos dicho ya todas las cosas, ahora resta compartir la espera. Pero
el verano siempre acaba llegando. los niños ocupan la plaza a gritos. Rothko
observa, rojo y azul, la manera en que los pueblos aprenden a conjugar
su tristeza con el ánimo estival: de esa masa específica nacerán los niños
que en el futuro salvarán a estas rocas del olvido. de algo es consciente
el material oleoso que conforma el color: las piedras no olvidan, los humanos
sí. las piedras guardan, en estanterías infinitas, todos los besos y la violencia.
al final del verano, los habitantes del pueblo danzan con la mirada perdida
alrededor del original de Rothko, que observa, verde y rojo […]

***

track 02: los circuitos de la lluvia (ACTO III)

the voice of your eyes is deeper than all roses
nobody, not even the rain, has such small hands

E.E. CUMMINGS, Complete Poems

miss your sitting up incessantly
and the fact you’re always waking in the night

KEATON HENSON, Small Hands 

los poemas minúsculos convocan matices que no existen.
tú prefieres pensar en grandes voces, mundos antiguos,
lees a Eliot, te pierdes en el asombro. admiro la certeza
ambigua de tu fascinación por las constelaciones y cierta
concepción de paraíso. quieres para el mundo un destino
conjunto, te acercas a los espacios totales, crees que la
historia se escribe ahora, se narra ahora, se narra, se sigue
narrando. paseamos por el mar y dices: todo esto podría
salvarnos, sabes, podría salvarnos el agua. dices: quiero
navegar contigo este verano, visitar islas abandonadas,
conocer personas. paseamos por el mar y tú insistes:
todo está al otro lado, detrás de la espesura, de los fondos
marinos, gigantes criaturas habitan las aguas oscuras.

paseamos por el mar y las olas se rizan sobre los dedos
de tus pies nerviosos. la brisa mece mi pelo y observo el
cuidado con el que deseas cambiar el mundo, la meticulosa
operación mediante la que concibes las formas del futuro.
la arena es prácticamente blanca al comienzo del otoño,
está algo fría al caer la tarde. un banco de peces idénticos
se pasea por la orilla que ahora cruzamos. yo sé que las cosas
son más pequeñas de lo que parecen: el mundo guarda misterios,
sí, pero hemos descubierto ya tantas cosas. una nube recorta
la cima de una montaña. 

¿cómo se enamoran las hormigas sabiendo que van a morir? 

También te puede interesar...

Javier Gilabert
Click para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

secretOlivo es una revista independiente de Cultura Andaluza contemporánea. Ni sectarios ni neutrales.

secretOlivo.com se edita bajo licencia Creative Commons. (CC BY-NC)