Prensado en frío

Jairo García Jaramillo: «Lo original me parece menos importante que lo auténtico»

Portada de 'A través de la noche' de Jairo García Jaramillo
Portada de 'A través de la noche' de Jairo García Jaramillo

Jairo García Jaramillo: «Lo original me parece menos importante que lo auténtico»

Jairo García Jaramillo es escritor, profesor e investigador literario. Estudió Filología en la Universidad de Granada, ciudad en la que nació en 1982. Sus primeros trabajos estuvieron dedicados a la obra de los poetas Javier Egea y Pablo del Águila. En 2011 obtuvo el XIII Premio Internacional de Ensayo Miguel de Unamuno de Bilbao, por su trabajo La mitad ignorada. En torno a las mujeres intelectuales de la Segunda República (Madrid, 2013); a partir de esta investigación surgió su colaboración como documentalista y asesor de contenidos en Las Sinsombrero, proyecto destinado a visibilizar a las mujeres escritoras y artistas españolas del primer tercio de siglo XX. Desde 2018 dirige la colección ‘La mitad ignorada’ para la editorial Cuadernos del Vigía, que publica escritoras en la órbita de la Edad de Plata española. Actualmente finaliza el Grado de Filosofía en la UNED. A través de la noche (Eda Libros, 2023) es su primer poemario.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Jairo García Jaramillo: Bueno, comencé a escribir este libro hace mucho tiempo, cuando era estudiante. Claro, yo no sabía que estaba escribiendo un libro, sino que simplemente iba anotando algunos versos, algunas ideas, posibles temas, etc. Pero poco a poco con el tiempo, con los años, se fueron poniendo de acuerdo entre ellos —los poemas tienen su propia vida— y fueron dándole forma al libro en que querían ellos mismos salir publicados. No sé por qué me costaba difundirlos, supongo que por pudor, por autoexigencia, porque me tomo demasiado en serio la poesía y lo que significa realmente ser «poeta»: si pienso por ejemplo en Juan Ramón Jiménez, en Alejandra Pizarnik o en Luis Cernuda, me siento un absoluto impostor y un mediocre. Pero de pronto, hace unos meses, simplemente estos poemas me pidieron salir a la luz y yo accedí, ¿qué otra cosa podía hacer? Creo que querían ser libres…

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

No recuerdo exactamente cuándo ni por qué. Es posible que lo de escribir uno no lo elija del todo, es un poco misterioso. En mi caso, eso sí, nace de la lectura. Recuerdo leer en el colegio algunos libros que me marcaron profundamente y también poemas sueltos que me transformaban, que me hablaban directamente a mí, como los de Bécquer. Ese poder de remover el interior solo lo tienen las palabras y la música, a veces ambas a la vez. Encontré en un libro de texto, por ejemplo, el poema de Octavio Paz «Dos cuerpos», que es increíble y me dejó fascinado. Luego cosas de Rubén Darío, de Juan Ramón y de Lorca inolvidables, como sus romances. Y Catulo y Virgilio en clase de latín, que fueron una revelación. Y así hasta la universidad, en que uno empieza a leer ya más en serio.

En fin, lo que sí recuerdo es que después de mucho trabajo solitario voy terminando algunos textos, no sabría precisarte la fecha, y voy considerando que pueden tener algún valor, al menos para mí. Y a partir de terminar cuatro o cinco poemas me doy cuenta de que puedo llegar a escribir un libro, mejor o peor… pero trabajo en él muy poco a poco, de cuando en cuando. Sobre todo en los últimos años. Y gracias al poeta y editor Paco Torres, hoy el libro es por fin una realidad.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Ya se sabe que el autor, por claro que tenga su oficio, no siempre sabe orientar la lectura de sus libros. A veces ni sabe lo que pasa en un poema, como dice Lorca, «porque el misterio poético es también misterio para el poeta que lo comunica, pero que muchas veces lo ignora». Esa frase me parece sensacional. Te puedo hablar entonces modestamente de mis propósitos estéticos, de mis intenciones, y a través de ellos quizás dar algunas de esas pistas que sugieres. Se trata de un viaje interior, en una especie de noche oscura —no diría del alma, quizás más bien de la mente—, donde afloran recuerdos, personas y lugares ficcionales, en los que hay, eso sí, un fondo lejano de verdad.

