Alejandro V. Bellido: «Se puede hablar de poesía con naturalidad y frescura»
Alejandro V. Bellido (Huelva, 1993) es graduado en Filología Hispánica y Estudios Ingleses por la Universidad de Huelva. Ha publicado los poemarios La muerte en Cyterea (En Huida, 2018) y La oculta esperanza (Sonámbulos, 2021), libro que le trae hoy por nuestra ‘prensa’.
Ha realizado diferentes recuentos de la literatura joven en su provincia como en Antología de Poesía Joven Onubense (Niebla, 2015) y La Resistencia de los Linces. Antología de narrativa breve (Tranvía, 2017), y ha participado en antologías de poesía como Luz nueva del suroeste (En Huida, 2015) o Piel fina. Poesía joven española (Maremágnum, 2019).
Ha sido director y locutor del programa de radio especializado en poesía contemporánea “La Arcadia Onubense” y ha trabajado como editor en Apuleyo Ediciones. Actualmente copresenta el podcast de poesía ‘Que tenemos que hablar de muchas cosas (QTQH)’, que se emite semanalmente en YouTube, y codirige la revista de literatura Centauros.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Alejandro V. Bellido: Este libro es el que considero mi verdadero inicio en la poesía. El primero fue La muerte en Cyterea, que creo que publiqué demasiado pronto. La oculta esperanza es un libro bastante más trabajado y, sobre todo, el resultado de una búsqueda estética en la que siento haberme encontrado y que ha sido paralela a la lectura de autores que considero mis maestros: Miguel d’Ors, Víctor Botas, Javier Salvago, Luis Alberto de Cuenca, José María Fonollosa…
Ya lo dijo aquel: el estilo es el hombre, y estoy completamente de acuerdo; el estilo que manejo en este libro es el que me resulta más propio, el que mejor se ajusta a mi personalidad, por lo que creo que La oculta esperanza será el punto de partida para todo lo que venga después.
También es un libro que posiblemente no hubiese visto jamás la luz de no ser por Mario Vega, Lorenzo Roal y el resto de Pájaros de Tristeza (así nos llamamos). Ellos creyeron en mí, me apoyaron, y eso es fundamental cuando uno viene con el ego tan mermado como venía por historias que no vienen al caso. Me parece que si uno no cree en uno mismo está incapacitado para crear. Uno opta inevitablemente por decir: «Preferiría no hacerlo».
¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?
En mi caso no tiendo a hacer libros, sino que voy escribiendo poemas en torno a una serie de obsesiones que me empujan a la escritura y, poco a poco, e inevitablemente, se acaba conformando un corpus más o menos homogéneo que se convertirá en el libro. Así, sin quererlo. Por tanto, únicamente fui escribiendo poemas en una época, digamos, de crisis existencial que me llevó a poner en duda los fundamentos de la poesía, en concreto todo ese lenguaje ultrarretórico que tan bien funciona en los premios literarios y que se lleva el aplauso fácil en los recitales. Me interesaba explorar —de esto me he dado cuenta a posteriori— hasta dónde puede llegar el lenguaje poético.
¿Puede uno ser coloquial e incluso vulgar y escribir sobre el Amor inspirado por un camión gigantesco que te recuerda a Dante sin dejar de hacer poesía? Eso es lo que estuve haciendo durante el año 2019, principalmente; entre 2020 y 2021 añadí la mayoría de poemas que conforman la segunda parte del libro, la más optimista —pese a pandemia—, la que pone fin a esa crisis existencial que representa la primera parte y que muchos quizás no vean, porque me valgo de la ironía y el sarcasmo, tan desprestigiados pese a haber sido cultivado ampliamente por gente como Catulo, Marcial, Lope de Vega, Manuel Machado, Miguel d’Ors… Por mencionar algunos. En mi caso, era totalmente necesario valerme de la ironía para afrontar esta situación. Ya lo decía Salvago: la destrucción o el humor. Yo elegí el humor.
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?
La única clave es que lean con calma, cosa que hoy día, en líneas generales, no se hace. Cada año salen muchísimos libros y la lectura no se produce en absoluto desde un cierto sosiego, una cierta profundidad… Todo es un devorar y devorar constante de libros que no dejan poso alguno. Y estos libros, a los pocos meses o, como máximo, al año, son sepultados por otros cientos de libros que se publican y que son carne de olvido también dentro de otro año, y así sucesivamente. Solo pido un poco de esa calma que nos quita este sistema que padecemos.
