Josefina Martos Peregrín: «¿Por qué rechazar la vejez, como si solo en la juventud se viviera y se amara?»
Josefina Martos Peregrín es una escritora madrileña residente en Granada, ha publicado libros de relatos (Myriastérides, Nocturnos, El mar y los siglos), las novelas La cumbre del silencio y Ejemplares vivos a la luz de la luna, y los poemarios Mortalmente vivo y Fuego de invierno. Asimismo ha participado en diversas antologías, tanto de narrativa (El imaginario vientre de la tierra), como de minificción (Eros y Afrodita, Nocturnario, Amor con humor, Brevirus) y poesía (Enredados, El pájaro azul, Todo es poesía en Granada, La satisfacción del deber cumplido). También trabaja en el campo de la fotografía y la poesía visual. Precisamente su último poemario, Fuego de invierno (Entorno Gráfico Editores, 2022), es la razón que la trae de vuelta hoy a nuestra Prensa.
Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Josefina Martos Peregrín: Fuego de invierno surge como ejercicio de conocimiento y de asombro ante mí misma y mis cambios a lo largo del tiempo, hallándose, en consecuencia, íntimamente relacionado con la edad. Los años me han envejecido, pero no es eso lo más perturbador, sino el hecho de mirar hacia atrás y ver niebla, no por el olvido, sino por el cambio de criterio; como si nada permaneciera, ni siquiera el pasado: aquello que con tanto trabajo había averiguado de mí misma ha dejado de ser válido. Por esto me urgió explorar e indagar en mi historia, recuperar momentos de juventud y madurez que me orienten y refuercen el sentido de mi vida.
¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?
A la novela-caleidoscopio Ejemplares vivos a la luz de la luna dediqué cinco años, con temporadas en que la dejé en barbecho: la tierra debe descansar para producir. En esos descansos escribía poemas, breves prosas de naturaleza poética, y cuentos.
Indagar en la naturaleza de la identidad, buscar esta identidad en la memoria, en los fragmentos rescatados de un espejo borroso… Esto tienen en común mis dos últimas obras, la novela sobre espejos y el poemario sobre la niebla que cubre el pasado.
No podría haber compuesto este libro antes, es ahora cuando necesito orientarme. Actúa como punto de partida esta pregunta: ¿dónde estoy, en qué etapa? Pienso, analizo, me miro y miro a mi alrededor: sin duda, en el invierno. ¿Por qué rechazar la vejez, como si solo en la juventud se viviera y se amara? Para vivir intensamente no es necesario practicar deportes de riesgo ni pasar la noche en vela, para vivir intensamente, a cualquier edad, se precisa expandir los límites del yo, abrirse al mundo y no huir de lo deseado.
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?
He mencionado el tiempo, la edad y la memoria, aspectos clave, sin duda, en este poemario, pero hay más, hay también una búsqueda de Dios. Un Dios inseparable de la Naturaleza, que me lleva a un panteísmo doloroso, puesto que la Naturaleza se destruye, la destruimos, y yo apenas puedo hacer nada, tan solo dejar constancia de ello, abrir los ojos, alertar: resaltar una verdad que todos sabemos.
La destrucción que contemplo y compruebo, de cerca y de lejos, me indigna y me aterra, porque no veo una auténtica conciencia de su gravedad, ni distingo el respeto a la vida del planeta. Las medidas que nos aconsejan se quedan cortas, no pueden impedir la ruina; sabemos que una tirita no puede detener la sangre que brota de una puñalada en el corazón: ir a comprar con nuestra bolsa no evitará la invasión de plásticos. Y solo es un ejemplo.
Tendríamos que aprender nuevas formas de vida, menos invasivas, pero más trabajosas y para ello sería preciso, en primer lugar, querer aprenderlas. ¿Es posible? No lo sé. Vivir en aprendizaje continuo no requiere emprender nuevos estudios, requiere tiempo para observar, sentir y pensar.
¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?
Espero que quienes lean este libro se sientan identificados con algunos poemas y planteamientos. Que disfruten de ellos. Que abra caminos de pensamiento. L@s lector@s, en especial aquell@s que superan los cincuenta años me dicen que les pasa lo mismo que a mí, que conocen esa sensación de niebla proyectada hacia el pasado. Pondré un ejemplo: recuerdo perfectamente mi primer amor, pero ahora no entiendo que yo sufriera tanto por un imbécil, pues aquel joven idolatrado hoy me parece un completo imbécil. Esta es la transformación que desorienta, ¿fue mentira? ¿Cuándo me equivoco, ahora o entonces?
