Prensado en frío

Manuel Francisco Reina: «Cuando hacemos mal a una persona, también se daña el tejido del mundo»

Portada de 'Servido en frío' de Manuel Francisco Reina
Portada de 'Servido en frío' de Manuel Francisco Reina

Manuel Francisco Reina: «Cuando hacemos mal a una persona, también se daña el tejido del mundo»

Manuel Francisco Reina (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1974) es poeta, narrador, dramaturgo y crítico literario, y miembro de la Academia de Artes Escénicas de España. También ejerce como colaborador de opinión y crítica en medios. Publica poemarios como Consumación de Estío, (Premio Ciudad de Irún 2003), Las Liturgias del Caos (Premio Aljabibe 2009), La Paternidad de Darth Vader (2014), El Jardín de la Tarde (Premio de poesía Rafael Morales 2017), El Fiel de la Balanza (2021), Servido en Frío (XXXII Premio Jaime Gil de Biedma de Poesía 2022) o Musa Insumisa (Premio Provincia de Guadalajara “José Antonio Ochaíta” 2023).

Es autor de las novelas como Los Amores oscuros (2012) (Premio Internacional de novela Histórica Ciudad de Zaragoza 2013). Esta obra sacó a la luz el último amor de Federico García Lorca, aprobando el Congreso de los Diputados, por unanimidad, la recuperación del legado de Juan Ramírez de Lucas. Lorca Muerto de Amor fue su adaptación para musical flamenco, representado incluso en el Carnegie Hall de Nueva York en noviembre de 2015, con una nueva versión teatral, Los Amores Oscuros estrenada en el 34º Festival de Teatro de Málaga. En colaboración con Rosa Villacastín publica en 2014 La Princesa Paca. Su versión cinematográfica se estrenó en abril 2017 en RTVE. Hoy lo hemos invitado a pasar por nuestra Prensa con motivo de la publicación de Servido en frío, el libro que le ha valido el prestigioso Gil de Biedma.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Manuel Francisco Reina: No sé si los libros tienen un por qué siempre. En mi caso suelen tenerlo, supongo que como en la mayoría, y no siempre de forma consciente. La escritura va guiándome hasta los lugares que deben ser transitados, en lo emocional y lo intelectual, y en lo literario. Probablemente porque en mi proceso creativo y vital están íntimamente unidos, necesitaba reflexionar sobre la naturaleza del mal en el mundo que es, en realidad, la materia más esencial de este volumen. Tal vez las heridas más profundas vienen de aquellos más cercanos, ante los que estamos indefensos, y esa es una cuestión que me inquieta mucho, desde siempre, pero los últimos años más.

El cómo es posible que quien recibe bien pague con mal. La cuestión de que haya salido ahora, aunque hay una relación íntima, casi orgánica con mi libro anterior, El Fiel de la balanza, es que el azar ha querido que se me premiara este poemario con la XXII edición del premio Jaime Gil de Biedma de Poesía, y haya visto la luz enseguida. 

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

En realidad Servido en frío nace de la distancia. De analizar la misma situación, la misma herida, la misma traición, desde la altura de la desafección, el desapasionamiento, la frialdad de haber intelectualizado un fracaso, y la perfidia de quien lo ocasionara. Mientras andaba de promoción del libro anterior, El Fiel de la balanza, que está escrito desde la calentura del dolor, desde la herida recién causada, comencé a entender ciertas cosas sobre mi propia naturaleza y la ajena; sobre las relaciones humanas y cómo éstas tejen nuestra realidad en el mundo, y empecé a escribir este nuevo libro.

Hay un diálogo, un juego de espejos entre ambos títulos, y eso que el anterior está escrito en “proemas”, o poemas en prosa, y este es en verso tradicional. Creo que mi propio decurso personal, intelectual y creativo cristalizó en este libro. Hace muchos años, cuando era un joven poeta arropado por maestros, tanto Fernando Quiñones como Rafael Alberti, que eran muy amigos, me dieron el mismo consejo: «Obedécete». Y eso es lo que llevo haciendo más de tres décadas, porque empecé muy pronto.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Un libro es distinto siempre según los ojos y la personalidad de quien lo lee. Es un viaje tan íntimo, que no hay dos lecturas iguales. Yo prefiero no condicionar a nadie y que cada uno saque sus impresiones de la lectura. Puedo contarte que Servido en frío, es volver a analizar todo lo que me ha sucedido, en unos años complicados para todos pero para mí especialmente, pero desde las heridas ya cicatrizadas. Hay también entre sus páginas temas y propuestas, desde lo poético, que no se suelen tocar. Asuntos que parecen tabúes morales, como la venganza, y que sin embargo merecen una reflexión como todo lo humano. Grandes libros se han escrito sobre ello, aunque muy pocos, como El Conde de Montecristo, o Las Amistades peligrosas, que aparecen citados. Está escrito desde la distancia y la frialdad intelectual que te permite haber superado el dolor de una traición profunda que pone en cuestión muchas de las cosas que configuraban tu mundo.

