Prensado en frío

Cristóbal Domínguez Durán: «He perdido un poco el respeto a la poesía»

Portada de 'Nadie nos cuida en el sueño' de Cristóbal Domínguez Durán
Portada de 'Nadie nos cuida en el sueño' de Cristóbal Domínguez Durán

Cristóbal Domínguez Durán: «He perdido un poco el respeto a la poesía»

Cristóbal Domínguez Durán (Vejer de la Frontera, Cádiz, 1993) es filólogo, con Máster en Estudios Literarios y Teatrales (UGR). En 2018 publicó Secuelas (Pre-Textos), libro al que le fue otorgado el XXXIX Premio de Poesía Arcipreste de Hita. Nadie nos cuida en el sueño (Pre-Textos, 2022) es su segunda obra publicada. Con ella ha obtenido el II Premio de Poesía Universidad Carlos III de Madrid y es el motivo que propicia que hoy nos acompañe en nuestra Prensa.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Cristóbal Domínguez Durán: Y por qué no, ¿verdad? La respuesta más simple es porque han confluido el azar de la creación y el de la publicación, cosa que para nada es sencilla. No es fácil publicar y, cuando las editoriales ofrecen tan poco margen para la apuesta por los jóvenes, el asunto se complica. Esto en cuanto al fárrago de la edición; en lo que a lo creativo se refiere, uno tiende a pensar que este es un libro que se ha dado de forma natural en un tiempo determinado, sin más. No es un libro que haga referencia explícita a un momento histórico concreto ni en mí surgió como consecuencia de un hecho de la actualidad histórica. Viene de ideas antiguas que nosotros como creadores actualizamos, así que espero que alimente el debate de ideas que hay en la creación de hoy, que encuentre complicidad en la sensibilidad de lectores y que haga justicia a las ideas de las que bebe. 

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Surge de una visión muy utópica de la idea de libro, al menos en el panorama editorial español. Yo lo que quería era hacer un libro que durara toda la vida, llamado Desvivirse. Escribir tranquilamente unos poemas sencillos, reflexivos, en torno a una idea de ir acabándome poco a poco en escritura. Y publicar ese libro en sucesivas reediciones que fueran conformándose con el paso de los años. Luego pensé, ¿pero quién va a publicar esto? Y, además, tuve una época en la que escribí mucho y, de golpe, en cuatro meses había escrito un buen puñado de poemas. La realidad se impuso por cada sitio, vaya. Entonces, enfoqué la cosa de forma diferente, más a corto plazo, aunque ese libro vital pensado de primeras sigue creciendo en mis cuadernos de otro modo. 

En el libro, Desvivirse quedó, después de todo, como la primera parte y, de la idea de ese primer impulso nacen los distintos poemas que conforman las otras secciones, que al final tratan de completar, como un puzzle, las diferentes capas de lectura que fui viendo en aquella primera.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Es una obra breve de poemas breves, pero me gustaría que se leyera tranquilamente, con calma. Los poemas resultaron de una reflexión acerca de lo real a partir, en muchos casos, de materia cotidiana y la obra se resuelve en una reflexión sobre cómo el lenguaje fagocita lo que percibimos. Sin embargo, el pensamiento que pueda haber en el libro siempre trata de ser poético, no racional, entendiendo el sueño como propositivo, como posible fuente de otros sentidos en los que vivir, al modo del sueño creador de María Zambrano. Ese puede ser un ambiguo y probable punto de partida, pero me interesa siempre una poesía sujeta a distintas interpretaciones y creo que mis poemas se prestan a ello. Ojalá los lectores me den nuevas pistas a mí.

¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?

Hay en el libro una lectura ética sobre la creación, que no voy a explicar pero que me gustaría que llegara. Y sobre todo espero que disfruten, que lo pasen bien, como yo hago cuando leo un libro que me gusta.

¿En qué medida veremos en él —o no— al Cristóbal Domínguez Durán de tus anteriores obras?

En este libro siguen interesándome algunos temas de los que bebe mi otro libro, Secuelas (Pre-Textos). Las distintas formas en las que se hace presente lo ausente, por ejemplo. He descubierto nuevos autores y mi vida ha cambiado mucho, pero me interesan profundamente muy pocas cosas nuevas. 

Sin embargo, lo que hay de lo anterior cambia, porque mi forma de concebir la poesía se rige ahora por unos códigos más personales. Escribo más y la escritura se ha vuelto más importante para mí, para relacionarme con el mundo. Pero, del mismo modo, he perdido un poco el respeto a la poesía si se entiende como género, con todo lo que conlleva en cuanto a rigideces. Mi vía para escapar de la poesía, en este sentido, ha sido tomar un camino hacia lo mínimo de la expresión, aunque haya poemas que se alarguen. Quizá ese sea el cambio más sustancial con respecto a mi primer libro.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Nadie nos cuida en el sueño’, ¿cuáles serían?

Es un buen aprieto, porque la fuerza del conjunto da un sentido irreemplazable a cada uno de los poemas, y más cuando este libro se ha articulado sobre capas de sentido que iba viendo en mis relecturas. Pero como hay que salir de los aprietos, te diría ‘Nota en la plaza de la catedral’, ‘Se advierte en la materia’ y ‘Latencia’.

Dos libros, sendos prestigiosos premios. No es mal sistema de publicación —risas—. ¿Qué ha supuesto para ti la consecución del Carlos III y la publicación, por segunda vez, en una editorial de tanta solvencia?

La verdad es que hubiera preferido no tener que concurrir a ningún premio. Es lo que busqué en un principio con este libro, tratar de encontrar una casa que lo acogiera y que, si se diera, acogiera también toda mi obra posterior. ¿Qué escritor no quiere la confianza de un editor que arriesgue por su obra? No sé, me parece mejor camino ese que ir jugando a la lotería con los premios. Así que, tras ser rechazadísimo, me replanteé si concursar.

Dicho esto, me alegró mucho la llamada de la Universidad Carlos III y publicar de nuevo en Pre-Textos, claro. Se han portado muy bien conmigo y para mí es un honor publicar con ellos. No voy a descubrir nada elogiando su trabajo y su historia, que es la historia de la poesía contemporánea en español.

Entiendo que cuando acabas de publicar un poemario hay una etapa literaria que se cierra, ¿pero qué proyecto o proyectos tienes en mente?

Nada, de momento poemas sueltos y líneas en cuadernos que ni se asoman a mirarse en la palabra proyecto.

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

A Mercedes Escolano, una muy buena poeta gaditana que sufre (o no) habitar la periferia cultural.

Poemas de ‘Nadie nos cuida en el sueño’, de Cristóbal Domínguez Durán

Todos en nuestras cosas
frente a la catedral
La plaza detenida para mí:
turistas, estudiantes
gitanas con ramitas de romero…
Alguien pinta la escena
y yo la anoto
Cuando llegue el momento
doblarán las campanas
Todos responderemos
como un coro, pensando

en la muerte

(nota en la plaza de la catedral)

—————————-

Se advierte en la materia
un runrún silencioso
resuelto en humo
Algo aún más incierto
que el cuerpo fantasmal
dejado en una huella

¿Cómo tratar de oírlo?
No podemos

Al final el lenguaje
lo hace por nosotros

—————————-

Existes continuamente
como un animal dormido
dentro de mí
Qué puedo hacer yo
sino reservarte lo más mío
las entrañas
por si un día te despiertas
y tienes hambre

(latencia)

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Javier Gilabert
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