En general, por lo que me cuentan l@s lector@s, la reflexión sobre la verdad, por una parte, y la crítica a la destrucción de la naturaleza, por otra, invita a pensar y les permite entrar en territorios compartidos.
¿En qué medida veremos en él —o no— a la Josefina Martos Peregrín de tus anteriores obras?
Se mantienen mis características, sí: imaginación –incluso, fantasía-, crítica y lirismo circulan a través de los poemas y textos varios. Domina toda la obra el trabajo cuidadoso de la forma, costumbre de perfeccionismo que raya en vicio; reviso repetidamente, pero el resultado no es el adorno creciente, sino la eliminación de lo superfluo.
He dividido el libro en tres partes: Oro en la niebla, Invierno pleno y La nave de los necios. En las tres aparecen rasgos de mi estilo, con la novedad añadida de los textos en prosa, breves o muy breves, cercanos a la narración, al aforismo o a la greguería.
Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Fuego de invierno’, ¿cuáles serían?
Doble, y triple aprieto, porque me siento obligada a incluir en mi selección un aforismo y un pasaje en prosa, dado que son parte sustancial de este Fuego de invierno, tanto como los poemas.
Ahí van:
- Aforismo:
Me atrae lo desconocido, por eso escribo sobre mí misma.
- Prosa:
Duele perder el paraíso, pero aún duele más sospechar que nunca existió, que tal vez aquella naturaleza prodigiosa no era sino un decorado, un escenario donde jugar al amor y a la inocencia. Tú nunca dudaste, permaneces en el milagro, pero a mí la serpiente o Yahvé, o la suma de sus voces, me silba en los oídos, me quita la luz de los ojos y me sugiere que tú y yo, pertrechados en nuestras debilidades, fuimos afligiendo la floresta, secando los arroyos, infectando las flores…
No puede ser verdad.
Miro hacia atrás: destellos de oro brillan en la niebla.
- Poema: Cambio de rumbo
Volvió la paloma,
guante de plástico colgando del pico.
No saldremos del arca,
todavía.
Llegaron las noches
y la luna entró por la rendija.
Un día creció la luz,
la rendija se volvió pantalla
y la paloma se transformó en sonda,
pero antes, su último regalo:
dos cucharillas blancas, casi nuevas, para picnic.
Dormimos,
cápsulas de hibernación compartidas con animales.
Despertamos. Y no había luna,
sino un astro tras otro. Anónimos, perdidos.
Nuestra obsesión
corrigió el rumbo.
Al fin la Tierra, otra vez la Tierra:
compuertas abiertas, estampida feliz,
patas, cuernos, antenas, alas libres.
¿Saldremos del arca?
Nunca.
Noé,
que conocía nuestros corazones insaciables,
puso rumbo al infinito.
En dos años has publicado, consecutiva y respectivamente, un libro de narrativa y otro de poemas. ¿En qué género te encuentras más cómoda?
Me encuentro cómoda en los dos géneros, lo que no significa que me sean fáciles; lucho con las dificultades de cada uno de ellos y con las mías propias. Lo cierto es que necesito escribir tanto poemas como narrativa; cuando estoy centrada en la elaboración poética, necesito de vez en cuando escribir un relato. Y viceversa. Cambiar me ayuda a respirar.
Sin duda te encuentras en un momento creativo de lo más fértil. ¿En qué andas ahora?
Estoy terminando un libro de relatos, en su mayoría breves, que incluye una segunda parte de carácter lúdico. Cuentos desobedientes se llamará, y seguro que los disfrutaréis.
Tal vez sea verdad que vivo un momento de fertilidad literaria, porque no dejo de encontrar esbozos escritos, relatos a medias, poemas… Procuro terminar y completar proyectos, pero a la vez se me van ocurriendo otros nuevos que van engordando las carpetas de borradores. Me agobio, pero ¡mejor!, ¡que todos los problemas fueran así!
Por último, como lectora, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?
Miguel Arnas Coronado con sus novelas reaviva mis apetitos lectores; me gustaría que le invitarais y nos contara algo sobre la más reciente, titulada Lejos de toda esa gente con ideas. Sugerente, crítico… un buen título.
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