Es también una reflexión sobre como el tiempo, es el verdadero juez y verdugo. En la obra premiada, hay también espacio para la ternura y no falta la ironía. Es en cierta medida, se trata de un libro filosófico/moral, meditativo, pero no en el sentido de la moral religiosa, aunque aluda a muchos conceptos de la Torá, del Talmud, del Evangelio, etc., sino en el sentido humano y filosófico que nos hace reflexionar sobre nuestros pecados capitales y no solamente en cuestiones negativas, sino también, sobre nuestras virtudes. El libro también se acuerda de “el mal”. Es en cierta manera una reflexión sobre nuestra responsabilidad personal; del bien y el mal que hacemos y cómo esos actos configuran o destruyen el tejido de nuestra realidad como especie. Cuando hacemos mal a una persona, también se daña el tejido del mundo. El mal que hacemos a los demás está lesionando el tejido del mundo; deconstruyéndolo o reconfigurándolo en nuestra contra.

¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?

Espero que l@s lector@s que se acerquen al libro piensen y sientan en la misma medida. La emoción es una vía directa, primaria y fundamental para llegar luego a la intelectualización, a la reflexión. Pero también espero y deseo que sonrían, en algún momento, ante pensamientos, a veces perversos pero humanos, sensaciones y situaciones que hemos tenido todos ante un desengaño importante. 

¿En qué medida veremos en él —o no— al Francisco Manuel Reina de tus anteriores obras?

Creo que en cierto sentido sigo siendo aquel muchacho que devoraba libros, y que escribía versos de adolescente. Siento que, en la poesía, si perdemos al “niño interior”, parafraseando el título de mi maestra Pilar Paz Pasamar, el poeta está acabado, muere. Mi relación con el dolor y el sufrimiento es temprana, infantil casi; no me es ajeno, pero como escribió para la contraportada de un libro anterior mío La Paternidad de Darth Vader, el maravilloso Félix Grande, “al dolor hay que ponerlo a trabajar al servicio de la vida”.

Eso es lo que llevo haciendo desde que era niño, y sigue haciendo el niño que vive en el hombre que soy hoy: poner al dolor a trabajar al servicio de la vida, e intentar que el sufrimiento y la mentira no maten a ese niño, esa inocencia para seguir cantando la belleza y la verdad del mundo, con conocimiento, pero sin perder una brizna de esperanza ni de ternura. Creo que además ya voy teniendo una voz definida, a la que le gusta jugar con distintos niveles de lectura, mezclando la ironía y el sentido del humor con la cultura, cuidando el lenguaje, las metáforas y las sugerencias estéticas y de pensamiento. Todo eso sigue estando aquí en el libro.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Servido en frío’, ¿cuáles serían?

Esa pregunta es muy difícil. Es como preguntarle a un padre cual de sus hijos es más guapo o querido. Voy a mencionarte tres, que creo son emblemáticos del libro en sus distintas partes. Serían los titulados “Los labios de la herida”, “Patientia” y “Políticamente incorrecto”.

¿Supone ganar el Gil de Biedma un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?

Supone un hito a nivel personal y curricular. Algo acariciado solo en sueños y que se ha hecho realidad después de casi veinte títulos publicados, solo de poesía. Es uno de los premios más importantes en lengua española en el mundo, no solo en España. La prueba es que se presentaron más de 1200 originales y más de la mitad provenían de Hispanoamérica con cuyos poetas tengo una estrecha e importante relación desde hace años. Es un reconocimiento importante a tu voz y tu trayectoria, que te pone en el mapa de los que no te conocían, e incluso de los que no te habían prestado atención por cuestiones literarias o extraliterarias.

Grandes maestros admirados, algunos amigos con el tiempo, como Fernando Quiñones, José Miguel Santiago Castello, Antonio Hernández, Gioconda Belli, Juan Antonio González Iglesias o Antonio Praena, por citar algunos, figuran en el palmarés del premio, lo cual es un doble galardón para mí. A partir de ahora, aunque con más miradas y atención, lo mismo: seguir obedeciéndome, cometiendo algunos errores, supongo, pero sin traicionar la fe ni la confianza de mis mayores, de mis maestros y referentes.  

No es descabellado pensar que entre tus proyectos literarios inmediatos se encuentre una novela. ¿En qué ámbito te encuentras más cómodo, el lírico o el narrativo?