En su día quedé muy marcado por la teoría estética de Th. W. Adorno, que considero un pensador imprescindible, y en este sentido, fui creando una atmósfera de tiniebla, de claroscuro, o mejor de duermevela, donde uno está entre dormido y lúcido, para contar experiencias oníricas como la frustración, la ansiedad y la confusión, que recogen un estado de ánimo que ahora, visto el resultado, tiene mucho de época, me parece. Es como si, sin pretenderlo del todo, yo mismo hubiese dado un gran brochazo negro al libro. Aunque tampoco todos los textos son oscuros, hay otros luminosos, incluso felices, claro, como algunos sueños. Y aunque algunos poemas son un poco intensos, a veces intento rebajarlos con ironía o con apartes cuasiaforísticos, que sirven de vía de escape o distanciamiento a lo largo del libro, como sucede, por ejemplo en «Letra muerta».

¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?

Sería magnífico que quienes se acerquen al libro viajaran también hacia sí mismos a través de estos poemas. No van a encontrarse un poemario al uso; la mía no es desde luego ni la noche canalla, bohemia, ni la noche religiosa-mística, que aquí está en algún caso invertida. Ni siquiera, a pesar de la angustia, es una noche digamos ansiolítica. En mi caso la noche es sobre todo un espesor mítico, un espacio sensorial y reflexivo donde ubicar los textos, ligado a la estética romántico-simbolista. Por otro lado, tengo especial interés en acercar filosofía y poesía, rescatando imágenes esenciales, universales y anteriores. Digamos que, en general, lo original me parece menos importante que lo auténtico. Esto no quiere decir que se trate de un libro anticuado, pero creo que tampoco sigue las modas poéticas actuales. Me preocupan mucho las palabras, el ritmo, el tono y la sonoridad, y al escribir me acuerdo siempre de ese Fray Luis de León que confiesa que «mira el sonido de ellas, y aun cuenta a veces las letras, y las pesa, y las mide y las compone». Ojalá la suma de todos estos elementos que vengo enumerando cause un cierto asombro, sería un éxito si consiguiese provocar emociones y/o servir a la reflexión a los demás.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de A través de la noche, ¿cuáles serían?

El autor tampoco suele ser bueno en esto, pero los primeros lectores con los que he hablado —por ejemplo el poeta Salva Galán, que se encarga del prólogo— ‘Todo’, ‘Espiral’ y ‘Nómada’, otros ‘Océano’ y ‘Amanecer’. Es posible que sean los más logrados. A mí hay días que me gustan muchos, y otros días los odio todos.

La poesía forma parte de tu vida desde siempre, tanto en el ámbito personal como en el académico. ¿A qué se debe que te hayas decidido a publicar tu primer poemario tan tarde?

Efectivamente, me declaro ante todo lector, y lector de poesía por encima de los demás géneros. También forma parte de mi profesión, pues enseño literatura en Secundaria desde hace diecisiete años. Como escritor me he dedicado siempre a la investigación y al ensayo, he pasado muchas horas estudiando a otros poetas y escribiendo sobre ellos, y tengo algunos premios y algunos libros publicados. Es decir, no soy para nada nuevo en el mundo literario. Pero es cierto que, aunque desde joven escribía también poemas, nunca los había publicado, ni siquiera alguno suelto. Mis amigos sí que habían oído alguna letra de canción, pues otra de mis pasiones es la música y formé parte de algunas bandas de rock en Granada. Pero el pudor y la autoexigencia actuaron como muro de contención juvenil, creo que por fortuna, porque muchos textos (mejores o peores en su resultado final, lo que juzgará el lector) fueron a mi juicio mejorando con los años. Y muchos también fueron desechados por el camino, creo que acertadamente. Porque a escribir se aprende.