Por otro lado, diría que leyesen desprovistos de prejuicios. Ser irónico en un poema o incluir alguna referencia del mundo actual (por ejemplo, de las redes) no me parece que sea síntoma de banalidad en absoluto; y a poco que uno deje esos prejuicios en la puerta de su casa y se pare a leer podrá ver que no me pongo a escribir para decir tonterías. Otra cosa es la calidad que tengan, pero les pediría eso: que no se quedasen en lo superficial.
¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?
Leyendo este libro espero que puedan, como diría Whitman, notar al hombre que hay detrás de ellos y que a partir de ahí puedan encontrar un momento de catarsis o simplemente de compañía, como si compartiesen el tiempo con un amigo que te comprende y que te tiende la mano o te da un abrazo en un mal momento. Conseguir eso ha sido el objetivo que me he propuesto desde que decidí que quería publicarlo. Esa ha sido otra de mis obsesiones.
¿En qué medida veremos en él —o no— al Alejandro V. Bellido de tus anteriores obras?
Con respecto a mi libro anterior, La muerte en Cyterea, conservo ese concepto amplio de la cultura que me ha acompañado durante toda la vida y que descubrí como algo poéticamente legítimo a través de los novísimos, de los que siempre he aprendido mucho (Guillermo Carnero y Leopoldo María Panero fueron fundamentales en ese libro tan primerizo). Así que en este libro podrán encontrarse referencias a la llamada gran cultura, con citas y paráfrasis de Ángel González, Manuel Machado, Coleridge o Quevedo, entre tantos otros, y a la cultura popular, con Rocío Jurado o Frank Sinatra, por ejemplo.
Además, aparecen mis dos temas predilectos, que son fundamentales en ambos libros: el amor y la muerte. También creo que podrán ver, como en el primero, un libro imaginativo, poco acomodaticio a la hora de abordar los temas, si bien diría que esto puede verse en mayor medida en éste. No sé si lo consigo, pero mi pretensión es tratar de aportar algo nuevo, por pequeño que sea.
Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘La oculta esperanza’, ¿cuáles serían?
Love Fi, El Abrazo y Amor constante más allá de la literatura.
Háblanos sobre QTQH. ¿Qué recepción tiene un podcast sobre poesía en estos tiempos que corren?
La poesía, como ya sabemos, goza de buena salud, pero de una recepción escasa; sin embargo, con nuestro podcast de poesía hemos podido ver que hay más gente interesada de lo que parece. Lo que sucede es que el poeta tiende, como diría mi amigo Mario Vega, a ponerse la capa de poeta, y esa actitud, tan tonta, me parece que no le hace bien ni a la poesía ni al propio poeta, que, como diría Josep Pedrerol, queda retratado. Nosotros en el programa hablamos de poesía como hablamos en privado; como quien mantiene una charla sobre fútbol o cualquier tema. Evidentemente, la pedantería no está exenta de aparecer en las conversaciones, porque claro, estamos hablando de poesía al fin y al cabo… Una cosa de frikis, diríamos, o de superfrikis, ya que el manga, el anime, Marvel… tienen muchísimo más público que la mayor estrella de la poesía.
Sin embargo, creo que si nos dejamos de chorradas y hablamos de la poesía con naturalidad, sin ínfulas ni retoricismos yo creo que hay mucho margen para ganar lectores y adeptos. No sé si gracias a nuestro programa hemos creado alguno, pero en cualquier caso creo que hemos demostrado que se puede hablar de poesía con naturalidad y frescura, porque la poesía no deja de ser un tema más sobre el que conversar en la vida; y por otro lado, hemos creado una pequeña comunidad de gente que nos sigue siempre, ya sea en diferido o en directo, y que interactúa con nosotros por redes sociales o en los comentarios del vídeo. Vosotros sabéis quiénes sois: os queremos.
Acaba de ver la luz ‘Centauros’, la estupenda nueva revista de poesía que codiriges. Y lo ha hecho con un número repleto de grandes nombres y magníficos contenidos. ¿Cómo surge esta iniciativa y cuáles son vuestros objetivos?