No es nada descabellado pensarlo. De hecho, inicié una, pero la vida se impuso y la abandoné. El proceso de escritura de una novela es distinto al de la poesía. Cuando uno no dispone del tiempo, la energía, la cabeza y el corazón enfocados, la escritura se resiente en el ritmo, y es mejor dejarlo. Intento ser siempre exigente; muy exigente con lo que hago. Yo anoto y documento muchos temas que me interesan, desde hace años, para la narrativa. Ya llegará. La poesía, sin embargo, te permite encauzar en poco tiempo la energía, el pensamiento y la creatividad, e irle dando forma de libro sin que se resienta el total. Sigo escribiendo poesía ahora, incluso cuando estoy en procesos narrativos me desahogo en ella; de los géneros es siempre la primera. Estoy centrado en un proyecto importante ahora del que no puedo hablar demasiado, aún, y en la recuperación de algunos títulos descatalogados…

Me siento cómodo en ambos géneros, y también cuando escribo teatro o ensayo. Creo que un escritor debe medirse con los géneros. Probar sus capacidades y fuerzas. Pienso, como los griegos, que la “poiesis”, la capacidad de crear, que es lo que significa y de donde viene la palabra poesía, puede amoldarse, como el agua, a un molde u otro, atendiendo y respetando, o experimentando y trasvasando sus reglas y recursos a veces, cambiando de un estado, de un ámbito o género a otro…

Acabas de recibir, casi consecutivamente al Gil de Biedma, el Premio Provincia de Guadalajara de Poesía ‘José Antonio Ochaíta’, en el que el Jurado ha destacado, entre otras cuestiones el hecho de que sea «un libro sin concesiones a las modas poéticas del momento ni al lenguaje fragmentario que ahora está en boga». ¿Moda sí pero en poesía no -risas-? ¿Cuál es tu opinión sobre fenómeno «poético» actual, ese que triunfa en las redes? 

Yo creo que quien hace concesiones suele ganar en lo literario, que no es lo mismo que la literatura. Esa es la razón por la que yo no hago concesiones de exigencia y, cuando las he hecho en otros ámbitos, me han costado alguna herida, incluso cuando en lo literario y comercial fuesen bien. Tal vez porque empecé muy joven, y con referencias importantes entre mis mentores, en literatura he tratado de no seguir las modas, para no pasar de moda, que es el riesgo que se corre, aunque se consigan cosas. A mí la moda que me gusta es la textil, que tiene un lenguaje propio, poético según en quienes, y de la que conozco y he vivido cosas interesantes que ahora no vienen al caso.

Creo que las redes han favorecido la difusión de la poesía, como de otras disciplinas, y más desde la Pandemia. También que mucho arribista e impostor pero al día de las nuevas tecnologías, se ha apuntado al carro de la literatura, autoproclamándose escritor o poeta, y sin conocer ni respetar la tradición ni el oficio, que para mí, como me dijo en su momento Ernesto Cardenal, es sagrado. Lo peor de todo esto es que grandes editoriales premien y apoyen a estos becerros de oro, y que ciertos popes también los apadrinen. Demuestran unos y otros, sobre todo los segundos, su falta de integridad y de principios. Como los vampiros de la narradora Anne Rice, están dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de no perder poder, presencia y control del mundillo literario. Se retratan, para mal, como sus adeptos, y está bien que así sea.

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’? 

A muchos pero algunos son imposibles como Rafael Alberti, Pilar Paz Pasamar, Manuel Ríos Ruiz o Mariluz Escribano. Como tienen que ser andaluces y vivos, afortunadamente, voy a nombrarte a Antonio Enrique, probablemente uno de los mejores críticos de este país, y un poeta heterodoxo, inclasificable y genial, que acaba de sacar un poemario magnífico, de título Los cementerios flotantes. 

Poemas de ‘Servido en Frío’ de Manuel Francisco Reina

Los labios de la herida

Invoca la memoria los labios de la herida
como un corte de papel profundo, inesperado.
La antigua puñalada del pasado reabre
la nueva cicatriz de este presente.
Este no olvidar impenitente repentiza
los daños de una vida ya mudada
en la piel de otro cuerpo que era el mío,
sepulto en el dolor de un desengaño.
Y aunque pasan los años como siglos,
un mensaje imprevisto de un fantasma
conjura aquel demonio de perfidia
que casi te mató tan sonriente.
Escucha en sus consejos los agravios,
no caigas otra vez en esa trampa
de arder en el perdón inmerecido,
que en ti, por caridad, entró la peste…

Patientia

De toda tempestad en nuestra vida, 
no hay náufrago que encuentre escapatoria
luchando contra el mar y su elemento, 
Titán para el que somos una gota. 
Yo alcanzo cada costa cotidiana 
dejándome llevar por la tormenta 
sobre el mástil partido de mis planes,
y vadeo huracanes casi ileso. 

Políticamente Incorrecto

Sí, por un instante me permito maldecirte. 
Desearte el mal mismo que causaste. 
Que aquel en quien amor depositaste te sea 
ese mismo que te apuñale sin esperarlo. 
Que te diga que estás neurótico, que no es cierto
lo que creen que ven tus ojos, y que te engañan
los signos conocidos, los desaires,
los cambios de conducta y de horarios. 
Que aquel olor a sexo que no es tuyo, 
en la ropa escondida entre la sucia
es tan sólo tu absurdo desvarío, 
producto de tu extrema fantasía.  
Que un día cuando creas que estás loco, 
que confundes realidad y delirios,
te encuentres la verdad ya cara cara,
y en tu cama tu amor en otros brazos, 
y el camión de la mudanza sea tu respuesta.

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Javier Gilabert
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