En todo caso, me consuela saber que no soy el único que publica su primer poemario en la franja de los cuarenta, hay casos como el de Unamuno, al que admiro muchísimo, que lo hizo a los cuarenta y tres años. O Bukowski. O el argentino Hugo Mujica. Y hace poco Olvido García Valdés recordó en un recital en Granada que ella misma empezó a escribir tarde, creo que a los treinta y cinco. Pero entiendo perfectamente que extrañe y sorprenda en un sistema de vida como el nuestro, donde la juventud, y sobre todo la precocidad, cotizan al alza. En realidad la edad no es tan importante.

¿Supone este poemario el principio de una larga producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?

Bueno, eso nunca se sabe. Después de unos meses en blanco, estoy escribiendo de nuevo. Tengo en mente un libro que se llamará probablemente Hacia el relámpago. O no, ya veremos. Pero lo está escribiendo otra persona, no ésta que firma A través de la noche. Son poemas muy diferentes, no quiero repetirme. Y a este ritmo quizás salgan a la luz… dentro de veinte años [risas]. En todo caso, no me desagrada la idea de ser un poeta de obra breve. No todos podemos ser Alberti o Neruda. 

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

Ya sabes que en Granada hay talento para llenar la sección durante varios años. Me gustan muchos poetas granadinos, admiro enormemente, entre otros, a Luis Melgarejo, a Rubén Martín y a Salvador Galán. Pero te quiero recomendar, si me permites, a la jiennense María Elena Higueruelo, cuyo poemario Los días eternos me parece excelente, uno de los mejores de los últimos años, y que quizá pronto nos sorprenda con un nuevo libro. ¡Y ella sí que es joven!

Poemas de ‘A través de la noche’ de Jairo García Jaramillo

Todo

cruzando la vigilia
en la región del sueño
todo me pertenece
todo es mío sin límites
en los bolsillos siempre
guardo lo que me encuentro
una estrella fugaz
una piedra que brilla
en mitad de la tarde
un reflejo de luna
en el estanque azul
o algún sonido único
como tu voz llamándome
una estrella un reflejo
una piedra o tu voz
que brilla fugaz y única
azul frente a la luna
todo lo voy guardando
todo me pertenece
pero luego amanezco
con las manos vacías

Espiral

vienes desde muy lejos
llevas los pies descalzos
avanzas por el túnel
con los ojos de arena
y una antorcha en la mano
que dibuja en la bóveda
una larguísima sombra
hay una luz al fondo
que te sirve de guía
hacia el fin de la noche
pero estás tan cansado
de este eterno ritual
la fuga se repite 
tantas veces exacta
que hoy has decidido
salir de la espiral
y tenderte un momento
en el suelo y entonces
te duermes y en el sueño
vienes desde muy lejos
llevas los pies descalzos…

Nómada

un sol negro se yergue
por entre una niebla alba y mortecina
no hay nada aquí
                            ni nadie
mientras duermes
                              he dejado la casa
llevo días intentándolo
una larga procesión de días idénticos
no sé si vuelvo
o me estoy alejando
—no estoy seguro de ser yo—

llueve
          la lluvia ha limpiado el camino
no hay nadie aquí
                             ni nada
insisto en esto para no equivocarme
cuando te conocí
llovía en el desierto
tú tenías estrellas por ojos
y querías verlo todo
piensa en todos esos días
oye su brillo húmedo
—no estoy seguro de que seas tú—

los días que llueve como hoy
tengo más suerte
quizás por eso busco
otro camino nuevo
para volver a casa
no hay nada aquí
                            ni nadie
un sol negro es un pozo de angustia
y estoy viéndonos al fondo
—no estoy seguro de que seamos nosotros—

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Javier Gilabert
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