La iniciativa surge del hastío ante el provincianismo que hay en Huelva, donde vivimos los tres miembros de la revista: Irene F. Romero, José Cuevas Olmedo y un servidor. Estábamos hartos de tanto pastel para los mismos comensales de siempre. No creo que esté mal un círculo provinciano, en absoluto, pero culturalmente una provincia no puede sustentarse de esa manera; hay que conectar con los grandes nombres contemporáneos y con los clásicos, así es como se aprende de verdad lo que es la literatura y la única forma de que salgan de aquí autores de renombre, cosa que no está sucediendo a diferencia de otras provincias como Málaga, Granada, Sevilla o Cádiz. Queríamos hacer algo de verdadero interés literario desde nuestra provincia, algo que conectase a Huelva con el resto España y también con Latinoamérica, recuperando así el papel que hemos tenido tradicionalmente. Ojalá que esto sirva de algo para acabar con ese autoesquinamiento al que nos estamos viendo abocados.
Respecto al ámbito nacional, queremos aportar muchas cosas; por ejemplo, vamos a contar con un equipo de críticos jóvenes que desentrañen todo tipo de obras literarias para tratar de tomarle la temperatura al sentir de las nuevas generaciones hacia lo que se está escribiendo: ¿qué novelistas y ensayistas actuales interesan más?, ¿en qué poetas contemporáneos o clásicos se fijan más los jóvenes? Esta es un poco nuestra intención. Y continuando con la crítica, estamos muy interesados también en crear debate, agitar un poco el avispero del mundillo literario, tan recatado siempre en las opiniones de cara a la galería para evitar algún tipo de represalia. En definitiva, queremos estar en el ahora, que es lo único que tiene sentido, pero hacerlo desde el conocimiento del pasado.
Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?
A Irene F. Romero, autora de Devorarte o Nacer (Zerkalo, 2018) y de un estupendo poemario inédito que he tenido la suerte de leer.
Poemas de Alejandro V. Bellido
LOVE FI
Escucho “Fly me to the moon”, es tarde,
—las cuatro ya de la mañana—, tengo
conectados los cascos al portátil,
y dice Frank Sinatra llévame
volando hacia la Luna
y déjame jugar con las estrellas,
que quiero que me enseñes cómo luce
la primavera en Júpiter y en Marte
y dice en otra estrofa que eres todo
aquello que yo anhelo y que idolatro;
y cifra en dos palabras todo esto,
y mucho más que omito,
diciendo que
te amo.
Y son las cuatro
y tres de la mañana, y sigo solo en casa
y aparte de Sinatra
solo se oye el silencio incorruptible
de mi cuarto; por eso no termino
de entender por qué oigo
esa canción como si fuese un eco,
como si en realidad
estuviese sonando en otra casa
y yo desde la calle la escuchase
bajo la lluvia.
EL ABRAZO
En estos versos pongo —aquí se queda—
la caricia que nunca te daré,
aquí pongo los besos
de fuego que te encienden en las calles
de mi imaginación
—de los que no tendrás noticia nunca—;
aquí también las sábanas
que nunca rozarán nuestros cuerpos desnudos
y tu sonrisa,
aquella que no lleva
mi nombre la pondré
—tan luminosa, tan
pequeña— justo
aquí.
Aquí, dejo estas líneas
que —torpemente— tratan
de darle a la tristeza un cuerpo
que me abrace esta noche.
AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA LITERATURA
Sentado en la parada del bus veo de improviso
pasar un gran camión de un blanco reluciente
como un bello corcel de un elegante
caballero trotando por praderas
grises de duro asfalto.
Me fijo en que en el morro del vehículo
bajo la ventanilla hay unas letras
metálicas, enormes, en las que, rutilantes,
bajo un tórrido sol
de tarde de verano, dice: «GORDI».
Y me imagino al conductor un día en el taller
diciéndole a su amigo
que quiere sorprender a su parienta,
que son ya cinco años y no tiene
ningún detalle nunca y que ella
se lo merece todo, así
que ponle —me imagino que le dice—
en esta parte bien en grande, que se vea,
las letras que te he dicho,
que le quede bien claro a la gordita
que estoy loquito por sus huesos como
si fuese el primer día.
Y lo veo venir y me impresiona,
en esta carretera tan mediocre,
en un pueblo perdido de la mano de Dios,
en un camión, en cinco letras —no poco vulgares—
la palabra escrita
y el mismo amor que empujó a Dante
a escribirle a Beatrice la Divina Comedia.
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